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Capítulo 8: La sombra

Después de media hora, los chicos se dirigieron hacia donde estaba el rocódromo para conocer a los amigos de Abraham. Tenían mucha curiosidad por conocerlos, ya que su amigo les había hablado muy bien de ellos. Cuando llegaron, Abraham y una chica rubia vinieron corriendo hacia los cinco muy sonrientes y felices:

-¡Hola, chicos! Quiero presentaros a Daniela. Daniela, estos son Joshua, Johnny, Marina, Andy y Sara -exclamó Abraham, muy contento.

-Hola, encantada de conoceros. Abraham me ha hablado muy bien de vosotros. ¡Seguro que nos lo pasaremos genial! -saludó Daniela.

- ¡Hola, Daniela! -preguntaron los chicos - ¿Nos vamos ya para el rocódromo o no?

- ¡Sí, claro! ¡Pero antes os tenemos que presentar al resto del grupo de amigos! -interrumpió Abraham.

-Vale, allá vamos -aceptó Johnny.

Cuando llegaron allí, vieron a más amigos de Abraham. Entre ellos, había un chico moreno que parecía bastante tímido y una chica negrita. Joshua, Marina, Sara, Johnny y Andy los saludaron. La chica negra se acercó con su amigo:

-Hola, yo me llamo Bella, y este es mi amigo y primo Felipe -se presentó la muchacha.

-Hola -saludó Felipe, con timidez.

-Es que es muy tímido cuando hay desconocidos -explicó Bella.

-No pasa nada -dijo Sara -, ya nos cogerá confianza.

-Bueno, ¿nos vamos ya al rocódromo o no? -interrogó Andy impaciente.

-Sí, claro. ¡Vámonos! -exclamó Abraham.

Los nueve muchachos se situaron junto al resto de niños y el monitor del rocódromo. Era un hombre alto y atlético, pero exigente y no muy simpático con sus alumnos, lo cual incomodó un poco a los chicos. No obstante, Abraham, Felipe, Bella y Daniela estaban más acostumbrados.

-Buenas tardes, alumnos y alumnas del campamento Gades en Mallorca. Mi nombre es Miguel y voy a ser a partir de ahora vuestro monitor en las actividades físicas. Esta tarde realizaremos un rocódromo para mejorar vuestras habilidades de escalada y supervivencia. Hoy, al parecer, tenemos nuevos miembros aquí, estaría genial que os presentarais y os dierais a conocer, aunque sea un poquito, antes de comenzar con este rocódromo -dijo el monitor.

-Buenas tardes, Miguel. Me llamo Sara y ellos son Marina, Johnny, Andy y Joshua. Tenemos muchas ganas de empezar con este rocódromo -presentó Sara.

-Eso espero, mis queridos novatos. Más vale que dejéis a un lado vuestro vértigo y os animéis, igual que el resto de chicos, si no queréis convertiros en un objeto de burla en este campamento. Además, aquí no hay nada que temer, la seguridad es nuestra prioridad en todo momento -contestó Miguel.

Los cinco asintieron con la cabeza, algo incómodos, y se dirigieron al rocódromo junto con Abraham, Daniela, Bella, Felipe y el resto de los alumnos. Mientras iban esperando su turno, contemplaban lo enorme que era aquello. Medía unos 25 metros de altura y atravesaba una de los dos lagos, que parecía una piscina. Además, era un trayecto muy largo... Miguel les explicaba las normas de seguridad del rocódromo a los muchachos, diciéndoles que la atracción era muy segura, pero que, por si acaso, había que seguir las indicaciones.

Abraham y sus amigos no le tenían demasiado miedo, ya que otras veces se habían montado, y les decía a los otros que, en realidad, no era para tanto. Sin embargo, Marina seguía asustada, como un pajarito, y no paraba de temblar:

-Johnny, ¿seguro que no nos pasará nada malo? -le susurró la chica en el oído.

-Marina, no seas tan miedosa, por favor. Miguel ha dicho que es una atracción completamente segura -la calmó Johnny.

-No es por eso, Johnny. Ya sabes que soy pésima en Educación Física, ¿y si me lesiono, o me caigo al lago? -le dijo Marina en voz baja -Además, ya mismo me toca...

-No te va a pasar nada, Marina. Miguel va a estar allí en todo momento para ayudarte -le dijo su amigo.

-Bueno, está bien... -murmuró Marina.

Llegó el turno de Marina. Ya estaba un poco más relajada por lo que le dijo Johnny, y porque había visto al resto de sus amigos montarse y no les había pasado nada malo. Aunque de todas formas sentía cierta incertidumbre, se puso a ello, obedeciendo a todas las indicaciones del monitor. Respiró hondo y se subió:

-¡YUJUUUUUU! -gritó la chica, eufórica- ¡Esto es la bomba, soy un pájaro! ¡Qué pasada!

Mientras tanto, Johnny puso cara de paciencia, pensando: "¿Ves cómo al final te gusta? Es que siempre te pasa lo mismo..."

