Capítulo 17
Eran las cuatro y cuarenta de la madrugada cuando Samuel escuchó un pequeño ruido por el pasillo, las ruedas de una maleta de viaje. Emma debía estar por irse hacia Hopefield. La noche anterior, Lucas le dijo que su hermana tendría que marcharse muy temprano por su culpa.
Las palabras y frialdad del castaño ante la situación pasada no lo dejaron dormir bien, se había despertado una gran cantidad de veces y tuvo tiempo para pensar en sus equivocaciones.
La frustración lo orilló a renunciar a su trabajo, a renunciar a Lucas; aquellas palabras no eran más que reflejo de su disgusto, y pese al sufrimiento que le causaba saber que para Lucas él no significaba gran cosa, no podía dejarlo solo, no podía abandonarlo.
Se levantó de la cama, y, después de cubrir sus pies del frío, salió de la habitación para encontrarse con Emma en la sala. La joven acariciaba a Salem cuando vio a Samuel acercarse a ella.
—Lo lamento, ¿te desperté?
—Estaba despierto. Yo quería disculparme por haber llegado tan tarde ayer. Perdón —pero Emma negó varias veces.
—No te culpo. Necesitabas tiempo, aún lo necesitas. Los escuché hablando anoche, pero no quise interrumpir así que volví a la habitación —Samuel se sintió más apenado aún—. Eres de las pocas personas en las que confío para cuidar de mi hermano, te has convertido en un gran apoyo para mí y para Lucas, aunque él no lo diga. Sé que quieres seguir estudiando, y que yo te pida que te quedes es egoísta, así que lo dejo en tus manos.
La tomó de ambas manos.
—Yo quiero quedarme, quiero vivir con ustedes, quiero estar con Lucas, pero también necesito decidir qué hacer con mi vida. Quedarme aquí solo disgustará más a tu hermano, y no puedo soportar su rechazo.
—Oh, cariño. Conozco esa mirada, me recuerdas a mí. Gracias por amar a mi hermano —se soltó para llevar una de sus manos hacia sus cabellos, que tocó en un gesto afable. Samuel sonrió tocado por sus palabras, estaba tan agradecido con ella, a Emma no le disgustaban sus sentimientos por Lucas—. Tómate unos días para pensarlo, y si decides no volver, no te preocupes. Estaremos bien.
Samuel asintió.
Unos días para ordenar su mente, el tiempo suficiente para aceptar que sus sentimientos hacia Lucas jamás serían correspondidos, eso es lo que necesitaba, y si podía aceptar ese hecho, podría volver con ellos y superarlo.
—Llamé a Brandon hace un momento. Se estará quedando con Lucas los próximos días.
—Pero, ¿qué pasará cuando Brandon se vaya a trabajar?
—Bran siempre trabaja demasiado, entre el hospital y la enseñanza, tiene derecho a vacaciones y puede pedir esos días cuando él quiera. Lucas estará bien, no te preocupes.
—Es un alivio.
Emma tomó su maleta y su bolso para caminar hacia la entrada.
—¿Quieres que te acompañe a la estación?
—No, no, estoy bien. Brandon llegará a eso de las ocho. Le dije que usara mi habitación mientras tanto. Al principio no quería, pero no puede estar durmiendo en el sofá con Salem —dio un suspiro—. Tómate los días que necesites, ¿sí?
La chica se despidió antes de irse. Cuando Samuel estuvo solo pensó que lo mejor que podía hacer ahora era hacer su maleta.
Quería quedarse, pero también necesitaba desesperadamente un escape, y en lo único que pensó en ese momento fue en ver a su familia.
Le hubiera encantado que Lucas lo acompañara, sería genial poder compartir con él parte de su vida, aunque dudaba si el castaño sería capaz de apreciarlo.
—Te gusta fantasear, Styles. Lucas solo te quiere lejos.
