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❝ Capítulo 1 ❞

Las calles de la ciudad resultan siniestras durante la noche.

Son las tres de la madrugada y te encuentras huyendo.

Los edificios son como gigantes de hierro que te observan impasibles mientras corres, la oscuridad asoma tímidamente tras ellos sin atreverse a intervenir, el agua lo cubre todo para mostrarte una espantosa visión de lo que sucede. Tus pulmones arden por el aire frío y tus zapatos están empapados, tus piernas duelen y tu cuerpo rezuma calor, pero no puedes detenerte. Si lo haces, te atrapará.

No recuerdas nada antes de la persecución, ni siquiera sabes cuánto tiempo llevas corriendo, solo sabes que no puedes parar.

Tu mente te manda a aumentar la velocidad, pero tu cuerpo se queja como respuesta. Estás agotada y tus piernas no pueden ir más rápido por mucho que la adrenalina aumente en tu sistema, tu corazón podría estallar en cualquier momento y comienzas a sentir en el abdomen un dolor punzante, síntoma de una mala respiración por demasiado tiempo.

Con el terror nublando tu visión casi por completo, giras con decisión la cabeza para observar una vez más a tu persecutor. Sin embargo, tu respiración se detiene al comprobar la verdad; la calle está desierta.

Lentamente, comienzas a disminuir el ritmo hasta que tus piernas se detienen por completo, temblando pero agradecidas por el descanso. Luchas por controlar tu respiración jadeante mientras observas con una visible confusión a tu alrededor, ¿cómo ha podido irse? Estaba justo detrás de ti, aún puedes sentir su frío aliento en tu nuca.

Incapaz de contener el dolor que se apodera de tu caja torácica con cada respiración, llevas una mano bajo las costillas y presionas con fuerza mientras inspiras y expiras. No tardas en ceder al cansancio, apoyando las manos en las rodillas. Es entonces cuando aparece.

Lo primero que sientes es el olor, dulce y acaramelado, te hace abrir los ojos y volver a observar a tu alrededor, guiándote esta vez por el olfato. Luego el sonido, esa alegre melodía festiva que te invita a seguirla. Tu corazón vuelve a acelerarse por el miedo cuando finalmente lo ves, un reflejo cegador, un único halo de luz blanca que te ciega desde lo más profundo del callejón de tu izquierda.

Intrigada, comienzas a avanzar hacia la luz colocando una mano frente a tus ojos a modo de improvisada visera. Con cada paso que das, el olor, la música y el brillo, todo se hace más real y tangible. Casi crees poder saborear el algodón de azúcar cuando, al igual que tu persecutor, todo desaparece en un solo segundo. Dejando un único objeto frente a ti.

Es un espejo enorme, enmarcado en un precioso relieve de delicadas formas talladas en madera. Su superficie reflectante brilla con tanta fuerza que ni siquiera te paras a pensar en el motivo de que haya un objeto así colgado de una pared de ladrillo en medio de un oscuro callejón, simplemente te aproximas para rozarlo. Es entonces cuando comienza la verdadera pesadilla.

Donde antes todo era luz, ahora la imagen cambia para mostrar un extraño paisaje. Como si de un portal se tratase, ves con claridad el carnaval que antes te llamaba, vuelves a escuchar su música, a oler sus maravillas. Hasta que la imagen cambia.

Lo que antes te había parecido un portal vuelve a ser un espejo y, como todos los demás, solo te devuelve tu propia imagen. Dedicas unos segundos a observarte; la corta y despeinada melena castaña, los ojos enrojecidos por las lágrimas, las enormes mejillas rojas a causa de la carrera. Tu vestido está manchado por enormes manchas de sudor y sientes cómo un escalofrío te recorre justo cuando una de esas gotas de sudor comienza a descender por tu espalda, fría y lentamente, haciendo que te retuerzas. Aunque todo eso deja de importar cuando tu imagen cambia.

Como si tuviese vida propia, el reflejo te muestra una sonrisa que tú no llegas a lucir. Tus ojos se abren con horror mientras observas cómo esa imagen avanza hasta romper la superficie que os separa, su sonrisa se ensancha cuando toma tu mano con la suya, mostrando una hilera de dientes perfectamente afilados.

Tratas de retroceder, de escapar, pero su agarre es titánico. Poco a poco, comienza a tirar de ti, tratando de arrastrarte a su mundo. Tu respiración vuelve a descontrolarse mientras clavas los pies en la acera, tratando por todos los medios de frenar tu avance.

Entonces, justo antes de cruzar la superficie del espejo (que muestra de nuevo el carnaval), la imagen vuelve a cambiar. Sigue siendo tu reflejo, aunque esta vez se trata de una versión más joven; una niña de ocho años que te observa con ojos llorosos.

—¡Marta! —grita entre sollozos antes de ser absorbida de nuevo por el espejo.

***

Marta despertó sobresaltada, incorporándose con rapidez sobre la cama, hasta el punto de llegar a marearse.

Su corazón latía con fuerza mientras observaba la habitación en la que se hallaba, tardó más de lo que debería en comprender que se trataba de su propia habitación, dentro de su hogar. Jadeó mientras trataba de llenar sus pulmones de aire y se vio forzada a taparse más con las pesadas mantas por culpa del sudor que la cubría, haciendo que tiritase cada vez que la más mínima corriente de aire entraba por la ventana.

Se regañó a sí misma por dejar que una pesadilla le afectase tanto y dirigió una mirada de ojos muy abiertos a la mesilla de noche solo para comprobar que había despertado apenas diez minutos antes de que sonase la alarma, se llevó una mano temblorosa a la cabeza para tratar de retirar su enredada melena de su cara y tomó el teléfono móvil que descansaba junto al reloj. Terminó de despertar mientras revisaba las notificaciones, aunque una de ellas le hizo espabilar en un solo segundo.

Era un mensaje de su jefe, mandado apenas cinco minutos antes. Sintió cómo el corazón le latía con más y más fuerza mientras se introducía en la aplicación de mensajes y leía el texto, corto y tajante, que no daba opción a replica alguna.

"Ven a comisaría cuanto antes, tenemos que hablar."

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