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Veintitres

YoonGi y yo no tuvimos ningún problema después de volver del viaje, más allá de aquella vez en que le grite no hubo nada destacable. Él me perdonó y me dejó besarlo mucho para compensarlo.

El mes de julio pasó casi sin ningún percance, digo casi porque sucedió algo muy puntual, tal vez nada en realidad pero no hay manera en que deje de pensar lo contrario. Mi asesor, ese que fue mi profesor en más de una ocasión, quien parecía muy emocionado con mi proyecto, simplemente me llamó un día para decirme que no podría ayudarme más, eso justo después de haberle dicho (o casi confesado) con suma dificultad que quién estaba en mi retrato era YoonGi y las razones por las cuales lo había elegido.

Su excusa en sí resultaba no tener nada que ver con ello, un problema de conflictos de horario junto a una cuestión médica que no me quedó del todo clara, que aunque acepte sin ningún reproche no podía ocultarme a mí mismo el hecho de que yo sabía la verdadera razón, la supe en cuanto vi esa expresión en su rostro apenas mostrarle mi pintura.

Mi único remedio fue aceptar la nueva asesora que se me asignó, no era como que pudiera obligarlo a nada y tampoco tenía ganas. Incluso me alegré cuando la nueva profesora, una mujer recientemente graduada de su doctorado en Estética, me trató como a cualquier otra persona, señalando trazos que deformaban mi pintura y haciendo algunos ajustes a la paleta de colores que quería utilizar. A ella no le importo mi noviazgo con YoonGi lo único que le interesó fue que hiciera un buen trabajo, una pintura digna de exhibirse y que pusiera en alto el nombre de nuestra prestigiosa Universidad. Con eso tenía y me bastaba para sentirme cómodo.

Lo más interesante que ocurrió por aquel tiempo fue en el taller de arte, cuando en una clase se nos unió un nuevo chico, un muchacho de no más de trece años llamado Kim YuGyeom y que por causa de un accidente automovilístico había perdido la visión. JiMin fue asignado como su voluntario asistente durante las clases y a pesar del buen carácter de mi amigo con los niños ese fue un caso particular donde todo fue mal apenas cruzaron palabra.

— Es odioso. — Dijo JiMin ese día mientras íbamos los tres en el auto. — Sé que está ciego pero eso no le da derecho de ser grosero.

— Bueno, toma en cuenta que está pasando por algo difícil, hasta hace menos de un año él podía ver. — Le respondí.

Mientras hablaba miraba de reojo a YoonGi quien se mantenía al margen de nuestra conversación siempre que el niño figuraba en ella. Una de esas tantas cosas que despertaron mi curiosidad.

— Tu podrías hablar con él, YoonGi. — Dije llamando su atención.

Él junto su entrecejo girándose hacia mi.

— ¿Como por qué habría de hacer algo así? — Contestó no con mucho agrado, yo considerando si eso tal vez no había sido una buena idea.

— Porque tú y él son iguales. — Respondió JiMin así sin más.

YoonGi giró el rostro.

— No, no lo somos.

— Ambos son invidentes. — Continuó JiMin, demasiado tarde para notar que yo le estaba pidiendo con la mirada que se callara.

— Eso no quiere decir nada. — Dijo YoonGi, cortando.

Finalmente lo detuvimos ahí aunque yo de verdad quería saber cuál era el problema que tenía YoonGi con YuGyeom.

— Deberían darle una buena tunda. — Dijo JiMin suspirando antes de reírse. — Papá me pegaba siempre que era irrespetuoso con algún cliente de la cafetería; recuerdo cuando tire un pastel por jugar con la pelota dentro del lugar, sin dudas les digo que fue el peor día de mi vida.

YoonGi sonrió después de eso.

— Mamá tiró de mi oreja cuando llamé a su hermano cara de pollo y sabes, lo peor es que él la estaba tratando mal. — Dije haciéndonos reír más. — Eso me gano por defenderla.

— ¿Cuál ha sido el peor regaño que te han dado, YoonGi? — Pregunto JiMin.

El se quedó pensativo un rato haciendo muecas con sus labios, hasta que se rindió.

