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Capítulo 13: Con Palma en la playa

Llegó la tarde, y hacía muchísimo calor en el campamento. Los muchachos estaban desesperados por bañarse, sobre todo Johnny, así que el chico sugirió:

-Chavales, ¿os parece bien si vamos a la playa que está aquí al lado? Hace un calor de muerte...

-Por nosotras, bien -respondieron las chicas. Marina le sonrió.

- ¿Y los demás? -preguntó Johnny.

-Johnny, conmigo no cuentes. Si no fuera tan blanco iría con vosotros, pero es que me quemo muy fácilmente, por mucho protector que me eche, lo siento -contestó Joshua.

-No te preocupes, amigo, no te vas a quedar aquí solo -le dijo Felipe, para consolarlo -yo voy a estar aquí contigo.

Felipe, a pesar de ser un chico aparentemente frío por su introversión, era muy generoso, y no pensaba dejar a su amigo solamente consigo mismo.

-Yo sí voy, Johnny -agregó Andy.

-Y yo también -dijo Abraham.

-Bueno, está bien. Íos preparando los que vayáis. No queda mucho para irnos -ordenó Johnny.

Los chicos obedecieron a su amigo. Se pusieron los biquinis y bañadores, prepararon lo que iban a llevar, y una vez terminaron, se despidieron de Joshua y Felipe antes de salir a la playa.

La playa de Mallorca era preciosa. Lucía de unas maravillosas palmeras que recordaban a Miami, un agua tan azul que parecía pintada con un pincel, y una arena tan suave y fina en la que andar con los pies descalzos sobre ella era uno de los pequeños placeres de la vida. Marina se enamoró de aquel increíble paisaje:

-Madre mía, Daniela, esta playa es de cuento de hadas...me inspira mucho para escribir historias, ¿no te pasa lo mismo?

-Ya ves que sí, amiga -corroboró la chica- podría continuar el relato que estoy escribiendo aquí mismo.

-Si quieres después puedes hacerlo, cuando estemos cansados de bañarnos, pero ahora me gustaría estar con el resto.

Daniela asintió con la cabeza, y las dos amigas se fueron caminando por la suave arena hacia donde estaban los demás.

Cuando llegaron, sus amigos se encontraban ya en el agua. Marina y Daniela corrieron para allá y se metieron de un chapuzón.

Ahora ya estaban los siete juntos. Estuvieron un buen rato charlando, jugando a juegos acuáticos y riéndose mientras se lo pasaban genial en las aguas de la playa.

Pero cuando salieron no se llevaron una sorpresa muy agradable, porque vieron desde lejos a Nicole tomando el sol, que estaba con su hija Palma.

Palma era una chica de la edad de los nueve amigos, que también estaba en el campamento con ellos, aunque era la primera vez que la veían. Era rubia, tenía los ojos verdes, el cabello ondulado y corto, y algunas pecas en la cara. Marina y Daniela no tuvieron una buena impresión de ella, pero decidieron no juzgarla y conocerla.

Palma vio a los chicos, y se acercó a donde estaba su madre para decirle:

-Mamá, ¿esos son los chicos de los que me hablaste? -preguntó la chica.

-Sí, cariño, son ellos. Vamos a acercarnos a saludarlos.

-Pero si me dijiste que te caían mal, que eran muy pesados y que habían descubierto lo de la raya -dijo Palma.

-Shhh, Palma, no hables de eso aquí, es un secreto. Tenemos que parecerles amables y que no piensen nada malo acerca de nosotras ni de este asunto -susurró Nicole.

Palma se disculpó, avergonzándose, pero su madre aun así seguía con una expresión de decepción en el rostro, y le dijo:

-Venga, vamos hacia ellos, que si no los saludamos les pareceremos antipáticas.

Las dos se acercaron a los chicos, y los saludaron, pareciendo alegres, amables y cariñosas:

-¡Hola, mis chicos! ¡Qué alegría veros por aquí! Me pone muy feliz saber que os gusta la playa de Baleares -exclamó Nicole.

-Hola, yo soy Palma -se presentó la niña.

-Hola, Palma -saludaron los chicos -. Hola, Nicole.

- ¿Cómo os llamáis? Es que sé quiénes sois, porque os he visto por el campamento. Pero me gustaría conoceros, porque quizá vosotros no me hayáis visto a mí -preguntó Palma.

-Pues yo me llamo Abraham, y ellos son Marina, Johnny, Sara, Andy, Daniela y Bella. Encantados de conocerte, Palma.

-Igualmente -respondió la chica, sonriéndoles.

Mientras tanto, en el campamento, Joshua y Felipe se aburrían como ostras. Les hubiera gustado haber podido ir a la playa con los demás, pero no pudo ser.

-Tío, ¿qué podemos hacer? Nos hemos quedado sin tema de conversación de tanto hablar, no sé de qué más podemos hablar o qué podemos hacer... -dijo Felipe.

-Yo también estoy muy aburrido, Felipe. Precisamente estoy pensando ideas para hacer, y estoy cayendo en la cuenta de que esta tarde va a venir un científico aquí al campamento.

- ¿Cómo sabes eso? -preguntó su amigo.

-Lo vi en un cartel que estaba en el comedor. No creo que tarde mucho en venir, o, es más, pienso que a lo mejor ya ha llegado y lo podremos ver.

-Buena idea, Joshua. Vámonos a la sala de exposiciones, a ver si lo vemos.

Los dos chicos salieron de su cabaña y se dirigieron hacia la sala de exposiciones para ver al científico.

