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Capítulo 10

Samuel no quiso indagar mucho en aquella respuesta dada por Lucas, y tampoco le preguntó a Emma, quien finalmente se marchó el domingo de vuelta a Hopefield donde trabajaría el 24 y regresaría ese mismo lunes por la tarde para celebrar navidad con ello.

Lucas se mantuvo más distante que de costumbre, tomó sus comidas en su habitación y pasó su tiempo en compañía de las notas de su teclado, melodías bastante tristes para una celebración tan importante como la navidad.

Ese lunes, Samuel ya se encontraba enfrascado con los preparativos para la cena. Brandon los acompañaría esa noche después de volver de su turno en el hospital y Emma volvería a eso de las seis de la tarde. Estaba solo en eso, Lucas no se había manifestado luego del desayuno, y aunque eran pocas personas quienes comerían en la cena de navidad, se sentía presionado, pues nunca había hecho eso solo.

Cuando sacaba el pastel del horno escuchó el timbre sonar dos veces. Sam se apresuró a abrir encontrando del otro lado a River.

No otra vez...

Samuel miró rápidamente hacia el pasillo esperando que Lucas no apareciera en cualquier momento.

—Hola, River, ¿en qué puedo ayudarte?

—No me quedaré mucho tiempo, Samuel. Celebraré navidad con mis amigos y me están esperando afuera. Yo quiero pedirte un favor, cada año compro un obsequio para Lucas en modo de disculpa, él jamás los acepta, pero me gustaría que tú pudieras dárselo, no le digas quién lo envía, solo eso. Por favor.

River parecía realmente arrepentido, y se sentía mal por él. Entendía que Lucas no quisiera hablarle, pero no podían seguir así.

—Antes de que cometiera aquel grave error, Lucas y yo éramos amigos. Pero cometí la tontería de fijarme en su novia, no me di cuenta de la clase de persona que era, y al igual que Lucas, caí en su juego —comentó sin dejar de mirar el paquetito en sus manos—. No puedo cambiar el pasado, pero intento recuperar las amistades que perdí, a Emma y a Lucas.

Samuel tomó el paquete de sus manos, después asintió no muy convencido.

—Está bien, no le diré que es de tu parte.

—Gracias, Samuel. Feliz navidad.

—Feliz navidad, River.

Después de despedirse cerró la puerta. Dio un suspiro y caminó para dejar el paquete sobre su cama. River era sincero, lo había visto, su aura no era turbia ni parecía tener pensamientos negativos o de odio, el regalo para Lucas era una muestra más de arrepentimiento.

—Necesito arreglar todo esto. Lucas no puede seguir aislándose de todos. Haré que recupere su amistad con River, que se inscriba en la Universidad, que salga a la calle sin el temor de pensar que la gente siente lástima; Lucas necesita una vida feliz, y alguien a quien amar —asintió—. Sí, debe confiar en el amor otra vez, pero aquí encerrado no le lloverán mujeres, precisamente. Dime, Evan... ¿Qué puedo hacer?

[...]

Thomas solo había tenido una clase ese día, así que después de regresar de la Universidad se había ofrecido para ayudar a su mamá con la venta de pasteles. Muchas parejas acostumbraban pasar navidad solos, comprar un bonito pastel y disfrutarlo juntos, y personas como él, que no tenían pareja, solía pasar la velada con su familia.

Thom no pudo evitar pensar en lo que estaría haciendo su querido profesor de danza, que aunque no era su maestro, estaba mil veces más al pendiente de lo que hacía en el día, que de sus mismas clases. Muchas veces buscaba inspiración de aquellos nuevos sentimientos, así es como creaba sus canciones y se avergonzaba al pensar qué diría él si se enteraba de que lo tomaba de musa.

Suspiró mientras su vista estaba fija en las lucecillas blancas que adornaban los arreglos de las mesas en la pastelería de su madre. En ese momento la campanilla de la puerta dejó dicho que un nuevo cliente había aparecido. Sin gran importancia le dio la bienvenida solo para sorprenderse después.

Jackson Blake, el profesor de danza estaba justo frente a él con una media sonrisa que estranguló su corazón y su garganta, pues no se creía con la capacidad de hablar en esos momentos.

—Hola, ¿tienes pasteles de vainilla con chocolate? —preguntó el profesor para después pasar su vista a los pasteles de la vitrina.

—Ah...está este, y este de acá —señaló el chico—. El segundo es más suave al paladar y tiene... tiene un hermoso diseño.

