El tiempo se agota
Un joven de unos veintidós años paseaba por la ciudad de Suna en dirección al hospital. Tenía el pelo negro, cortado en una pequeña melena que no llegaba ni a su nuca, ondulado y algo alborotado. Sus ojos eran de color verde esmeralda y su piel tostada. Llevaba una camiseta de mangas cortas bastante holgada de color rojo, con el símbolo del clan Kakeru, el cual era una espiral con una raya vertical en medio y una horizontal arriba, como si formara un siete. Se trataba de un símbolo de protección, como lo era su clan. Llevaba unos pantalones negros, con vendas en el muslo derecho. Sonreía a la vez que se dirigía hacia su destino, estaba nervioso, porque todo su futuro como ANBU dependía de su misión.
Iba tan ensimismado que no se percató de la persona que lo llamaba a gritos.
—¡Shishio! ¡No me ignores! —dijo molesta una chica de pelo castaño largo por la mitad de la cintura, y ojos de color miel con cierta tonalidad verdosa. La chica era algo más baja que el joven, llevaba una camiseta amarrilla y unos pantalones cortos de color gris, que dejaba ver su torneada y delgada figura, sin tener mucho pecho y las caderas anchas. Estaba molesta por el pasotismo del joven, provocando que sus mejillas se hincharan.
—Perdóname Aoi-chan, no sé dónde tenía la cabeza. —Rio rascándose la cabeza con despreocupación. La chica se cruzó de brazos molesta. —Sabes que estás muy mona cuando te enfadas —bromeó revolviéndole el pelo. La chica se sonrojó.
—No hagas eso, tonto. —Le apartó las manos—. ¿Dónde ibas con tanta prisa? —Por un momento se le había olvidado su misión.
«Mierda» Se dijo para sí mismo. Entonces le agarró la mano a la chica, y la empezó arrastrar, sorprendiendo a la kunoichi.
—Vamos al hospital.
—¿Al hospital? ¿Te ocurre algo? —preguntó preocupada, mientras intentaba caminar a su velocidad.
—Em... me duele —Hizo una pequeña pausa para pensar— ¡El estómago!, eso. Me duele el estómago mucho. —La chica lo miró con sospecha.
—No parece que te duela nada... —reflexionó con duda. El chico paró en seco, haciendo que Aoi se chocara con su espalda.
«Es verdad, no lo parece. Así la misión no será efectiva» Pensó.
—¿Shishio, te encuentras bien?
—No, me duele mucho... —No le gustaba tener que mentirle ni utilizar así a Aoi, ella era una buena amiga, pero su ayuda le vendría bien—. Aoi, necesito llegar al hospital. —Se llevó las manos al estómago para perecer más creíble. La chica palideció, y se dio prisa en ayudarle.
—Tranquilo, ahora llegamos.
Aisha hacía pocos minutos que había llegado al hospital, estaba exhausta y no pudo conciliar el sueño en toda la noche debido a las pesadillas. Cada vez que se dormía veía la sangre y el horror. Esa mañana no tenía muchos pacientes, así que intentaría relajarse. No pensaba que le afectaría tanto, que la venganza sería más sencilla; pero no era así.
—¡Ayuda por favor! —Escuchó ese gritó de ayuda y vio como una joven entraba al hospital agarrando a un chico. Se acercó a ver como estaban.
—Buenas, ¿qué ocurre?
—Le duele mucho el estómago, tienen que atenderle. —respondió Aoi muy preocupada. Shishio se quejaba.
—Venga conmigo. Túmbese aquí —dijo la joven. Se recogió el pelo en un moño alto y se lavó las manos. El ninja se tumbó en la camilla, mientras que la kunoichi lo miraba con preocupación—. Ahora voy a realizarle un reconocimiento. ¿Cuál es tu nombre?
—Shishio, Kakeru Shishio.
—Un bonito nombre Shishio —Empezó a acumular chakra en sus manos para palpar la zona. Aoi le miró mal, no le gustaba la actitud de ninja médico. La chica le miró—. Y tú novia ¿cómo se llama? —La chica se sonrojó a más no poder, al igual que la ninja.
—Fûutaba Aoi, pero... él no es mi novio —respondió con vergüenza. Aisha sintió como si le tiraran un jarro de agua fría. Menuda metida de pata. Así, se centró en palparle el vientre a Shishio.
—¿Y tu nombre es? —preguntó en ninja, con algo de dolor.
—Eh, a mi nombre es Ai... Kaimatachi Shandi —Rio con nerviosismo, entre el cansancio y las distracciones casi tira su cuartada por la borda—. Perdonad, pero no consigo encontrar lo que te ocurre, así que voy a llamar a un compañero para que sea el que te trate. —Se fue sin decir nada más. Aoi bramó.
—Menuda incompetente, ¿cómo te encuentras?
—Me duele, pero... tienes que hacer que regrese ella, no quiero que me atienda otra persona —le pidió. La chica le miró mal.
—Y ¿por qué tiene que ser ella?, si no sabe ni curarte. —Estaba celosa, y volvió a cruzarse de brazos y sus mofletes se inflaron de nuevo ante el enfado.
—Te había dicho antes que estas adorable cuando te enfadas —le agarró el moflete. —No te enfades, sabes que tú eres mi mejor amiga. —Aoi se sonrojó—. Además, Shandi me parece simpática, y quiero buscarte otra amiga para que no estés tan sola. —Aisha volvió a acercarse a los ninjas.
—Bueno, dentro de unos instantes vendrá otro médico, así...
—No, mejor atiéndale usted, Shandi-san. Parece una médico excelente. —La kunoichi intentó ser simpática.
—Sí, yo lo preferiría. —La médico suspiró de lo frustrante que era todo.
—Está bien, volveré a palparte...
Estuvo cerca de una hora atendiendo al ninja, pero por más que lo miraba no encontraba nada. Sin embargo, estuvieron hablando de infinidad de cosas, le parecían muy simpáticos. Aunque ella sentía que perdía el tiempo.
—Puede que sea una pequeña indigestión, porque tu salud esta perfecta —comentó la Kaimatachi. En ese momento Shishio se levantó de un salto.
—Si puede ser, porque ya me encuentro mucho mejor. Eres una excelente profesional —dijo haciendo una reverencia varias veces, empujo un poco a Aoi para que lo siguiera—. Nos vamos a ir, pero podríamos quedar un día.
—Eh, si vale —respondió anonadada. Los dos ninjas le sonrieron, ésta se la devolvió.
—Por cierto, ¿cuál es tu dulce favorito?
—Pues, los ghriba* de almendra y los dátiles rellenos también me gustaban bastante. Hace años que nos los como pero son mis favoritos. —respondió y los dos ninjas se fueron—. Que gente más loca. —Se dijo para sí misma sonriendo. Al menos pudo olvidar sus problemas durante un corto espacio de tiempo. Sin duda alguna, hoy necesitaba pasar tiempo con Irei y Satoru.
—Así que, aquí te escondías de mí —dijo Chiyo sorprendiéndola y asustándola.
—Chiyo-sama, ¿qué hace usted aquí?
—¿Cómo que qué hago?, ¿no está claro que te llevo a que cumplas con tu castigo? Así que, andando. —La agarró del brazo, y empezó a tirar de ella.
—Pero, tengo muchas cosas que hacer...
—Ya sé que tienes muchas cosas que hacer, como arreglar y podar el invernadero, y hacer cinco antídotos por los días de retrasos... A mí no se me olvida nada.
Mientras tanto, Gaara se encontraba en su despacho revisando varios acuerdos y misiones ninjas. Se notaba que había estado dos días ausente ya que el trabajo se había acumulado. Apenas le pudo reflexionar sobre el tema de Shandi/Aisha, por suerte.
Ya casi había anochecido y él seguía en su despacho firmando algunos informes, cuando entró uno de los nuevos ANBUSs. Gaara suspiró, sólo esperaba que no ocurriera nada grave.
—Kazekage-sama, aquí Kakeru Shishio a su servicio. —El ninja se arrodilló ante su mesa y el joven Kage lo miró esperando una respuesta. Shishio estaba bastante nervioso, era la primera vez que realizaba una misión como ANBU y solo quería estar a la altura.
—¿Qué ocurre? —preguntó al ver que el chico no decía nada. El ANBU se levantó y le entregó su informe. Gaara lo miró con recelo—. ¿Esto es?
—La investigación sobre Kaimatachi Shandi que me pidió esta mañana. —La cara de Gaara no pudo ser más expresiva en ese momento, la sorpresa se podía leer en su cara. Pero él no había dado esa orden...
«Kankurō» pensó, llevándose la mano a la frente. Siempre era tan entrometido en todo.
—Señor, ¿no era eso lo que quería?, si no puedo repetirlo —comentó el joven nervioso, era su primera misión mandada directamente por él—. Lo que su hermano me pidió fue un informe sobre su... —se quedó callado, porque recordó que Kankurō le dijo que por nada en el mundo le dijera que era su novia, que él lo negaría— amiga. —Gaara empezó a ojearlo, era algo más completo que el informe que le dio Matsuri, no sabía cómo lo había hecho, pero si necesitaba a alguien para recabar información contaría con él.
—Es muy completo, buen trabajo. —Lo alabó. Shishio sonrió con orgullo—. Tendré en cuenta tu habilidad para recoger información, ya puedes marcharte.
El ANBU se inclinó y desapareció del despacho. Iba dando pequeños saltitos por los edificios de la felicidad que sentía, el Kazekage le había dicho «buen trabajo». Hoy había sido un muy próspero, si no fuera porque había tenido que invitar a Aoi a comer, ya que la chica seguía bastante molesta por el tema del hospital y su milagrosa recuperación; además, sin ella no lo habría conseguido.
—Hey Shishio, ¿ya terminaste el trabajo? —preguntó Kankurō apareciendo de las sombras. El ANBU se sobresaltó un poco, estaba tan distraído que bajó la guardia.
—Kankurō-san, sí, ya realicé el informe y el Kazekage quedó muy satisfecho con él. —La sonrisa de satisfacción del marionetista se borró de la cara en ese instante.
—¡¿Qué?! ¿Ya se lo diste a Gaara?
—Por supuesto, dijiste que era una misión que requería rapidez. Por lo tanto, no espere a dárselo cuando tuve toda la información necesaria —explicó el joven con lógica. El otro ninja se llevó la mano a la cara con desesperación.
«Yo quería chantajearlo con esa información para que me pagara el arreglo de Karasu» Suspiro con desanimo.
—Acaso, ¿he hecho algo mal? —Shishio se empezó a poner algo nervioso.
—No, sólo que la próxima vez que yo te hable de la misión dame el informe a mí.
—Por supuesto, Kankurō-san —respondió algo dudoso, no entendía muy bien el por qué. El marionetista se despidió con la mano y puso rumbo al despacho de su pequeño hermano.
«Gaara me va a matar» pensó recordando el ataque de su arena en la cueva, y suspirando con pesadez.
Llamó a la puerta y sin esperar contestación entró. Gaara lo observó mientras cerraba el documento que estaba leyendo.
—¿Qué tal te ha ido el día hermanito?
—Esto es idea tuya, si no me equivoco. —El marionetista miró el escrito que estaba sobre la mesa y lo cogió para echarle un vistazo.
«Vaya, sí que era bueno» pensó, el chico había puesto fecha de nacimiento, signos zodiacales e incluso el tipo de sangre de la chica. Incluso un anexo con los compañeros de equipo. «¿Cómo lo habría hecho?»
—El informe está muy completo. En mi vida había oído hablar de estos dulces.
—Son típicos de su clan —comentó recordando que él sí que los había probado.
—Ajam —respondió sin interés ninguno a lo mencionado por su hermano, mientras seguía leyendo el documento. Entonces, la arena de Gaara se lo quitó de las manos—. Bueno... y te gustó mi regalo.
—Sabes que si Temari se entera, nos matará.
—Sí, pero no tiene por qué enterarse. Será un secreto entre hermanos —propuso el mayor una gran sonrisa de satisfacción. El pelirrojo sólo suspiró. Su hermano podía ser muy intenso cuando quería ayudarle—. Además, deberías recompensarme. No pido mucho, sólo que me ayudes con el arreglo de Karasu.
—Eso se llama chantaje, ¿lo sabías? —Kankurō sonrió encogiéndose de hombros. El Kazekage exhaló aire con pesadez—. Está bien, hazme un pequeño presupuesto y te ayudaré con la dichosa reparación.
—¡Sí! Muchas gracias hermanito, eres la persona más benevolente que conozco y...
—Sí, lo que tú digas. Deja de adularme tanto. Y prepárate que mañana tienes una misión de rango A. —Al marionetista se quedó mudo ante esa noticia—. No esperabas librarte por entrometerte, ¿verdad? —Kankurō iba a replicar, pero miró a su hermano y se calló.
—Bueno en ese caso mejor será que me vaya...—Se marchó bastante decaído, mientras Gaara permanecía allí contemplando el informe encima de su escritorio. Suspiró con pesadez sin saber cómo volver a entablar una amistad, tampoco es que hubiera hecho muchas, sólo Naruto y mejorar la relación con sus hermanos.
Por otra parte, Aisha acaba de salir del invernadero, había sido un día largo y estaba exhausta. La abuela Chiyo le había hecho limpiar y podar todas y cada una de las platas del lugar. Además de preparar algunos antídotos. Entre ese sobreesfuerzo y no haber casi dormido la noche anterior estaba que no era persona. Acaba de volver a soltarse su cabello blanquecino, aunque no se había colocado el velo, lo llevaba como un pañuelo alrededor del cuello.
Iba paseando por las calles, cuando se topó con Satoru, quien, como siempre, iba más pendiente de cualquiera insecto que volara cercano que del mundo real.
—Satoru. —Éste no le escuchó—. ¡Satoru! —Le gritó al oído casi, haciendo que el castaño se sobresaltara.
—¡Shan, ¿qué haces?! ¡Estás loca! —gritó el ninja molesto. La chica de ojos violetas sólo rio con ganas al ver la cara de su compañero.
—Perdona, perdona, pero lo necesitaba —dijo ella sin dejar reírse. Satoru se cruzó de brazos como síntoma de la indignación. —Venga Sato, no te enfades. Ha sido una broma.
—Pero no me enfado, porque llevo mucho tiempo sin verte.
—Es verdad. Tanto que has crecido y todo. —Comprobó que tenían la misma altura. Le revolvió un poco el pelo.
—Sí, ah, he quedado con Ire, tienes que venir. —Le cogió de la mano y empezó a caminar.
—Prefiero ir a casa a descansar, además no tengo ham... —Le sonaron las tripas como si fuera un estruendo.
—Así que no tienes hambre, ¿eh? —dijo con sarcasmo. Ai sonrió avergonzada—. Venga vamos a cenar. —La chica de la cicatriz sólo pudo sonreír al ver la insistencia de su amigo. Llegaron al restaurante para reunirse con su compañera de equipo,
—Shandi, ¿qué tal estás? —Le preguntó la chica bastante emocionada.
—Pues... he amanecido mal, tengo sueño, tengo hambre, voy a matar a alguien y... me quiero morir yo después. —Se sentó en la mesa apoyando la cabeza sobre sus manos. Los chicos rieron ante su comentario.
—No seas exagerada, anda, y vamos a comer algo, que me muero de hambre —respondió Satoru ante el comentario de la chica.
La cena fue bastante amena, sobre todo para Aisha, que había estado bastante estresada. Así, al estar entre amigos, o al menos ella los consideraba así, podía relajarse. Necesitaba despejarse, aunque el cansancio le hacía mella y no estaba en ninguna conversación; más bien había un tema que le rondaba la cabeza sin parar.
Al final optó por despedirse, aunque ellos insistieron en que se quedara, no lo hizo. No sabía dónde ir y no le apetecía volver a una casa que no era suya, ¿realmente había tenido un hogar alguna vez? Algunas lágrimas se le escaparon al recodar a su familia, pero ellos mismos la habían repudiado, abandonándola en el desierto.
Cogió el pequeño frasquito con la ricina y la observó. No debía dudar, pero podría llegar a ser feliz allí, sólo tenía que pasar desapercibida. Suspiró, eso era imposible, ahora no podía acobardarse. Él sabía que estaba allí y no pararía hasta que regresara; todavía no había terminado con ella y sabía que pagaría el intento de asesinato... «Debería haberme asegurado» pensó arrepentida.
Iba tan ensimismada que ni notó la presencia del Kage de Suna.
—Buenas noches, Shandi. —Al escuchar su voz algo se le revolvió por dentro y dio un pequeño sobresalto, provocando que el pequeño tarrito se le resbalara de las manos.
—¡No! —dijo estupefacta al ver como caía la ricina. Entonces, la arena lo cogió antes de que cayera al suelo, devolviéndoselo a su dueña de nuevo—. Ehh, gracias —dudó mirando Gaara.
—No ha sido nada —respondió el pelirrojo. Se quedaron en silencio durante unos instantes—. ¿Qué tal estás?
—Bien, bien, algo cansada, pero bien —parloteó nerviosa. Era a la última persona que quería ver ese día—. ¿Y tú?
—Bien también —respondió de forma bronca, aunque intentó parecer lo más afable posible. Aisha le sonrió algo intranquila, ya que se había dado cuenta de que tenía el veneno en las manos y se lo guardó en uno de sus bolsillos.
Gaara ni prestó atención a ese gesto, ya que toda su atención se concentraba en cómo entablar una conversación fluida.
—Bueno, yo tengo que irme ya. Me alegro de...
—Espera —Estaba nervioso, no sabía por qué siempre se sentía de esa manera, así que solo levantó la pequeña bolsa de papel y se la ofreció algo sonrojado—. Esto es para ti, en agradecimiento por lo que hiciste. —Aisha no supo qué responder, no se esperaba eso. Le dio un vuelco en el corazón y un antiguo recuerdo le vino a la mente, sólo que ella era la que le había dado el regalo a él.
—Eh, no...
—Sólo acéptalo, es Taiyaki*, no sabía si te gustarían, pero son los favoritos de Matsuri y sé que te gustan los dulces. —No era bueno esto. Sólo esperaba que no le rechazara el regalo como cuando pequeño. La kunoichi dudó, pero cogió la bolsa.
—Eh, gracias. —Metió la mano dentro y saco un pequeño dulce en forma de pez. Le encantó su forma. —Ja, tiene forma de pez. Qué curioso.
—¿No lo conocías? —Ella negó con la cabeza.
—La primera vez que lo veo. —Lo olisqueó un poco— pero huele delicioso. Muchas gracias Gaara. —Le dio un mordisco al dulce, provocando que todo el relleno de chocolate saliera y se manchara. —Por Visnú, la he liado. —Comentó limpiándose como podía la boca, el Kazekage sonrió.
—Matsuri me enseñó un truco para comerlos.
—Será mejor que compartas el truco, no quiero manchar la casa de Sasa-san... me mataría.
—Le das un pequeño mordisco y succionas todo el contenido, así no te salpica. —Le explicó de forma correcta.
—Entiendo... —Cogió de la bolsa otro pez y se lo ofreció—. Muéstramelo.
—Pero... son para ti.
—Aquí hay muchos, me dará dolor de barriga si me los como todos. Y sé que lo haré... ¡Cógelo! —dijo con inocencia y alegría. Se le había olvidado todo su pasado, sólo recordaba que él era su amigo.
Gaara lo cogió y lo hizo tal y como le enseñaron. La verdad es que ya le dio bastante vergüenza hacerlo cuando Matsuri se lo mostró, pero le pareció divertido. Aisha sonrió al verlo.
—Sí, es una técnica muy buena para comerse estos peces —comentó con entusiasmo.
«¿Por qué eres tan amable con él? No ves que es el mismo asesino» Una parte de su cerebro reaccionó asqueado ante la conversación y su cara palideció de repente. «Es verdad, ¿qué hago?, no puede caerme bien... él, el me mató»
—¿Te encuentras bien? —preguntó con preocupación al ver su expresión.
—Sí, sí, es que recordé una cosa importante. —Tragó saliva con fuerza, y dio un paso hacia atrás—. Debo irme. Muchas gracias por los pececitos...
—Espera, te acompaño a casa si...
—No, no es necesario —le cortó de forma tajante—. Ya mañana hablamos —comentó por decir algo. Parecía ausente y comenzó a caminar hacia la que era su casa.
—Mañana, a las 17:00 te espero en mi despacho. Y así hablamos más tranquilamente. —Éste se cruzó de brazos esperando una respuesta de la kunoichi, pero salió corriendo. Gaara suspiró, realmente era una estupidez alargarlo más. Mañana le diría que sabía quién era, y descubriría la verdad... la verdad de por qué ella le ocultó su nombre.
Continuará...
Holis, ¿que tal habeis estado?, Pues por aquí os dejo el capítulo. Espero que haya gustado, y A ver qué pasará en el siguiente, ¿Será capaz Ai de envenar a nuestro Kazekage?, ¿Que ocurrirá cuando se desvele todo?
Ghriba* Es un pastelito de almendra.
Taiyaki* Son los pececitos hechos de masa de gofre con diferentes rellenos.
Un beso muy grande a todas y todos.
Pdt: Espero vuestras críticas, tomatazos u opiniones.
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