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Capítulo XXII

Cosas de cosas que me suceden a mí.

Es que mi vida es como una comedia trágica, algo así, lo juro.

En fin, no tuve más opción que seguir ayudando a la señora Ana quien estaba atareada hasta más no poder; no sé porqué razón habían tantos clientes, sin contar los alumnos de Lisandro.

De aquí para allá, de allá para acá.

"Hey, flaca, por aquí" "Mesera, otro de estos, por favor" "Flaca, ¿el baño?" "Illa, la cuenta".

Me tenían con las pilas bien puestas, o sea, no podía pararme a tomar un vaso de agua. Increíblemente se iban unos y llegaban más...

—¿Por qué hay tantos clientes? —Como podía le susurraba a la señora Ana.

—Que estamos en promoción, además que hoy la mayoría de los cafés y restaurantes cierran. Es cuando yo aprovecho más... —Me dió un guiño muy agitada y se fue a la caja.

De pronto escucho como me llaman desde el lugar donde está Lisandro reunido con sus alumnos.

—¡Illa, a por aquí, necesitamos una orden! —Indica la mujer de grandes atributos que coqueteaba con Lisandro.

Me preguntaba si el sabría que yo estaba en el sitio trabajando como mesera, porque la señora Ana poco me llamaba por mi nombre, solamente decía "querida" Y en un tono no tan elevado; él concentrado en sus clases no creo que haya escuchado eso.

Me fui hasta donde la chica que me había llamado, quien se veía más felina de cerca. Una total felina.

No dije nada, simplemente me puse lista para anotar el pedido.

—Va, que queremos unos platos de sopeao, que son la especialidad de Ana, nuestros favoritos, y también [...]

Ella hizo el pedido, y al terminar de darlo simplemente le dije "Enseguida", deseaba que Lisandro no se diera cuenta de mi presencia ahí, pero ni yo me lo creo porque la señora Ana en cualquier momento me podría delatar.

Me di la vuelta y fui a ayudar a Ana con la preparación. De vez en cuando mi vista curiosa se desviaba hacia el grupo de alumnos y donde el profesor no paraba de reírse con la chica de grandes pechos.

«Ay si, mirenlo, diciéndome que no tenía pareja, que esto y lo otro, y allí está risueño con la pierna de la pechugona encima de la de él. Y casi que le pega a la cara sus...»

—Querida, que el cliente te está llamando. —Me avisó la señora Ana señalandome al señor, haciendo que volviera mi atención, aunque no dejaba de verlos y eso me causaba molestia.

«¿Por qué me dijo que no tenía novia? Es que seguramente ella lo es. La señora Ana ni me ha dicho nada, y tampoco ha dicho nada de eso... Los ve así y le parece normal porque probablemente ya la conoce como su novia. Seguramente lo son...»

Mi mente estaba tratando de comprender porqué Lisandro no quiso decirme nada al respecto... —Pss. —Dejé salir aire de mi boca en modo de desagrado.

El señor a quien atendía me dio una mirada observadora y muy seria.

—Disculpe, me quedé pensando en otra cosa. ¿Usted que me decía?

Entonces oigo a la señora Ana exclamarme algo.

—¡Ya vuelvo, querida, debo ir a atender un asunto importante!

Asenti pero al regresar la mirada... Me conseguí con toda la gente esperando por mi. «Como dirían... ¡Mi arma! Lo que me tocó»

—¿Entonces piensas atenderme o te va' a quedar como tonta ahí para' pensando en que se yo? —el señor desde su asiento me reclamó en tono muy demandante y áspero.

—Discúlpeme, se me pasó... Pero, ya puede pedirme lo...

—Ana es quien sabe, tu no sabes na'. Ya déjame, que se vienen y que a trabajar pero son unos mediocres. —Expresó irónicamente.

—¿Perdón? —Estupefacta quedé cuando lo escuché decir todo eso, y su tono empezaba a elevarse—. No creo que ese sea el tono para...

Sin terminar de hablar, el sujeto se alteró más.

—¡Que ya no quiero que me atiendas tú, déjame, vete! —palmeó fuertemente la mesa haciéndola sonar— Deberías de volverte a tu país, que aquí solo haces el ridículo, illa... ¿Creiste que no me daría cuenta de donde vienes? ¡Jah! Miarma pero que...

Abro mi boca tomando una bocanada de aire para hacerme defender, pero escucho a alguien detrás de mi hablar primero.

—Usted debería de hacer silencio porque primeramente está en un lugar público y los demás no vienen a escucharlo a usted. Segundo, debe de respetar a la muchacha que solo trata de asistirlo lo mejor que puede. No sea grosero y respete. Porque si sigue con los escándalos no tendré otra opción que llamar a seguridad y hacerlo salir.

Cada palabra la soltaba con ímpetu de su boca. El lugar estaba en total silencio presenciando aquel espectáculo que recién había formado este señor tan grosero. Todos estaban sorprendidos viendo la reacción de él, viéndome a mí y ahora a Lisandro quien estaba detrás muy serio sujetando su bastón.
La manera en la que se hizo notar... Nunca lo había visto hablar en ese tono tan serio y molesto, hasta a mi me sorprendió y no me lo esperaba.

—Disculpeme... —Dije sin pensar. Solo me sentía avergonzada por lo que acababa de pasar y en cierto modo culpable por no estar atenta y andar pensando en la pechugona y Lisandro.

—Tu no tienes nada que disculparte. Es el quien actuó groseramente, insultandote por tu nacionalidad y por tu servicio.

—¡Lisandro! No sabía que estabas aqui... —agregó el señor asombrado y evidentemente apenado— Yo solo...

—¡Que debe disculparse con la señorita! ——Inquirió sin dejarlo terminar.

El señor estaba viendo hacia todos lados excepto a mi, no quería hacerlo, hasta que se dignó.

—Pues me disculpo. Pero, tú tienes la culpa por andar de despistada.

—Espero que no se vuelva a repetir. Y me disculpo con todos los demás presentes. —Concluyó Lisandro. Este se dió la vuelta y se fué nuevamente con sus alumnos.

Al pasar unos minutos ya la mayor parte se había retirado e incluso los alumnos de el, excepto la pechugona.

«Ya, Hedel. Por andar de entrometida fue que te surgió el problema, deja a esos otros dos tranquilos que si no te dijo el tendrá sus razones, igual solo son amigos, nada más, tampoco te debe explicaciones».

Pero, es que ni autoengañarme podía.

Cuando se fueron todos, quedé limpiando y organizando las mesas y demás...

Lisandro se despidió de aquella mujer, por fin.

—Hasta que se fué, llevaba como dos horas despidiéndose, jah. —Murmuré para mi misma. Viendo un poco escondida como ella lo abrazó antes de irse más de lo normal.

Tomé la escoba y comencé a barrer, me di cuenta que él venía otra vez porque la puerta la cerró.

—Vaya día... ¡Entonces, cuéntame! ¿Como es eso que estás ayudando a mamá? —Me dijo caminando hacia su lugar de reunión con los alumnos.

—Eh... Lisandro, quería agradecerte por lo de hace rato con el señor. Y me disculpo...

El empezó a reírse y me dejó a mi en blanco.

—¿De qué te ríes?

—Es que definitivamente el apodo te encaja como anillo al dedo. Eres muy escándalosa —haciendo un ademán—, no tienes que disculparte nada, el grosero fue ese sujeto que parece que no entendió nada de los valores y de educación.

—De todos modos, gracias por intervenir. —Dije sin más y seguí limpiando.

—No iba a permitir que siguiera siendo tan grosero contigo. Pero no me has respondido. ¿Cómo es que estás trabajando aquí? Habíamos quedado en salir, si empiezas en este lugar ya no podrás salir conmigo...

Apreté los dientes porque quería reclamarle del porqué la necesidad de mentir, pero sonaría muy inoportuno de mi parte.

—Escandalosa... ¿Por qué estás tan callada? Se que estas aquí, estás limpiando. Que igual me di cuenta cuando Blanca te pidió la orden y me ignoraste... Que grosero de tu parte, eh.

«¿Blanca? Así se llama... »

—Hedel...

—¿Ah?

—¿Me estas ignorando?

Saqué mi teléfono rápidamente como si el me viese. —No, solo contestaba unos mensajes en el teléfono.

—Claro. No sé si son ideas mías o estás muy rara tu. —Él comenzó a recoger sus cosas y guardarlas en sus estuches.

—Que no, estoy normal. Y ya déjame limpiar, me interrumpes.

Lo escuché soltar una risa. —Suenas molesta tu. Bueno, la mayoria de las veces que nos encontramos andas obstinada, pero casualmente siempre es solo conmigo.
Porque a los demás los tratas bien.

—Ya déjate de tonterías. Y por cierto, me habías dicho que no tenias novia, es muy guapa, la verdad. No se porqué me lo ocultaste.

«Es que tu no te puedes callar nada, salía, entrepida, inoportuna ¡e imprudente!» Mi subconsciente me estaba insultando por haber dicho lo que no quería.

¿Reclamarle a Lisandro? No, pero que estupidez.

Las carcajadas comenzaron a salir de su boca en gran manera, como si hubiese contado el mejor chiste del mundo.

—Pero ¿qué? ¿Novia? ¿¡Novia dijiste!?

Risas, risas y más risas.

—Okay, pero no entiendo el chiste. —Replique seria y algo fastidiada.

—Uy Hedel, suenas celosa.

"Suenas celosa" Dijo él, dijo con ese acento como si todo tuviese "s" o "z", pero era el acento que me gustaba y más en ese tono de voz tan acorde.

Esta vez fui yo quien se echó a reír exageradamente viéndose acorralada.

—Déjate de tonterías. Lo digo porque me habías dicho que no tenias pareja pero es más que evidente que esa chica y tu, bueno parecen novios.

—Claro, claro. Pero déjame decirte que Blanca es solo una amiga y alumna, nada de novios , que va.

—Vaya amistad... —Solté en tono bajo y me volví a insultar a mi misma por no saber callarme.

Él sonreía y parecía divertirse conmigo.

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