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V

Locura

Aunque sabía que Jason venía en camino, Natalia se sorprendió de verlo entrar por el pasillo hacia la habitación principal.

—¡Jason!

—¿Aún sigue encerrado? —preguntó él al segundo de estar frente a ella.

—Sí. No me responde.

Ambos subieron la escalera, recorrieron el pasillo circular, pasando frente a la cámara holográfica y más adelante, la habitación en la que Dante se había encerrado.

Antes que nada, Jason intenta abrir de modo normal, pero no solo no abrió, sino que centelleó con un corto circuito. Eso descartaba la posibilidad de pedirle a Moira que la abriera.

—Moira; ¿puedes ver lo que Dante hace ahí dentro?

Lo siento Jason, no puedo. Las habitaciones están fuera de mi visión para proteger la privacidad de los habitantes. —respondió la IA.

—Muéstrame el diagrama de los controles — ordenó Jason.

Un holograma con el diagrama eléctrico del panel de la puerta se presentó ante el ingeniero que comenzó a examinarlo bajo la mirada de Natalia. Una vez pudo entender los posibles puntos de reintegración, Jason abrió el panel y analizó el daño.

—Moira, corta el suministro de energía al panel.

Está hecho, Jason.

El ingeniero conecta varios cables en derivación y analiza. Luego decide llamar a Dante antes de abrir.

—¡Dante, amigo abre la puerta!

No hay respuesta, solo murmullos se escurren en medio del silencio que hace para escuchar y Jason decidió no esperar más. Necesitaba recuperar al médico.

—Moira. Restablece la electricidad.

De inmediato, Jason.

El panel lanzó unas chispas, la puerta siseó deslizándose hasta quedar completamente abierta. Jason y Natalia irrumpen en la habitación, el médico estaba sentado en la cama susurrando palabras inteligibles.

—Dante — le llama Natalia.

No responde.

—Dante estamos aquí — le insiste.

—¿Sabes que hace días, la Tierra fue impactada? —preguntó Dante con los ojos desorbitados cubiertos de lágrimas en una desesperada y demente mirada.

—No. Tampoco tú lo sabes —replicó Jason — Hay un porcentaje de que no haya sido impactada. Estamos incomunicados.

—¡Estamos solos! —gritó el médico resaltando su acento italiano.

—Tranquilo Dante —dijo Jason esperando calmarlo — Tan pronto pase la tormenta, sabremos que ha sucedido.

—No lo soporto, Jason. La falta de no saber me mata.

—Pronto. Tranquilízate.

—Esto no ayuda —dijo de pronto Dante tomando el frasco de medicamentos que había sobre la cama.

—Dante — esta vez Natalia interviene — Dante, no te hagas daño, podemos superar esto, superaremos lo que sea.

—¡No lo entienden! —replicó el médico a gritos.

De debajo de la cama sacó una herramienta. Esta parece un arma, pero es para disparar balines contra el suelo y enviar pequeñas sondas para conocer la composición de este.

—¡Dante! ¿Qué haces con eso? — le increpa Natalia preocupada.

—No puedo soportar el no saber. No puedo soportar la idea de quedar atrapado aquí. Se suponía que volvería en dos años. Pero ya no habrá adónde volver.

—Dante. Suelta la pistola de sondas —ordenó Jason con el tono más autoritario que pudo.

Dante miró la herramienta. Era tan parecida a un arma, lo más parecido ya que estas estaban prohibidas en Marte.

—La soltaré —dijo sin dejar de mirarla —. Es lógico que la soltaré.

Tras decir esto el médico de la doceava colonia, se puso el cañón en la boca.

—¡NO! —gritaron ambos.

El grito fue seguido sin tiempo para evitarlo, con el disparo de una sonda que atravesó el cráneo de Dante, esparciendo pedazos de sus sesos por la cama.

Natalia comenzó a gritar y Jason se quedó helado en la posición en la que comenzaba a correr para detenerlo. No llegó a tiempo.

