Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXXVI

Era la hora de descanso, Paúl no dejaba de farfullar sobre cómo le había ido en una cita a ciegas en la que había quedado, y aunque lo estaba viendo a la cara con mi mayor expresión de atención, en realidad mi mente estaba en otro lado, muy lejos, y pensando en alguien, específicamente.

—¿Hedel? —me llamó para volver mi atención al presente— no escuchaste nada de lo que te he dicho...

—¿Ah? Ah, no, es decir sí, sí te escuché.

¡Vaya! que tonta me vuelvo cuando miento.
La crema del cupcake que sostenía estaba por derramarse en mi manga así que en un movimiento rápido lo pasé a mi otra mano y se me cayó el bolígrafo que tenía.

—Nena pero tu viniste hoy en otro mundo, y ni avisaste na'. —Comentó burlón, Paúl.

Nos agachamos al mismo tiempo para tomar el bolígrafo, aunque él lo tomó con más agilidad que yo. Así que me levanté otra vez, pero mi espalda baja volvió a recordarme lo mucho que me ha estado molestando estos días.

«¡Qué dolor más fastidioso!».

—¿Te duele mucho? —Me preguntó dándose cuenta.

—Es un dolor molesto, pero puedo tolerarlo.

Tomé el bolígrafo y me retiré, dejando a Paúl detrás con una cara de asombro.

El día de hoy trabajaríamos pocas horas, así que podía salir y volver al Salón para ayudar a la señora Ana quien quedaba ajetreada y sola cada vez que me iba.

Al culminar con mi turno, tomo mis cosas preparándome para salir, pero Antonio apareció antes que pudiese irme.

—¿Ya te vas, no?

Asiento con la cabeza para afirmar. —Sí.

—Puedo llevarte.

—Eh... No te preocupes, tú tranquilo.

—Lo digo en serio. Creo que fui grosero la última vez, así que déjame llevarte a la puerta de tu piso, al menos.

Él no tenía pinta de rendirse y seguiría insistiendo, así que no quise negarme más y acepté. Aunque en el camino iba un poco incómoda por lo que él iba diciendo... El sujeto a mi lado destapó su lado sensible y comenzó a expresarlo, justo a mí.

—Me siento como un idiota, pero todo tiene una razón. No suelo actuar así porque sí. Verás... Hedel, eres una chica increíble, inteligente, guapa y lista, la verdad llamas mucho mi atención.

«No puede ser... Si mamá se entera de esto ella misma organiza una boda a mis espaldas».

—Antonio...

—Solo quiero que lo sepas, es que no me gusta rendirme ni perder, por eso haré todo por ganarme tu confianza, ¿vale?

Llegamos y se estacionó. Unos segundos que parecían volverse tortuosos por el silencio incómodo se vió roto cuando abrí la puerta de golpe y en mi intentó de escape, cual Hedel descuidada, me golpee la frente con el borde del techo.

—¿¡Estás bien!? —Antonio me atrajo nuevamente de la mano, haciendo que me sentara— ¡La Virgen, Hedel! ¿Te duele mucho?

—E-estoy bien, nada grave. Solo espero que no se me haga un hematoma. —Dije riéndome para no verme tan lamentable, pero fue imposible, ya me veía así.

Haciéndo el ridículo, siempre. ¡Ya denme mi premio al menos, por favor! Esto de ser descuidada por naturaleza no me está gustando.

—Déjame ver.

Prendió la luz de su teléfono y se acercó a mí más de lo prudente, tomando mi cabeza para impedir que me alejara.

—No es grave, no te preocu...

—¿Quieres lucir como un unicornio mañana?

Negué con la cabeza mientras me reí tímidamente.

—Entonces déjame ver.

—¿Eres médico acaso? —pregunté predispuesta.

—Shss, no, pero sé de medicina natural por mi abuela.

Me examinaba, y no podía seguir más tiempo en esta posición o mi rostro se volvería un sol irradiando calor. Estaba tan cerca su rostro del mío, y que estuviese incómoda no significa que él me guste, pero eso no quita el hecho de que sea hombre, y sea simpático además que Antonio es un tipo al que no le teme a nada, siempre es directo y un coqueto espontáneo, claro que no es para nada mi tipo.

Mientras él inspecciona mi frente, de pronto mi mente vuelve a viajar, esta vez pensando en Lisandro, mi mirada baja y se posa en la de Antonio, quien estaba mirando... ¿Mis labios? Él comenzó a acercarse más, lentamente y yo lo veo congelada, como si me hubiesen puesto pausa.

«¿Pero qué hace este ser, será capaz de...?»

Ni había terminado de pensar, cuando el mismo me respondió en el acto, Antonio me besó. Al sentir ya sus labios sobre los míos reaccioné como deshechizada, y me bajé del auto. Saqué mis llaves, me sentía muy incómoda, molesta y estresada, para remate con un dolor en la frente por el golpe que me di.

—Hedel, perdona, yo... —Venía trás mío.

—Ya vete a tu casa, Antonio. Déjame tranquila, y espero que esto no vuelva a suceder.

—Perdona, pensé que tu y yo...

Abrí la rejilla de la entreda, yéndome lo dejé hablando solo, me fuí de allí directo a mi departamento, dando un portazo cargado del fraude gigantesco que me invadía.

Solté una respiración fuerte, mientras me apoyaba de la puerta, cerrando los ojos y tratando de asimilar todo. Mi teléfono comenzó a vibrar, obviamente era él. Y yo no estaba para hablar al respecto.

**Narra Lisandro**

(Muy temprano en la mañana)

Me gusta preparar mis propios sándwiches. No sé porqué pero picar el pan e ir tomando los diferentes ingredientes para rellenar a mi gusto es un simple acto que me hace sentir feliz. Y debo decir que el día de ayer ha sido bueno a pesar de todo, que aunque estaba preocupado al principio, todo termino tranquilo y de manera agradable.

Tarareo un canción de Decai, quienes vinieron hace unos meses atrás y desde que los escuché me he vuelto un pequeño fan de ellos; mientras termino de poner los tomates y lanzo un poco de pan a Rocco quien está a mi lado fielmente.

—¿Está rico? Pues eso es solo una entrada, que ya te daré tu plato bien resulto ¿vale?

Continúo con mi canto, y recuerdo que tengo ensayo con el grupo el sábado. Mi agenda está ocupadisima, no sé cómo es que termino sacando tiempo para salir con la escandalosa de Hedel -suelto una carcajadas al recordar-, definitivamente tiene mucha suerte de salir conmigo...

—¡Olee! —la voz de mamá acercándose me sobresaltó un poco— pero cuchen a este bombón. Parece alguien está de buen humor. ¿Qué te tiene así? Que me encanta verte en ese estado.

Ella pasó detrás de mi y me dio una pequeña nalgada.

—Ah pues, simplemente que que salí un rato a divertirme.

—Uy, uy ¿Se puede saber con quién?

—Con mi loca y querida amiga Hedel. —Dejé escapar una sonrisa suave.

—¡Entonces ya van avanzando! ¡Me alegra muchísimo, bombón!

—No he ni terminado de hablar y ya sacaste tu cuenta, madre. Andas creando una historia en tiempo récord, te conozco, eh. Un día te van a llamar de Netflix, madre, o hasta de alguna editorial.

Me retiro con mi plato y Rocco a mi lado para la habitación, mi madre queda atrás hablandome a voz alta, casi que en gritos... "¿No piensas decirme más detalles? ¿Me dejarás con la curiosidad Lisandro Nariño Ortega?".

—No hay detalles ma'. Ya déjame comer tranquilo.

Mi madre es la mujer más transparente que he conocido en la vida, no se anda con rodeos con nadie. Cuando conoció a mi papá le dijo tan sincera que no le gustaba para nada su forma de vestir y eso la avergonzaba, pero que no dejaba de pensar en él, por lo que le dijo que lo ayudaría a lucir mejor. Cuando nos contó eso a Alejandro y a mí nos estabamos muriendo de la risa, que fue demasiada sinceridad. Así que la mayor parte de mi manera de ser es por mi madre, a veces mi atrevimiento surge solo y es por el ADN Ortega que corre dentro de mi, gracias a mamá.

Cuando acabé mis ocupaciones decidí ir a buscar a Hedel, puesto que recordé su horario de salida. Aunque no me esperaba llegar tarde, justamente había salido más temprano y no pude verla, o al menos eso me comentó un tipo todo inquieto que se me presentó solo.

—Soy Paúl, compañero de trabajo de Hedel, y ella ya se fue hace mucho.

—Que desgracia, bueno, gracias Paul...

Me iba a retirar, pero el sujeto tenía intenciones de seguir hablando.

—Disculpa, ¿tu nombre es...? Necesito saber pa' cualquier cosa, ya sabes, comunicación, que esto y lo otro.

—Lisandro Nariño.

—Creo que he escucha'o ese nombre... Mi mejor amiga suele decirlo, espera ¿eres fisioterapeuta?

—En efecto. —Solté unas risitas— ¿Cómo dices que se llama tu mejor amiga? No tengo una memoria superdota' pero suelo recordar los nombres de mis pacientes que van más de tres veces.

—Ella se llama Isabel. Isabel Almonte ¿si te suena...?

—¡Ah si, la señorita Almonte!

—Que pequeña es Sevilla ¿no cree? Y bueno, ¿Hedel también se atiende con usted? ¿O va a eso? Porque la pobre hoy se veía fatal con esa espalda. Le he dicho que no se sobreesfuerce, pero la niña es...

Me llamó la atención eso que dijo, pues mi madre me había comentado algo similar.

«Hedel como siempre exigiendose más de lo que puede, esta muchachita...».

Me despedí de Paúl, y le dije a Pablo para irnos, ella ya se había ido. La llamé dos veces, como no atendió le dejé un mensaje, en eso que esperaba su respuesta aparcamos cerca de su piso.

—Pablo... ¿Debería ir a verificar que esté bien? Es extraño que no me haya dicho nada, Hedel es muy descuidada y a veces eso me preocupa.

—Si estás preocupado no creo que necesites más razones para ir, son solo amigos ¿no?

Tampoco es mi intención invadir su privacidad, pero al menos me quedaré tranquilo si se que nada malo ha pasado. Así que decidido me dirijo a su piso, que afortunadamente no es el último.

«Bien, ya estamos aquí Lisandro. Ahora sí sabremos que pasa con esta chiquilla loca».

Toco dos veces. —¡Hedel! ¿Estás? Soy yo, Lisandro.

Una señora a mi lado aparece de repente con su voz ronca.

—Hedel llegó hace rato, tócale fuerte, a veces se pone a escucha' música y se olvida del mundo.

Volví a tocar, entonces ella ¿me estaría ignorando? No creo... Y mientras yo pensaba de todo al respecto de si me ignoraba o no, la puerta se abrió.

—Lisandro.

La escuché finalmente.

—Perdona que te moleste así de repente, pero como no he sabido nada de ti ¿todo bien?

—Eh, si... ¿Por qué lo dices?

—Bien, necesito que te alistes para salir. Que tienes una cita.

—¿Ah? —replicó enseguida— ¿cita? Ay Lisandro, no entiendo, y solo quiero descan...

—Solo alistate, no necesitas arreglarte tanto. Tu cita será muy en privado.

—No estoy para juegos, ¿y cita con quien? Estás loco, definitivamente, además ya justo iba a ir al Salón, tengo trabajo con tu mamá, recuérdalo.

Me reí por su comentario tan inocente. —Conmigo.

—¿Qué?

—Y mamá ya cerró por hoy. No te preocupes. Así que ya vámonos, nena.

Me dirigí al umbral de la puerta esperando por ella, quien parecía estar procesando todo lo que le dije, aún.

—No, pero ¿como así, Lisandro? Mira que estoy muy, muy cansada en serio, para estar saliendo y...

—Mucho bla, bla, bla. —Lancé el bastón en dirección baja, muy lejos solo con una intención— Uy, ¿me lo pasas, por favor?

—Mmm, —la escuché murmurar y me causó gracia, pues accedió— ten. —Dijo con algo de obstinación.

Aproveché y fue cuando tomé su mano. —Jah, ahora si nos podemos ir.

Ella comenzó a farfullar y repetirme sin parar que estaba cansada y que no quería salir, pero insistí hasta convencerla, igual no tenía ni idea de a dónde iba a ser la cita.

El pobre de Pablo tuvo que poner música para intentar apagar el fuego que llevaba Hedel, estaba más estresada de lo normal, cosa que me daba curiosidad.

Al llegar le pedí que me siguiera, y ella no dejaba de preguntar que qué hacíamos aquí, hasta que se dió cuenta que era mi clínica, aunque pensaba que venía a buscar algo, pero no era así.

La dejé pasar al cuarto y cerré la puerta. —Aquí será su cita, señorita. Un placer conocerla, seré su fisioterapeuta personal y tranquila, no le cobraré muy caro, con algunas piruletas, es decir, chupetas, me conformo.

***********

Canción que tarareaba Lisandro del grupo Decai

*************
¡Después de mil siglos vuelvo a actualizar!
Perdoncito.

Amo esta novela, amenla ustedes también ✺◟( ͡° ͜ʖ ͡°)◞

Espero que estén bien, y no se olviden de Hedel y Lisandro, los "amigos", aquí todos sabemos que a ella le encanta, y a él bueno... Ahí va.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro