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V. Oshie

Extrañaba a BaekHyun más de lo que había extrañado nunca a nadie. Acudió varias veces a la orquesta y a aquel parque donde se habían conocido por primera vez. Incluso fue a los lugares donde tuvieron algunas citas, pero no pudo dar con él. Podría haberse presentado la oportunidad de cancelar la escandalosa firma si lo hubiera encontrado de nuevo, pero no ocurrió, por lo que el plan continuó.

BaekHyun había desaparecido de la faz de la tierra, o al menos así le parecía.

No era tan terrible, se dijo después de todo. Tenía la gran ilusión de poder encontrarlo de nuevo en la firma, ya que no pudo darse antes, así que le compró un regalo por navidad, debido a que aquel día sería la víspera de aquella festividad. Estaba emocionado. Cuando tocaba la pequeña cajita y sentía la textura bajo las yemas de sus dedos, le bastaba para decirse que todo aquello que estaba haciendo valía la pena. Para oírlo reír, llorar, decepcionarse de su verdadera identidad o tal vez contentarse con ello mismo. Incluso para que volviese simplemente a formar parte de su vida y desordenara cada uno de sus esquemas como lo hizo desde la primera vez en que se conocieron.

El veinticuatro de diciembre despertó igual de mal que meses atrás. Esta vez estaba completamente destapado y todo su cuerpo se encontraba esparcido por la cama. El desayuno se quemó y casi incendia su casa, al igual que cuando se le volcó el café sobre la computadora. Pero nada lo tiraría abajo, porque ese era el día en que todo cambiaría.

Quizás estaba exagerando un poco, porque habría tal vez otras oportunidades de reencontrarse con BaekHyun, pero ese vacío que sentía al no estar con él lo distraía de sus rutinas, de sus fórmulas mentales, y necesitaba tenerlo para que le diese un poco de estabilidad, o no, ya no le importaba. Con sólo sentirlo entre sus brazos estaría bien, sin importar si todos sus esquemas se borraban y debía empezar de cero a su lado.

Llegó con antelación al local, para comenzar a preparar todo. Pusieron a disposición una amplia mesa al fondo de la estancia, la cual cubrieron con un mantel y le pegaron algunos papeles de publicidad y una foto de su libro, o al menos así le explicó el dueño. Vendrían incluso de un programa de televisión para filmar la gran revelación del escritor que por años se había mantenido en el anonimato y que revelaría su rostro y nombre.

—No estés nervioso. —Escuchó que le decía JongIn a su lado, sentándose en el sofá de la salita para empleados—. Ya hay bastante gente dentro. Están haciendo la fila.

Esto hizo estremecer a SeHun. Estaba demasiado nervioso.

—Sabes que la única razón por la que hago esto tiene nombre y apellido, ¿verdad? —murmuró, frotando las palmas de sus manos en los muslos para hacerlas entrar en calor.

—Lo sé.

Se escuchó la puerta abrirse y unos pasos entraron a la habitación. JongIn soltó un jadeo casi inaudible y SeHun rio por su reacción. ¿Será que su amigo acababa de experimentar aquello llamado amor a primera vista?

—Es hora, SeHun —dijo KyungSoo con su grave voz, volviendo a marcharse del lugar con un portazo.

El silencio le dio a entender a SeHun que el cerebro de su amigo aún procesaba la información.

—¿Cómo nunca me lo habías presentado? ¿Ese es tu representante? —preguntó luego de unos segundos.

—No vi la necesidad —murmuró, intentando reprimir una sonrisa—. Mejor que no intentes conquistarlo.

—Oh, tú no has visto la mirada que me ha echado. Es todo mío.

—JongIn... —pronunció con un pequeño tono de advertencia.

—Vamos, es hora de que te muestres al mundo —le dijo, cambiando de tema. Colocó con confianza una mano en su hombro—. Relájate y sé tú mismo. Confío en ti, Oh SeHun, y no dudes que estaré allí para apoyarte.

—Gracias.