Hubo mucho que hacer para cubrir y llevarse el cadáver de Dante. Ni en sus más locas pesadillas Jason imaginó que tendría que realizar el procedimiento para procesar una muerte, aun cuando estaba preparado para accidentes. «¿Cómo reportar un suicidio?» No le habían dado ningún curso u orientación al respecto, se suponía que cada miembro estaba mentalmente estable, sobre todo el médico multiespecialista.

—¡Que locura! ¡Que locura! —decía una y otra vez mientras ponía el cuerpo en el contenedor de cadáveres.

Dentro se enfriaría lentamente dejando pasar el gélido viento marciano de menos sesenta grados por este, para ahorrar energía. La bolsa en la que lo metió era impermeable, pero al dejarlo caer dentro del contenedor un pequeño hilo rojo comenzó a brotar de esta. Se miró las manos enguantadas, también tenían sangre y una leve sensación de náuseas le invadió, pero la controló.

Cerró la tapa sellada y abrió la exclusa que controla la cantidad de viento que entra desde el exterior. Aun así, una ligera vibración le hizo temer que estallaría, tardó en decidir si la cerraba o no. La vibración se calmó.

Cuando regresa al centro, Natalia estaba sentada sobre el sofá mirando a la nada. La IA, pronunciaba su nombre esperando una respuesta.

Natalia. Contéstame por favor —decía Moira como una amiga preocupada.

—Moira. Yo me encargo — le interrumpió Jason.

—Natalia. Reacciona — fue el contacto de su mano lo que hizo que la mujer saliera del trance en el que estaba.

—Está muerto —articula con voz temblorosa.

—Lo sé.

Negó con movimientos de la cabeza antes de volver a hablar.

—Nunca había visto a nadie morir. Ni siquiera a mis abuelos... y de esa manera...

Dejó salir lágrimas. «... de esa manera... »; repitió en un susurro.

Jason, Alondra desea hablar contigo —anunció Moira.

—Adelante.

—¡Jason tienes que ver esto! — La voz de Alondra se escuchaba entre enojada, sorprendida, indignada.

—¿Qué sucede?

—Debes verlo —respondió Alondra — Es una grabación en la memoria de Moira. Estoy... estoy...

—Bien. Lo veré —respondió Jason acercándose al centro de control del habitáculo Beta.

Posó sus manos sobre la mesa de control.

—Reproduce lo grabado, Moira —dijo a la IA.

Al centro de la mesa aparece una perfecta imagen holográfica, pequeña y tan clara que parece una vista lejana de la escena.

—Imagen muda —ordenó Jason para evitar que Natalia escuchara.

Hannah forcejea por librarse de Carl, con los dientes apretados mirando directamente al frente con sus ojos llenos de lágrimas se agita lanzando golpes a su agresor.

Jason desvió la mirada y se fijó que Natalia no haya visto la imagen que se desvanece. «¿Qué carajos pasa?»; se pregunta. Primero tiene que disponer de un suicida y ahora debía ajusticiar. Y todo bajo una interminable tormenta de polvo rojo marciano.

—Hay más, Jason —interrumpió Alondra sus pensamientos.

—¿Qué más?

Una nueva imagen se proyectó. En esta, se veía a Hannah acercarse a Carl sentado en el sofá y sin más, la física le propinó un fuerte golpe con una barra metálica. Repitió su acción, una y otra vez hasta cansarse o tal vez al ver que la cabeza de Carl escurría sangre, junto con su masa encefálica.

—Moira, comunícame con Hannah, a través de tu visor.

De inmediato Jason.

En la pantalla de la mesa, muestra la vista que tiene Moira. Hannah no se veía. La IA divide la vista de todas sus cámaras y la doctora en física no aparecía en ninguna. Al menos no en las áreas a las que Moira tenía acceso.

—Abre comunicación —ordenó Jason y un pequeño tono suena para indicar que ya puede hablar.

—¿Hannah? —llamó observando las pantallas —. ¿Hannah, estás ahí?

Una mano, armada con un gran cuchillo, se asomó tras la isla de la cocina, se apoya en el tope y apareció la mujer bañada en sangre.


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