Capítulo 3
Degel observaba incrédulo al chico que tenía a su lado, este parecía estar enfadado y el no entendió el motivo de su molestia, asumió que era por tener a un extraño en su casa y le entendió completamente, era unos pocos centímetros más alto que el y tenía la típica apariencia de un joven problema, chaqueta de cuero, tenía una moto, hacia ejercicio evidentemente...
Que cliché, pensó. Definitivamente nada interesante.
Aunque era bien parecido, demasiado, eso no lo podía negar.
Kardia por su parte estaba un poco confundido con la situación, su viejo siempre era así de relajado pero no bromeaba con lo que decía y si había dicho que este chico viviría con ellos era una verdad indudable, relajo su ceño fruncido pues no tenía caso enfadarse por algo que la otra persona ni recordaba, que más da. Pensaba para si mismo ni siquiera le tenía que importar lo que dijera ese chico.
—¿Degel cierto?—Rompió el silencio Antares ya que el francés no parecía tener la iniciativa de dar el primer paso.
—Degel Versau...un gusto, ¿tu eres Kardia cierto? —Kardia resopló.
—Oh ahora sí es un gusto, esta mañana no decías lo mismo—Ok, al parecer si le importaba lo que le dijo ese chico.
El galo pareció caer en cuenta de algo—Ohhh ya veo tu eres el que me habló está mañana, que pequeño es el mundo estamos en la misma clase.
—Asi es francesito, imagino que ya no piensas lo mismo de mi—Le acorraló a la pared acortando distancia, Degel se sintió un poco intimidado por primera vez, como una presa de aquel depredador de ojos azules con tinte escarlata.
Rápidamente retomo su frialdad y se calmó, este bravucon no le intimidaria, le hizo a un lado ya que estaba muy cerca—Al contrario, se mantiene la terrible primera impresión que me diste y ahora le debo añadir sin tacto, y egocéntrico, no soportas que te digan tus verdades.
Sintió la sangre caliente—No caeré en tu juego yo sé quién soy, te guste o no estás en mi casa y tendrás que vivir conmigo—Sonrio pensado que eso no era tan mala idea—Asi que francesito ven a qué te enseñe tu habitación.
—Francesito no es mi nombre, me llamo Degel, no me gustan los seudónimos tengo nombré —Se acomodo los anteojos y le retuvo la mirada, a Kardia le divirtió esa altanería viniendo de ese chico con cara de príncipe.
—Ok Degel—Solto el nombre con burla y el mencionado se vio tentado a rodar los ojos este sujeto era el peor de la casa, le molestaba hasta su timbre de voz gruesa y no entendía el por qué—Sigueme.
Kardia iba adelante y el galo le seguía por atrás, le empezo a enseñar la casa a detallé salieron de la amplía cocina de mármol hasta la sala de estar que parecía mas una jugeteria por todos los que estaban en el suelo, la casa contaba con 5 habitaciones y una estaba destinada para el, el heleno abrió la puerta de la recámara de huéspedes que sería la habitación donde viviría por todo un largo año.
No estaba mal, nada fuera de lo común paredes blancas, cama mediana, un clóset y una mesa de noche, se distrajo organizando mentalmente como organizaría todo hasta que cayó en cuenta que no tenía nada de ropa que ponerse o algo que guardar.
Se irritó de que aquel chico se fuera sin haberle dado lo que requería aunque realmente la culpa era suya por no haberle dicho. Camino entre los pasillos de la casa buscándole, abrió una puerta al azar y se encontró con una cuna en el centro de la habitación decorada de manera infantil, esa seguramente era la recámara del bebé. Siguió avanzando y siguió de largo por la recámara donde salía melodía de rock y escuchaba el canto desafinado del adolescente pelirrojo.
Al final del pasillo quedaba solo una habitación que definitivamente tendría que ser la del griego de cabellos azules ya que la principal estaba en el piso de abajo donde dormía el mayor junto al bebé, se le hizo extraño que no hubiera una figura materna en ese hogar pero no era prudente preguntar al respecto de cosas que no le competían.
Toco la puerta pero nadie respondió.
Degel era todo un caballero que esperaba la confirmación para poder pasar pero está nunca llegó y se comenzaba a impacientar.
—Kardia voy a pasar...—Volvio a tocar la puerta y sin más entro.