La mano en su hombro apretó un poco más, y SeHun realmente agradeció en ese momento de tener a JongIn apoyándolo incondicionalmente. Siempre estuvo para él en los momentos más duros y conocía sus inquietudes como la palma de su mano.

—No tienes que agradecer. Eres mi hermano de toda la vida, si alguien te insulta, no dudes en que saltaré a su yugular.

Se rio de la exageración de su amigo, pero asintió, creyendo por completo sus palabras.

—Está bien. Pero que me apoyes en esto no significa que te vaya a dar el número de mi representante.

JongIn bufó.

—Patrañas.

El escritor se levantó con excesiva parsimonia, aún divertido por la reacción del hombre. Con la ayuda de su mejor amigo, caminó hacia la puertita que casualmente quedaba justo detrás de la mesa donde firmaría.

La ansiedad lo carcomía. Había practicado un tonto garabato durante todo el día para firmar los ejemplares, porque a pesar de que aquello era con el fin de encontrar a BaekHyun, sabía que tenía admiradores y realmente no quería decepcionarlos. Su corazón no había parado de latir apurado desde el momento en que despertó.

Con un último suspiro, se acomodó la camisa de su traje y el cabello un poco hacia atrás.

—Estás muy guapo, SeHun. Abriré la puerta. ¿Listo?

—Sí. —Se sujetó con fuerza al antebrazo firme de su amigo.

El silencio reinaba en el bar-café. Se escucharon algunas exclamaciones y respiraciones contenidas. Todo el ambiente olía a perfumes, tanto de mujeres como hombres. Un leve aroma a café se podía percibir por debajo de este, pero sólo aquellos con un olfato refinado podrían sentirlo.

JongIn lo ayudó a sentarse en la silla que daba hacia el público, escuchó el ruido de cámaras tomando fotos y su corazón parecía bombear tan rápido que era prácticamente ilegal.

—Bueno... —Aclaró su garganta y limpió el sudor de sus manos en los muslos—. Creo que voy a presentarme.

Se quitó los anteojos con suavidad, como esperando alguna mala reacción de las personas. Nadie dijo nada y SeHun lo tomó como una señal para continuar.

—Mi nombre es Oh SeHun, tengo veintiocho años. Desde el día en que nací, una ceguera completa me ha acompañado. Tal vez por eso mismo, eludiendo prejuicios, me he convertido en autor bajo el seudónimo de Oshie.

Algunos murmullos llenaron el ambiente durante la breve pausa que hizo, pero inmediatamente volvieron a callarse.

—Espero no haberlos decepcionado y que estén aquí para discutir conmigo de manera intelectual mi último libro, o tal vez algún otro —suspiró, sintiendo su rostro caliente y muchas miradas sobre él—. Incluso he practicado un garabato para firmar sus ejemplares.

Hubo un silencio de apenas un par de segundos, pero inmediatamente después, el público estalló en aplausos y él no pudo evitar suspirar de alivio.

La firma se extendió por más horas de las esperadas, pero la pasó tan bien que no le importó. Hablar con sus lectores sobre sus obras fue realmente gratificante para él, a ninguno le molestó que fuese en la mismísima víspera de navidad. Recibió abrazos, cumplidos, regalos y coqueteos de algunas mujeres e incluso hombres, y muchas personas se tomaron fotos con él. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan conforme con lo que había conseguido y se prometió a sí mismo y a otros lectores, hacer más firmas en el futuro, tal vez incluso en otras ciudades.

No obstante, BaekHyun no abandonó su mente. Incluso lo esperó una hora en aquel bar después de que la firma terminó, creyendo que el joven podría haberse atrasado. Presenció en silencio la charla coqueta entre KyungSoo y JongIn, bebió un café y también escuchó la música de una radio mientras el dueño desmontaba y limpiaba el local.

¿Por qué lo había esperado durante todo ese tiempo? Porque estaba seguro de que a sus oídos había llegado la firma de libros que haría su escritor favorito en el mismo bar en el que él se había presentado por última vez. Tenía la certeza de que BaekHyun ya sabía que él era Oshie, entonces, ¿por qué no llegaba? Incluso sintió las miradas furtivas sobre su figura de sus dos amigos, y tenía miedo, mucho, de no volver a verlo.

