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Lunes 20 de febrero de 1978
Desde hace más de un año anoto algunos de mis "conflitos, creencias y sueños". Lo hago en papeles sueltos. Voy a reunirlos y a llevar un orden.
Mi príncipe: He pensado tanto en ti durante estos días. He vuelto a soñar contigo de forma insistente y clara. Tengo miedo de que tú amiga, Hyuna, se me anticipe y lo eche todo a perder. Por eso, la próxima vez que te vea, me acercaré a decirte que, sin darte cuenta, me has motivado a superarme.
Quisiera ser escritor. Cómo mi abuelo. Quiero imaginarque este diario lo escribo para alguien muy especial. Para ti, mi Hope.
Taehyung se encontraba sentado en una banca del patio principal. El chico de recién ingreso estaba ahí. Las manos comenzado a sudarle y los dedos a temblarle. La boca se le secó casi por completo. Dió unos pasos al frente. Tenía que acercarse a él. Se lo había prometido.
Estaba rodeado de personas. ¿Cómo lo abordaría? Sin saber la respuesta, se aproximó poco a poco.
De pronto, el grupo de estudiantes comenzó a despedirse y unos segundos después lo dejaron totalmente so... ¿lo? El corazón comenzó a tratar de salírsele del pecho. Caminó unos pasos más, dudando. Pronto terminaría el descanso y él se esfumaría. Avanzó sin pensarlo más. Se detuvo a medio metro de la banca en que estaba sentado el joven. Nunca lo había visto tan de cerca. Era más hermoso aún de lo que parecía a lo lejos.
-Hola -dijo titubeante.
El chico levantó la cara. Tenía unos ojos únicos.
-Hola -respondió mirándolo con un gesto interrogativo.
-¿Son marrones o café?
-¿Perdón?
-Es que... tus ojos... me llamaron mucho la atención...
-Son marrones claros. Aunque a veces la luz los hace ver distintos.
-Oh -la voz del muchacho sonó insegura pero cargada de suplicante honestidad-. ¿Puedes ayudarme?
Él frunció un poco las cejas.
-¿De qué se trata?
-Se trata de... bueno, hace tiempo que deseaba hablarte... En realidad hace mucho tiempo... -la postura del chico contrario traslucía el visaje de una primera buena impresión, pero, ¿Cuánto tiempo duraría si él no encontraba algo cuerdo que decir? Debía pensar bien y rápido. Sonrió y él le devolvió la sonrisa.
-Te he visto declamar dos veces y me gustó mucho.
-¿Dos?
-La segunda lo hiciste para toda la escuela después de abanderar la escolta.
-¿Cómo?
-La primera lo hiciste para mí... En sueños... -la frase no tenía intención de conquista, era verdadera; tal vez él notó la seguridad del muchacho y por eso permaneció a la expectativa-. Declamas increíble -completó-. Estoy escribiendo un diario para ti. Quiero ser tu amigo.
-¿Por qué no te sientas?
Lo hizo. Las palabras siguientes salieron de su boca sin haber pasado el control de calidad que exigían las circunstancias.
-Eres precioso y quiero conocerte.
-Vaya que vienes agresivamente decidido.
Movió la cabeza, avergonzado. Eso fue un error. Tenía que se más sutil y seguir un riguroso orden antes de hablar.
-¿Por qué no empezamos por presentarnos? -sugirió él-. Mi nombre es...
-Hope -lo interrumpió.
-Ho... ¿Qué?
-Mi abuelo es escritor. Lo admiro mucho. El solía contar la historia de una princesa árabe muy hermosa llamada Hope. Un prisionero se enamoró de la princesa y, motivado por la fuerza de ese amor, escapó de la cárcel y comenzó a superarse hasta que logró convertirse en un hombre muy importante. Por desgracia nunca le declaró su cariño y ella no supo que él existía. La princesa se casó con otro de sus pretendientes...
El joven lo miró unos segundos.
-Y esa princesa se llamaba... ¿Cómo?
-Hope.
-¿Así que vas a cambiarme de nombre?
-Sí, yo soy ese prisionero que escapó de la cárcel y tú serías esa princesa, pero no quiero que te cases con otro sin saber que yo existo. Por eso vine.
Él rió y movió la cabeza.
-¿Siempre eres tan imaginativo?
-Sólo cuando me enamoro.
Se dió cuenta que había pasado otra vez por alto el registro de razonamiento y se reprochó entre dientes: "Que sea la última vez que dices una tontería", pero a él no le había parecido tal, porque seguía riendo. De pronto el joven levantó un brazo y agitó la mano para llamar a una chica que caminaba despacio, cuidando de no derramar el contenido de dos vasos con refresco que llevaba en las manos.
-¡Hyuna, aquí estoy...! -bajó la voz para dirigirse a Taehyung-. Te presentaré a una amiga que fue la cooperativa a traer algo de comer.
El muchacho sintió un agresivo choque de angustia y miedo. La pecosa llegó. El bajó la cabeza pero fue reconocido de inmediato.
-¡Hey! ¿Qué haces con este sujeto...?
El joven se puso de pie, asustado.
-¿Qué te pasa, Hyuna? Vas a tirar los refrescos. ¡Estás temblando!
-¡Es que no comprendes! -observó al chico con ojos desorbitados-. ¡Díos mío! ¿No sabes quién es él?
-Acabo de conocerlo ¿Pero por qué...?
-Es el tipo del Datsun rojo, de quién te hablé.
-¿El de...?
-¡Por favor! ¿Ya se te olvidó? ¡El de las revistas pornografícas! A él y a otro de esta escuela les abrí la puerta creyendo que estaban atrapados, pero me equivoqué. Corrieron detrás de mí para obligarme a subir con ellos.
-¿Él?
-Sí.
-¿Estás segura?
-Claro.
-No lo puedo creer.
-Eso -dijo Taehyung-, tiene un explicación...
-¿De verdad? ¿Vas a inventar otra historia como la de que me viste declamar en sueños y vas a ponerme el nombre de una princesa que inventó tu abuelo? -dio dos pasos hacia atrás y se dirigió a su amiga para concluir: ¡Pero qué te parece el cinismo de este idiota!
Taehyung no pudo hablar. Miró estupefacto hacia él. No volvió la cabeza. Sólo se alejó.
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