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Capítulo Especial YoonGi / 1

Uno: El taller de arte

Estaba yo esa mañana tomando el desayuno, acompañado de mi mamá como era lo habitual, tomando algo de café mientras ella me servía más gachas de avena para mi resfriado. La escuchaba alegre aunque también algo nerviosa. La entendía perfectamente pues aun estaba acoplandose a nuestro nuevo estilo de vida en el que yo iba a la universidad. 

— ¿Pensaste en la idea de la señora Kim? — Le pregunté en ese momento, aprovechando su aparente buen humor. 

Se que ella hizo una mueca de desagrado, con total rechazo a la idea. 

— No estoy segura, ya es demasiado que vayas a tus clases y aunque me gustaría que fueras al taller no se si sea bueno para ambos. 

— ¿Por qué no habría de serlo? 

Nunca obtenía respuestas para aquel tipo de preguntas y esa ocasión no resultó ser la excepción. Ella sólo me apresuro a tomar rápido el desayuno para llevarme a las clases. 

Tengo que decirlo, el que ella me llevara en auto a la escuela no era mi mayor problema, por supuesto que no. Lo que odiaba era que ella se bajara del auto y me llevara del brazo directo hasta mi salón de clases como si fuera un ser incapaz y totalmente discapacitado. Pero no podía negarme ni mucho menos reclamarle, ya bastante era que me dejara asistir a la universidad. 

Entendía a mi madre, era yo su único hijo que por si fuera poco había tenido el infortunio que resultará ciego. Mamá y yo éramos todo lo que teníamos el uno del otro y por eso tampoco podía negarle la satisfacción de llevarme a todas partes si con eso se quedaba tranquila respecto a mi seguridad. 

Además digase la verdad, quería tenerla de buenas para que accediera y me dejara ir al taller de pintura. 

Seré sincero yo tampoco estaba convencido de asistir, lo que es más, creo que estaba peor que mi madre cuando escuchamos la idea. ¿Yo en un taller de pintura? ¿Cómo demonios iba a trazar siquiera una línea si no puedo ver en absoluto nada? Me repetí eso muchas veces durante una semana pero entre más lo pensaba más me decía que no tenía por qué preocuparme, después de todo este era un taller para personas que como yo tenían alguna dificultad, alguna discapacidad. 

Lo pensé tanto que me convencí que sería no sólo una buena idea para convencer a Jin de que fuera sino que también era bueno para mí e intentar algo nuevo. Lamentablemente para cuando me decidí aun tenia de obstáculo a mi madre y para esas fechas de febrero aún no lograba convencerla. Me estaba esforzando en demostrarle que estaría bien aunque mis esfuerzos eran muy vagos. 

Aquel día durante la escuela pensé en muchos argumentos inteligentes de por qué debía dejarme ir, unos más fuertes y más sólidos que otros, pero estaba yo seguro que funcionarían, o eso quería creer yo. 

Igual no me valió para nada pues cuando ella fue por mi simplemente me dijo que estaba bien que fuera al taller, que lo había pensado mejor y que está era una buena oportunidad no sólo para SeokJin de convivir sino para mi como una terapia de relajación y que además ya estaba ansiosa de colocar en cuadros todo lo que yo fuera a pintar. 

El repentino cambio de decisión de mi madre me hubiera caído excelente sino supiera yo quien estaba detrás de ello. No tuve que preguntarle, el nombre de TaeHyung saltaba a todas partes en su timbre tan alegre de voz. No me mal interpreten, yo quería a TaeHyung, era uno de mis pocos amigos junto a su hermano SeokJin, pero detestaba que él tuviera más persuasión sobre mi madre que yo que era el propio hijo de esta. Era muy molesto tener que estar por debajo de alguien que al fin de cuentas no es tu familiar y que aunque así fuera, ignoraran deliberadamente todas mis opiniones y sugerencias, invalidando por completo mi poco valor como ser humano. 

Pero no dije nada, no, como todas las veces me aguanté mis sentimientos y los escondí en un pozo bien profundo en el centro de mi pecho, tragandome la impotencia de ser yo y negandome la posibilidad de siquiera llorar por amargura. Peor era nada, ese era mi lema con mi madre así que al final sonreí, contento de al menos poder ir al taller. 

La verdad es que el malestar no me duró mucho, o eso quería fingir yo pues cuando llegamos Jin y yo al lugar hubo muchas personas amables y amigables que nos dieron la bienvenida, sobre todo la profesora titular, la señora Shim. Me costó familiarizarme con la voz de todos, con sus olores y con sus movimientos pero en menos de un mes ya sabía quién era quien con sólo escuchar sus pasos al entrar al estudio. También me fue difícil empezar a pintar, pues no tenía una idea de como tomar el lienzo, que pinceles usar ni como elegir que colores ocupar ni mucho menos cómo elegirlos. 

Pero la señora Shim se ocupó de ello con mucha, muchísima paciencia, facilitandome el trabajo con las pinturas de invidentes y algunas técnicas básicas que podían serme útiles al pintar. Debo decirlo, terminaron por gustarme muchísimo las clases y Jin también estaba muy contento por ello, no es como que me lo dijera pero yo podía distinguirlo en su forma de comportarse. 

Así pasé meses hasta llegado el fin del verano, justo por julio cuando ya éramos tantos inscritos en el taller que la señora Shim se vio en la necesidad de buscar más voluntarios que nos asistieran durante las clases. Recuerdo que pasamos semanas buscando hasta que la maestra y su esposo dijeron que probarían suerte buscando en las universidades, como por ejemplo la SNU, justo la escuela a la que yo asistía. 

Que sorpresa fue que ni pasada una semana de agosto recibimos el primer voluntario a la clase. Esa ocasión llegamos casi últimos pues a mi madre se le había hecho tarde para recogernos a mi y a SeokJin. Ella me dejó directo en mi asiento (como casi siempre hacía) y me dio un beso en la cabeza (también como casi siempre hacia) diciéndome que me divirtiera. A veces mamá me hacía sentir en el jardín de niños pero que le iba yo hacer si así era ella. 

Pensé que sería una clase común y normal como cualquier otra, sin nada nuevo, sin nada sumamente memorable. Pero me equivoqué y lo supe cuando la señora Shim hizo presentarse al nuevo voluntario. Lo escuché levantarse de su silla y respirar profundo antes de sonreír, no me pregunten cómo se escucha una sonrisa porque no puedo describirlo, pero sé que estaba sonriendo y bastante amplio. Eso me causó alegría interna pero todo fue increíble cuando escuché su voz. 

— Me llamo Jung HoSeok. — Dijo tan encantador. — Tengo veintitres años y soy voluntario, espero se sientan en confianza de pedirme cualquier cosa que necesiten. 

En ese momento todo, absolutamente todo cambio. Fue el momento preciso que marco un antes y un después en mi vida aunque ni yo mismo lo sabía. Simplemente estaba encantado por el nuevo chico y apenas pude ocultarlo cuando llego mi turno de presentarme. 

— Soy Min YoonGi, me gusta pintar, ciego. — Dije sonriendo casi riéndome de nervios. — Y es un gusto conocerte HoSeok.

En ese instante cuando él me devolvió la sonrisa, supe que si me dieran la oportunidad de ver a alguien sería sin dudar alguno a él. Aunque por muy tonto que parezca juro que sentí como si ya pudiera hacerlo, como si ya pudiera ver todo de él. 

Besos.

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