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022

El olor a tabaco se mezclaba con el de marihuana y los distintos olores emanados por los alfas y las omegas del lugar.

El casino era un lugar sucio de apuestas y crímenes que los alfas pertenecientes a mafias o pandillas usaban de escondite para sus más bajos negocios.

Yoongi había caído en ese bajo mundo cuando fue por primera vez con sus amigos de la universidad a dicho lugar, pues hay quienes dicen que una vez entres al negocio, la única manera de salir es muerto, no podía ser más acertada aquella teoría.

Y aún que Yoongi solo se dedicaba a las apuestas del lugar, cada vez su sed por dinero era más y más, haciendolo involucrarse en robos a los que visitaban el lugar para jugar limpiamente.

Su ambición era tanta que la deuda que tenía por las apuestas era tan grande que incluso había empeñado los deteriorados muebles de su departamento, quedando solo con su inútil cama, la cocina y el pequeño refrigerador.

— Veo que no has tomado una decisión.- El hombre mayor hablaba mientras en su pierna derecha tenía una Omega besando su cuello y en sus labios un tabaco siendo consumido lentamente.

— No es tan fácil, Jimin es mi omega.

— Entonces... ¿Debería ponerte una fecha límite para pagarme todo lo que me debés?- El alfa menor abrió sus ojos con sorpresa y trago grueso ante los nervios que sentía al estar rodeado de la mafia a la que le debía dinero.

— ¿Cual sería la fecha?

— Hasta fin de mes.

— ¡Pero ya casi es fin de mes!

El hombre desvío su vista de las cartas y miro aquellos ojos felinos con una sonrisa macabra.

— Eso no es mi problema, te di soluciones, además no se porque ahora te haces el alfa digno y orgulloso cuando todos aquí sabemos que te follas a Hoseok estando con el bomboncito de tu Omeguita.

La risa de los otros hombres resonó en el ambiente causando un escalofrío por la espina dorsal de Yoongi.

La vista del alfa se posó en Hoseok que estaba detrás de la barra sirviendo algunos tragos, con un vestuario un poco revelador.

Hoseok le gustaba, si, le gustaba mucho, pero lo que sentía por Jimin no se comparaba a lo que sentía por Hoseok.

Hoseok era el Omega que lo satisfacía sexualmente, cada uno de sus caprichos los cumplía tal y como el quisiera, pero Jimin.

Jimin era un Omega cálido, con un olor dulce, hogareño y mucho más valioso de lo que una maquinita de sexo podría ser en toda su vida.

Siempre estuvo obsesionado con Jimin, era tan bonito, frágil y temeroso, que el ser un Omega bastante delgado y pequeño lo hacía sentir un alfa poderoso e imponente, era una combinación perfecta.

Sin embargo Jimin lo había abandonado, no tenía recuerdos de lo que pasó la última vez que lo vio, no sabía exactamente que fue el detonante para que Jimin lo abandonara.

— Además...- La voz de aquel alfa volvió a resonar llamando su atención nuevamente - No sabía que eras un mentiroso Min.

— ¿De que está hablando?

— Dijiste que Jimin era tu Omega - El alfa mayor hizo una seña a uno de sus hombres, el hombre de color bastante alto se acercó lanzando una revista en dirección a Yoongi.- Entonces... ¿Por qué estaba del brazo de otro alfa en un evento como ese?

La foto de Jimin del brazo de un alfa, bastante alto y peli negro, estaba en primera plana de aquella revista.

¿Nuevo romance del jóven heredero Jeon?

La sangre del alfa empezó a calentarse de la furia que sentía al ver a Jimin tan cerca de otro alfa.

Jimin jamás le había fallado, jamás le había sido infiel, Jimin era lo único estable y leal que tenía en su vida, ahora verlo de esa manera lo hacía sentir furioso de sobre manera.

— Si eres inteligente sabrás que ese hombre que está al lado de " Tu Omeguita" es un multi millonario, entonces si me ayudas a crear un plan no solo podrás saldar tu deuda si no también obtener un poco más de dinero.

El alfa miro al hombre frente a el con una sonrisa.

— El dinero es lo de menos, quiero a mi omega.

🌖🌕🌔

La madrugada parecía ser demasiado pesada para el Omega, la fuerte brisa pegaba de las ventanas creando sonidos un poco aterradores.

Noviembre ya casi estaba culminando y con ello vendría la nieve.

El fenómeno climático más hermoso ante los ojos del Omega.

Su estómago rugia con fuerza y lo hacía retorcer, no había cenado y ahora estaba en el gran y lujoso hogar del alfa.

Su ahora prometido.

Jimin sabía que casarse con una persona era la muestra de amor más grande y un paso a la verdadera madurez en una relación.

Sin embargo aquel matrimonio sería pura conveniencia y un poco de la gratitud del corazón del alfa.

Eso quería creer.

Incapaz de soportar más el hambre que sentía, el Omega se levanto en calcetines y con sus brazos envueltos en su vientre.

Salió de aquella habitación dispuesto a ir a la cocina por algo de comer, ni siquiera sabía que hora era pero necesitaba comer algo urgentemente.

Al llegar miro los estantes de madera oscura y sintió tanto temor de tocarlos y ensuciarlos que se reprimió de abrirlos, pensó que mejor era esperar que amaneciera pero el carraspeó del alfa detrás de el lo hizo saltar del susto dándose vuelta para verlo ahí, en la entrada de la cocina cruzado de brazos.

— ¿Tienes hambre?.

El Omega miro la vestimenta del alfa, solo tenía unos pantalones de pijama sueltos y su bata de dormír estaba abierta dejando ver su dorso bastante trabajado al aire libre.

¿No tenía frío?

¿Por qué estaba tan bueno?

Los ojos del Omega se abrieron al percatarse de sus pensamientos y trago grueso dirigiendo su mirada a otro lugar.

— ¿Y?

— Si... Pero mejor esperaré que amanezca...

— No seas ridículo, estás en cinta tu cachorros no puede esperar por tí.

El alfa camino hacia al interior de la cocina pasando por el lado del Omega, directamente hacia el refrigerador.

— No hay comida aquí porque no suelo cocinar, no tengo tiempo para esto, pero siempre tengo antojos de media noche así que...- El alfa saco un bold de loza blanco, dejándolo en el mesón de mármol oscuro, un Yogurt de fresa líquido y cereales con frutos secos. Sirviendo una gran porción de aquello al omega.- Si quieres compraré comida para que te sientas más cómodo aquí.

Aquello era tan sorpresivo que incluso ni siquiera parecía que el alfa lo estaba usando para su propia conveniencia.

— Muchas gracias.- Tomo el bold con delicadeza y una cucharilla para caminar a la habitación que le había sido asignada por su propia petición.

Sin embargo sus pasos se detuvieron al ver por el gran ventanal y darse cuenta que la primera nevada del año estaba sucediendo justo en ese momento.

Sus ojos se iluminaron al ver los diminutos copos de nieve, como una llovizna blanca y tan fría.

El alfa que iba a su habitación vio la actitud del Omega y se detuvo detrás de el mirando en la misma dirección, Jungkook no era fanático del invierno, en esa época su romance con Lisa había acabado, una noche llena de nieve y fría, la había visto follando con su abuelo y desde ahí era su época menos favorita del año.

Pero ahora venia el Omega con sus grandes ojos brillantes por ver aquella imagen, y su lobo saltaba emocionado moviendo su cola, como si hubiera olvidado completamente aquel suceso por estar concentrado en el Omega frente a el.

Por inercia camino aún más cerca del Omega haciendo que sus cuerpos se rozaran.

Jimin sobre salto cuando sintió el cuerpo del alfa tras de el.

— Ven, come.- El alfa tomo su mano con delicadeza sentandolo en aquel espació acolchado frente al ventanal.

Jimin no podía sentirse más complacido con aquello

— Por la mañana iremos al ginecólogo y luego a un súper mercado para comprar comida, tenemos que planear tu mudanza y luego de eso el matrimonio.

Los ojos del Omega se abrieron con sorpresa todo era tan rápido y repentino que no podía creerlo.

— ¿Habrá una celebración o algo así?

— No, solo firmaremos el acta de matrimonio y listo, daré el comunicado a la prensa y te presentaré como mi esposo, eso será suficiente.

Pensandolo bien esa opción era mejor que una celebración y todo lo que normalmente se hacía en un matrimonio.

Aún que Jimin siempre pensó que si se casaba alguna vez sería un evento hermoso para recordar.

Sin embargo aquello no sucedería.

Ambos se quedaron ahí en compañía del otro en completo silencio mirando la nieve caer.

Sin saber que eso era justamente lo que necesitaban, las cercanía de sus cuerpos y sus corazones, mientras ambos lobos se daban el cariño que tanto les faltó en sus vidas.


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