Aferrándose a esa pizca de decisión que brotó en su ser, regresó a su recámara para comenzar a guardar sus pertenencias en una pequeña maleta de viaje.
Regresaría a Hopefield a visitar a su familia, tendría que ser muy cuidadoso para no encontrarse con Emma ahí, no quería que se diera cuenta de que él era el hijo de la mujer que le había prestado una casa donde vivir, y, sobre todo, que su padre era una persona influyente en ese lugar, pues si el señor Styles se enteraba de que trabajaba para ella, era probable que hiciera algo al respecto para remediarlo.
[...]
Cuando abrió sus ojos no recibió más que oscuridad, una oscuridad mezclada con las últimas palabras que Samuel Styles le había dicho horas atrás, “Si eso quieres, eso haré”.
No, eso no era lo que él quería, una parte de su turbación se lo decía a gritos, había sido un completo imbécil, así de sencillo.
Antes de que Samuel llegara al departamento solía pelear con frecuencia con su hermana, pensaba repetidas veces en el suicidio, lo había intentado en algunas ocasiones y aquellas cicatrices eran testigo de ello, pero después de que él llegara no había pensado más que en melodías, canciones en su mente que convertía en tonos que viajaban por sus dedos hacía las notas de su teclado.
Sam se había convertido en su amigo, y que ese amigo lo quisiera no le incomodaba en lo absoluto.
Oh, sí, lo había escuchado decirlo aquel día.
“... todavía me cuesta asimilarlo, pero es así. Me gusta mucho Lucas. El problema es que a él no le gustan los chicos, ni siquiera tengo oportunidad, no soy una chica”.
Su voz se mantenía fresca en su memoria. Se preocupó cuando escuchó un grito en su habitación y fue corriendo para saber si le había pasado algo, pero lo escuchó hablando con su amigo. Lucas decidió no intervenir y hacer como si nada hubiera pasado, como si nunca lo hubiera escuchado.
Después de aquello pasó mucho tiempo solo, evadía a Samuel e intentaba no mantener pláticas con él, cosa que terminó por fastidiarlo.
Al final lo aceptó y le hizo saber que había momentos en los que prefería estar solo, soledad que lo ayudó a asimilarlo, toleró el hecho de que le gustara a un chico.
¿Por qué no podía aceptar lo mismo viniendo de Brandon?
—Demonios.
Sabía que, si no lo hacía en ese momento, no tendría otra oportunidad el resto del día. Se levantó de la cama y se puso el primer suéter holgado que encontró en su closet.
Cuando supo que estaba frente a su puerta, acarició la madera unos segundos y se armó de valor para tocarla en tres golpecitos leves.
—Samuel, soy yo, ¿puedo pasar? —esta vez decidió esperar, sus pies descalzos se frotaban unos a otros a causa de su inquietud. Volvió a tocar— ¿Samuel?
Giró el pomo de la puerta y la empujó. Solo hubo silencio, nada más que eso, ni siquiera un almohadazo en su cara o groserías justificadas, nada. Entonces pensó que quizás seguía durmiendo.
—¿Risitas? —se acercó al colchón y palpó el edredón dándose cuenta de que la cama estaba hecha. Apretó la tela—. Se fue.
Tragó saliva con pesadumbre. Sabía que Emma se había ido temprano, ella se lo comentó por la noche, pero ¿qué con Samuel? Lucas no sabía qué hacer, Sam no estaba y era toda su culpa.
—¡Estoy en casa! —la voz de Brandon lo devolvió a la realidad— ¿Lucas?, ¿estás despierto?
Escuchó el ruido de sus zapatos, viajar desde la entrada hacia el pasillo, luego el ruido cesó, para después saber que esos mismos pasos se habían detenido detrás de él.
—¿Tienes hambre?
—¿A dónde se fue? —preguntó.
Brandon sabía que no se refería a Emma. Lucas pocas veces mostraba preocupación por alguien, pues no tenía amigos por quienes hacerlo, pero justo ahora sus ojos perdidos reflejaban una inquietud que hacía tiempo no veía.