— Mhh. — Negó con la cabeza. — Mamá jamás me ha pegado, no que yo recuerde.

— Oh vaya. — Le respondió mi rubio amigo. — Tu si que tienes suerte.

Y de nuevo, aunque YoonGi no lo demostró sabía que había algo ahí, cosa que quedó perfectamente clara cuando en las clases del taller la señora Shim decidió cambiar a Sarang de conmigo a con JiMin, una estrategía en la que puso a YoonGi y YuGyeom a trabajar juntos. El rechazo fue evidente.

Las cosas no mejoraron con la actitud del niño.

— Esto es una pérdida de tiempo. — Dijo con enfado el muchacho, dejando caer las acuarelas sobre la mesa, manchando todo el papel y salpicandome la ropa. — Seguro que se ve horrible.

— Bueno. — Le respondí. — Tal vez ahora no se ve muy bien pero si prácticas...

— ¿Practicar para que? — Me gruño mientras YoonGi seguía haciendo lo suyo. — ¿A quién le importa esto?

— A tus papás. — Le respondí sin dudar.

— ¿Y eso a mi qué?

— Ellos están pagando por tus clases. — Respondió YoonGi sorprendiéndonos. — Creo que deberías esforzarte al menos por ello y dejar de quejarte por todo.

El niño se quedó callado pero yo ñsabía que no pensaba rendirse y tenía razón.

— ¿Tu para qué pintas?. — El tono molesto que llamó la atención de los demás niños, incluso la de JiMin y otros alumnos. — Si al fin no vas a ver nunca nada.

— Me gusta pintar, no me importa si no puedo verlo.

— Claro, por eso no puedes entender nada. — Dijo de nuevo, tomando un pincel y lanzándolo al centro de la mesa. — Estas ciego desde que naciste, no sabes cómo me siento, yo podía ver y ahora no, no puedo jugar videojuegos, ni ver películas ni jugar con mis amigos, tu no sabes lo que es pasar por eso, tu no sabes lo que es perderlo.

— Pero al menos has visto. — Respondió YoonGi sin dejar de pintar. — Conoces el rostro de tu madre, padre y amigos, a mi nisiquiera me dieron eso.

Incluso para mi eso se sintió como una bofetada. YuGyeom se quedó callado mientras YoonGi seguía pintando, el primero de ellos dejando caer una pequeña lágrima por su rostro. Al ver a los dos, YuGyeom llorando y YoonGi sin un atisbo de culpa entendí que era lo que sucedía con YoonGi, su problema era un dejo de envidia.


























Para cuando llegaron los exámenes finales a principios de agosto YoonGi y YuGyeom no eran más amigos que al principio, no obstante se toleraban más y JiMin hacia un mejor trabajo con Sarang así que todo iba bien.

Yo había avanzado más de la mitad de la pintura. Casi todos los relieves estaban hechos y ya sólo me faltaba agregar el color junto a la textura. La verdad, para ese punto ya me sentía orgulloso de mi trabajo y no podía esperar a que YoonGi supiera de él más me contuve de no contarle, siempre evadiendo de forma ingeniosa sus preguntas que eran un intento de sacarme alguna pista. Generalmente le decía que era un paisaje y él solo quería saber qué clase de paisaje.

Uno de esos días, como ya era la costumbre, fui por YoonGi a su facultad. A veces lo esperaba en el auto pero ya le había tomado gusto a eso de alcanzarlo al menos hasta la puerta de su edificio. Así pues en ese instante cruce medio jardín para encontrarme con YoonGi, quien venía bajando por las escaleras con la mochila en un hombro y el bastón en su mano. Fue imposible ignorar la expresión alegre que llevaba en su rostro.

— ¿Un buen día? — Pregunté al quedar a su altura.

Él asintió mostrandome su dentadura.

— Mi ensayo fue la nota máxima de la clase. — Dijo con sus ojos brillosos.

— Eso está increíble, te felicito, debió ser un trabajo excelente.

