Siempre serás mi Hope
He estado tantas horas sin dormir que estoy exhausto. Y ahora, sin haber pegado los ojos, veo otro día terminarse en la profundidad radiante y clara de un crepúsculo lluvioso.
Sin una pizca de ánimo para ponerme de pie, sin aliento, sin deseo de existir un momento más, pienso en ti, y tu imágen me asalta de nuevo y al momento me invade la congoja. Si te has ido, ¿con qué clase de esperanza voy a vivir yo?, ¿con qué clase de vida?
Miro el sobre con tu carta frente a mí. Lo contemplo. Está abultado. Saco las hojas y admiro de nuevo tu caligrafía preciosa y perfecta, igual escrita en aquella nota que me diste en el autobús, titulada "Cuando se siente el auténtico amor". No puedo leerla de nuevo. La he leído tantas veces que casi me la he aprendido de memoria.
Se me cierra la garganta y la aflicción se apodera de mi cuerpo. Dentro del sobre hay un objeto que hincha el paquete. Es un chocolate con envoltura dorada. Lo observo con detenimiento recordando...
Después le quito la cubierta y me lo echo a la boca. Paladeo un sabor dulce y delicioso; a la vez me invade la sensación de que estás muy cerca de mí. Aunque no pudiste comer esa última pieza, la guardaste con la misma finalidad.
En mi paladar se disuelve poco a poco el concluyente sabor de tu presencia.
Hope: Quiero recordarte siempre aún en la lejanía, cuando mire una estrella, cuando piense en algún príncipe, pensaré en tí, y cuando vuelva a amar de verdad a otra persona, te amaré a ti, porque quizá en esa persona te encontraré de nuevo. ¿No es así?
En la escuela nada ha cambiado mucho. No se ha notado tu ausencia, quizá porque apenas han pasado unos días; cuando pase más tiempo lo notarán, pero nadie te llorará. Hiciste muy bien las cosas. Todos creen lo de tu viaje y envidian tu suerte, incluso mis amigos más cercanos lo creen Yul y Dong se han propuesto brindarme su apoyo para que me recupere de tu adiós, pero no necesito que me apoyen, yo me recuperaré. Te lo prometo.
Mi grupo tiene la ceremonia el próximo lunes y yo le he dicho a Hye que quiero declamar. Lo haré por ti, por evocarte frente a todos. Me encargaré de hacer que el próximo lunes la ceremonia a la bandera sea la ceremonia de tu despedida.
A nadie me diré la verdad, pero todos lamentarán tu lejanía cuando yo declame "Qué lástima" de León Felipe, tu poema favorito. Siempre me lo he sabido, y lo recitaré por primera y última vez, pero no sé si esté preparado para hacerlo, porque cuando lo haga vendrás a mi mente... Quizá mis lágrimas no sean fingidas cuando diga:
Y ese niño, un día se puso mala, muy mala, y otro día, doblaron por él a muerto las campanas. Y en una tarde muy clara, por esta calle tan ancha, vi cómo se lo llevaban en una caja muy blanca... Todo el ritmo de la vida pasa por este cristal de mi ventana, y la muerte, también pasa.
Giro el sillón para mirar el jardín. Me impresiona y me emociona el ver a una pareja de pajaritos cobijándose del agua entre el ramal de la buganvilia. Hay nubes muy negras que se hablan entre sí con centellantes palabras, pero no es eso lo que ven mis ojos; es lo que ya no podré ver más, lo que mi alma desalentada por la triste y confusa sucesión de sentimientos no volverá a buscar más... Todo eso. El mundo que conocí en los primeros albores de mi vida.
Es muy noche; hoy ha sido mi cumpleaños dieciséis. En casa todo ha vuelto a la normalidad. Le he hablado a mi familia de tu viaje y todos comprendieron el porqué me comporté como lo hice los últimos días. Quise decirle a mamá la verdad, pero al verla tan interesada, no creí justo provocarle ese sufrimiento. La lluvia crece vertiginosamente. Un trepidante relámpago ilumina la faz de mi hermanito y hace temblar la habitación.
Me pongo de pie. Antes de cerrar la ventana contemplo el exterior un poco más. Estoy contento, amigo, porque he logrado, y lograré siempre, vivir para quien amo sencillamente. Tú sabes de las noches que me he desvelado recordándote, anhelándote, y pensando solamente con volver" a verte.
Me hago daño, lo sé, no me lo digas. Aunque sufra, príncipe mío, mientras sufra por amor seré feliz.
Una ráfaga de viento azota el aguacero en mi rostro. Otro relámpago. Cierro la ventana, la cortina y me echo sobre mi cama descubierta. Sin querer recuerdo tus ojos que me miraron fijamente, despidiéndose con expresiva ternura después de habernos unido con un beso para siempre.
Me cubro con las cobijas y aprieto los ojos como queriendo olvidar, como queriendo dormir. Pero no hay caso... Sé bien que no podré hacerlo.
FIN
¡Gracias por llegar hasta aquí! Siempre quise terminar el libro pero ahora que he llegado al final me da nostalgia. Y aunque no sean muchas personas las que están leyendo esta adaptación, espero que lo hayan disfrutado. ♡
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