—No te desanimes —le dijo JongIn antes de ayudarlo a subirse al taxi—. Tal vez no estaban destinados a encontrarse aquí. Puede que BaekHyun haya ido a visitar a su familia. No te olvides que hoy es víspera de navidad.

—Lo sé —respondió con un dejo de angustia en su voz—. Pero le di todas las señales, hasta le envié un mensaje el día que mi celular se rompió, diciendo que mi nuevo libro se publicaría en cierta fecha. Y no ha venido.

—Tal vez algo le ha ocurrido para no poder llegar, SeHun. No todas las personas tienen su vida disponible para cumplir los deseos de otras.

Y SeHun lo creyó, aunque eso no evitó que se deprimiera.

El taxista preguntó la dirección y él la dictó sin dudar, no iría a encontrarse con su familia esta navidad y, como no tenía nada para hacer, acudiría a su adorada orquesta, algo que realmente amaba y le apasionaba por completo. Intentó que su cara larga no se notase cuando compraba el boleto al hombre ya conocido de la boletería.

—SeHun, qué agradable verte —le había dicho YiXing, el acomodador, mientras lo ayudaba a subir las escaleras del teatro—. No esperaba que aparecieras por aquí en navidad.

—Ha sido un tanto repentino.

—De cualquier modo, sigue siendo gratificante. Aquí es. Espero que disfrutes de la velada. —Guio la mano de SeHun hacia uno de los asientos para indicarle el camino que él ya conocía—. Feliz navidad.

—Igualmente.

Se sentó como siempre en el anteúltimo asiento de la última fila mientras los recuerdos comenzaban a salir a flote. Sonrió con dolor al recordar la vez que BaekHyun y él se encontraron ahí luego de tantos meses.

La obra comenzó y él estaba demasiado distraído, triste y retraído en sus pensamientos. Pasó más de hora y cuarto de espectáculo y durante todo aquel tiempo no logró concentrarse ni en una pieza, o seguir la melodía de algún instrumento.

¿Qué era esa opresión en el pecho?

Concluyó que amaba a BaekHyun. Amaba su voz, la suavidad de la piel bajo su tacto, su personalidad, la forma que tenía de ir al grano y cómo encajaban sus labios a la perfección. Cada vez que se veían terminaba ansiando más, saborearlo por completo, escuchar su risa y tal vez incluso su canto.


«—¿Qué piensas sobre amar a una persona, SeHunnie? —preguntó con suavidad BaekHyun en uno de sus paseos casuales por el parque.

Su corazón latió más rápido al oír ese apodo y se aferró tal vez con un poco más de fuerza al antebrazo del hombre.

—Pienso que es lo que me mantiene vivo últimamente —contestó con sinceridad.

—¿Alguna vez has amado a alguien?

—Sí. Hace mucho tiempo. Pero ya no recuerdo la forma de su rostro bajo mi tacto, así que supongo que ha quedado en el pasado. ¿Y tú?

—También fue hace tiempo. ¿Recuerdas la primera vez que nos encontramos en este parque? —SeHun asintió—. Bueno, iba a encontrarme con mi pareja. Sin embargo, aquel fue el día en que cortó conmigo.

—Lo siento.

—No lo sientas, SeHun. —BaekHyun lo tomó de la mano con cuidado, enredando sus dedos—. Durante esos meses sin vernos, tu imagen no dejó de acompañarme, aunque me sentía muy deprimido como para salir a buscarte. Fue realmente acogedor verte aquel día en la orquesta, escuchando la música con tanta tranquilidad.

—No creí que me recordarías —confesó SeHun con honestidad, acariciando con el pulgar la suave piel de BaekHyun.

—¿Cómo olvidar a alguien como tú?»


SeHun se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos que no prestaba demasiada atención a su alrededor. Regresó a la realidad cuando alguien se sentó con total familiaridad sobre sus piernas. Una esencia a rosas y vainilla inundó por completo sus sentidos y sonrió, tal vez por inercia, o porque estaba enamorado.

—¿Cuánto va de obra?