Que ganas tenía yo de darle un beso pero me las aguante, no era el espacio idóneo para mis muestras de afecto. Ya íbamos de camino al auto cuando alguien gritó a nuestras espaldas

— Ciego. — Dijo ese imbécil en el tono más despectivo posible.

Sentí un calor enorme y abrasador por todo mi cuerpo, y se que YoonGi lo noto de alguna forma porque tiró de mi manga, como pidiéndome que no hiciera nada. Respire profundo mientras me mordía la lengua y veía a ese imbécil acercarse, con sus otros dos compinches detrás.

— Con que la nota máxima. — Su rostro lleno de burla y desdén, todo mezclado con algo cercano a la molestia. — Tu trabajo nos jodió a todos ¿Como un inválido logra eso?

— ¿Acaso les da envidia? — Respondí cuando vi que YoonGi no planeaba defenderse.

— ¿Envidia? — Se rió con sarcasmo. — ¿En verdad creen que el profesor se leyó toda esa mierda para ciegos*? No se equivoquen, esa nota es por lástima. Se vería muy mal que un profesor reprobara a un ciego.

— Es una universidad inclusiva. — Le dije. — Los profesores tienen asistentes para hacer ese tipo de cosas.

— Entonces un asistente calificó tu trabajo. — De nuevo él dirigiéndose hacia YoonGi, quien mantenía su rostro entre la vergüenza y el enojo. — Eso lo hace peor ¿Debería reclamar esto al comité universitario?

Que tipo más increíble, detestable.

— Acepta que el trabajo de YoonGi es mejor que el tuyo y deja de pretender hacer acusaciones como si alguien fuera a hacerte caso. — Le señale tratando de mantenerme alejado, por el bien de ambos.

— Yo no pretendo nada, no sabes quién soy, voy a demostrar que este ciego de mierda no es tan listo como se cree. — Sonrió y miró a YoonGi. — No te equivoques, los profesores solo son amables por lastima.

Esos tres idiotas nos rodearon para seguir su camino no sin antes empujar a YoonGi con el hombro, los sostuve sin dudarlo y uno de ellos me miró con sospecha. Me importaba un carajo lo que creyera él.

— ¿Estas bien? — Pregunte ya estando en el auto.

— Sí. — Me dijo él en ese tono a secas.

Quise creerle aunque sabía que mentía. Y no, no lo estaba porque cuando llegamos al taller se rehusó a tomar los pinceles y trazar una sola línea. YoonGi estuvo sentado en silencio frente al caballete al menos cinco minutos después de que la señora Shim terminará con su explicación, solo mordiéndose el labio y apretando la tela de sus pantalones.

— ¿Estás pensando en una buena idea o simplemente no vas a pintar nada hoy? — Pregunte cuando me canse de esperar a que sucediera algo.

No obtuve palabra suya y eso me hizo exhalar con cansancio.

— YoonGi, no puedes dejar que eso te afecte. --Le dije. — Esos idiotas no saben nada.

— No tiene nada que ver. — Me respondió evidentemente forzado. — Solo ya no veo sentido a hacer esto, ¿para qué?

— YoonGi, se que te encanta pintar, eres igual que yo…

Su semblante se tornó rígido y casi un tanto amenazante.

— No HoSeok, no soy igual a ti y lo sabes.

— Está bien. — Me levanté harto de no lograr nada. — Te dejaré por un rato e iré con YuGyeom y de paso a ayudar a JiMin con Sarang, cuando dejes de autocompadecerte, me avisas.

— No me autocompadezco. — Respondió inmediatamente pero yo ya me iba.

— Claro. — Fue lo más que agregué.

Intenté no fijarme mucho en YoonGi ni siquiera cuando pasó media clase y él todavía no hacía nada. La señora Shim obviamente se preocupo, preguntándome sobre el asunto y yo le dije lo que había pasado. Lo pensó un poco antes de irse a hablar con él, los dos pensando que tal vez ella sería de mucha más ayuda que de la que yo fuí. Así mientras ellos hablaban yo estaba en la mesa con YuGyeom, ambos sentados al frente de JiMin y Sarang mientras practicaban pintura dactilar.

— ¿El gruñón no viene? — Me pregunto YuGyeom haciendo referencia a la ausencia de YoonGi.