—Sí, se ve delicioso —dijo mirándolo directamente a los ojos—. Creo que ese será, ¿puedes darme dos rebanadas?

Thom asintió, comenzó entonces a cortar y guardar con torpeza uno de los pedazos de pastel en una bonita cajita, pero cuando se disponía a guardar el segundo, el profesor lo interrumpió.

—El mío lo comeré aquí.

Thomas lo invitó a sentarse. Para su mala suerte, Jackson eligió la mesa que estaba justo al centro delante de la caja registradora, así como la silla que le permitía verle el rostro de frente.

Dios, ya se sentía bastante nervioso por su presencia como para agregarle más al problema de amores.

Cuando Jack llevó el primer trozo a su boca, Thomas tomó la decisión de girarse y pretender acomodar algunas cosas. No quería comenzar a sudar después de aquello, y luego con ese frío. Mientras su mente se ocupaba en ordenar e ignorar al profesor, este se permitió observarlo con detenimiento.

Él sabía quién era, recordaba a ese torpe chico que había escuchado su conversación con aquella alumna en los pasillos de la Universidad, como de los nervios había dejado caer su guitarra que le dio una pista de cuál era su departamento, que al final resultó ser cierto, estaba en música, sección muy cercana a la suya.

Descubrió su mirada cuando se había agachado para limpiar el vidrio de la vitrina del otro lado. Sonrió casi de manera imperceptible y disfrutó el resto de su pastel.

Thomas Parker era un alumno talentoso, según lo que su misma maestra le dijo cuándo se acercó a preguntar por él, pero muy torpe para otras cosas, como para disimular, lo que lo hacía adorable de cierta manera.

Dio el último bocado y se aproximó a la caja para pagar. Thomas solo se limitó a aceptar el dinero y darle un ticket con su cambio.

—Muchas gracias, que tenga feliz navidad.

—Feliz navidad para ti. —Entonces dejó la cajita con el trozo de pastel sobre la vitrina provocando desconcierto en el contrario—. Un regalo —le guiñó un ojo y abandonó la pastelería.

Después de aquello, Thomas olvidó cómo respirar.

[...]

Samuel decoró el pastel y termino de preparar la cena a las seis con quince minutos. Todavía necesitaba preparar la mesa y bañarse, así que cuando Emma apareció por la puerta se alegró de verla. La chica cargaba con una cajita que Samuel supuso era pan dulce. La joven doctora dejó la caja sobre la mesa y saludó a Samuel con gran alegría.

—No sabes lo agradecida que estoy por esto, Samuel. Eres el mejor, no tenías por qué hacerlo, pero aun así tú...

—Lo hago con gusto, esta es como mi segunda casa después de todo —Emma agradeció una vez más y se ofreció para ayudarlo.

Platicaron por unos minutos mientras acomodaban los platos y cubiertos.

—Ve a bañarte, si quieres. Yo saludaré a Lucas y termino con esto, anda.

Samuel le tomó la palabra y se dispuso a tomar un baño. Mientras dejaba que el agua cayera por su cuerpo no pudo evitar pensar en la invitación de boda, ¿debía entregársela a Emma? Sí, era lo más sensato, pero por alguna razón no quería que Lucas supiera de ella, una noticia así, aunque el castaño ya podía imaginarla en su cabeza, era agregarle más sal a la herida. ¿Para qué abrir viejos recuerdos? Lo mejor era que el castaño no se enterara de nada, total, era algo que tarde o temprano había de pasar. Esperaba que Emma compartiera sus mismos pensamientos.

Después del baño, Samuel se arregló lo mejor que pudo y salió de la habitación justo para encontrarse con Brandon que platicaba con Emma en la cocina.

—Hola, Samuel. Emma me dice que hiciste la cena de esta noche, huele deliciosa —Sam sonrió agradecido— ¿Saldrás más tarde?

—No, me quedaré aquí.

—Es una lástima —dijo Bran para después alejarse de ambos—. Veré a Lucas.

Brandon tocó la puerta de Lucas una vez que estuvo frente a ella. Un claro, “no estoy de humor, risitas” lo hizo reír.

—Soy Brandon, ¿puedo pasar? —Después de obtener su permiso, el chico entró saludándolo con alegría. El regalo en sus manos giraba de un lado a otro esperando ser entregado—. La noche está hermosa, siempre te gustó la nieve y los días así, ¿quieres acompañarme más tarde? Podemos salir por ahí a cantar karaoke como en los viejos tiempos.