BaekHyun se giró y lo rodeó con sus brazos, abrazándolo con suavidad por el cuello. SeHun simplemente elevó el rostro hacia arriba y sonrió, sintiendo un copo de nieve caer sobre su nariz, que probablemente cayó desde el cabello de su amado.

—No lo sé. Estaba pensando en ti —admitió, sin poder evitar soltar una risita nerviosa, pero a la vez aliviada.

Los labios de BaekHyun se posaron sobre aquel copo que cayó en su nariz, dejando un dulce beso de mariposa.

—Diablos, SeHun. Hace dos semanas que no puedo dar contigo —murmuró, abrazándolo con fuerza. SeHun rodeó su cintura para atraerlo un poco más hacia él, anhelando más contacto—. Estaba en Busan cuando me enteré que mi autor favorito estaba a punto de hacer una firma de libros en el mismo bar que yo canté por última vez. Creo que fue ahí cuando todo cerró en mi cabeza. Tú sabías que era BBH, ¿verdad?

SeHun asintió, sintiendo cómo volvía todo a la normalidad y que la negatividad abandonaba sus pensamientos como un río que volvía a fluir en dirección al mar, lejos suyo. Regresando a una loca rutina deshilachada por una única persona que lo hacía despertar del lado equivocado de la cama y que a él no le importaba para nada si la razón era BaekHyun y su imprescindible presencia en su vida.

—Lo supe en ese parque el día que nos conocimos.

—Así que lo tenías bien guardado —lo acusó BaekHyun con diversión en su voz. SeHun asintió con una pequeña sonrisa en sus labios—. Entonces cada uno sospechaba de la identidad del otro.

—Supongo que a mí también me gustan los misterios —respondió, encogiéndose de hombros—. Ah, y no pude comunicarme contigo durante estas semanas porque se destruyó mi celular. No te haces una idea de lo ansioso que estuve durante estos días por volver a contactarte.

BaekHyun hundió su rostro en el cuello de SeHun, aspirando con fuerza. Este último no pudo hacer otra cosa que sonreír y dejarse embriagar por el aroma de las rosas y vainillas que tanto amaba. Finalmente pudo relajarse, porque ahora estaban juntos. Acarició su espalda con mucha delicadeza, realmente lo había extrañado.

—Me atrasé porque tuve que volver desde Busan. Cuando llegué a la cafetería ya habían cerrado.

—¿En serio regresaste por mí?

BaekHyun asintió contra su pecho y algo le dijo que él no era el único de los dos que quería irremediablemente al otro.

—Sí. Vi un anuncio en internet a último momento. Al instante en que me enteré que hacías la firma supe que eras tú, y también que lo hacías por mí. Lo sentí muy dentro de mí y no pude hacer otra cosa que regresar para verte, SeHun —explicó BaekHyun, acariciando con cariño su cabello, y el alto prácticamente se derritió ante sus palabras—. Pero llegué tarde...

—¿Entonces cómo me encontraste?

—Conocí a un amigo tuyo... dijo que se llamaba JongIn. Me explicó que te marchaste decepcionado hacía un tiempo, y otro hombre que... no recuerdo el nombre. Me retó por haberte hecho revelar tu identidad, dijo que era mi culpa. —SeHun imaginó la situación y no pudo evitar reírse—. Al final JongIn sugirió que viniera aquí, que conociéndote seguramente estarías en la orquesta.

—Creo que le debo mi vida a JongIn.

Al final, uno había regresado en plena víspera de navidad desde la otra punta del país, y el otro reveló su identidad ante el mundo, con el simple objetivo de buscarse el uno al otro. ¿Pero qué importaba si habían tomado medidas desesperadas para reencontrarse? Así era como el amor los hacía actuar y ninguno de los dos se quejaría de aquello nunca, porque valía la pena hacerlo por el otro.

—Creo que los dos se la debemos —susurró BaekHyun.

Se formó un silencio agradable entre ambos en el que sólo se escuchaba la orquesta de fondo tocando una preciosa melodía, mientras sus labios se unían por primera vez en las dos semanas más largas de sus vidas.

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