❶❽
Se topó con Hyuna, quién lo saludó con una enorme sonrisa.
—¿Cómo van las cosas?
—Más o menos.
—¿Estás bien? Pareces nervioso.
—Decidí hablar con él de una vez por todas. ¿No lo has visto?
—¡Ya era hora! Claro que lo he visto. Está en el patio de la cooperativa, junto a los baños, terminando el duro castigo que le impusieron.
—¿Por qué lo castigaron?
—Un bromista de nuestro salón estaba molestandolo. Quería mojarlo con globos llenos de agua y Jung se defendió de una forma un poco sucio —rió—. Te dije que es muy ocurrente. Imagínate. Levantó la cubeta de basura y se la aventó al chavo. El bote con desperdicio rodó por la escalera he hizo un batidero. Un prefecto, vio toda la escena.
Taehyung sonrió y la risa le permitió relajarse.
—Bueno, Hyuna. Tengo que irme.
—¡Luego me cuentas! ¡Suerte!
Caminó con mayor serenidad. Bajó las escaleras cegado por el deseo de encontrar a Hope para recuperar el terreno perdido.
Por un callejón angosto se llegaba al patio de la cooperativa. Hope estaba ahí, terminando su ardua labor.
Se acercó despacio. Lo tocó en el hombro con suavidad, con mucha suavidad y aún así él dio un respingo de sorpresa.
—¡Ah! Me has dado un tremendo susto en el día ¿Qué te propones? —su voz estaba llena de verdadero disgusto.
—Necesito hablar contigo.
Él le dio la espalda para tomar del suelo el último bote y vaciarlo en el tambo. Ahora lo que más importaba era hacerse valer. Lo detuvo por el brazo izquierdo.
—¿No me escuchaste?
Se quedó paralizado, cargando el bote en el aire. En otras circunstancias él se hubiera apresurado ayudarlo, pero en esa ocasión la basura podía esperar. Debía esperar.
—Suéltame —susurro.
Taehyung lo soltó despacio y él dejó caer el recipiente metálico en el colchón de basura.
—¡Me lleva...!
—Yo lo sacaré. Pero antes atiéndeme. Por favor...
—Supongo que será algo muy importante.
El muchacho tardó en responder. Su voz parecía rehusarse a salir. Comprendió, sin hacer mucho caso a la idea, que todo en la vida es cuestión de experiencia.
Para hablar en público no bastan cursos o teorías. Hay que hacerlo. Para nadar hay que lanzarse al agua.
—Necesito decirte algo, Jung...
—Nunca me has llamado por mi apellido.
—¿Lo pronuncié bien?
El movió la cabeza de manera afirmativa y trató de evadirse.
—¿Qué quieres?
—Estoy harto de callar.
Lo estaba realmente.
—No tengo tiempo. Hyuna vendrá en cualquier momento y tendré que irme.
—¡Es mentira! —el patio estaba solitario, y él sabía que nunca más la pecosa llegaría para rescatarl de él—. Es mentira —repitió—, y no me explico porqué tratas de eludirme —hubo un largo silencio—. Yo te conocí hace más de un año—, continuó con voz baja—, desde entonces mi vida cambió. Mi motivo de muchos aspectos y... bueno... necesito hablarte de eso.
—¿Por qué?
—¿Por qué, qué?
—¿Porque te he motivado? Nosotros hemos tenido un muy poco trato.
—Sí, tal vez te será difícil entender lo que voy a decirte.
—No soy tonto —contestó después de unos segundos—, puedo entender cualquier cosa, siempre que sea lógica.
—¿Cómo?
—No me salgas con inspiración y sublimes en esta época. Es imposible sentir amor por alguien a quien no se ha tratado lo suficiente.
—Eso es mentira.
—¿Todo lo que yo digo te parece una mentira?
Estaba dispuesto a usar su inteligencia para burlarse de él. Se dió cuenta, pero no quiso desistir. Comenzó de nuevo.
—¿Crees en el amor a primera vista?
—No.
—¿Por qué?
—Lo considero algo tonto.
—¿E ilógico?
—Exacto, pero sobre todo necio pasado de moda.
Percibió que se había ruborizado. ¿Y ahora? ¿Qué podía decir? Él lo había desarmado por completo.