—No lo sé. Me lo encontré abajo, creo que me estaba esperando —Lucas dio algunos pasos antes de chocar con Brandon—. Ya se fue, lo vi tomar un taxi.
—Con su amigo Thomas.
Lucas salió de la habitación, necesitaba hablarle a River y preguntarle dónde vivía Thomas. No era momento para dar paso a su soberbia, necesitaba arreglar todos sus errores.
[...]
Sonrió al observar el cielo azul y las montañas cercanas cubiertas de nieve. El invierno terminaría dentro de un mes, le alegraba volver a Hopefield en esa época del año, era frío pero maravilloso.
Pagó un taxi para que lo llevara hacia la casa de su familia, que estaba a la orilla del pueblo, cerca de la montaña.
Los campos estaban cubiertos de nieve, no había cultivos por el momento. Los animales estaban resguardados en los establos y solo algunas personas se veían por los caminos.
Se acomodó el gorro en su cabeza y frotó sus mejillas con sus guantes rosados. Su nariz estaba helada y podía apostar qué roja, pero nada le alegraba más que estar de vuelta, al menos por unos días antes de decidir qué es lo que haría a partir de ahora.
El auto estacionó en una bonita casa al pie de la montaña. Por un lado, se extendía un enorme bosque con grandes árboles, y por el otro, un gran terreno con decenas y decenas de invernaderos, tanto de plantas para el consumo humano, plantas decorativas, como de árboles que su padre solía sembrar en los bosques para su reforestación.
—Su padre ha estado trabajando duro. El invierno ha sido severo.
Eran pocas las personas que no conocían a Samuel Styles. Ser el hijo de un Styles que aportaba tanto a la comunidad era un foco de atención, excepto para Evan.
—Siempre habla de usted y lo bien que lo está haciendo en la Universidad.
Samuel lo sintió por su padre, él pudo haber estado orgulloso de saber que seguía sus pasos, pero, aunque quería esas tierras tanto como su vida, no sentía que fuera algo para él. Amaba la pintura, y ese mismo paisaje que se ampliaba ante sus ojos había sido significativo para decidirse a plasmar en lienzos la esencia de los colores de la vida.
—Me alegró verlo —el taxi estacionó frente a una bonita y sencilla casa de campo.
—Gracias.
Después de bajar la maleta y despedirse del taxista, Samuel caminó hacia la puerta, sus botas de nieve dejaban huellas curiosas y le costaba transportar su valija entre el camino de nieve.
Una visión de él mismo dejando el camino libre con una pala para nieve llegó a su memoria, ahora su padre era quien debía ocuparse de eso.
—Bajaré al pueblo, vuelvo en veinte minutos —escuchó una voz desde adentro, después vio salir a su hermana Noelle con una lista de compras— ¿Samuel?
—Hola.
Su hermana se acercó y le dio un fuerte abrazo que casi lo hizo caer. Sonrió y respondió a su entusiasmo, devolviéndolo con la misma fuerza. Cuánto había extrañado a su hermana.
—Samuel, ¿qué haces aquí? No es que no me alegre verte, pero me sorprende, ¿por qué no nos avisaste? Hubiera ido a recogerte a la estación —le dijo una vez que deshizo el abrazo.
—Fue una decisión repentina.
—Difícilmente hablas con mamá, ha estado muy preocupada, ¿cómo has podido sobrevivir sin dinero? Papá canceló tu tarjeta pensando que así volverías.
—Sé trabajar, puedo sostenerme por mi cuenta. —Sam observó hacia la entrada, la puerta permanecía abierta.
—Pasa, te congelarás aquí afuera.
Dejó la valija cerca de la escalera. Vio a su madre secar los platos en la cocina, la escuchó preguntarle a su hermana si se le había olvidado la lista cuando sus ojos lo encontraron. Su mamá casi deja caer el plato al suelo, lucía tan sorprendida que por un momento pensó que no volvería a hablar.
—¿Samuel? ¿De verdad estás aquí?
—Hola, mamá. Te extrañé.
—Querido, yo también —el abrazo de su madre lo llenó de emociones y se permitió liberar algunas lágrimas—. Volviste.
—Perdón por no visitarlos antes. Tenía miedo de lo que pudiera decir papá.
—Eres su hijo, nada cambiará eso —su madre le dio un beso en la mejilla—. Me alegra que estés de regreso —le dio un beso más que lo hizo sonreír—. Anda, ve a dejar tus cosas y acompaña a tu hermana por las compras. Le prepararemos a papá una rica comida.
Luego de aquel encuentro, su hermana lo acompañó hasta su habitación donde dejó la maleta sobre la cama.
Al preguntar por su padre supo que este se encontraba trabajando en los invernaderos y que no volvería hasta la hora de la comida. Decidió entonces acompañar a su hermana al pueblo y ayudarle con la lista de compras mientras esperaba para reunirse con su papá, deseando no discutir debido a las decisiones que había tomado para recuperar el control de su vida.
—¿Me dirás ahora qué fue lo que pasó? —dijo Noelle cruzada de brazos—. No se trata de dinero, tampoco de la universidad, si hubiese sido así, te tendríamos desde mucho tiempo atrás.
Noelle era muy perceptiva, lo conocía muy bien, ¿para qué ocultarlo?
—Hay una persona.
—Eh, eh, continúa —dijo con interés y un cierto tono de burla.
—Me gusta, pero a él no parezco gustarle. Después de todo sigo cometiendo los mismos errores —su hermana se acercó y pasó su brazo por sus hombros.
—Evan Clark huele a heterosexualidad, hermanito, me alegra que te hayas dado cuenta —unió sus cabezas—. Ahora tengo curiosidad.
—Da igual. No pasará.
—¿Ya se lo dijiste?
—No.
—Entonces no pasará. Ábrete a las posibilidades, puede que estés equivocado.
—Créeme que no.
[...]
Despertó, ¿por qué justo había recordado eso? El beso que alguna vez le dio Samuel volvía a su memoria, la conversación que habían tenido y como lo sorprendió, acercando aquellos labios finos con un curioso sabor dulce.
Se mordió el labio inferior al grado de lastimarse, besarse con Sam no fue siquiera desagradable, y por primera vez, desde entonces, se había detenido a pensar en ello.
Esa misma mañana había exigido a River que le dijera dónde vivía Thomas Parker. Luego pidió a Brandon que lo llevara para pedirle a Samuel que volviera, disculparse las veces que fuera necesario para que no renunciara y regresara con él, pero Thom no estaba en su apartamento, fue Oliver quien finalmente dijo que Samuel no había ido ahí, en realidad sus amigos no sabían nada. Samuel se había marchado sin decirle nada a nadie.
Después de los intentos fallidos de su amigo por contactarlo, desistió y volvió al departamento para encerrarse en su habitación.
Se quedó dormido después de tomar una pastilla para aliviar su dolor de cabeza, y había despertado con el recuerdo del roce de sus labios. Patético.
Palpó en su buró hasta encontrar los auriculares. Subió el volumen al máximo y cerró sus ojos reproduciendo una canción al azar.
“...I never meant to hurt you,
we never meant for it to mean this much...”
Nadie sabe lo que quiere hasta que lo pierde, bien, eso era jodidamente cierto.
Pero los imbéciles se dan cuenta demasiado tarde, de lo contrario habría menos imbéciles en el mundo, y pocos corazones rotos.
Samuel era una de las pocas personas con las cuales había sido él mismo otra vez. Pudieron conversar, bromear e incluso pelear como si fueran dos niños pequeños, sí, bajó la guardia, había caído completamente por Samuel Styles.
Total, e irremediablemente.
