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Entre dunas

No faltaría más de dos horas para el inicio del examen, y Gaara estaba preparándose para supervisarlo. Su hermana estaba plácidamente dormida, parecía hasta una persona dulce así; mientras que Kankuro dormía abrazado a su marioneta, seguramente habría estado haciéndole mejoras. Salió de la habitación para ir a dar un paseo, a veces sentía envidia de sus hermanos por poder dormir a pierna suelta, sin ese miedo que le invadía a que el Shukaku se descontrolara. Todavía le asustaba que eso pudiera ocurrir.

Había sido muy duro el cambio experimentado, pero le había traído paz. Estaba feliz por tener un objetivo en la vida que no fuera matar. Le gustaba proteger a su villa, y procurar su bienestar. Se podría decir que Gaara estaba satisfecho con su nueva vida. Sus pensamientos fueron interrumpidos, al ver una sombra cerca del escorpión gigante que había matado antes la joven de Takigakure, Fū, era su nombre si no recordaba mal. Para salvar a los ninjas de Konoha, entre ellos se encontraba Haruno Sakura.

Decidió investigar las intenciones del shinobi, así que saliendo del edificio, y escondiéndose tras una de las paredes del patio. Realizó su técnica del tercer ojo creando un ojo de arena, para poder ver mejor que lo estaba sucediendo.

Al parecer el intruso se encontraba debajo del insecto buscando algo. Entonces salió con una pequeña cría del escorpión en los brazos. Bueno, pequeña, si se le puede llamar así, porque era igual de grande que un torso humano. En ese momento, se dio cuenta que era la chica del clan Kaimatachi, se sorprendió al verla con el escorpión, tenía entendido que eran bastante venenosos, aunque la cría no parecía sentirse amenazada.

«¿Qué estará haciendo?» pensó el chico, intrigado.

La joven empezó a caminar en dirección a la puerta principal de complejo, caminó hacia el desierto. Gaara empezó a seguirla, sentía curiosidad por ella, le recordaba tanto a su amiga... pero ella estaba muerta.

Una vez fuera, vio como aparecía otro de esos monstruosos escorpiones, justo delante de ella. No parecía asustada. La joven lo acarició y dejó la cría justo encima del insecto adulto. Y se sentó en la arena a admirar cómo desaparecían entre las dunas. Gaara siguió observándola, llevaba el velo como un pañuelo al cuello, por lo que se podía ver el pelo y rostro de la joven, parecía feliz. Una tonta sonrisa apareció en sus labios. El Kazekage decidió acercarse a la chica, que seguía sentada, abrazándose las rodillas.

Cuando se encontraba cerca, Shandi se giró, y se sobresaltó al verlo allí, llevándose la mano al pecho. Gaara se quedó estático al ver su cara de terror, esa cara le hacía recordar su pasado, sin embargo, su expresión no demostró eso.

—Siento haberte incomodado. Ya me marcho. —Se disculpó, en el fondo se sentía algo apenado, pero no por esa expresión, sino por sentirse rechazado por ella. ¿Por qué se sentía así?

—Te puedes quedar si lo deseas. Me asusté porque no esperaba a nadie —respondió con amabilidad. Gaara sintió una pequeña presión en su pecho, y se dispuso a sentarse junto a ella, respetando su espacio. La chica parecía nerviosa, no le miraba, tenía su vista clava al horizonte. Y estuvieron un rato en silencio, hasta que reaparecieron los escorpiones a lo lejos.

—¡Son hermosos! —suspiró la joven con una sonrisa en los labios. Gaara se sonrojó al verla.

—¿Por qué has salvado a la cría? —preguntó en un tono amable, o al menos eso intentaba. Shandi le miró de reojo.

—Son nuestro medio de transporte para largas distancia. Nuestro clan les cuida y ellos a nosotros. Convivimos juntos en armonía. —Volvió su vista al frente. Gaara asintió con la cabeza—. Las personas no se paran a entender el porqué, prefieren destruir a los más débiles. Odio a ese tipo de gente —escupió las palabras con ira. El joven se sintió aludido por sus palabras, él también había sido así y no podía borrar el pasado, pero si enmendarlo.

