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Cap 6. La Oscuridad -Parte 1-

    El celular comenzó a sonar, pero yo no deseaba contestar. Tenía miedo de morir desangrada.
Presionaba fuerte las muñecas contra mi pecho, en un intento de controlar la hemorragia.

    El teléfono estaba sonando...

    Revisé desesperada mis muñecas, y a pesar de que estaban empapadas de sangre, no encontré ninguna herida... habían desaparecido.

    El teléfono seguía sonando...

    Sentía el olor a sangre que desprendía mi blusa. Aquello había sido real, hace solo unos momentos tenía esas cortadas, que dolían como nunca había sufrido dolor en toda mi vida. Ahora sencillamente ya no estaban.

    El teléfono dejó de sonar...

    Me levanté, y nerviosa miré hacia la puerta del baño, seguía cerrada. Caminé de espaldas, sin quitarle la mirada en ningún momento. Choqué con el mesón de la cocina y tomé del lavaplatos un cuchillo enorme.

    La puerta del baño comenzó a moverse.

    No, no se abrió de golpe, primero se giró la perilla y la puerta apenas se movió unos milímetros hacia adentro. —¡NO TE ACERQUES MALDITA! —grité desde la cocina, levantado el cuchillo y apuntando hacia el baño, como si fuera una espada.

    Una mano salió lentamente, de la pequeña apertura que había dejado la puerta. Mi corazón latía tan fuerte que me dolía, seguía con el cuchillo levantado, pero estaba completamente congelada.

    Volví a ver esas uñas negras al final de sus largos y huesudos dedos, la piel era apenas un pellejo pálido que permitía ver un cableado de venas moradas y espantosos huesos. La mano solo se movió danzante en el aire y tocó la pared. Comenzando a arrastrarla en el muro, volviendo a ocultarla dentro del baño y dejando en la pared blanca una huella espantosa de sangre. Todo mientras hacía ese gemido horrible que me aterraba.

     "Va a salir y me va a matar... Dios, me va a matar" pensé.

    —¡ATREVETE A SALIR VIEJA PUTA! ¡Y JURO QUE TE MATO! —Amenacé mientras mi mano temblaba en el aire.

    "La llave". Estaba ahí, colgando en la pared, justo arriba de la mesa y a pocos pasos de mí. "Toma la llave y sal ya del apartamento". La puerta principal estaba más cerca de mí, que de ella.

    Me acerqué lentamente, con el cuchillo siempre hacia adelante. Mientras seguía escuchando ese gemido agonizante que ella no paraba de hacer. Tomé el juego de llaves y las sentí tan pesadas en mi mano. Seguí avanzando, sintiendo un escalofrío intenso recorriendo mi espalda, manteniendo la mirada fija a la puerta del baño.

    Aunque la puerta principal estaba a unos pocos metros, sentía que era enorme cada paso que tenía que dar para poder llegar a la salida.

    Cuando por fin pude tocar el frío metal de la cerradura, comencé a desesperarme. Temblaba como un cachorro y era demasiado difícil tratar de introducir la llave con una sola mano.

   "Vamos, abre la puerta y sal, abre la puerta y corre pidiendo ayuda", pensaba mientras luchaba por encontrar la llave correcta.

    —Vamos, vamos, vamos —repetía desesperada.

    —¡Sí! —exclame cuando la llave correcta encajó en la cerradura.

    Movía la llave de un lado para otro, pero el seguro de la puerta no quería ceder, "ábrete, maldita sea, ábrete". Me sentía angustiada al ver que no lograba abrir la puerta.

    Entonces decidí aplicar un poco más de fuerza, para tratar de girar la llave, y fue tan grande mi mala suerte, que sentí como el metal se partía y dejaba la mitad de la llave atrapada dentro del cerrojo.

    —No, no, no, no, no —dije desesperada, al ver como se arruinaba mi oportunidad de salir de la habitación. Me giré y con ambas manos sujeté el pomo mientras lo agitaba exasperada y con todas mis fuerzas.

    "Estúpida, no quites la vista del baño" fue como un pensamiento de supervivencia que llegó a mí en ese instante. Me di la vuelta de inmediato y retrocedí hasta chocar el pomo con mi espalda, completamente aterrada al encontrarme con aquella anciana que me observaba desde la puerta del baño.

    Había asomado la mitad de su rostro fuera del marco de la puerta, junto con una mano que tocaba nuevamente la pared. Se ocultó apenas me giré, pero juro que antes de volver a aquella oscuridad, me sonrió con una sonrisa diabólica y llena de unos negros y torcidos dientes. Solo dejando su mano afuera, que volvió a guardar lentamente, dejando una nueva huella de sangre en la pared.

    "Oh, Dios mío. Estoy encerrada con esa cosa... y va a matarme".

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