La habitación era extensa y a diferencia de la suya que era completamente blanca y simple, estaba pintada de negro y tenia luces neon color rojo que le daba un toque tétrico, extrañamente todo estaba muy organizado y lo que más llamo su atención fue un estante lleno de libros, sin poder controlar su emoción literaria se acercó y se encontró con varios ejemplares interesantes y una que otra novela de ciencia ficción y horror, sin poder evitarlo comenzó a ejearlos olvidando su objetivo principal de venir hasta ese cuarto.
Estaba ensimismado en la lectura de un título interesante y no despegó su vista hasta que escucho la puerta del baño de la recámara ser abierta, salió el vapor del agua tibia y un olor a limpio y dulce como de manzana, las mejillas de Degel se encendieron de carmín tirando al caño su expresión fría impertubable no solo por ser encontrado fizgoneando en una habitación ajena sin permiso si no que el heleno tenía únicamente una toalla en su cintura y el agua aún escurría de su cabello perdiéndose en esa piel canela aterrizando en sus músculos abdominales.
—¿Que haces en mi recámara, acaso estás siguendome?—Kardia no parecía molesto se veía divertido al poner incómodo a su nuevo inquilino.
—¡¿D-De que hablas bruto, no te estoy siguiendo!?—Maldijo todo, donde estaba su porte inquebrantable.
—Entonces que haces aquí —Degel recordo su motivo principal de llegar hasta aquí nuevamente y respiro y volvió a su compostura.
—Lamento haber entrado sin permiso, tu padre me dijo que te pidiera ropa prestada por hoy ya que perdí mi equipaje —Acomodo sus anteojos y dejo el libro en su lugar, no iba a permitir que un tonto lo sacará de sus casillas con comentarios desubicados.
—Ya veo...—Kardia le dio la espalda y se fue hasta el clóset donde busco por un rato, Degel accidentalmente vio como cada músculo de esa trabajada espalda se tensaba, y sintió la boca seca.
Casi se infarta cuando el más alto se le acercó peligrosamente dejando sus cuerpos tan cerca que sintió en carne propia el calor del cuerpo que acababa de darse un baño, abrió la boca para protestar por su espacio personal que se veía invadido nuevamente.
—¡Oye que haces!—Exclamo con sus cejas fruncidas y Kardia río entre dientes por su actitud defensiva.
—Solo buscaba esto.—Le hizo entrega del libro que momentos atrás estaba viendo—Te lo presto también, ya lo leí y es bastante bueno.
Degel recibió el ejemplar dio unas escuetas gracias y salió como alma que lleva el Hades de esa habitación sintiendo mas que nunca el calor de Grecia.
Se dio un baño y durmió con esa ropa, jamás se pondría eso por su propia cuenta, unos shorts color gris y una camiseta de una banda llamada Metallica que el no conocía.
Esa noche cerro los ojos pensando donde demonios vino a caer, como aguantaría a estas personas por todo un año desentonaban completamente a todo lo que el conocía y acostumbraba.
•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~~•~
Un nuevo y soleado día daba inicio en Atenas, Degel despertó temprano y fue con zaphari en el auto de este a una tienda donde escogió varias mudas de su agrado, solo estaban ellos y el bebé ya que los otros 2 Antares dormían hasta tarde.
—Bueno, con esto ya tendrás que usar mientras —Hablaba zaphari mientras conducía y veía de vez en cuanto al bebé que estaba sentado en la silla para el en la parte trasera—Espero que te vaya muy bien en clases hoy que tal te ha parecido Grecia.
—Gracias por sus atenciones señor zaphari, es bastante... diferente a como la imaginé en los libros la describían distinta—Hablaba mirando por la ventana tratando de obviar los lloriqueos del bebé que tenía fijación por ser tomado en brazos suyos.
—Los libros no lo enseñan todo Degel —Zaphari estacionó y tomo al bebé en brazos y se lo paso al galo que le miro incrédulo —Le gustas a Milo, sostenlo mientras llegamos.
—¡Gagu!—Festejo el pequeño por lograr su objetivo.
Degel trataba inútilmente de que el pequeño no tomara sus anteojos—En eso difiero con usted señor Zaphari, los libros si lo enseñan todo.
El pelinegro era un malvado y se divertía de como un bebé de menos de un año hacía lo que quería con el joven que no sabía ni como tomarle —Jajaja Milo Deja en paz a Degel, y tú jovencito dime solo Zaphari—Retomo el tema—Pues verás que la vida real es otra cosa completamente diferente Deg, tal vez puedas encontrar algo más valioso en este año que lo que has encontrado entre papel y pastas.
