Capítulo 3 - Jou.
Se acercó hacia nosotros volando desde un árbol de la profundidad, sus ojos eran muy llamativos y grandes. Era un búho como los que hay en la naturaleza, pero este tenía algo peculiar, era más grande de lo normal.
De repente, se paró delante de nosotros, posándose en el suelo. Nos miró fijamente y empezó a levitar sobre sus patas. Formo un remolino de plumas y luces azuladas, que no tenían sentido para nosotros. Parecía que el búho estaba desapareciendo en esa luz tan fuerte.
Era un Grob, "como ya os comente al principio de mi historia".
Pero este era un tanto especial, a simple vista parecía que tenía el pelo muy sedoso, de color marrón claro, con unas manchas blancas, y sus ojos eran de un tono amarillo miel, con algún punto negro en su iris. Sus manos y sus pies eran diminutos, apenas se veían con tanto pelo, llevaba un arco en su mano, y dos lanzas en su espalda.
De pronto empezó a hablar.
-¿Os parece bonito molestar así a las flores en su descanso? ¿Quiénes sois?
Era la misma voz que salía de la oscuridad, ambos nos quedamos sin habla y no supimos que contestar.
Él volvió a insistir y pregunto.
-¿Por qué tenéis esa piedra? ¿Quién os la dio?
Anne me mira y me susurra.
-Eder... Di algo.
-Emm... La piedra la tenía mi perro en la boca y de repente estamos aquí perdidos.- Dije con precaución.
-Parece que no sois de aquí, se nota en vuestros ropajes, os llevaré amablemente a nuestro pueblo y el maestro sabrá qué hacer con vosotros. ¿Estáis de acuerdo?- Dijo esa extraña criatura.
Cada vez esto se ponía más interesante, pero era un desconocido que nos quería ayudar, me parecía un poco raro el seguirlo, pero tampoco perdíamos mucho, ya que apenas sabíamos qué hacer, solo nos quedaba seguir dando vueltas, y empezábamos a estar hambrientos.
-¿Qué deberíamos hacer Eder?- Dijo Anne.
-¿Cómo sabremos que podemos confiar en ti?- Insistí.
-¡Malditos Gleenzts!, ¿!Porque no tenéis más remedio¡?, además tengo a mis amigas conmigo para ayudarme.- dijo señalando a sus armas. -No seáis tontos, es broma- dijo entre risas.
-No me hubiese mostrado ante vosotros, si no quisiera ayudaros.
Anne y yo nos miramos con cara de incertidumbre.
-¿Cómo te llamas?- Pregunto Anne.
-Mi nombre es Jou, y no diré más hasta llegar a la ciudad, este sitio no es seguro. ¡En Marcha!
Comenzamos a seguirle. Nos llevaba por unos senderos llenos de plantas muy extrañas, algunas parecían moverse y estar vivas, entre ellas había una especie de seres a los que parecían distinguírseles piernas y brazos; eran peculiares y pequeños, el color de su piel era variado con muchos tonos y les crecían en sus extremidades flores, hojas y frutos. Utilizaban las plantas de hogar, salían de los pétalos de las flores que caían como campanas. Una de ellas se encontraba abierta, se podían ver los muebles, eran diminutos y estaban hechos de flores, plantas o incluso corteza de árbol.
Tenían algunos rasgos humanos y eso me pareció interesante.
-¿Qué son estos seres?- dije con curiosidad.
-Son Bitkis unos seres muy antiguos en este planeta, son curiosos porque su piel cambia de color según su estado de ánimo- explico Jou.
Los Bitkis eran diminutos, con una altura que oscilaba entre los 5 y 7 centímetros. Su apariencia era fascinante y cautivadora, manifestaciones vivientes de la vida y la energía que fluía a través de la naturaleza. Su existencia estaba intrínsecamente ligada al ciclo de la vida y la renovación, y se decía que tenían conocimientos profundos sobre la flora y la fauna del mundo.
A pesar de su pequeño tamaño, los Bitkis poseían una gran sabiduría y una conexión innata con los secretos ocultos de la naturaleza. Eran guardianes de la armonía y protectores de los bosques, y se decía que podían comunicarse con los espíritus de los árboles y las criaturas mágicas que habitaban en ellos.
Su presencia en el mundo era considerada un regalo y una señal de bendición, ya que simbolizaban la renovación y la vitalidad de la naturaleza. Los Bitkis eran seres enigmáticos y fascinantes, capaces de brindar guía y consejo a aquellos que mostraban respeto y reverencia hacia el mundo natural.
Uno de ellos se acercó a Jou y le susurro algo en su oreja mientras señalaba a un árbol gigante, no sé qué le diría. Al principio parecían risas y luego se convirtió en preocupación. Anne me miro y se encogió de hombros.
Seguimos nuestro camino y cruzamos un pequeño arroyo de agua cristalina. Podían verse unos peces que no eran muy comunes, tenían seis aletas y unos colores muy vivos. En ese mismo instante mi perro bajo a beber agua.
-¿Podríamos hacer una pequeña parada? Me están matando las patas- Dijo Hisk agotado.
-De acuerdo, pero no por mucho tiempo, no me siento cómodo en esta zona- Comento Jou.
Y decidimos hacer un alto en el camino. Pude ver que delante de nosotros había un oscuro bosque, parecía que estaba quemado, y que las llamas lo habían arrasado todo.
Vi a Jou muy inquieto, no paraba de moverse de un lado para otro, siempre con el arco en la mano. Parecía que estaba alerta por algo.
-No os movíais de aquí, enseguida vuelvo, tomad esto- Dijo Jou.
Jou le dio su arco a Anne y de pronto volvió a transformarse en búho. Salió volando hacia ese bosque oscuro donde la mayoría de vegetación parecía que había ardido en algún momento, estaba confundido, no sabía qué estaba pasando, pero a Jou se le notó muy preocupado.
Estuvimos los tres esperando junto a la orilla del arroyo, Hisk se metía en el agua jugando con los peces, Anne lanzaba pequeñas piedras intentando hacerlas rebotar y yo me tumbé con las manos apoyadas en mi cabeza, esperando a que volviera de nuevo.
Al rato se oyó un estruendo en el bosque. Frente a nosotros vimos como caían árboles. Los pájaros salían volando de ese lugar. Estaba lejos de nosotros, pero cada vez se acercaba más a nuestra posición. Hisk se puso muy nervioso, notaba que algo iba mal. Anne se acercó a mí agarrándome del brazo, se le notaba muy asustada, y podía notar su respiración agitada.
-Tengo mucho miedo- Dijo ella asustada.
Puse mi mano sobre su hombro intentando calmarla.
-No te preocupes, todo saldrá bien- Intente animarla, aunque yo estaba muy asustado.
Uno de los muchos pájaros que salían volando del bosque venía hacia nosotros en picado, era Jou se paró a nuestro lado y se transformó de nuevo.
-Tenemos que salir de aquí, ¡rápido!- dijo Jou gritando.
¿A qué temerá Jou? ¿Y qué será ese gran ruido?
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