—Esos días terminaron, Brandon. Además, estoy seguro de que a Emma le hará más ilusión si la invitas —respondió.

—Podemos ir los tres.

—¿Y Samuel? —dijo de pronto Lucas, recordando la voz del joven en su cabeza.

—Dijo que no quería salir hoy. Pero si lo convenzo podemos ir los cuatro.

—No, me quedaré. Ve con Emma.

Brandon suspiró y asintió con cierta resignación.

—Emma es mi amiga, Lucas ¿Crees que estaría bien ilusionarla cuando no siento nada por ella? —Un silencio se prolongó cuando el castaño no respondió a su pregunta—. Me gusta otra persona, pero eso no pasará así que deposité mi fe en alguien más.

—¿Quién es?

—Creo que eso ya lo sabes.

Lucas volvió a quedarse callado, Brandon sonrió y dejó el regalo en su cama.

—Dejaré mi obsequio en tu cama —luego añadió—. De acuerdo, seremos solo Emma y yo. Feliz navidad, Lucas.

Brandon salió de la habitación dejándolo solo con aquellos pensamientos. Se aproximó a la cama y palpó en ella hasta encontrar el regalo de Bran, el cual sacó de una caja pequeña. Cuando lo hubo abierto adivinó de qué se trataba al sentirlo al tacto. Era un nuevo reproductor de música más moderno y fácil de manejar, sobre todo por su condición. Lo encendió y pronto descubrió que había canciones grabadas en él al escuchar Billie Jean de Michael Jackson.

El aparato casi cae de sus manos al asustarse con el ruido de la puerta ser abierta sin anunciarse.

—Lucas, la cena está servida. Vamos —Samuel miró sus pies descalzos—. Vas a enfermarte y harás que me preocupe.

—¿Por qué lo harías? No pretendas ser mi amigo, porque no es así.

—Vivimos juntos, es normal que me preocupe —escuchó a Samuel ir hacia un lado, después un ruido y luego pisadas otra vez que se detuvieron frente a él—. Ten, calcetines.

Lucas comenzó a ponerlos mientras era observado por Samuel. Su cabello castaño estaba todavía con indicios de humedad, no lo había peinado, así que buscó un peine y se sentó a su lado en un espacio de la cama.

—No te muevas mucho, voy a peinarte.

—No te... —Samuel ya había comenzado con el cepillado.

—Es navidad, relájate —no duró más que unos segundos—. Listo, muy guapo.

—Cállate —Lucas fue quien decidió salir primero de la habitación esperando que Samuel no hiciera otro de sus comentarios.

La cena fue bastante amena, Samuel hablaba mucho y también participaba en las conversaciones con Emma y Brandon, pero Lucas, pese al esfuerzo de Samuel había permanecido callado la mayor parte del tiempo y no entendía por qué, Brandon los acompañaba y su hermana Emma había tenido que hacer el viaje a Hopefield y regresar al siguiente día para poder estar con ellos, ¿qué es lo que le molestaba?

Más tarde, cada uno entregó sus regalos. Emma le dio a Samuel un nuevo celular que el chico aceptó con lágrimas de gratitud. Le encantó. Para su sorpresa, Brandon le regaló a Samuel un juego de brochas de pintura diciendo que Emma le había comentado que le gustaba pintar. Sam agradeció los regalos y entregó los suyos.

—Este es para ti, Lucas —dijo Sam entregándole el regalo en sus manos. Lucas lo tocó y sintió la fina tela entre sus dedos.

—Gracias —se limitó a decir, pero Samuel fue feliz por ello.

—Y este es de mi parte —dijo su hermana, dándole a Lucas un pequeño paquete que el castaño prefirió no abrir frente a todos.

—También tengo algo para ti, Emma. —Comentó el castaño. Samuel le pasó el regalo a Lucas y este se lo entregó a su hermana. Dentro había una linda bolsa de mano y guardada en ella la nota que el chico le pidió escribir para ella.

Emma la encontró y leyó en silencio, luego soltó algunas lágrimas y abrazó a Lucas, fue un momento muy emotivo que hizo sonreír a los dos espectadores. Charlaron por un rato más hasta que los dos doctores anunciaron que saldrían.

—¿En serio no quieren ir? —dijo Emma.

—No, diviértanse. Lucas y yo vamos a ver “Home alone” con palomitas y chocolate caliente.

—¿Ver? —Bufó—. Habla por ti.

—¡Por favor! ¿Quién no ha visto Home alone?

—Sí, pero no quiero. No la recuerdo del todo.