— Está un poco molesto ahora. — Repondí.

— Él siempre está molesto.

— Claro que no.

— Pues conmigo sí. — Reclamo en una mueca, un puchero que lo hizo ver aún más joven y que me hizo medio sonreír.

— No es algo personal. — Le dije pero él de inmediato me hizo una mueca que decía “¿En serio?”, entonces si deje escapar un poco la risa. — Bueno tal vez un poco, pero no siempre está molesto.

— Que alivio. — Dijo sin ganas mientras abría un frasco de pintura, después de eso siguió hablando. — ¿Entonces está molesto contigo?

— No lo sé.

— Seguro se ha molestado por nada.

Podía haber dejado las cosas así pero no podía permitir que nadie creyera que las actitudes de YoonGi eran injustificadas, no me pareció correcto.

— Sucedió algo con sus compañeros de escuela. — Dije y YuGyeom me prestó más atención.

— ¿Qué cosa?

Suspire.

— A veces lo hacen menos por su discapacidad, creen que por ser invidente no merece el mismo trato que ellos y que incluso no puede ser mejor estudiante que los demás.

— Eso es una estupidez.

— Definitivamente lo es. — Afirme mientras él se veía pensativo.

— YoonGi estudia la universidad, creí que esas cosas no pasaban con los adultos.

— Te sorprendería el tipo de personas que puede haber allá afuera. — YuGyeom arrugó su nariz con desagrado, sabiendo perfectamente sobre lo que le hablaba. — ¿O tal vez no? Seguro que te has topado con personas así y lamentablemente te digo que habrá peores casos conforme crezcas pero… no dejes que te aplasten bajo ningún motivo.

El niño sonrió con diablura enseñando sus pequeños colmillos.

— No lo haré.

Sarang y JiMin me sonrieron cuando me gire a verlos, tal parecía me habían estado escuchando durante toda mi platica con YuGyeom, por mi estaba bien. Seguimos con lo nuestro hasta que en un momento JiMin llamó mi atención y señaló a YoonGi, quien ya estando a solas otra vez, había comenzado a pintar de nuevo.






























Sábado por la mañana y yo seguía sin cruzar una palabra con YoonGi desde el día anterior, lo más que nos habíamos dicho fue un “adiós” cuando le deje en su casa después del taller. Estaba pensando en ir al estudio de la universidad para trabajar en mi pintura mientras tomaba el desayuno pero descarté la idea porque no me sentía bien pintando a YoonGi cuando estaba mal con él, por así decirlo. Prefería pasar el rato con él haciendo nada a estar distanciados. Por eso, acabando de lavar los platos fui hasta mi habitación y marqué el número de YoonGi. Espere cinco tonos antes de que se conectará la llamada.

— ¿Bueno? — Lo escuché al otro lado de la línea.

No respondí nada, solo me quede apreciando su grave voz, primero extrañada luego algo más tranquila.

— ¿HoSeok? — Dijo con ese calor de sus labios, sonreí y él me escuchó. — ¿Hobi?

Amaba ese apodo.

— ¿Ya no estás molesto? — Pregunte un tanto divertido.

— ¿Qué pasa si lo estoy? — Dijo.

— Mhh… tendré que alegrarte entonces.

— Cuéntame.

— Ir por Bingsu. — Dije pensando en lo que le gustaba. — Comer unos pinchos… Jugar a los besos.

No necesitaba verlo para saber que le había sacado una sonrisa.

— Me parece una buena idea.

Con eso dicho hicimos una cita improvisada. Me arregle y me fui por él a su casa. Él ya estaba esperándome en la cocina con su madre para cuando llegue. Una plática rápida y nos fuimos por unos bocadillos. Paseamos por uno de los tantos barrios comerciales hasta cansarnos, cuando eso paso nos volvimos hasta el campo cerca de mi escuela. Suerte que llevara unas mantas porque YoonGi quiso recostarse un rato.

Así debajo de un árbol y a salvo en la privacidad que el tronco nos proporcionaba abrace por la espalda a YoonGi, frotando mi nariz contra el cabello de su nuca, aspirando su aroma mientras él se reía por las cosquillas.

