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El amor sólo se da en dos personas mentalmente maduras.
Es un temple de ánimo que requiere una personalidad muy sólida, muy conciente, muy responsable.
Así que ni aún muchas personas mayores suelen experimentarlo, pues no basta tener edad cronológica suficiente, hay que tener edad mental completa.
No te fies por lo tanto de un sentimiento que parece amor, pero que tan sólo es su caricatura, y que se te marchitará cualquier día de éstos. En la adolescencia todos hemos creído estar enamorados, pero han sido sólo espejismos.
Para saber amar es necesario que aprendas a hacerlo tú mismo, en tu interior, en tus sentimientos. Imagina siempre que llevas el amor como un perfume para la persona que será tuyo, para la persona que esperas...
No frustres tu anhelo de amor con amoríos. Nada tan enemigo del amor como los "amores". El corazón se malgasta, se desperdicia, se pudre. No eches a perder tu corazón si es que quieres llegar a ser feliz algún día por amor.
Hazlo madurar en tu interior, esperando sólo a una persona. Reflexiona, se responsable, razona y siente; siente la verdadera esencia de lo que es, para que mañana sea y puedas vivir el significado de ese sentimiento maravilloso.
Para Taehyung de Jung Hope.
Terminó de leer, pero no levantó la vista. Analizó el papel de arriba a abajo. Es un concepto que la gente debería tomar en cuenta antes de decir que ama... Estaba de acuerdo, pero había algo en ello que lo incomodaba. No siempre es verdad...
Dubitaciones y disyunciones, hablar o no hablar, insistir o no insistir; actuar o no saber actuar, cómo actuar. Sus decisiones oscilaban en el dilema de si era o no lo suficientemente maduro. La escamante pregunta que había quedado en el aire lo incomodaba: ¿Tu inteligencia y tu grado de descendimiento son los de un mocoso entusiasmado, o los de un adulto? La repuesta era inmediata, pero ¿cómo decirla?, ¿con qué pruebas?...
Levantó la cara y, al mirarlo, toda sombra de duda se esfumó.
—¿Qué piensas?
Se limitó a mover la cabeza y a doblar el papel como antes. El joven, desilucionado por la parquedad de su compañero, miró hacia la ventana.
Una mano de Hope reposaba sobre sus piernas.
El sonido del motor impedía conversar demasiado, así que no le respondería con palabras.
Lenta, pero decididamente, acercó sus dedos a los de él y cuando apenas los rozó, el chico se volvió para mirarlo... después agachó la vista y entonces le tomó la mano.
Hubo un momento de tensión indefinible. Se entrelazó con él en una posición cómoda e íntima y la rigidez comenzó a desaparecer, aunque un poco tarde.
Habían llegado. Taehyung lo acarició como si fuese señal de que debían bajar, él asintió y se pusieron de pie, soltándose. Taehyung tocó el timbre y, unos momentos después, el autobús se detenía abriendo su puerta trasera.
Bajó primero y lo ayudó a bajar.
—¿Sabes por qué acepté venir contigo? —le preguntó cuándo ya iban caminando hacia la librería.
—¿Mmh?
—Por lo que me dijiste —su voz era amigable y tierna—. Quisiera encontrar un amigo verdadero, y tengo la esperanza de que conociéndote mejor...
—¿Si?
—Bueno... pues no sé... A veces me siento solo. En los últimos años nos hemos mudado varias veces de ciudad.
—¿Dónde has vivido?
—¡Si te contara! Yo nací en Corea, pero mis padre, no. Mamá es tailandesa y papá filipino. Hemos vivido en... —contó con los dedos—, cinco países distintos.
Un pensamiento aciago desdibujó la sonrisa de Taehyung.
—Y no piensan volver a irse, ¿verdad?
—Eso depende del trabajo de mi padre.
Se sintió apesadumbrado. Guardaron silencio por varios minutos más.
—Hablame de ti —pidió Hope—. ¿Qué te gusta más en el mundo?