Se preguntó entonces cómo no había escuchado a su corazón latir así de intenso, ¿Sam en algún momento lo había oído?
“I tried to hide, but I still believe
we, that we were always meant to be...”
—Me atrapaste, risitas. Tienes que volver y darme la oportunidad de disculparme.
Cuando escuchó los tres golpes a su puerta, la música había terminado. Brandon se permitió entrar con dos desechables de comida.
—Compré comida para los dos.
—No tengo hambre.
—Tienes que comer, ni siquiera desayunaste.
—No quiero. Déjame solo.
Brandon sostuvo la mano de Lucas esperando brindarle algo de consuelo, pero el castaño la apartó casi de inmediato.
Entendía los sentimientos de Bran, pero él no podía sentir más que amistad y agradecimiento. Tenía que decírselo, de lo contrario seguiría aferrado a algo imposible.
—Bran, llévame a Hopefield.
—¿A Hopefield?, ¿con Emma?
—Creo que Samuel está allí. Sus padres viven allí, me habló muchas veces de ese pueblo. Si puedo encontrarlo le pediré que regrese.
—No. Samuel se fue porque se sentía cansado, tienes que darle tiempo de pensar en qué es lo mejor para él. Debe tomar una decisión, no puedes ser tan egoísta y obligarlo a elegir entre tú y su futuro.
—No haré nada estúpido. Dejaré que vaya a la Universidad. Lo esperaré.
—¿Y piensas que crea eso?, ¿por qué lo harías?
—Porque me gusta —confesó—. Me gusta Samuel.
Brandon permaneció por un momento callado. Algo dentro le decía que era verdad.
Sospechaba de Samuel, siempre fue demasiado obvio, lo observaba demasiado, pero de Lucas tuvo sus dudas. Comenzó a gustarle cuando ya había perdido la visión, se vio preocupado por su situación, buscando maneras de aliviar su dolor, pero el castaño nunca mostró interés, y él tampoco dijo nada. Se conformó con eso.
Pero, cuando Samuel entró a sus vidas, descubrió que Lucas volvía a recuperar su espíritu. Tenía claro que se debía a ese joven, y decidió apoyarlo.
Conforme el tiempo pasaba se dio cuenta de que ese chico que tanto odiaba la vida le gustaba más ahora, y todo gracias a otra persona, a quien ahora veía como su rival.
—No lo haré. No voy a llevarte.
Dejó el plato con comida sobre el colchón frente a Lucas y salió de la habitación llevándose el suyo. Él lo sabía, también se estaba comportando de manera egoísta, pero no podía dejar de sentirse así.
Samuel le estaba quitando a la persona más importante de su vida, él había estado desde mucho antes, él lo había consolado, había curado sus heridas, ¿por qué tenía que ser otro al que quisiera?
—Bran... —Lucas lo había seguido hasta la cocina.
—Que no, entiéndelo.
—Perdón. No quiero que estemos mal. No quiero que sufras por esto. Yo... no lo sé, todavía me cuesta asimilarlo, pero es así, vuelvo a querer a alguien y esta vez voy a cuidarlo —suspiró—. Hombre, ni siquiera sé qué hacer. Jamás me había gustado... ya sabes, un chico. Y ahora solo pienso en besarlo.
—Gracias, pero agradecería que te ahorraras los comentarios. Aun así, no voy a llevarte. Si a él también le importas, regresará —hubo un corto silencio—. Ahora que has confesado que no atentarás más con tu vida, volveré a trabajar esta noche.
—Puedes ir tranquilo.
Lucas dio dos pasos de vuelta a su habitación, pero fue detenido por Brandon, quien había tomado su brazo.
Pensó que diría algo más, sentía su mano aferrarse a él como si estuviera a punto de perderlo para siempre; al final lo soltó y se alejó de él tomando su bata blanca del perchero y saliendo del departamento.
Regresó a su cuarto, y por primera vez, sin esperar a que se lo dijeran, puso sus calcetines.
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