—Pensaba que el Kazekage no tenía que hacer turnos de vigilancia. —Se encogió sobre sí misma apretándose más las piernas contra el torso.

—Padezco de insomnio.

—Por Shukaku —susurró. Gaara la miró sorprendido.

—¿Cómo..?

—La gente habla, y una tiene oídos. —Le sonrió. Él hizo un pequeño amago de esta—. Yo podría ayudarte a dormir —dijo meditabunda, él la contempló intrigado—. En nuestro clan podemos calmar a las bestias. Mientras tú descansas, podría mantener a raya al demonio...

—No —respondió cortante. Ella se volvió sorprendía—. No es que te subestime. Shukaku es muy peligroso, y no quiero poner en peligro a nadie por mi reposo.

—Entiendo. Igualmente si cambias de parecer, se podría a hacer en un sitio alejado, en medio del desierto —terminó de decir, con amabilidad. Gaara asintió.

—Evaluaré la oferta. Gracias por el ofrecimiento —agradeció con amabilidad. Entonces la joven se colocó el velo en la cabeza, y se levantó sacudiéndose.

—Será mejor que me vaya, antes de que mis compañeros se despierten. Que tenga un buen día, Kazekage-sama. —Se despidió con una reverencia y empezó a marcharse. Gaara le devolvió la despedida con la mano, y se quedó allí observando el horizonte un rato más.

Oooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Shandi acaba de entrar en el edificio, y se mordió el dedo índice de la mano derecha hasta sangrar, sus ojos lagrimeaban debido a la ira. Le hubiera encantado ver su sangre correr por todo la arena, ver cómo se desangraba y su mirada se volvía inexpresiva, si era posible. Sentía una presión en el estomago, como si le hubieran dado un puñetazo, y le costaba respirar. Era siempre tan desagradable, tan incómodo. Pero tenía que hacerlo, se recordaba mentalmente. Tenía que ganarse su confianza, no podía parecer sospechosa. Deseaba que aceptase su oferta, no tendría que esperar tanto para asesinarlo.

«Podría olvidarme de esto» pensó, dejando de apretar sus dientes, lamiendo la sangre de su dedo. «No. Al igual que Hashîm, él también pagará. Deben sufrir» Volvió a su habitación, tenía que meditar para mantener su mente en paz, sino podría ocurrir un accidente, y ella no podría evitarlo. Miró a sus compañeros dormir y sonrió. Le habían llevado un plato de comida para cuando despertara, eran realmente unas personas especiales. No quería ni pensar en el día que tuviera que abandonar la aldea, o peor aún, enfrentarse a ellos.

Debía despejar su mente antes de comenzar el examen. Si no quería ser inútil ante un accidente, estaba obligada a meditar y liberar su mente de todo pensamiento dañino. «No había cabida para sentimientos destructivos en el corazón de un sanador» Rememoró las palabras siempre se repetía su madre.

Casi no recordaba su rostro, ni el de ningún miembro de su familia. Dio un fuerte suspiro de nostalgia, y se dispuso a realizar su tarea pendiente.

Estaba a punto de amanecer, y el equipo de Shandi ya estaba preparado para empezar. Tenían el pergamino del Cielo, y tendrían que conseguir el pergamino de la Tierra y llegar a la torre antes de tres días. Satoru estaba eufórico, y no dejaba de hablar.

—Esto va a estar regalado. Somos el mejor equipo y lo demostraremos —gritaba emocionado. Irei lo miraba suspirando, la sacaba de quicio cuando se ponía.

—Puedes, simplemente, callarte un rato. No has dejado de hablar desde que te has despertado. Necesitamos estar concentrados o no conseguiremos nada. —Le reprendió, necesitaba silencio para analizar las posibilidades que tenían. Shadia reía por lo bajo—. Y tú de qué te ríes. Por dios, eres la mayor, deberías poner orden.

