XI
Los Verdaderos Marcianos
12 de noviembre de 2056
La tormenta se fue deshaciendo con la misma suavidad con que había llegado. Cuando los vientos apenas alcanzaban los sesenta y cinco kilómetros, como si fueran flores, las antenas emergieron del polvo triunfantes. Las cubiertas de las ventanillas se corrieron. Las cubiertas de las cúpulas centrales de cada casa, se abrieron; pequeñas cascadas de polvo se deslizaban por sus lados; y el sol de Marte, se precipitó en la casa con un brillo opaco.
Natalia salió corriendo de la habitación con la emoción de una niña, seguida por Jason, Ambos cubiertos con tan solo sus batas de noche. La mujer se paró justo en el centro de donde llegaba la luz y extendió los brazos en un gesto de gratitud. Jason sonrió mientras entra las tazas para el café en el dispensador de líquidos.
—Sobrevivimos Jason —dijo Natalia recibiendo su café.
—Habrá mucho que hacer —comentó él recordando el sueño que tuvo días atrás.
Un sueño perturbador en el que veía los cadáveres de los caídos. Hannah y Carl, tirados tras la isla de la cocina. Grises, tiesos, sobre un charco negruzco de sangre coagulada, conservados en vacío al momento en que Moira extrajo todo el oxígeno. Luego vio a Alondra sepultada bajo una montaña de polvo marciano.
Una de sus manos, gris e hinchada por el dióxido de carbono, se asoma de entre la acumulación, en un gesto de desesperanza, como una flor marchita. Aun tras meses de estar ahí, su cuerpo estaría intacto, congelado a menos sesenta grados, sin señal alguna de descomposición.
Natalia comenzó a dar de comer a las aves. Su alegría de ver por fin la luz del sol la motivó a llenarse la mano con semillas para aves y meterla en la jaula. Ahí la dejó muy quieta en espera de que al menos uno de los pájaros se acercase a comer.
Uno de los dos ruiseñores, se acercó y picotea para comer. El ave hunde la cabeza varias veces en la mano de Natalia y al erguirse, movió la cabeza buscando que cayera bajo la luz solar. Se sacudió un poco y comenzó a trinar.
La belga, abrió la boca sorprendida y sonriendo miró a Jason. Pronto su compañera le siguió en el canto y se acercó a comer. Los canarios les siguieron y Natalia dejó la comida en el envase destinado para esta y retiró la mano. Para entonces, todas las aves estaban cantando. Jason se acercó a ella y abrazados escuchaban los cantos. Como una señal de que todo iba a mejorar.
La puerta principal al exterior sonó y dos personas entraron al área de aislamiento. Para la pareja era fácil saber de quienes se trataban, pues uno de los recién llegados presentaba una gran panza.
—¡Lina! — Natalia recibe a la embarazada con una alegría inmensurable.
Logan ofreció su mano a Jason. Este, no solo le tomó la mano, sino que lo acercó a él y se dieron un fuerte abrazo de camaradas.
—Se apresuraron —comentó Jason.
—Tenemos que decir lo que hemos descubierto — se apresuró a decir Lina.
Con la ayuda de Logan, Lina realizó estudios sobre la bacteria que había encontrado. Logan se volvió a arriesgar, y atravesó el túnel hacia el habitáculo Delta, en donde encontró los cuerpos inertes de Carl y Hannah tirados en el suelo tras la isla de la cocina. Estaban sin vida, pero Logan no quiso arriesgarse y le quitó el cuchillo de la mano a la mujer. Siguiendo las instrucciones de la bioquímica, el mecánico extrajo una muestra del líquido cefalorraquídeo de sus cerebros y regresó con bien. Luego, haciendo todo lo que Lina le indicaba, completó los estudios.
Sobre la mesa del centro de control, se proyectó la imagen de un monstruo marciano. Una alargada forma, semejante a un gusano microscópico mientras que la bioquímica explicaba sus hallazgos.