El galo no dijo nada más al respecto porque no opinaba lo mismo y tampoco quería entrar en un bucle infinito defendiendo su punto de vista, al llegar a casa el mayor le dejo y se fue con el bebé que lloro al ser alejado de él y de vuelta sentado en su portabebé trasero.
Se alistó y se fue a la secundaria, las clases transcurrieron con normalidad a excepción que accidentalmente chocaba de vez en cuando miradas con aquel sujeto con el que ahora vivía, pero no sé atrevían a dirigirse la palabra.
—Muy bien jóvenes, tendremos un proyecto en parejas, somos un aula número par por lo tanto nadie trabajará solo.
Degel maldijo para sus adentros, obligatoriamente tendría que trabajar con alguien, ahora solo faltaba que fuera aquel peliazul cabeza hueca.
Por suerte su compañero de proyecto no era el si no un chico de hermosas facciones y cabello celeste, le pareció agradable ya que se limitaba a hablar del proyecto y era tranquilo.
—Muy bien Degel si deseas puedes venir a mi casa y lo terminamos ahí, o prefieres en la tuya—Albafica le miro expectante, también le agrado el nuevo pero ninguno admitía abiertamente que se habían caído bien hasta el punto de que el solitario joven Rose tuviera la confianza de invitarle a su hogar.
Degel no se imagino haciendo un trabajo en aquella casa donde Milo lloraba y gritaba, Ecarlate ponía musica a todo volumen y peor aún rondaba Kardia.
Negó horrorizado—No no, en la tuya me parece bien—Intercambiaron números de teléfono y hasta una escueta sonrisa.
Manigoldo que veía la escena bufaba cuál todo enfurecido de que su Alba-Chan compartiera sonrisas con alguien más que no fuera el pues el joven Rose no se llevaba con nadie, ni siquiera con el por más que lo ha intentado.
Kardia miraba también con desinterés aunque por dentro le dio molestia que ese francés cara ácida fuera tan amigable con otros y el lo tratara como a una plaga.
Albafica se ofreció a darle un recorrido a Degel por el campus y compartían ideas de algunos libros que ambos habían leído o pequeñas charlas triviales, definitivamente se agradaban y era la primera vez para ambos en hacer un amigo.
La mañana paso entre los nuevos amigos siendo vistos por dos pares de ojos azules que no se perdían sus pasos, al llegar a la casa Antares (Cada quien por su lado aún sin dirigirse palabra pese a que vivían en el mismo sitio) les esperaba Zaphari con una sonrisa de oreja a oreja, el pequeño Milo le imitaba con su sonrisa de únicamente 2 dientes.
—Bienvenidos a casa, ¿como les fue en el instituto?—Preguntaba mientas Kardia tomaba en brazos a su pequeño hermano para hacerle juego.
—Muy bien señor Zaphari gracias por preguntar—Degel veía con una gota de sudor que el pequeño rubio se quería acercar a el.
Por supuesto que Kardia con sus celos de hermano no lo permitió y se esforzó más en hacerle reír para que no mirara al francés y se quedará con el.
—Lamento molestarles se que deben de estar cansados pero necesito que busques algo en la empresa Kardia estoy algo ocupado con el trabajo del computador pero me faltan unos balances.
—Claro viejo, ya mismo voy—Le dio de vuelta el bebé a su padre y el pequeño extendía sus manos a Degel que se hacía el desentendido molestando a Kardia.
¡Milo es adorable, como se atrevía ese cubo de hielo a ignorarle!
—Lleva a Degel contigo para que conozca la ciudad y la empresa —Ambos se removieron incómodos y empezaron a buscar excusas.
—Pensaba ir en la moto, de seguro no se sabe subir en una —Se tomo la nuca tenso, no le gustaba lo que sentía cerca de ese sujeto que su papá acogió, era primera vez que le ¿desagradaba...? tanto alguien.
—Si me se montar en moto para tu información pero ese no es el punto... prefiero quedarme aquí—definitivamente no quería estar solo con ese gorila mal hablado de ojos azules.
—No Degel debes conocer, y Kardia te presto mi auto no hay excusas ¡Buena suerte! —Le lanzo las llaves a su hijo mayor y se adentro a la casa ignorando sus caras de disgusto. Se tenían que llevar bien, sabía que ambos eran buenos muchachos.
Kardia se rasco la nuca incómodo y suspiro —Bueno, vamos francesito.
—¡Te dije que me llamo Degel!
Gifer1710~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro