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Capítulo XXV

***Narra Lisandro***

Pablo me deja en casa, y entro para finalmente irme directo a mi habitación. Rocco viene corriendo a mi y agitado lo siento, como cada vez que me ve.

—¿Me extrañaste, amigo? Vale, vamos a la habitación. —Le digo acariciando con mis dedos entre su melena suave, su pequeña cabeza.

Pero antes de que pudiese subir, mamá me detuvo.

-¿Cómo te fue? ¿Y si le entregaste lo que te di a Hedel?

-Pero que bárbara eres, madre. -Murmure sin asombro- Que si, que me ha ido tranquilo todo. Ya le dejé tu sobre y todo bien. Ahora me voy a dormi' que estoy cansado, si me disculpas... Buenas noches, descansa.

Conclui aquello sin dejar que ella siguiera hablando porque conociendola iba a querer detalles y demás... Es increíble como le agrada tanto Hedel, pero no la culpo, si a penas pienso en esa chica loca y se me hace imposible no sonreír, si hasta cuando nos conocimos la primera vez fue una locura... «Si hubiese tenido mis ojos en perfecto estado... Entonces hubiese visto a Hedel....» allí sacudo mi cabeza para dejar de pensar en eso y volver al tema de Blanca. Y justo al abrir la puerta de mi habitación, escucho la voz de mi hermano salir de ahí.

-Hola, hola, hermano. Que ya me tenías preocupado ¿por qué te demoraste tanto?

Para mi desgracia el estaba aquí, en mi habitación.

-¿Que haces aquí? -Pregunté sorprendido y no esperando la presencia de él aquí a estas horas.

-Yo estoy bien, algo cansado ¿y tu? -Su sarcasmo y tono irónico me hacían querer teletransportarme.

-A ver ¿no se supone que tienes que estar en casa con tu mujer?

Pasé con Rocco y me fuí a buscar mi ropa de pijama.

-Ella se ha molesta'o conmigo por una tontería, sabes como es... y no quería pasar la noche con aquella víbora. Ahora tú, dime. ¿Que hacías en casa de esa sucia?

Mi sentido del oído estaba tan desarrollado y escuchar eso me alertó de inmediato.

-¿A quien te refieres con "sucia" ?

El soltó inmediatamente unas risitas las cuales me hacían molestar mucho.

-Je, je, quise decir Hedel, que me he confundido... ¿Qué hacías allá? Mamá me dijo que estabas con ella.

-Le fuí a llevar algo, y espero sea la última vez que te refieras a Hedel -enfaticé siendo más serio y obviamente exasperado- de esa manera ¿te ha quedado claro?

Lo escuché moverse, se había levantado de la cama. -¡Ojú, pero mírate! Como te pones cuando te hablo de ella. Pero déjame decirte algo, hermano, preferiría que andes con cualquiera menos con esa mujer o con alguna de su raza... Es un consejo. Son unas...

-¡Alejandro, que te calles! Cierra el instrumento del mal que tienes por boca ¿No entiendes? -alterado alcé la voz- Que ya dejes de meterte con Hedel. Ya respetala, es más, y vete de mi habitación de una vez.

Alejandro tenía la facilidad de hacerme enojar cada vez que quería, pero es que me da coraje cuando habla mal de Hedel... Ni la conoce bien y la juzga solo por su nacionalidad ¿se puede ser más idiota, acaso?

El sale de mi habitación, pero a traves de la puerta vuelve a hablar.

-Te lo digo por tu bien. No quiero ver más a esa tipa cerca de esta familia, que te quedé claro. No lo volveré a repetir. -Sentenció con firmeza.

-¡Ea, ea! -Exclamé y luego susurré- Mis cojones, Alejandro.

No soy persona de decir malas palabras, pero, se me da por arte de magia con mi hermano, irónico ¿no?

***Narra Hedel***

Estoy ya lista y cómoda en mi cama, con mi sabana encima, apunto de cerrar los ojos cuando recuerdo...

-¡No cerré la puerta! -Dije de golpe por ese instinto que me alertó.

Mamá ya me habia dicho varias veces lo descuidada que soy por ese mismo asunto, el acostarme sin pasarle el seguro a la puerta.

«Se que no estas en tu país, querida, pero tampoco te confíes. Menos mal que te acordaste»

Me levanto y voy directo a la salita, enciendo la luz, tomo las llaves y le paso su respectivo seguro, al poner las llaves nuevamente en su lugar me fijo al pasar mi vista de reojo, de algo blanco, como un sobre entre las endiduras del sofá individual donde se había sentado Lisandro al llegar y quedar a espaldas.

Curiosa me acerco hasta él y lo tomó.

-¿Y esto? -digo al tenerlo entre mis manos.

Le doy la vuelta al sobre blanco y este decía en una de las esquina "Para mi querida Hedel", arqueo las cejas y solo puedo pensar en la señora Ana. Se dibuja una sonrisa grande en mi rostro, dentro había dinero en efectivo y otro pedacito de papel diciendo "Tu recompensa por haber trabajado conmigo y haberme ayudado. Te queremos mucho, Lisandro y yo."

-Y el loco de Lisandro ni me dijo nada... -Volví a sonreír pensando que seguramente no me lo dio directamente porque pensaría que no lo iba a aceptar, si a penas fue un día, aunque claro que necesito el dinero, pero de todos modos se me hubiese resultado difícil cobrarle a ella quien me ha ayudado tanto.

Cuando conté el dinero, incluso era más de lo necesario... Me sentí algo apenada. Ella es una mujer tan bondadosa y haberla conocido ha sido lo mejor que me ha pasado desde que llegue a Andalucía.

Aprovecho a ver mi teléfono, y veo en los estados de Romina fotos de ella con otra amiga suya, es cuando pienso lo mucho que me hace falta -espero pronto poder enviarle dinero para que ella se venga a trabajar aquí y sea mi compañera de piso-.

*****

Siendo ya las 12:00 de la mañana, anunciado por mi teléfono que me indica que debo levantarme para ir al trabajo, con mucha pesadez en el cuerpo me estiro y de un bostezo veo a través de la ventana a la gente ya en circulación.

Camas es un lugar bastante acogedor y cálido, pese al clima y también por la gente, aunque hay veces en las que no faltan aquellos que te ven de reojo por ser de un país con la inflación más grande, y tener la tasa de inmigrantes más alta. Sin embargo, cada que llegó al trabajo me siento orgullosa y agradecida de lo que he podido lograr.

El autobús pasa por la calle Boabdil 6, llegando por fin al Edificio Vega7 donde veo los autos de los jefes y demás trabajadores. -Me encantaría comprarme mi propio carro... Pero será cuando me regrese a Venezuela-. Mientras habló para mi misma, me sorprende mi compañero Paul junto con Antonio.

-¡Me asustaron! -les digo riéndome con ellos.

-Venía en plan de saludarte pero que a Paul se le ha ocurri'o sorprenderte. -Comenta Antonio saludandome de besos en ambas mejillas. Aun se me hace un poco raro cada vez que me saluda así.

-Venga, que ha sido divertido verla asustada. -Expresa riéndose Paul, viendo su teléfono.

-Aja, si. Están locos los dos.

Paul se despide, yéndose a su departamento de area, y Antonio y yo nos vamos al nuestro.

-¿Salimos el sábado? -Me pregunta de repente Antonio.

-Que repentino. Bueno, dejame y te aviso dos días antes ¿si?

El asiento y me hace un guiño retirándose para saludar a otros dos de sus compañeros.

Al pasar las horas, veo que el reloj ya me marca las 00:30, por lo que sin pensarlo más recojo todo para irme de inmediato a mi pequeña guarida, mi departamento o piso. En medio de mi huida, alguien me sujeta del brazo.

-¿Piensas escapar sin mi?

Le doy una mirada sin expresión. -Tu no te preocupes, mañana nos vamos juntos que ahorita tengo que ir a comprar algunas cosas y pues... Mañana nos vemos.

Me despido rápido de Antonio antes que siga insistiendo y con una sonrisa de picardía voy hasta la parada para esperar el transporte.

Hago parada en el centro, y de ahí me voy caminando pensando en lo que me había dicho Lisandro sobre lo que le diría aquella mujer ¿que habrá sido? ¿Estara bien? Pasé pensando en eso cada que podía mi cerebro recordarlo. «Seguramente habrán pasado una noche fogosa de pasión y yo como idiota preocupada»

Me detengo viendo unos zapatos deportivos en exhibición, que estaban preciosos y se veían comodos.

-En esta tienda suelen ofrecer un Glenfiddich a los clientes ¿entiendes por qué?

La voz de Alejandro, el hermano de Lisandro retumbó en mis oídos de manera áspera.

Voltee sobre mi hombro para verle, y este me veía de abajo hacia arriba.

-¿Un qué? -pregunté luego de haberle observado, parecía tranquilo...

Haciendo una sonrisa con una mueca con mucha arrogancia me respondió. -Es el whisky más fino. Discúlpame je, je, qué vas a saber tu de esas cosas. -Hizo una pausa y luego de reírse en voz baja continuó justo cuando iba a irme- Pero mira nada más... Que bueno es haberme encontrado contigo, claro que espero que sea la última vez, porque no es grato el verte.

-El sentimiento es mutuo. -Recalque dándole una sonrisa de sarcasmo.

Ahora el ambiente era pesado y me sentia mas incomoda que nunca. ¿Que le pasa a este tipo que tiene que hacerme molestar?

-Ya sé lo que pretendes tú, muchachita, pero mientras yo esté vivo no dejaré que engañes a mi hermano por invidente que sea. Eres una desvergonzada total.

-¿Pero qué...?

Me quedé estática sin entender todo lo que me estaba diciendo, como un reclamo, una amenaza o todo junto de forma grosera y humillante.

El sonrió forzadamente y dio unos pasos más cerca de mi a lo que yo me alejé.

-Pareces ingenua o de esas que no matan ni una mosca, pero que sé como son las de tu raza. -Me apuntó con el dedo- Todas unas sucias y fáciles...

-Mire, a mi me respe... -Lo iba a poner en su sitio pero, el alzó la voz antes.

-¡Mejor que te alejes de mi familia! Si no quieres que te haga la vida mistos. ¡Te repito, que sea la última vez! Ya deja de andar rondandole a mi hermano.

-¿¡Pero qué le pasa, está loco!? ¡Abusador! si apenas lo conozco para que venga y de paso me insulte. Lisandro y yo solo somos amigos y adultos, no necesita que usted ande como su perro guardián cuidandolo. Además -puntualice lentamente- usted no debería meterse conmigo, porque no dejaré que venga a faltarme el respeto.

-Me vale lo que digas, indiecilla. -En ese momento me tomó apretandome del brazo, y forzajeamos- Te repito que te alejes de mi hermano, quien además ya tiene su relación tranquila con Blanca para que vengas tú y lo arruines todo.

-¡Pero qué demonios pasa aquí! -Exclamó una de las señoras que salió de la tienda de zapatos.

Allí el tipo me soltó por fin del brazo y cambió el panorama. -Me disculpo, es que me he altera'o porque esta... merdellona intenta estafar a mi familia. Le advierto que no la deje entrar a su tienda... Quien sabe de lo que es capaz.

-¡Oiga! Ya basta, deje de difamarme. -Enfurecida le reclame y luego voltee a ver a la señora de la tienda- Señora, fue él quien se metió conmigo y ni lo conozco, yo soy trabajadora de la empresa Tier1. -Inmediatamente le mostré mi carnet.

Ella se cruzó de brazos, parecía creerle más a su paisano que a mí. -Ya váyase, y no la quiero por aquí.

Claramente era notoria la diferencia de acento.

El empezó a reírse.

-Okay, olvidé que aquí no importa la verdad ni los valores. -Conclui siguiendo mi camino, alterada, con los nervios disparados y ganas de llorar de la impotencia.

Veo el tipo seguirme y me volteo de golpe.

-Lárgate o llamo a la policía. -Añadi apretando mis manos para tratar de controlarme y no explotar.

-Mira, olvidé decirte... Si te vuelvo a ve' cerca de los míos, te juro que te mandaré de regreso a tu país de mierda. -Me dijo en susurros, casi en gruñidos y con tanta repulsión, que, aún sabiendo que mi país estaba hecho estragos con esa manera en que lo dijo sonaba con tanto odio y discriminación que no lo podía tolerar.

Se volteó y se fue a su auto el cual estaba al otro lado de la calle.

Las personas me quedaron viendo de arriba abajo a cuasa del espectáculo que el tipo ese había causado, pero ahora yo estaba totalmente descontrolada y sumergida en el alboroto de mis pensamientos y una confusión bastante inestable.

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