C. C. S. Jueves 25 de enero de 1979
Anoche, a la hora de la cena, mi hermana y yo platicamos en casa todo lo que pasó. Mi familia escuchó con atención. Al final, papá me dio un fuente abrazo y acarició mi cabeza durante varios minutos.
Después mi mamá me dio un librito de psicologia que tenía párrafos resaltados por ella. Lo traje a la escuela. Me impactó algunos párrafos en realidad.
A continuación copio algunos de ellos:
Hace poco en Nueva York, cuarenta personas pudienom evitar un crimen.
Dos adolescentes se peleaban. Uno golpeaba al otro y terminó azotando su cabeza contra el pavimento. Ninguno de los mirones hizo nada por detener la golpiza. Este fenómeno es común. Se llama "dilución de responsabilidad". Mientras mayor sea el número de personas que presencia una urgencia, menor será la ayuda que recibirá la victima.
Dentro de un grupo, el individuo dice y hace cosas que no se atrevería a hacer sólo. La colectividad toma vida propia. En los mítines y sesiones públicas se mueven emociones sumadas que inhiben las voluntades individuales.
Los pandilleros intimidan a alguien que se muestra tímido, inseguro o débil. Lo obligan a participar en actos degradantes y a realizar cosas que no desea hacer. La madurez de un joven se demuestra en qué tanto puede mantener sus principios rodeado de gente que difiere de ellos. Las masas enardecidas y las pandillas de gente insatisfecha, transmiten su frustración y odio a quienes están cerca de ellas.
Sonó la chicharra. La hora libre había terminado.
Guardó sus cosas y salió de la biblioteca. Un grupo de desconocidos pasó junto a él. Lo saludaron. Sonrió preguntándose en secreto quiénes eran.
Avanzó por el ancho corredor. De pronto vio algo que lo hizo detenerse. Jungkook y sus amigos estaban ahí, en su camino. También se había vuelto popular. Pensó en rodear el edificio para no tener que pasar en medio de ellos. En ese instante Jungkook lo miró; Taehyung tuvo que reanudar la marcha. Tomar otra ruta hubiera sido tanto como decir sin palabras que tenía miedo, y si lo pensaba bien, no había porqué temer.
Se acercó a ellos. Junto a Jungkook estaba Gabino y un grupo de compinches organizadores de la gresca callejera.
–¡Hey, Jungkook, ahí viene tu verdugo! -dijo uno de ellos.
Taehyung siguió avanzando. Pasaría cerca. No había nada que temer.
–¡Listos, muchachos! –gritó Jungkook–, hagamos una valla –habló más alto con la voz alterada–, ¡atrás de mí!
Los partidarios de Jungkook se separaron y obligaron a Taehyung a pasar entre ellos. Sintió que la tensión del día anterior lo invadía de nuevo. No creía que se atrevieran a hacerle algo... Siguió caminando.
Sospechaba que aunque Jungkook era un cobarde, trataba de aparentar valentía.
Justo cuando iba a llegar a él, se hizo a un lado agachando la mirada. Los amigos sonrieron en son de burla. No lo apoyarían más. Jungkook era un cobarde abiertamente. El momento se prestaba para devolverle los insultos y hacerlo quedar en ridículo, pero lo pensó mejor. Eso no iba con él. Quizá había otra opción más inteligente:
Le tendería una mano de amigo. Hablaría con decencia, le diría que no le guardaba rencor y que hubiese preferido conocerlo en otras circunstancias...
–Jungkook... –comenzó a decir.
–¡Si te acercas más te va a ir peor!
–¿Peor?
Quiso entablar diálogo, pero de inmediato recibió una sarta de ofensas, Jungkook dio dos pasos hacia atrás y volvió a maldecir. Luego giró el cuerpo y abandonó el lugar. La pandilla de enemigos observaron la escena con mordacidad. Al menos ya no habría más problemas con esos tipos. Se alejó sintiéndose orgulloso y feliz. Llegó a su clase con la maestra Hyeon, quien impartió sólo veinte minutos de cátedra y dejó el tiempo restante libre.
Los estudiantes rodearon a Taehyung para charlar con él. La misma profesora entró al círculo informal y comentó sus impresiones.
Dijo algunas frases asombrosas:
–Los maestros y directivos de la escuela estuvimos enterados de la pelea callejera desde el principio y fuimos testigos de todas las complicaciones.
–¿Y cómo supieron? -
–preguntó él.
–Alguien nos informó a cada momento.
Se quedó pensando. La profesora siguió relatando que el director llamó a varias patrullas de policía para que protegieran a los muchachos de la escuela.
–Hye... –se oyó decir–. ¡Te dije que no avisaras! Yo quería hacerme responsable del problema.
–Por eso pedí ayuda –contestó la líder del grupo-. Podías sufrir daños graves o al final, resultar responsable de algún herido.
La maestra terminó de contar cómo los profesores presenciaron todo desde los ventanales del salón de dibujo.
–No lo puedo creer.
Después felicitó al muchacho por la forma en que manejó el problema. Se sintió melancólico. No se había dado cuenta de tantas cosas.
De pronto, la miss Hyeon alzó la voz e hizo una petición. Todos lo aprobaron. Por supuesto que él también.
Declamaría.
Hacia mucho que no lo hacía, y estaba en la mejor disposición. Se paró frente al grupo e inter
pretó sus mejores poemas.
Pasaron un rato agradable. Terminó la clase y salió del salón caminando con la maestra.
–¿Es verdad que el origen del pleito fue el chico de segundo?
–Sí –respondió–. Aún no supero el "Síndrome de Estocolmo". Estoy trabajando en ello.
–Cuando lo logres se acabarán tus problemas.
–Eso mismo dijo el otro día una de mis compañeras. Comentó que si yo había dejado de querer a Hope, mis dificultades terminarían por entero. Coincidí con ella y ahora con usted, pero existe un contratiempo que no me deja libre para actuar.
–¿Cuál?
–Que todavía lo quiero.
La profesora sonrió y movió la cabeza.
(...)
Esa tarde su madre tocó a la puerta de la recámara.
–Te hablan por teléfono. Es una compañera de tu escuela. Hyuba o algo así. ¿Quieres contestar?
Taehyung saltó de su silla y salió corriendo.
–¿Hyuna?
–Sí.
–Qué raro. Ella nunca me llama. Gracias.
Fue al teléfono.
–¿Hola?
–¿Taehyung?
–Sí. ¿Cómo estás?
–Muy bien, ¿y tú? No te vi hoy en la escuela.
–Yo tampoco te vi... Ni a Hope...
–Él no fue a clases, pero yo sí. ¿Cómo te sientes?
–Bien, amiga.
–Me quedé un poco intranquila, desde ayer.
–No hay por qué preocuparse ya. El asunto con Jungkook se terminó.
–Sí...quiero felicitarte por la forma en que llevaste las cosas.
–Yo no hice nada. Sin la ayuda de Gu Pei y mis compañeros del grupo, en este momento estaría en la morgue.
Hubo un corto silencio.
–Oye, Tae. Necesito verte.
–¿Qué ocurre?
–Se trata de Jung. ¿Cómo lo notaste ayer?
–Bueno... Estaba muy nervioso. Temblaba. Se acercó a mí, me pidió ayuda. Quise consolarlo, pero de inmediato me empujó y echó a correr.
–Está como enloqueciendo.
–Me di cuenta. ¿Qué le pasa?
–Investigué algunas cosas y... bueno... no quisiera decir lo que no he comprobado. Él tiene una reunión en su casa hoy. Voy a ir, ¿quieres acompañarme?
–¿Qué tipo de reunión?
–Una junta...
_¿Te invitaron?
–No.
–¿Entonces? ¡Si nos presentamos sin avisar, sería una descortesía!
–¡Eso qué importa! Dime, ¿tú amas a mi abuelito?
–¿Cómo?
–Contesta, ¿lo amas?
–N... no. Ni siquiera sé quién es.
–Exacto. ¡Nadie puede amar a quien no conoce! ¡Acércate a Jung y conócelo realmente. Entra a su casa, platica con su hermano y con sus padres, convive con él. Sólo así podrás amarlo o rechazarlo con justicia, pero nunca antes.
Se quedó frío al escuchar tan enérgica verdad.
–¿A qué hora hay que estar ahí?
–Ya. ¿Vienes por mí?
El nerviosismo regresó al joven con mucha intensidad. Sintió que las manos comenzaban a sudarle.
–Este... Bueno. Dame la dirección.
Tomó una hoja y anotó los datos.
–Él vive a un par de cuadras de mi casa. Podemos caminar hasta la suya.
Taehyung echó un vistazo al reloj.
–No hará falta que caminemos. Son las ocho de la noche. Voy a pedirle el carro a mi mamá. Si lo consigo, paso por ti en media hora.
–Y si no, ven en taxi. Aquí te espero.
–Sí.
Depositó el teléfono en su sitio con mucha lentitud. Su madre lo observaba a lo lejos. Caminó hacia ella.
–¿Estás bien, hijo? Te veo preocupado.
–Se trata de Hope. Tiene problemas graves y va a haber una reunión en su casa... no sé bien para qué... ¿Me prestarías tu carro? Quisiera ir a verlo.
Ella le dio las llaves sin hacer más preguntas.
Taehyung manejó muy despacio, envuelto en un presentimiento indefinible que lo inquietaba. Llegó al domicilio de la pecosa y se bajó para tocar.
De inmediato su amiga salió. Iba arreglada con sencillez. Aunque no tenía la belleza abrumadora de Hope, se veía atractiva. El le abrió la puerta del auto; luego condujo en silencio.
–Es ahí. Se estacionaron. Había muchos carros.
–Tengo miedo –comentó Taehyung.
–¿De qué?
–No lo sé.
Bajaron del auto. Taehyung avanzó vigilando alrededor, obsesionado por el pleito colectivo en el que estuvo involucrado. Se preguntó si algún día lograría volver a caminar en la calle sin el temor de ser emboscado por una pandilla.
Hyuna tocó el timbre.
Una persona conocida les abrió.
–¿Ustedes aquí?
–¿Podemos pasar?
–Bueno. No los esperábamos, pero sí. Adelante. Entraron con cautela.
😪
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