—No me molesta la emoción de Sato, me divierte bastante. Me hace sentir como una niña de pequeña de nuevo... —Su compañera refunfuño cruzando los brazos—. Solo disfruta del momento. —Volvió a reír al ver que su compañero casi se cae al asomarse por los muros. Ellos tenían ventaja de que el examen fuera en el desierto, sobre todo ella que había vivido toda su vida entre sus dunas.

En el fondo estaba emocionada, Saturo la había contagiado la emoción, aunque no dejaba de estar alerta, el desierto era familiar para ella, pero era peligroso y traicionero. Además, contaba con que Gaara estaba cerca, él era un monstruo sediento de sangre; lo había visto una vez matar por placer, y estaba segura de que lo volvería a hacer.

En ese momento, vieron como una bengala explotaba en el cielo, esa era la señal. El inicio del examen. Saltaron por la muralla, entrenado en la zona del examen. Ahora cualquier error, podría ser su perdición.

Habían estado dos días avanzando por el desierto, y todavía no se habían topado con nadie. La arena estaba al rojo vivo, y el sol apretaba con fuerza. Habían tenido que romper ya algunos cactus para poder beber su agua, o morirían deshidratados. Shadia llevaba su velo puesto, y había improvisado algunos para sus compañeros, tenía que evitar que sufrieran de insolación.

Habían parado a descansar, cuando un equipo de Konoha apareció delante de ellos. Se pusieron en guardia de un salto. Shandi había reconocido a uno de ellos, era el chico por el que había aprobado el examen, Neji creía recordar que era su nombre. Sabía que eran fuertes, y por lo que pudo comprobar en el examen, era muy astuto.

«Estamos en serios problemas» Pensó la joven, que tragó con fuerza. Miró a su compañera para avisarla del peligro, tenían que prepararse.

—No queremos perder el tiempo en luchas inútiles, así que seré directo. Nuestro pergamino es el del cielo, si lo desean lucharemos. —Neji mostró su pergamino. Shandi suspiró aliviada, enseñándolo también.

—Vaya, otro equipo con el mismo —dijo la chica del equipo con decepción, llevándose la mano a la frente.

—Debemos seguir buscando, nuestra fuerza de voluntad y esfuerzo prevalecerá ante la adversidad ¡Rock Lee vencerá a todos!

—Vámonos, debemos seguir buscando —el tal Neji se dio la vuelta y continuó avanzando, seguido por sus compañero.

Los tres ninjas de Suna respiraron aliviados. Tenían otra oportunidad para continuar su examen.

—Que raros son los shinobis de Konoha —Irei guardó su kusarigama en su cinturón.

—Pues, a mi el cejotas me ha caído bien. Deberíamos haber luchado con ellos. —Satoru volvía a estar eufórico y algo enfadado.

—Mejor así. Si conseguimos el pergamino de tierra, tendrás la oportunidad de luchar con él. —La mayor le consolaba. El joven la empujó, lanzándola lejos y evitando que cuatro kunais la alcanzara.

Volvieron a ponerse en posición de ataque. Satoru sacó sus tres marionetas, colocándolas como un triángulo invertido, estando Shan, la mayor de todas, en el centro más cerca de él. Irei volvió a sacar su arma, haciendo girar la cadena que tenía justo encima de la hoz. Y Shandi se colocó detrás de ellos en posición de ataque, con un kunai en la mano.

Enfrente, apareció otro equipo de Konoha, dos jóvenes de cabello castaño, uno de ellos con los ojos azules y la piel más clara; el otro ninja empuñaba una katana. La chica tenía el pelo negro y los ojos de color blanco, era muy parecida al otro shinobi de Konoha.

—Kaito, ellos son los que les mostraron el pergamino a Neji y su equipo —resaltó la chica, haciendo los sellos del perro, tigre, perro y tigre, para activar su Byakugan.

—No te precipites, Yoko. Genji, ten cuidado con el marionetista —mencionó el ninja de los ojos claros, sacando unos sais—. Yoko y yo nos ocuparemos de las marionetas y Genji, las otras no te supondrán ningún problema.

Continuará....

Muchas gracias por leerme, espero que os te gustando el fic. Y como siempre espero vuestra opinión con ansias.

Besos

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