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Capítulo 19: Aquellos 4

Así pues, los chicos tomaron rumbo hacia la puerta del lago para meter el código de una vez por todas, y así acceder a la zona oculta. Estaban muy entusiasmados, sobre todo Marina, por encontrar a Daniela, y sabían que ya lo iban a conseguir.

-Bueno chicos, pues dentro de nada podremos gritar Jumanji -dijo Johnny con satisfacción.

-Ya te digo, hermano -le corroboró Andy -espero que no nos surja ningún imprevisto durante lo que nos queda de aventura.

-Yo también lo espero, la verdad, suficiente hemos tenido... -añadió Marina -Necesito ver ya a Daniela.

-Ya nos queda poquito, Marina -la consoló Johnny.

Siguieron caminando, pero cuando ya casi llegaron a su destino se encontraron con cuatro jóvenes mayores que ellos que no parecían ser muy de fiar. Los muchachos supusieron que tendrían unos 17 años, pero lo primero que pensaron era en huir de ahí.

-Amigos, tenemos que irnos de aquí -avisó Joshua en voz baja.

-Vamos, Joshua, son solo cuatro muchachos de 17 años, podemos ignorarlos perfectamente y seguir con lo nuestro -le respondió Marina.

-No podemos, ¿es que no ves que no son de fiar? Mira como se mueven y se ríen, parece que están borrachos.

-Joshua tiene razón, deberíamos irnos -corroboró Andy.

-Andy, si nos vamos no terminaremos de resolver la misión nunca, tenemos que encontrar a Daniela ya -dijo Johnny.

-Exacto, hacedle caso a mi chico -añadió Marina.

-Bueno, está bien -decidió Joshua, suspirando -qué remedio, iremos para allá.

Así que todos fueron hacia el lugar donde estaba la puerta donde debían insertar el código, y empezaron con su tarea, ignorando a los otros muchachos, pero estos se acercaron...

-Hola, niñitos, ¿quiénes sois? ¿Y qué estáis haciendo por aquí? Por curiosidad... -preguntó uno de ellos, riéndose.

-¿Y vosotros, por curiosidad también? -le devolvió la pregunta Andy.

-Pues nosotros estamos aquí pasando el rato, y viviendo la vida. Venga, ahora contadme por qué estáis aquí vosotros -dijo el mismo.

-Nosotros también estamos viviendo la vida, igual que vosotros -contestó Andy -por eso, deberíais dejarnos en paz y seguir con lo vuestro. ¿O acaso no habéis escuchado nunca el lema "vive, deja vivir y sé feliz"?

-Uy, no es necesario que te pongas así, niño -intervino el rubio de ellos -hemos sido bastante amables...

-Tienes razón, Javi, estos niños no conocen aún nuestro lado sórdido... -le corroboró su mejor amigo -además, ¿son ellos los que rescataron a ese gato salvaje?

-No lo sé, Alberto, pero lo parecen. Tienen pinta de ser animalistas... -dijo Javi.

-¿Y qué tiene eso de malo? Los animales son seres vivos y también sufren, y por eso debemos ayudarlos y... -saltó Johnny.

-Las personas también lo pasamos mal cuando nos atacan bichos asquerosos con superpoderes y nos hipnotizan. ¿O es que no has visto a Lara desmayada por culpa de ese monstruo? -interrumpió Alberto, dándole un empujón a Johnny.

-¿QUÉ HACES? ¿SE PUEDE SABER POR QUÉ ME EMPUJAS? -gritó Johnny, muy enfadado -¡NERIS NO ES NINGÚN MONSTRUO! ¡EN TODO CASO, LA VERDADERA BESTIA SERÍAS TÚ!

-Ese gato sí es un monstruo, cielo -intervino la chica que estaba con ellos -y no se te ocurra volver a gritarle ni a insultar a mi novio si no quieres malos rollos...

-Pues que a tu novio no se le ocurra empujar a nuestro amigo si no quiere que él se defienda gritándole... -contestó Andy, encogiéndose de hombros.

Pasó un buen rato. Los dos grupos de amigos no volvieron a interactuar entre sí. Aquellos chavales mayores los fulminaron con la mirada a todos y cada uno de nuestros amigos, y se fueron para el rincón donde estaban antes.

Nuestros amigos vieron cómo aquellos jóvenes cuchicheaban sobre lo que había acabado de pasar, y empezaron a hacer un mini botellón. Marina dijo en voz baja:

-Está claro que son ellos... son los mismos que murmuraban de mí el día del rocódromo, y también los que maltrataron a Neris...

-Evidentemente, Marina, tenemos que irnos de aquí -corroboró Sara.

-Al menos no nos han dicho nada de la puerta oculta -añadió Joshua.

-Porque seguro que con lo torpes e insensibles que serán no se habrán dado ni cuenta -le respondió Sara, susurrando y guiñándole un ojo.

Joshua la miró con complicidad, y después, les dijo a los demás:

-Bueno, chavales, vamos ya a meter de una vez por todas el maldito código. No nos entretengamos más, ya en serio, por favor... no quiero volver a ver más a estos borrachos.

-Vale, Joshua -dijeron sus amigos.

Los chicos se acercaron a la puerta de madera, y Andy encendió el aparatito. La voz robótica volvió a saludarlos y a decirles que introdujeran el código para acceder, pero como no sonaba muy fuerte y gracias al hecho de que los otros jóvenes estaban de risas con el mini botellón, no se enteraron de nada.

-Menos mal que no se han dado cuenta... -susurró Marina.

-Pues sí, la verdad, ya teníamos suficiente -corroboró Andy, mientras sacaba el móvil para ver la foto que había hecho para introducir el código en el teclado del aparato:

"PNF 10306"

Una vez metido el código, como era de esperar, el aparato tardó casi un minuto en procesar lo introducido por Andy. En ese periodo de tiempo, Marina había tenido la percepción del perfume de la monitora de biología, y miró hacia atrás por si estaba ella. Pero al final, gracias a Dios, no vio a nadie.

"Menos mal, qué susto me he llevado -pensó- si llega a ser ella me muero... seguro que es el perfume de la chica que defendió a Alberto. Mejor no les digo nada a los chicos para no asustarlos, pero madre mía..."

-Código correcto, ya puede acceder -dijo la voz del aparato.

La puerta de madera se abrió, y le mostró a los muchachos una especie de ascensor, o más bien una cápsula, que conducía a la zona oculta. Pero era diferente a los ascensores, porque en vez de subir arriba y abajo, iba de izquierda a derecha, lo que les extrañó a nuestros amigos. No era muy grande, pero podían caber perfectamente los siete.

Todos estaban muy emocionados por estar ya a punto de encontrar a Daniela; a Marina se le veía que casi daba saltos de alegría...

Entraron en el ascensor, y cuando se cerró la puerta y éste empezó a funcionar para conducir a los chicos hacia su destino, ella exclamó (ya que ya no la iban a escuchar los otros jóvenes):

-¡Chicos, por fin, por fin, por fin!

-Pues sí, Marina, ya casi lo hemos conseguido... -corroboró Johnny, con mucha felicidad y satisfacción.

-Me muero de curiosidad por saber cómo será la zona secreta -habló Felipe.

-Yo también, hermano -añadió Joshua.

-Pues ya estamos a punto de saberlo... -dijo Andy, sonriente.

El ascensor se paró, abrió las puertas, y les mostró por fin a los chicos la zona secreta...

-Dios mío... -musitó Sara, sorprendida.




























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