—Tienes... mucha capacidad para la lógica —contestó como tratando de ponerse a la altura de un debate—, pero poca o ninguna sensibilidad. Recojamos el bote de basura y terminemos con esto.
—Taehyung, a ti te te encanta juzgar a la gente sin conocerla.
—¿A ti no? ¿Qué caso tendría confesarte que yo estaba triste y deprimido, pero mi vida cambió por una persona a quien muestra todo lo suficiente? ¡Hay gente que no cuestiona las emociones cuando vienen de lo más profundo de su ser, y hay otras que sólo actúan por lógica y tomando mejor de los demás para luego despreciarlos!
Se detuvo. Hope miraba mostrando el contorno de sus dientes superiores por la boca entreabierta.
—No entiendo bien... lo que tratas... de decir.
—Lo entiendes —comenzaba a sentirse seguro al verlo titubear—. Por un lado te ries de mí, y por otro aceptas que todos te digan Hope.
—Me gusta ese nombre. ¿Tiene derechos reservados?
—No, pero yo te expliqué lo que significa...
Hubo un momento estático.
Se inclinó en el tambo y sacó la cubeta que Hope había dejado caer. Lo puso en el suelo.
—De acuerdo —exclamó el con cierto tono de nerviosismo—, reconozco que tienes razón. He sido muy rudo contigo. Voy a escucharte.
Tragó saliva. Era el momento de decírselo.
—Durante mucho tiempo —tosió un poco—, me he conformado con hablar en voz alta y escribir —carraspeó y tomó aire—. Te escribo sobre todo a ti... Tengo un diario en el que te he dedicado muchas horas. Durante meses he sentido ese vacío en mi vida. Por eso estoy aquí... cansado de sentirlo, y de sentirme atado a la soledad —el chico parecía asombrado por ese tono de voz suave y sincero y él se sentía desesperado como nunca, desesperado por ser "hombre"—. Desde que supe que existías —continuó con más aplomo—, y aún antes, empecé a creer eh que en ti iba a encontrar a la persona capaz de entenderme, a la persona que algún día debe llenar el enorme hueco que hay en mí.
Se detuvo. Era la primera vez que hablaba de esa forma, y quizás sólo hubiese podido hacerlo frente a él.
—Jamás he querido molestarte, Pero esta vez he venido a decirte lo que siento por ti, lo que he sentido siempre, aunque no sirva de nada, aunque no lo creas, pero es cierto... —y lo de dijo despacio, con claridad—, te quiero... —el rostro del chico pareció tornarse tenso, asombrado, y un ligero rubor reveló su turbación—, quizá cuando te conozca mejor me dé cuenta que me equivoqué. No me dolería más, pero, por lo pronto, esto que siento es lo más importante.
Hope estaba callado observándolo, y su mirada traslucia que se sentía halagado, conmovido, asombrado.
—Siempre te creí un muchacho tímido y torpe para expresarse. Qué equivocado estaba —suspiró—. Lo que acabas de decir es muy lindo...
—Pero ilógico.
—Sí, ¡Absolutamente!
Rieron.
—No voy a preguntarte hoy, qué sientes tú por mí, porque puedo suponer la respuesta. Eres demasiado racional, sin embargo quiero pedirte que aceptes mi amistad. Siempre, pase lo que pase y ante cualquier situación, antes que nada, soy tu amigo.
— Puedes esperar lo mismo de mí.
—Ahora escúchame, Hope. En cuanto nos hayamos tratado un poco, voy a pedirte algo más.
—¿Sí?
— Quiero que seas mi novio.
El pequeño patio empezó a llenarse de chiquillos y cada vez era más difícil la conversación.
—Eso —titubió él—, es demasiado rápido.
—Para mí, no. Próxima semana hablaremos. ¿Te parece?
—Sí.
Sonó el timbre que anunciaba el inicio de la siguiente clase.
—A lo mejor dentro de muchos años le platicaremos a nuestros hijos adoptivos que yo me le declaré a su padre el día que lo castigaron.
Sonrió.
—Gracias por tratar de ayudarme con estos botes.
—Tendré cuidado de nunca intentar mojarte con globos llenos de agua.
—¿Cómo sabes?
—Tengo angelitos que me informan todo.
—¡Voy a ahorcar a alguno de ellos!
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