— Me encanta como hueles. — Le dije.

Él volteó para mí, recargando su cabeza en mi hombro.

— ¿A qué huelo? — Preguntó.

— A YoonGi. — Respondí divirtiendo a ambos.

— ¿Y qué color sería ese?

— El color más hermoso del mundo. — Respondí sin dudar.

— ¿Siempre huelo igual? — Me pregunto.

— Siempre. — Dije. — ¿Y yo?

YoonGi torció sus labios en una sonrisa de lado, mientras pensaba y después se sonrojaba.

— Cuando lo hacemos hueles diferente. — Confeso.

Un dato bastante interesante, no me parecía que eso fuera posible así que le pregunté si estaba seguro de tal afirmación, el asintió.

— Creo que es tu excitación lo que hace que sea diferente, ¿tal vez sean feromonas?

— ¿Eso existe en humanos?

YoonGi se encogió de hombros, no importandole. Yo me reí.

— ¿Y qué olor prefieres? — Seguí preguntando.

— Los dos me gustan mucho.

Dijo eso y yo de inmediato sentí la emoción abriéndose paso por mi vientre bajo.

— ¿Y no quisieras olerme otra vez? — Mordí un poco el espacio entre su cuello y hombro. — Me muero de ganas por tenerte dentro de mí, de nuevo.

De su garganta escapó un risa nerviosa.

— ¿Aunque sea más grande que tu?

— Oh, vamos YoonGi, no tenemos tanta diferencia, entre tu grueso y mi largo nos compensamos, y mientras no me duela está bien.

Él se rió conmigo pero no dijo nada más, busco mi boca y me regalo un beso largo, suave y apasionado. Pudimos seguir así de no ser por estar en un espacio abierto a plena luz del día, que aunque estuviera casi desolado nunca se podía correr tal riesgo. Pero dios, vaya que teníamos ganas, había pasado tanto desde que lo habíamos hecho aquella vez en el hotel de Busan.

No tuvimos más opción que calmarnos, quedando solo tomados de la mano mientras permanecíamos acostados en el césped, uno frente al otro debajo de la sombra del sol. YoonGi solía ser no tan afectuoso pero cuando lo era me daba caricias y mimos al por mayor, como en ese momento que me acariciaba las mejillas.

— Quería contarte que anoche empecé a escribir algo. — Dijo con una sonrisa.

Enarque las cejas con alegría.

— ¿Una carta para mi? — Pregunté pero él rió mientras decía que no.

— Un cuento. — Respondió.

— Oh… ¿Me dejarás leerlo?

YoonGi apretó sus labios, medio dudoso.

— Está escrito en braille.

— Pero está escrito, ¿no? — Dije. — Mientras este escrito puedo leerlo, no importa como, no podré usar mis dedos como tu pero ya se reconocer algunas letras.

Una sonrisa de sorpresa. ¿Acaso no le había dicho ya que estaba aprendiendo el alfabeto Braille? Tal vez olvide contarle.

— Bien. — Murmuró. — Por mientras puedes empezar con mi ensayo.

— Creí que no me lo pedirías nunca. — Le dije, dándole un beso en su boca.

Pasamos un rato en silencio, yo empezando a peinar sus cabellos, adormilandolo.

— ¿De verdad te gusta estar conmigo? — Pregunto tan de pronto.

— Muchísimo.

YoonGi me escuchó más no respondió, pero en su rostro estaba esa pregunta no formulada.

¿Aunque esté ciego?

Me acerqué a él y froté mi nariz con la suya, sacándole una pequeña risilla. Ya no dijimos otra cosa, solo acaricie su cabello y lo contemple quedarse dormido mientras yo esperaba que pronto YoonGi dejara de hacer esa clase de preguntas silenciosas, para que entendiera que no había ningún problema con él, que yo no tenía ningún problema con su invidencia.

Así en la quietud de la tarde, con el viento meciendo el césped y las hojas del árbol, tomamos una pequeña siesta.



*Se refiere a la escritura en braille.


🌸🌺 Agarrense. 23/30.🌺🌸

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