—¡Yo te voy contando! —Gritó con entusiasmo—. Pueden estar tranquilos, estaremos bien.

—De acuerdo, no insistiré —dijo Emma.

—Pasaré a visitarlos cuando pueda. Samuel, cuida bien de él —Le guiñó un ojo y después de abrigarse bien salieron del departamento.

Samuel estaba demasiado feliz, eso podía notarlo su acompañante con tan solo escucharlo reír. Nunca terminaría por entenderlo, ¿qué era tan divertido de pasar navidad con un ciego?

—Buscaré la película y después hago chocolate y palomitas.

—Que te diviertas —Lucas se alejó hacia su recámara. Samuel arrugó el ceño e irrumpió en ella poco después.

—¿Vas a dormirte ya? Aún es temprano.

—Puedes ir con tu novio entonces, en lugar de cuidar de un ciego.

Samuel respiró profundo, ¿qué tenía en contra de Thomas? No era su novio, pero sabía perfectamente que hablaba de él.

—No es mi novio. Y ahora quiero estar contigo —comentó. Luego su vista pasó al paquete que River le había entregado y que Lucas todavía no encontraba, también en el suéter navideño que el castaño había dejado en la cama al momento de entrar en ella—. Quítate la ropa.

La cara de sorpresa de Lucas fue bastante evidente.

—¿Qué dices?

—Quiero ver si te queda bien mi regalo. —Lucas se dio la vuelta dispuesto a ignorar su petición, pero Sam lo haló del brazo y comenzó a desabotonarle la camisa.

—¿Qu...Qué haces?

—No seas llorón —terminó por quitarla del cuerpo y lo obligó a ponerse el suéter navideño que al final lo despeinó.

Samuel sonrió ¡Era perfecto!

—¡Te ves muy bien! —le dijo.

—Ahora el ciego eres tú.

Sam no replicó, pero no estaba mintiendo. Lucas era apuesto, muy apuesto.

—Si no quieres escuchar la película, puedes tocar algo y cantar juntos —sugirió.

Por un momento pensó que diría que no, pero le sorprendió que el castaño caminara hacia su teclado en el escritorio y se sentó esperando que Samuel caminara hasta quedar de pie a su lado.

—¿Y bien? Te sigo —comentó Lucas a la espera de escuchar la voz de Samuel.

Sam mordió su labio, había escuchado la voz de Lucas antes, era poderosa y armoniosa, ¿por qué se molestaba en escuchar la suya? Decidido a continuar, suspiró para comenzar una tranquila melodía.

I'm gonna pick up the pieces, and build a Lego house —Lucas sonrió reconociendo la canción y comenzó a tocar siguiendo su voz—. If things go wrong we can knock it down. My three words have two meanings, there's one thing on my mind, It's all for you...

And it's dark in a cold December, but I've got you to keep me warm...

And if you're broken I'll mend you, and keep you sheltered from the storm, that's raging on now.

Samuel se permitió ver el rostro de Lucas antes de continuar cantando, y estuvo feliz, se estaba divirtiendo.

I'm out of touch, I'm out of love, I'll pick you up when you're getting down, and out of all these things I've done, I think I love you better now. I'm out of sight, I'm out of mind, I'll do it all for you in time, and out of all these things I've done, I think I love you better now...

Lucas se dejó llevar por la voz de Samuel. Tenía bastante tiempo que no cantaba al lado de otra persona de esa manera, la anterior no contaba por qué estaba algo borracho y no recordaba del todo; la última vez había sido en la escuela, poco antes de que perdiera su vista y dejara de asistir, así que el sentimiento y tener de vuelta al chico que una vez fue cubrió por completo su ser, al menos hasta terminar la canción.

I'm out of touch, I'm out of love, I'll pick you up when you're getting down, and out of all these things I've done, I will love you better now —terminó Samuel, y tenía una sonrisa tan grande que se ensanchó más cuando miró al castaño, que en ese momento mantenía los ojos cerrados todavía con las manos sobre el teclado.

Esa canción era como su regalo. Era dar un brinco gigante hacia la oscuridad donde Lucas se mantenía oculto, y él, él era su luz.

—Voy a protegerte, Lucas, porque te considero mi amigo ahora, aunque odies la idea —le susurró y segundos después, salió de la habitación.

Caminó hacia su recámara, y cuando estuvo solo cerró la puerta de la misma recargándose en ella. Cerró sus ojos y puso ambas manos en su pecho.

"I think I love you better now".

¿Por qué su corazón se sentía tan agitado?









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