Rivalidades
Ese mismo día habían partido de Sunagakure hacia el examen Chūnin, tres semanas después desde que conocieron la noticia. No era un buen día, hacía ya ocho años desde la masacre, desde que perdió tanto; por este mismo motivo había cambiado su vestimenta. Ahora llevaba un kimono de mangas a la altura del codo y atado con un obi; su pantalón era ancho y permitían el movimiento; además de botas altas. Todo de color negro, junto con su pañuelo, también llevaba su cinta de Suna tapando la pequeña raja de su frente. Irei le había regañado por su indumentaria, pero Shadi le afirmó que era más fresco de lo que parecía, ya que ese color protegía del sol.
Por otra parte, llevaba ya medio día de viaje, y varios habían sido los equipos que también iban a participar, entre ellos había una chica que no dejaba de hablar de Gaara. Algo que realmente le molestaba, no entendía esa fascinación ante un asesino, ante una persona que puede matar a niños con una sonrisa en los labios, disfrutando del momento.... No, realmente no lo comprendía, era inconcebible.
—¿Cómo puedes admirar a un asesino? —Las palabras salieron de su boca sin apenas darse cuenta. Se hizo un silencio sepulcral, ya en su día sus compañeros de equipo le comentaron que era un tema un poco delicado. La joven de cabello corto la miró con odio, y preparada para atacarla.
—¿Cómo te atreves tú a hablar así de nuestro Kazekage? —señaló Matsuri con ira, lanzándose contra la Kaimatachi. Esta no pudo esquivar el golpe, cayendo de bruces al suelo ante el puñetazo de la chica de Suna. Entonces se interpusieron Irei y Satoru entre las chicas, al igual que Mikoshi y Yukata, mientras los demás eran simples espectadores a la escena—. ¡Discúlpate!
—Matsuri, relájate. Ya sabes que Shandi no es de aquí. Todavía le cuesta habituarse... —Irei intentaba calmar a la joven, que estaba en frenesí. Mientras ella seguía inmóvil esperando una disculpa, no le gustaba, nadie que despreciara a Gaara era de su agrado.
—Kamra, Hârûm y Aisha Kaimaitachi —dijo muy lentamente y con ira, a la vez que se levantaba despacio, y se limpiaba la sangre se la boca, debido al golpe anterior—. Todos ellos fueron asesinados por tu Kazekage. —Las palabras fueron escupidas con odio, y el silencio se hizo de nuevo. Todos miraron a Shandi sorprendidos, esta que acababa de darse cuenta de su error, empezó a correr sin decir palabra.
«¿Por qué mierda he tenido que hablar? Joder, el plan... todo... por una estúpida pataleta» Se regañaba. Le ardían los ojos, no solo por el golpe, sino por el miedo a ser descubierta. «No debería haber venido, todo esto fue un error» Las lágrimas empezaron a caer. En ese momento, escuchó la voz de Satoru llamándola. Sus compañeros intentaban alcanzar, pero no le apetecía hablar con nadie.
—¡Shan, espéranos! —Volvió a gritar. La chica paró de golpe, no quería estar allí, quería volver a casa, cuando era pequeña, cuando nada había pasado... El miedo, la desesperación, la ira todo eso era lo único que ocupaba su cabeza. Sangre y arena, era lo único que podía ver, oscuridad, una sombra. El pánico le invadió, oía las voces de sus compañeros, pero en la lejanía. Sintió un golpe seco en su mejilla, y despertó del trance, tenía el velo empapado por las lágrimas, además de la respiración alterada.
El silencio se volvió incomodo, ninguno sabía qué decir. Entonces, el chico la abrazó y le siguió la joven, Shandi se quedó perpleja.
«Aún con lo que he dicho... me... ¿me siguen apreciando?» Su cabeza no concedía ese pensamiento.
—Gracias, chicos. Y lo siento —se disculpó, secándose las lágrimas. Los jóvenes le sonrieron.
—No te preocupes. Pero no te libras de contarnos esa historia... cuando estés preparada —comentó Irei con dejadez, mientras empezaba a caminar de nuevo hacia Konoha. Shandi asintió con la cabeza, aunque no se lo contaría jamás, no le gustaba tener que memorar ese recuerdo.
El viaje continuó sin ningún percance más. La Kaimatachi sentía los nervios en el estómago, no se podía permitir otro error así, o empezarían a sospechar de ella. Sin embargo, se emocionó al ver esos enormes árboles, era la primera vez que veía un paisaje tan verde. Notaba el fresco y la humedad, era agradable pero echaba de menos el calor extremo del desierto. Estaba tan acostumbrada a la aridez y el sol, que en ese momento el clima le parecía frío.
Ellos tres se habían adelantado al grupo, para evitar mayores problemas. Solo quedaban unas horas para llegar a Konoha, Shandi tenía ganas de conocerla, de ver otra ciudad. Seguía intranquila, pero tenía esa ilusión, y sobre todo, lo que más quería era probar comida diferente, amaba la comida, y esperar poder a gusto como llegará.
Todo iba bien, hasta que notaron a un grupo de tres personas acercándose por detrás. Cuando al poco tiempo, se encontraron con que Matsuri, Yukata y Mikoshi, les cortaron el paso. Los tres se quedaron un poco perplejos ante el gesto. Shandi solo podía pensar en que estaba en peligro, pero... ¿por qué no esperaban a la segunda parte del examen para desafiarla?
En ese momento la joven aprendiz de Gaara se acercó a la Kaimatachi, sin dejar de tener contacto visual con ella. Nadie decía nada, Irei y Satoru se miraron con preocupación. Shandi miraba Matsuri fríamente, no quería un enfrentamiento, pero no recibiría otro golpe sin defenderse. Entonces, la joven de Suna, con un largo suspiro de resignación a largo su mano hacia la otra chica, como si fuera a estrecharla. La otra chica la miró confundida.
«¿Qué pretende?» pensó, sin dejar de desconfiar.
—Siento el golpe de antes, pero... —No pudo terminar la frase, ya que Mikoshi tosió para cortarla. Y la chica volvió a suspirar— Gaara estaría decepcionado si hubiera visto mi comportamiento anterior. Los shinobis de la misma aldea deben ser como una familia.
—Entiendo... —susurró Shandi. Miró la mano de la joven durante un instante, para estrecharlos finalmente— Disculpa mi grosería, también —dijo tragándose su orgullo— No debería haber hablado mal así de alguien... importante para ti.
«Seguiré estando bajo sospecha, pero al menos con esto podré solucionarlo» pensó, sonriendo con seguridad. Sus compañeros de equipo suspiraron aliviados ante la conversión.
—Bien, pues, ya estamos en paz. Pero si vuelves a hablar así del Kazekage, te mataré —la amenazó, mientras sonreía, sin embargo, sus ojos reflejaban seriedad. Shandi rió por lo bajo, ese apretón le había servido para analizar sus puntos flacos, además de sus emociones. Una enemiga a la que tenía calada.
—Eso no volverá a suceder. Me consta que, ahora, es un gran líder y se preocupa mucho por los habitantes de la villa —mintió y fingió respeto, a la vez que dejaba de estrechar la mano a Matsuri. Esta parecía satisfecha con la respuesta, y con una pequeña reverencia, empezó a andar, junto con sus compañeros. Estos le palmearon la espalda para felicitarla, además de empezar a hablar de lo bien que había salido todo.
La Kaimatachi sonrió de nuevo, volvía a estar a salvo. Realmente, los ninja de Suna eran demasiado confiados. Eso sería su perdición.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro