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Vuelve el odio

Habían pasado ya varias semanas desde la negociación, y por lo que se acordó con el consejo, aunque al principio estaban un poco reticentes, Shandi se quedaría en la aldea. Sin embargo, estaría bajo la vigilancia de Sasa, la directora del centro hospitalario, una mujer de unos cuarenta y cinco años, de pelo castaño largo, ojos verdes oscuro, tez clara, y una determinación increíble.

Aunque, la aceptación en el consejo había sido complicada, como podían recordar todos los asistentes.

Todos los miembros del consejo reunidos en la sala con las estatuas de los antiguos Kazekages. Todos llevaban sus respectivas vestimentas con el turbante típico de los shinobi de Suna, junto con la túnica color arena. Gaara, como Kazekage, llevaba la túnica típica verde clara y blanca. Estaban discutiendo varios puntos, cuando salió el tema de chica recién llegada.

—Es sospecha, podría ser parte de Akatsuki e intentar infiltrarse en nuestra aldea. Podríamos poner la villa en peligro si permitimos que se quede —comentó Jōseki, uno de los miembros más antiguos del consejo que seguía sin confiar en Gaara, negándose a que la chica se quedará. Mientras, el joven pelirrojo suspiró, sabía lo difícil que sería convencer al consejo.

—Para eso podríamos ponerle vigilancia. Como una de las Cinco Grandes Naciones Ninjas, es nuestro deber proteger a la gente que se encuentra en peligro —explicaba Gaara, para intentar hacer entrar en razón al consejo.

—Yo sigo estando de acuerdo con el discurso de Jōseki. Ya bastante arriesgado nos ha parecido el volver a retomar las negociaciones con su clan. Tenemos que pensar en la seguridad de Suna y de sus habitantes. Además, no podemos permitirnos parecer débiles ante las demás aldeas, o podrían planear atacarnos —opinaba Sajō, más preocupado por aparentar ser una aldea fuerte.

—Entonces, lo que vosotros proponéis, es ¿dejar a la chica a su suerte, después de haberle salvado la vida? ¿Así es como queremos que nos conozcan los demás? —preguntó tajantemente el Kazekage, sin alterar su tono de voz. Los miembros se miraron entre ellos, todavía muchos de ellos le temían, tenían miedo lo que había sido. Y Gaara lo sabía.

—Ese no es el problema. Las medidas que usted propone nos podrían asegurar la seguridad de la aldea, sin embargo, ¿por qué gastar recursos y tiempo en una persona desconocida y que no tiene ningún valor para la aldea? —cuestionó devolviéndole la pregunta Yūra. Todos asintieron y murmuraron ante esa pregunta. Al final no iba a poder cumplir con lo dicho. En ese momento, llamaron a la puerta, por el cual entró una mujer vestida con bata médica y un informe.

—¿Se puede saber por qué está interrumpiendo una reunión del consejo? —le preguntó Baki, levantándose de su silla. La mujer sonrió tenazmente.

—He venido tal y como me pidió el Kazekage, a traer los informes médicos de la paciente extranjera —respondió Sasa, haciendo una reverencia al mencionado. A Gaara se le dibujó un pequeño amago de sonrisa de autosatisfacción en el rostro, y dejó que la médica se explicará.

—Al parecer, la joven tiene un gran poder de regeneración, debido a sus células y chakra. Algo que también nos ha parecido muy interesante, es la cantidad de chakra que se concentra en su frente, de lo cual todavía no nos ha confirmado su utilidad. Sin embargo, por lo que estoy hoy aquí, es por las habilidades médica de la paciente. Solo a sus catorce años tiene bastantes conocimientos, es capaz de operar y de curar, incluso, heridas que tratadas por otro médico hubieran sido mortales. Ha realizado varias curas de forma clandestina por el hospital y algunas orquestadas por mí —aclaró la mujer con seriedad y tranquilidad. Los miembros del consejo dudaron en hablar.

—¿Que nos quiere decir con esa discurso? Sea más directa. —Le pidió el kazekage. Él ya tenía conocimiento de eso, en la semana que la joven había sido hospitalizada, tanto Temari como él habían ido al hospital regularmente, para saber cómo avanzaba la joven. Y se habían reunido con la directora para hablar de ella. Él sabía que solo se podía quedar si era útil, y ahora lo era.

—La quiero en mi hospital y equipo médico. Es buena, pero con educación y entrenamiento, podríamos tener a una excelente ninja médica. Ya he hablado con la señora Chiyo para que se ocupe de su enseñanza también —terminó de decir.

—¡Ah!, ¿Así que de la joven que me habló ayer mi hermana era ella? Entonces, yo doy mi aprobación a que se quede en la Aldea, jeje —aclaró el viejo Ebizō. Los demás miembros, aunque a regañadientes, tuvieron que dar su brazo a torcer. Menos Jōseki y Sajō que todavía la veían como una amenaza.

—Bien en este caso, Sasa, será la responsable de la chica, tendrá que vivir con usted, hasta que demuestre que es de fiar y se le asigne un hogar —informó el Kazekage a la médico. La mujer asintió con satisfacción, ya sabía de antemano esa cláusula.

La joven estaba bajo la supervisión de Sasa y Chiyo, tal y como se acordó. No obstante, Gaara sentía cierta curiosidad hacia la chica, aunque nunca lo reconociera. Para disimularlo, siempre intentaba mandar a Temari a realizar los informes sobre su evolución y su historia completa. Al parecer, era algo típico concertar matrimonio en su clan, pero eso él ya lo sabía. Lo que sí que era anormal, es fueran con personas no perteneciente al clan, que se casarán siendo menores, ni que uno de los cónyuges fuera diez año mayor.

Sin embargo, todo eso se dio en su matrimonio, pareciera más bien que la estuvieran vendiendo. Ella no quiso mencionar nada más sobre el tema, pero al parecer, la herida de su cara era uno de los alicientes a eso.

También pidió una evaluación, en cuanto a sus habilidades de combate y del uso del jutsu. Pero, de jutsu solo controlaba los médicos y sus nociones de combate eran básicos. Aun así, entró en la academia con el rango de Genin. Para que entrenara las diferentes habilidades.

Por otra parte, la joven Kamaitachi llegaba a casa de su maestra Sansa realmente cansada. Le dolían todos los músculos de su cuerpo. Entre el entrenamiento en la academia, sus clases prácticas de medicina y las enseñanzas de Chiyo, no tenía apenas tiempo ni para comer. No obstante, su plan no podía haber salido mejor, desde que lo vio en el desierto, ese odio había regresado a ella. Todo lo que había pasado y había perdido se debía a él. Y se había prometido que lo mataría. Asesinaría al Kazekage.

Continuará...


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