➌➌
Empezaron a subir la pendiente del terreno.
Hope permanecía junto al muchacho con gesto aterrado. Las lágrimas bañaban su rostro. No podía creer que todo eso lo hubiera ocasionado él.
-Te lo suplico -dijo en voz baja-, no te arriesgues, no vale la pena, por favor, hazlo por mí. Si es que me quieres todavía... no dejes que cambie el concepto que tengo de ti.
Taehyung tragó saliva. Lo ignoró y siguió caminando.
Soobin tomó de la mano a Hope y se lo llevó con los demás chicos a la parte trasera de la caravana.
De pronto, Jungkook y sus lomeros decidieron caminar calle abajo. Los curiosos ocupaban cada metro libre a los costados de ambos frentes, mientras el espacio que dividía las líneas de choque se hacía cada vez más pequeño.
Taehyung se detuvo.
"Esto debe ser un sueño"
pensó
"no puede estar sucediendo".
La cabeza le daba vueltas.
-¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes?
-No sé, Gu.
-Haz un esfuerzo. Camina.
Las piernas le temblaban.
Jungkook llegó con su escolta frente a él. De inmediato lo agredió.
-¿Estás listo, imbécil?
No respondió.
Cambió de mano el portafolios y reanudó su marcha pasando por un lado. Don magnético lanzó una maldición y saltó para bloquearle el camino.
-¿Adonde vas con tanta prisa? -lo encaró irguiendo el pecho-, ¡hoy no saldrás vivo de aquí!
-Quítate -dijo Dong-. Él no va a pelear.
-¿Pero qué tal ayer, eh? Tu amigo estuvo muy valentón luciéndose con la ramera, estúpida.
-¡Apártate! -gritó el Cubano desde atrás. Alrededor se había formado una densa aglomeración de gente. El único espacio libre era un metro entre los dos frentes.
-¡Quítate de mi camino!
-Quítame si puedes.
-¿Qué te pasa? ¿Quieres que nos matemos? ¡Mira alrededor!
-¿Por qué no? ¡Vamos a matarnos! Tú eres un cerdo que no merece vivir y a mí no me importa morirme con tal de verte en el infierno. Vamos, podrido -lo empujó-. Entrale, si eres hombre.
-¡Déjanos pasar! -gritó Dong saliendo detrás y enfrentándose a Jungkook.
-¡A este mariquita no le hace falta tu protección,imbécil! Así que no te metas -y le dio un fuerte codazo en la cara.
Se hizo el silencio.
La mecha del polvorín había sido encendida y todos esperaban que se consumiera para presenciar la explosión, pero el cebo no prendió.
Taehyung echó a caminar calle arriba. Sólo avanzó unos veinte metros cuando los lomeros le cerraron el paso. Entonces Jungkook lo jaló del suéter con tal fuerza que lo hizo perder el equilibrio y caer de sentón.
-¿Lo ven? -gritó alzando las manos-, ¿lo ven?
Taehyung se puso de pie, sacudió su ropa y exigió:
-Hazte a un lado. No voy a pelear.
Comenzaron los gritos de mirones que deseaban ver acción.
-¡Defiéndete!
-¡Dale duro!
-¿Qué te pasa?
-¡No seas miedoso!
Alguien empujó a Jungkook para hacerlo chocar con Taehyung.
Ambos se miraron destilando aversión. Jungkook aprovechó la cercanía, hizo un movimiento sorpresivo con la cabeza y dio un tope en la ceja a su rival. No fue un golpe fuerte, pero como lo asestó en la misma herida del día anterior, una de las puntadas se reventó y comenzó a sangrar.
Taehyung agachó la cara.
Jungkook le metió una pierna por detrás y lo empujó para hacerlo caer de nuevo, entonces lo agarró del cabello, alzó el puño y, cuando iba a estamparlo en el rostro de su oponente, Gu pei lo empujó. De inmediato, uno de los lomeros arremetió contra el Cubano. Taehyung trató de incorporarse y alguien le dio una patada en el estómago.
Comenzaron a volar golpes e insultos.
En pocos segundos se armó una batalla campal sin orden ni definiciones. Los mirones trataron de huir, pero algunos se vieron encerrados entre los porrazos y tuvieron que meter las manos para defenderse.
Como ocurre en un estadio de fútbol cuando los partidarios de los dos equipos pierden los estribos y arremeten unos contra otros, los desprevenidos recibieron golpes inesperados y lanzaron puñetazos al aire sin saber a quién iban dirigidos.
La gente comenzó a correr para ponerse a salvo, pero la calle era estrecha y resultaba imposible escapar sin cruzar por entre los camorristas.
Jungkook chilló.
-¿Qué esperan? ¡Saquen las navajas!
Se escucharon lamentos, gritos, golpes secos; era imposible saber quién sacudía a quién.
En el centro del huracán Taehyung tenía la cara llena de sangre pero seguía casi ileso. Quiso levantarse cuando recibió una lluvia de patadas desordenadas.
Si continuaba en el piso tarde o temprano lo acribillarían. Levantó la cabeza y su mente trabajó a tal velocidad que observó en cámara lenta lo que ocurría a su alrededor:
Zapatos sucios de varios lomeros se incrustaban una y otra vez sobre su cuerpo. Palos y cuchillos surcaban los aires tratando de herir de muerte a los antagonistas de cada bando.
Sangre en el pavimento.
El ambiente se había tornado extremadamente peligroso. En cualquier momento podía haber algún herido grave. Al instante en el que sus furiosos atacantes le dieron un respiro, se incorporó, tomó sus útiles y buscó un hueco para caminar.
Gu Pei lo vio alejarse, así que propinó un golpe de gracia al sujeto que peleaba con él y se apresuró a caminar junto a su protegido.
Avanzaron varios metros.
El zafarrancho se alargó y desordenó.
Varios pandilleros continuaron peleando, algunos fisgones osados se aventuraron a quedarse cerca para disfrutar del morboso espectáculo y otros se abrieron paso caminando calle arriba con Taehyung.
Ninguno de los muchachos se veía alrededor.
Al parecer habían regresado a la escuela para refugiarse detrás de las rejas. Había pocos uniformes escolares. La gente que continuaba en la batalla campal iba, casi toda, vestida de civil.
Cruzó el estacionamiento de padres y se encaró hacia el terreno baldío que servía de escape.
Los mirones malsanos se quedaron en la lucha colectiva de los pandilleros. Sólo algunos estudiantes caminaron hacia la salida.
-¡Deténganlo! ¡Que no escape!
De entre la gresca, Jungkook surgió tambamboleándose como un ebrio hasta llegar a Taehyung, y deteniéndolo del brazo lo obligó a enfrentársele a él otra vez. Tenía los ojos inyectados de sangre y respiraba con violencia.
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