C.C.S lunes 8 de mayo de 1978
Durante varias semana no he hablado con casi nadie. Sé que está mal, pero me he hecho amigo de cosas que trato como personas: Me paso horas trabajando con Fred, el microscopio profesional usado que mi padre compró en la subasta de la escuela.
Por las noches leo poemas y los memorizo con la intención de declamar algún día frente a toda la escuela. De esa manera llamaré la atención de Hope y, si es sensible, como supongo, detectará que no soy un pervertido sexual.

Se celebraba el final de fin de curso. Padres, maestros y estudiantes se reunieron en la plaza cívica del colegio a presenciar la función.

Repasó el poema con verdadera zozobra. Estaba nervioso. Respiró hondo, luchando contra el pánico de salir a escena.

Faltaban 10 minutos para que comenzara el espectáculo.

Vio a lo lejos a su príncipe acompañado de un grupo de amigos. Bajó del estado y se dirigió hacia él. Caminó despacio, pero decidido.

-¡Hope!

Él giró la cabeza al reconocer el nombre y miró al joven que se acercaba. Luego decidió ignorarlo. Taehyung dudó un segundo. Aunque supuso que sería rechazado de nuevo, insistió.

-Espérame por favor. Quiero decirte algo.

-No me llamo Hoped y ¡Déjame en paz!

-Necesito aclarar lo que te han dicho de mí. Te mintieron.

-¡Sólo desaparécete de mi vista! ¿Quieres?

Un tipo alto y robusto se adelantó dos pasos y se plantó al lado del chico.

-¿Oíste? Déjalo en paz.

-Dentro de unos minutos voy a... voy a recitar un poema para ti.

-No me interesa -y se dió la vuelta para alejarse.

-¡Un momento! -le gritó sintiendo que la ira producida por ser tratado injustamente lo sacaba de sí-. ¿Por qué me hablas de esa forma? Ni siquiera sabes lo que ocurrió de verdad aquel día.

El chico, ya de espaldas, se detuvo un instante al escuchar el reclamo, pero al fin decidió ignorar al pretendiente y continuó caminando. Sus acompañantes lo siguieron. Sólo el tipo corpulento permaneció frente a Taehyung.

-Me han dicho que has estado molestándolo y supongo que eres una persona inteligente.

-Supongo que tú también lo eres.

-Entonces podemos hablar como la gente. Yo no sé cuáles sean tus intenciones, pero no quiero que te acerques a ese muchacho, ¿de acuerdo? A pocos he tenido que repetirles eso más de una vez y creéme que esos pocos lo han lamentado.

-¿Ah, sí? ¿Y piensas que no tengo manos para defenderme? -explotó- ¿Quién te crees? ¿En qué época supones que vives? ¡Yo me acercaré a quien me dé la gana!

El guardaespaldas del chico lo sujetó con fuerza del suéter para después empujarlo. Taehyung trastabilló y estuvo a punto de caer.

-Estás advertido -susurró.

-¡Púdrete!

El chico se retiró. Taehyung tembló de rabia. De repente se percató de que había perdido todo ánimo, toda energía, todo el deseo de declamar en el festival. Aunque se había preparado durante meses para el combate, estaba noqueado de antemano.

Taehyung se dirigió a la parte trasera del escenario. No supo cómo ni cuándo fueron representados los primeros siete números del programa. El maestro de ceremonias anunció su nombre y el título del poema que declamaría.

Comenzó a hablar sin un ápice de fuerza.

-Con que entonces adiós. ¿No olvidas nada? Bueno, vete, podemos despedirnos. Ya no tenemos nada que decirnos. Te dejo, puedes irte... -el poema de Paul Geraldy saltaba de un lugar a otro en su mente-. Aunque no, espera. Espera todavía que pare de llover. Un abrigo de invierno es lo que habría que ponerte...