Marina ya estaba casi al final del trayecto, cuando de pronto la tirolina del rocódromo se detuvo, en medio del lago. Se quedó por unos instantes desconcertada y asustada, y muy callada, ¡no podía hablar del miedo!

-¡MARINA! ¿ESTÁS BIEN? -gritaron Daniela, Johnny y Sara.

Marina se quedó en silencio, mordiéndose los labios.

-¡Marina, contéstanos! -chillaron Joshua y Andy.

Pasaron 5 minutos y sus amigos no obtuvieron ninguna respuesta de Marina. Gritaron una vez más, pero Marina, por mucho que quería, no podía hablar. Miguel intervino en la situación, pero en vez de hablarle a gritos como sus amigos, intentó activar de nuevo el funcionamiento de la tirolina, pero no funcionó.

Pasaron diez minutos y la chica seguía aún colgada, en medio del lago, sin poder hablar y asustada. Al monitor no le quedó más remedio que pedirle que se tirara al agua, porque de lo contrario, iba a estar ahí colgada, permanentemente.

-No puedo hacerlo, está demasiado alto y aquí hay algo extraño... -se dijo a sí misma, mientras jadeaba de los nervios como un perro.

- ¡VAMOS, MARINA! ¡POR FAVOR! -dijeron sus amigos - ¡HAZLO POR NOSOTROS!

-No puedo... -siguió diciendo, mientras hiperventilaba.

Pasaron 5 minutos, y no hubo resultado. Marina se quedó allí sin decir palabra y superasustada mirando el lago. Había algo en ella que le decía que no debía tirarse, porque le iba a pasar algo terrible, pero ni ella misma sabía lo que le impedía saltar al agua.

-Bueno... -dijo Miguel, suspirando -pues como no vas a saltar, tendremos que sacarte, no vamos a esperarte aquí durante toda la tarde.

Marina asintió con la cabeza, y el monitor la sacó, llevándola a tierra firme tirando de la tirolina a mano. Un grupito de muchachos mayores que los nueve chicos empezaron a murmurar y a cuchichear sobre aquello. Mientras, cuando la chica volvió a tierra firme, se encontró con sus amigos justo enfrente suya.

-Marina, ¿por qué no te has tirado al agua? -preguntó Daniela.

La chica se quedó callada, sin contestarle a su amiga. Bella y Sara la presionaron:

-No te quedes en silencio, puedes contárnoslo, así podremos ayudarte.

-Es que no sabría explicároslo exactamente... Vi algo muy raro, era como una sombra enorme, durante unos pocos segundos, que pasaba súper rápido por el lago... Y algo me decía que si saltaba me iba a pasar algo terrible, que tampoco sabría explicaros... -contó Marina.

- ¡Vamos, Marina! ¡Seguro que es imaginación tuya! -exclamó Joshua -Ya te conocemos y sabemos de sobra que eres muy miedosa. ¡No te preocupes por esas cosas! ¡Disfruta de las vacaciones!

-Joshua, esta vez es en serio. No creo que haya sido imaginación mía, porque era demasiado real lo que vi -justificó la chica -. Lo que pasa es que como era extraño y solo lo vi por unos segundos parece una alucinación.

-Seguramente lo sea, no te preocupes por esas cosas -la consoló Bella.

-Vale, está bien... Intentaré haceros caso, pero no creo que lo que he visto haya sido cosa de mi imaginación... -dijo Marina.

-Bueno, mis queridos alumnos y alumnas... -empezó a hablar Miguel -hemos tenido que suspender el rocódromo por lo que acaba de pasar. Hemos tenido un accidente y no volverá a funcionar hasta que vayan a arreglarlo. No lo uséis mientras tanto, no quiero que vuelva a suceder lo que le ha ocurrido a nuestra compañera, ni cosas peores. Ahora pasemos a la actividad del piragüismo. La haremos en este mismo lago. Por favor, niños, colocaos alrededor mía, que vamos a comenzar.

Marina se escondió en un rincón del patio del campamento, y se puso a escribir en su diario. No tenía ganas de hacer la actividad del piragüismo, estaba demasiado preocupada por la sombra que vio en el lago y lo que menos le apetecía era reunirse con los demás a realizar la otra actividad.

-Vamos, Marina, ¡vente con nosotros a hacer piragüismo! Te lo vas a pasar muy bien -insistieron Abraham, Andy, Bella y Daniela.

La niña ignoró por completo a sus amigos, como si no le hubiesen dicho nada, y siguió escribiendo.

-Dejadla en paz, ¿no veis que está preocupada por lo que le acaba de pasar? -intervino Johnny.

-Bueno, está bien, que haga lo que quiera. Nosotros nos iremos a hacer piragüismo -refunfuñó Andy.

Se hizo de noche, y a Marina ya no le quedaba apenas luz para escribir, así que decidió seguir mañana, y volver ahora con sus amigos. Ya era la hora de ducharse, cenar e irse a la cama. Se despidió de sus amigos cuando terminaron de cenar y fue a su cabaña a dormir con Sara.

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