—En primer lugar, me gustas tú —Hope movió la cabeza; la timidez de ambos empezaba a desaparecer—. En segundo lugar soy muy feliz con mi familia, tengo un tesoro gigante en mi hogar. Mis padres se aman como si fueran recién casados y mis hermanos y yo, aunque nos hacemos maldades todo el tiempo, estamos súper unidos.
—¿Eres el mayor?
—Si. A veces es difícil serlo, porque me exigen más que a los pequeños y al final resulto responsable de todo, pero no me quejo, porque también tengo más privilegios.
Caminaban muy despacio, sobre todo Taehyung, como si deseara alargar el recorrido mucho más.
Llegaron a una avenida y cruzaron corriendo para no ser arrollados por los rusos conductores. Entraron a la librería.
—Yo tengo un hermano mayor. Me cuida mucho. Y también lo quiero mucho —dijo él pasando primero por la puerta de cristal.
—Ahora, cuéntame tú, ¿Cómo es tu familia?
—Mi... familia... —agachó la cabeza—, es un caos... Mis papás discuten mucho... —agregó con tristeza.
Un vendedor con bata azul de trabajo llegó hasta ellos para preguntar en qué podía ayudar. Le dieron el nombre del libro y el muchacho se retiró a buscarlo.
—¿No ibas a comprar un libro tú también? —preguntó Hope.
—Mentí.
—Lo supuse.
La adquisición se hizo con rapidez y pronto salieron a la calle para dirigirse a la heladería.
—¿Qué haces en tu tiempo libre? —preguntó él, de nuevo.
—Práctico ciclismo.
—¿De veras?
—Sí. Le dedicó mucho tiempo.
—¡Oh! Eso es increíble.
—¿Y a ti, te gusta el deporte?
—Sí, pero no práctico ninguno en especial. Lo más parecido que hago es bailar. Me encanta hacerlo.
—En eso somos distintos. Yo no sé bailar.
—¿Conoces las discotecas?
—No. Leí que se abrió la primera en Nueva York hace unos meses y que se han diseminado por todo el mundo. Me gustaría conocerlos, solo por curiosidad.
—No te vas a arrepentir. Es muy divertido. Yo podría enseñarte. Por lo menos tienes ritmo ¿no?
Llegaron a la heladería.
—¿De chocolate?
—Ese era el trato, ¿no?
El muchacho que atendía en el mostrador, con una camisa abierta hasta el ombligo y una abundante cabellera negra, se quedó viendo a Hope. No era el primero que lo hacía.
—¡Hey! Bonitos tus ojos ¿eh, nene?
Hope se ruborizó de manera incómodo.
—¿De qué sabor me dijiste, precioso?
El precioso bajó la cabeza un poco contraído. No respondió. Taehyung acribillaba al tipejo con los ojos y Hope se acercó a él en un acto suave y afectivo. Se unió de costado como si fuera a abrazarlo por la espalda, pero sólo se recargó. Volvió la cabeza muy cerca de la suya para hablarle:
—¿De qué sabor, cariño?
Tragó saliva. Su mente no alcanzaba a aceptar por completo lo que estaba viviendo. Por insisto, y sólo en un movimiento encaminado a responder de igual forma su gesto de ternura, le rodeó la espalda con su brazo y lo atrajo más hacia él.
—Danos dos helados de chocolate y no hagas más comentarios, galán.
La expresión del heladero cambió por completo. Les sirvió dos conos y no volvió a abrir la boca más que para cobrar.
Salieron del local sabiendo que el tipo mantenía sus ojos en Hope, pero no era de culparse.
Caminaron juntos. Él lo abrazaba temblando, con todas sus otras actividades mentales fuera de servicio.
Una moneda se resbaló y rodó por el suelo. Soltó al chico lindo para recogerla, pero apenas lo hizo se dio cuenta de lo irreal que resultaba todo eso... Cuando se reincorporó, no lo abrazó. Lo pensó dos veces.
♡
:)
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