Cuando llegaron, se encontraron con Miguel, el monitor de Educación Física, que los saludó.

-Hola, muchachos, ¿venís a hacerle una visita al Profesor Fermín?

- ¿Quién es el Profesor Fermín? -preguntó Felipe.

-Es un científico muy importante, doctor en física y matemáticas. Un hombre extremadamente inteligente que ha ganado varios premios por sus estudios, conocimientos y hallazgos -explicó el monitor -lástima que no tenga la fama que se merece.

-Sí, venimos a verlo -respondió Joshua.

- ¡Fantástico! Me alegra mucho saber que os interesa conocer a personas que son ejemplos a seguir. Seguro que en el instituto sois de los intelectuales que os gusta la ciencia -dijo Miguel.

-Sí, más o menos... La verdad es que sí -contestó Joshua, algo inseguro.

Miguel les sonrió a los dos chicos, y les dijo:

- ¡Perfecto! Pues ¿a qué estáis esperando para entrar en la sala y conocerlo?

-Ahora mismo entramos. ¡Hasta luego, Miguel! -exclamaron los chicos, muy felices.

Joshua y Felipe entraron en la sala de exposiciones, buscando al Profesor Fermín Crespín. Estuvieron un buen rato observando la sala por doquier, pero no hubo ni rastro del hombre. Joshua le dijo decepcionado a Felipe:

-Tío, ¿crees que al final vendrá el Doctor? Si vamos a estar toda la tarde esperándolo, prefiero volver a la cabaña.

-Joshua, ten paciencia. A lo mejor está ocupado con alguna tarea y no puede presentarse todavía.

-Tienes razón -corroboró su amigo.

Los chicos siguieron esperando media hora más, pero aún no había llegado Fermín, así que decidieron irse.

Al salir de la sala vieron otra vez a Miguel, que estaba con su móvil mirando Instagram. Cuando vio de nuevo a Joshua y a Felipe, les preguntó ilusionado:

- ¿Qué tal os ha ido? ¿Habéis visto al Profesor? ¿Y habéis podido hablar con él?

-No, Miguel, al final ni rastro -respondieron los adolescentes, decepcionados.

-Vaya, lo siento mucho. Es que ahora acabo de caer en la cuenta de que hoy no era cuando él venía, viene dentro de dos días. Siento no haber podido decíroslo antes, se me ha olvidado por completo -se disculpó el monitor.

-No te preocupes, Miguel -respondió Felipe.

Joshua y Felipe volvieron a su cabaña de nuevo, decepcionados. Además, del propio aburrimiento, ambos tenían muchísimo sueño, así que decidieron acostarse y echarse una siestecita.

Mientras tanto, los demás seguían en la playa con Palma y Nicole. A Abraham le cayó muy bien Palma, y estuvieron hablando durante mucho tiempo.

Ella era dulce y encantadora (al menos era lo que aparentaba), lo que les atraía mucho a los chicos. Además, era muy guapa en todos los aspectos, y eso también influía.

Pero Palma no solamente hablaba con Abraham. De vez en cuando se acercaba a las chicas, y se iban todas a las aguas de la playa a nadar como sirenas. Y también se acercaba a los chicos, aunque a Andy no le caía nada bien, ya que él no soportaba a las personas que se mostraban muy amables nada más conocer a la gente. Le gustaba hablar con Johnny, pero a él no le gustaba tanto hablar con ella, mas lo disimulaba siendo educado.

Sin embargo, a Marina no le parecía bien eso de que Palma se acercara tanto a Johnny. Temía el hecho de que él se enamorase de ella y la dejara de lado. Pero al mismo tiempo, le daba mucho asco sentir esos pequeños celos, y se sentía mal consigo misma.

Pero le sentó muy bien el hecho de que Daniela quisiera aislarse con ella para que la ayudara a seguir escribiendo su libro.

-Marina, ¿te parece bien si las dos solas nos sentamos debajo de esa palmera y me ayudas a continuar la novela?

-Por supuesto amiga, ¡vamos!

Las dos amigas se ayudaron a escribir sus respectivas historias. Marina también había decidido empezar una. Ambas se daban ideas y se lo pasaban genial.

Pero de repente vino Palma, a interrogarles qué estaban haciendo y por qué se habían ido:

-Hola, ¿por qué os habéis aislado? ¿Qué estáis haciendo?

-Amm, hola. Pues verás, em, estamos escribiendo historias -respondió Marina, incómoda por la presencia de la chica.

-¡Qué bien! ¿Puedo leerlas?

-Sí, claro -aceptó Daniela.

Palma se acercó aún más a donde estaban Marina y Daniela, para leer por encima lo que habían escrito.

-La verdad es que están bastante bien, pero yo corregiría un poco la letra, algunas palabras no se entienden, por lo demás todo perfecto -juzgó Palma.

-Gracias -respondieron las dos amigas, incómodas -aunque vemos que nuestra letra no está mal.

-Y no lo está, simplemente es un consejito para que la mejoréis -justificó Palma, sonriente.

-Bueno, está bien -dijo Marina.

Poco después, vino Abraham, que les dijo a las chicas que dentro de poco tendrían que volver al campamento, porque ya eran las ocho de la tarde, y debían ducharse, cenar y acostarse.

Pasaron cinco minutos y los chicos ya empezaron a recoger y a volver al camping. Se despidieron de Nicole y Palma, y una vez en la cabaña, después de ducharse y cenar, se reunieron con Joshua y Felipe, para contarles cómo les había ido la tarde...

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