—Es impresionante, Jason —dijo ella — es una forma de vida a base de silicio.
—Espera. ¿Silicio? —preguntó Jasmín extrañada — El silicio es un mineral.
—Sí. Un mineral, con las mismas propiedades del carbono —aclaró Lina —. Ya se había especulado en la posibilidad de que el silicio, fuera capaz de crear formas de vida.
—Impresionante —comentó Jason —. ¿Y están vivos?
—Al principio creí que estarían muertos. Pero no es así. Están en un estado catatónico. En algo parecido a una hibernación —explicó Logan orgulloso de haber entendido todo lo que Lina le explicó.
—Pero estuvieron activos. ¿Porqué? — pregunta Dean interesado.
—Electricidad. La electricidad de bajo nivel, los despierta.
«Cuando la tormenta nos pasó, los iones en esta los reanimaron. Creo que Dante, Hannah y Carl, se contaminaron a través de la sal marciana. Como tenían formas de cristales, ella no pudo identificarlos. Asumió que era sal común con rastros de silicio y hierro. Al parecer buscaron la fuente eléctrica más fuerte y esta estaba en el cerebro.»
—Su actividad, los enloqueció.
—Un momento —intervino Natalia preocupada —. Todos hemos consumido esa sal. ¿Por qué no hemos enloquecido?
—Para eso, no tengo respuesta —admitió Lina —. Deberemos hacernos estudios. Pero solo podremos hacerlos en Olimpus.
—Supongo que es, por nuestra actitud hacia los problemas —comentó Jason.
—¿A qué te refieres? —preguntó Dean.
—Yo vivo con mis culpas. No permito que me dominen. Natalia, ella es ensoñadora, siempre tiene esperanza.
La aludida, se sintió enternecida con las palabras de Jason y se acercó a él para abrazarlo. Los demás se impresionaron al principio, pero comprendieron.
«Dean, es un optimista, siempre ve el lado positivo, Jazmín es de mente fuerte y segura, Logan es un arriesgado, pero está fuertemente arraigado a la vida. Lina, por su parte siente la alegría de ser madre. Con nuestros pensamientos, evadimos el daño de estas criaturas.»
—¿Y Moira? ¿Por qué no afectó a la IA?
—Mi cerebro cuántico genera mucha más energía de índole nuclear. Es seguro que no soy... atractiva para esas criaturas —respondió Moira con su característico tono familiar.
Todos rieron el comentario.
—Así que la pregunta es; ¿cómo nos libramos de estos indeseables? —preguntó Dean.
—Hice la misma pregunta —comentó Logan —. No te va a gustar la respuesta.
Antes de contestar, Lina suspiró.
—Es probable que no podamos. Siendo seres vivos a base de silicio, son casi indestructibles —especuló Jazmin.
—Sí. Es probable que todas las colonias estén contaminadas tan solo con comer las papas. —sentenció Lina con desasosiego — Y como nosotros, unos pocos no se vean afectados.
—Conviviendo con un bicho marciano en nuestros cerebros —comentó Jason meditativo —. Eso, nos convierte en verdaderos marcianos.
—Siendo así. Parece como si el planeta eligiera a quienes deben vivir en él.
Natalia apretó su abrazo por la cintura de Jason.
—Fuimos elegidos para ser marcianos —dijo.
—Solo me pregunto; ¿Por qué no reportaron esto?
Tal vez lo han callado. Colonizar Marte era cosa de vida o muerte para la raza humana.
El sonido de varias naves Hover, se escuchan a lo lejos. Los vehículos aéreos parecidos a helicópteros sin aspas, impulsados por chorros de presión se asoman, por encima de los acantilados del Valle Marineris.
—Supongo que las respuestas, vienen volando —dijo Jason.
Todo el grupo se asomó a la ventana principal de la casa, ahora de Jason y Natalia. Los vehículos descienden suavemente en terreno despejado y el grupo estaba relajado, esperanzados, con el canto de los pájaros, en el desolado paraje de Marte.
FIN
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