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Capítulo 2 - Maravillas Ocultas.

Lo primero que se me pasó por la mente, es que todo había sido un sueño, hasta que unos segundos más tarde volví a la realidad cuando Anne exclamo.

—¿¡¡¡Qué está ocurriendo!!!?

Al mirar su cara de preocupación le dije.

—No tengo ni idea de donde estamos.

Anne parecía concentrada mirando al infinito, me quede mirándola un buen rato y mi curiosidad me hizo preguntar.

—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?

—No sé qué es lo que pasa, pero no veo bien con mis gafas— Comentó ella.

En ese mismo instante Anne siguió intentando ver algo, pero le era imposible, y pensó que la única solución sería limpiar los cristales, puede que solo los tuviera sucios o simplemente se le rompieron, ella cogió sus gafas y se las quito. Le vi la cara de sorpresa y no paraba de parpadear.

—Esto es muy extraño... Puedo ver sin mis gafas y eso nunca me había pasado— Exclamó Anne.

Me quedé sorprendido, era un poco raro que pasara eso de golpe y en este sitio, además nunca me fije en ella, pero sin las gafas parecía una chica bastante mona.

—¿Estás segura de que ves bien?— Movía mi mano delante de su cara.

—Sí sí, tranquilo, cuidado que me vas a meter un dedo en el ojo— Dijo riéndose.

Ambos seguíamos muy sorprendidos, y mi perro estaba olisqueando todo lo que nos rodeaba. Estábamos en una especie de plaza, era un cruce de caminos, mire y pude ver que las losas bajo nuestros pies, tenían los mismos símbolos que la piedra que nos encontramos, la tierra era de un color anaranjado, y se notaba mucha humedad en el ambiente.

Levanté la mirada y girando sobre mí, vi que había bastante vegetación, observe una especie de palmera, pero lo que salía de sus hojas no eran dátiles, eran unos frutos grandes de color morado, como una sandía o un melón, o eso me parecía a simple vista, con hojas carnosas y el tronco era marrón con tonos amarillos.

Los árboles que se encontraban en ese lugar, eran enormes, no podía llegar a ver el final de ellos.

Solo veía unas luces tenues con destellos en lo que parecía ser la copa del árbol, imagine que eran frutos. Estaba buscando el cielo, cuando vi un claro entre tanta vegetación, por fin los árboles me dejaron ver las estrellas, pero para mi sorpresa vi también un planeta y dos satélites parecidos a la luna en la tierra.


¿Qué es todo esto?— Pensé.

Mi perro se acercó a unos trozos de madera, que parecían formar una especie de cartel muy antiguo, y empezó a ladrar, después comenzó a toser y a carraspear su garganta.

Cuando de repente se escuchó una voz de fondo que nosotros no conocíamos, era él, Hisk. Había empezado a hablar, carraspeo nuevamente y dijo.

—Aquí hay un cartel, parece que quiere decir algo. ¡¡Mirad!!

Anne me miro con una cara muy rara, nadie se atrevía a responder a mi perro.

Ella se acercó a mi perro con mucho cuidado, y empezó a darle con el dedo en el lomo, a forma de señalar, le daba una y otra vez.

—¡¡Para!!— Dijo Hisk.

—¿Cómo es que tú puedes hablar?— Anne estaba muy sorprendida.

—¿Tú hablas perruno?— Hisk no paraba de mover la cola.

Mire a ambos y me parecía todo sacado de un cuento o un mal sueño, siempre tuve ganas de hablar con mi perro para no sentirme solo, pero esto ya pasaba los límites de mi imaginación. Hisk era un ser tan lleno de energía y vitalidad que siempre lograba contagiarme su entusiasmo. Con tan solo un año de edad, ya rebosaba de vida y no conocía el significado de la palabra "quietud". Hisk era un Yorkshire Terrier, una raza conocida por su tamaño pequeño pero su gran personalidad.

Sus orejas eran una característica peculiar y adorable. Siempre estaban caídas, como si fueran demasiado pesadas para mantenerlas en alto. Era bastante gracioso ver cómo se movían de un lado a otro cuando corría o jugaba, como dos pequeñas alas que le daban un aire encantador. Aunque muchas veces intentaba animarlo para que las levantara, Hisk prefería mantenerlas en su posición relajada y despreocupada.

En cuanto a su coloración, Hisk era casi negro, pero tenía manchas marrones que se extendían a lo largo de su lomo, creando un contraste interesante en su pelaje. Estas manchas le daban un aspecto único y distintivo, como si llevara pequeñas pinceladas de color en su cuerpo. Cada vez que lo veía, me sorprendía cómo sus colores se complementaban y realzaban su encanto.

Su energía inagotable y su personalidad vivaz hacían que Hisk fuera una compañía divertida y enérgica. Siempre estaba dispuesto a jugar, correr sin cesar y explorar cada rincón del mundo a su alcance. Su amor por la vida y su alegría contagiosa eran una fuente constante de felicidad para mí.

Anne y Hisk seguían hablando entre ellos, no sé de qué hablarían, pero no le di importancia, de repente bajaron unas luces de los árboles, que yo pensaba que eran frutos, se quedaron a escasos metros de nosotros, cerca del cartel, se posaron sobre la madera, y formaron entre ellas unos símbolos extraños que parecían letras, estas luces parecían formas de vida un poco extrañas, eran algo parecido a las libélulas, en su cuerpo tan diminuto se pudo ver que tenían seis alas y desprendían su luz desde el final de su abdomen.

Nos quedamos mirando los símbolos, pero no entendíamos ni media, de pronto cambiaron de forma en un abrir y cerrar de ojos, parecía que tenían una coreografía ensayada, volvieron a formar una palabra y esta vez pudimos entender lo que ponía en el cartel.

Ponía "DAVALAN" e indicaba con una flecha el camino, así que supuse que el cartel nos quería conducir a ese lugar. Anne se dirigió hacia allí, yo me quede quieto y Hisk la siguió a ella.

—¿Estás segura de seguir ese camino? No sabemos qué habrá, puede ser peligroso.— pregunte a Anne.

—Después de todo lo que ha sucedido no creo que vaya a peor, no sabemos volver a casa, y puede que eso sea una pista.— Dijo ella mientras movía la mano para que le siguiera.

A regañadientes accedí a ir con ellos y empezamos a caminar.

Todo en aquel lugar era distinto a lo que nosotros habíamos visto en películas, comic, parecía algo sobrenatural. A Anne le llamo la atención unas flores en los lados del camino, eran bastante grandes y de color púrpura, además, tenían pinchos en los tallos. Ella por curiosidad toco una flor y empezó a moverse sola, estaba viva. La flor salió corriendo y se escondió en medio de la arboleda.

—¡Ten Cuidado!— Se escuchó una voz proveniente de la profundidad del bosque.

Nosotros miramos a Hisk, pero él movió la cabeza indicando que él no había hablado, seguí mirando a las profundidades de la oscuridad para ver quién era.

De fondo pude ver unos ojos amarillos grandes, que se acercaban hacia nosotros.



¿Qué podría ser aquello? ¿Sería un reflejo de los árboles? ¿O quién sería?



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