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Me conmuevo con las botanitas.


Dante les mostró a los niños cómo funcionaba el reloj que Petra me había regalado y yo le había prestado para cambiar su apariencia: supuse que era él porque dudaba que Shakira hubiese viajado todo el tiempo con nosotros sin notarlo. Estaba cantando Waka Waka, haciendo la coreografía con precisión y recibiendo ovaciones de los nuevos fanáticos. Se quitó el artilugio, se arrodilló frente a una niña de doce años, la mayor del grupo de admiradores, y ajustó la maya en su huesuda muñeca mientras le contaba las reglas que debía seguir para usar un arma tan poderosa.

Ella escuchó atentamente las palabras de Phil que le explicaba cómo funcionaba e ignoró un poco las reglas de Dante. Sus ojos resplandecían de emoción teñida de miedo. Cerró los ojos buscando concentración y cambió. Se prologó su estatura, las piernas y los brazos enflaquecieron hasta ser astillas de metal; sus rasgos se achataron y se desvanecieron al momento que la piel se endurecía y emblanquecía. La chica fingía ser un Palillo.

Se veía idéntica a los vigilantes mecánicos.

Los demás niños aplaudieron, vitorearon, saltaron alegres, alzaron las manos e iniciaron un corito de voces que entonaba: «Yo, yo, yo, ahora yo» Phil se rio.

—Eso solo son apariencias mágicas —Apoyó una mano en el hombro del robot—. Si lo tocas notas que está hecho de piel y huesos y no de metal —Todos le dieron palmeadas a la máquina para comprobar que se trataba de su amiga, Phil se señaló con ambos pulgares—. Yo soy un transformista real.

—¡A ver! ¡A ver!

—¡Muéstranos!

—¡A ver! ¡A ver!

Phil sacudió sus manos fuera de su cuerpo pidiendo espacio, el círculo de niños retrocedió, la música se detuvo, gracias al cielo. Todos contuvieron el aliento.

Saltó en el aire de espaldas y antes de aterrizar un pinzón de cabeza azul aleteaba sobre la cabecilla de los más pequeños. Todos alzaron la voz, no tan alto como para ser escuchados desde los barcos patrullas, pero gritaron bastante entusiasmados. Lo suficiente como para romperme los oídos. La música se reanudó acaloradamente como si los flautistas quisieran perder sus pulmones, una niña estaba golpeando rítmicamente un barril para agregarle más percusión o tal vez quería quitarle las últimas gotas de licor.

Como a todo actor a Phil le gustaba el protagonismo... o tal vez le gustaba ser bienvenido. Lo habían desterrado de su mundo por estar enfermo de la cabeza, en mi mundo había sido siempre un inadaptado y, por fin, allí era querido.

Sentí pena por él, no me imaginaba lo horrible que se sentiría no ser querido en ningún lugar, desde pequeño. Mientras yo tenía a mis hermanos y padres, a la misma edad, si no antes, él se las arreglaba para vivir en el mundo humano, imitando la apariencia de una especie que no entendía, viviendo entre calles hasta que logró establecerse.

Me prometí regresarlo a su pasaje, protegerlo de su discriminadora especie y reencontrarlo con su padre de una buena vez.

Dante se plantó a mi lado, queriendo pasar igual de inadvertido que yo, pero no pudimos por mucho tiempo. Nos sentamos en unos barriles volcados, cerca de 26J y la bañera de vino. Ella continuaba sirviendo tragos, pero se reía de que estuviéramos incómodos con tanta atención.

Los niños no solo nos preguntaron cosas, también querían mostrarlos algunas de su pasaje. Uno incluso me mostró una colección de uñas.

—Wo, mejor escóndela así nadie se pone celoso —le dije alejando el frasco de mi cara.

Los demás niños continuaron mostrándome cosas como pinceles, muñecos, armas o protecciones que habían fabricado. Eran unos buenos artesanos. Veintiuno se convirtió en mi escolta profesional, alardeando que éramos mejores amigos y que él me descubrió a primera hora de esa mañana y siempre supo que había algo raro en mí.

No iba a quitarle su momento de fama.

—Así que sí —concluyó altivo, puliéndose los dedos contra el pecho—, soy más listo que todos los Palillos y Logum. Podría decirse que soy el más listo de todo Nózaroc porque fui el único que notó que venían de otro mundo.

—No —lo interrumpió una niña de trece años, era la más grande, de no tener éxito en la misión ella entregaría su corazón a Logum mañana.

La chica tenía las mejillas tan rojas que parecía un payaso, se puso se puntillas, alzó la copa vacía, estaba despeinada y un poco ebria.

—¡Yo soy la más lista de todo Nózaroc! ¡Fue idea mía incendiar un Hogar de la Comuna! —decretó.

—Sí, gracias por eso, 17N —se quejó un niño de nueve o seis, se cruzó de brazos y se desplomó sobre la pared—. Me hubiera gustado que avisen antes de quemar el Hogar donde yo estaba durmiendo.

—Mientras más gente supiera era más peligroso, 8M —se excusó 17N.

26J se acercó hacia nosotros con dos copas de vino. Phil seguía convirtiéndose en cosas para sus admiradores, los más pequeños continuaban jugando con el reloj de Petra. 1E estaba afilando unas flechas que eran como estacas pequeñas, pero de acero, ese niño era muy tímido y reservado. A diferencia de 26J que era huraña, él se integraba al grupo, era amable e introvertido. Estaba cerca de nosotros esa era su manera de sociabilizar, pero no decía mucho más y cada vez que le hablaban balbuceaba aturdido y apenado.

Aferré la bebida que me ofrecía 26J antes de que me la tirara en la cabeza. Dante agarró la copa, agitó el vino en su interior, lo analizó frente a la luz temblorosa de una vela, olfateó el líquido, arrugó los labios, meneó la cabeza, estiró el brazo y le devolvió la copa a 26J.

—Yo solo bebo cosechas de mínimo cinco décadas, sobre todo si es Château Lafite.

El di un codazo en las costillas y mascullé: «Solo bebe esa porquería» Dante apoyó la copa en su regazo y la miró taciturno, lamentando para sus adentros que no fueran las finas cosechas de Château Lafite.

26J bajó el cucharon con el que iba a vengar el vino, que no tenía idea de dónde habían sacado, por mi parte, solo estaba interesado en los niños que hablaban del incendio, es decir en 6M y 17N.

La chica que se proclamaba la más inteligente se llamaba 17N, había sido el cerebro detrás de la idea de incendiar los Hogares de la Comuna, ella estaba jugando a pisar las rayas de los diferentes tablones del suelo, nivelando su cuerpo con los brazos extendidos y rodeando sus pálidos y delgados dedos en un tarro de cerveza o vino.

—¿Para qué incendiaron solo un Hogar de La Comuna? —pregunté.

Ella alzó la mirada, tenía los ojos azules y el cabello avellana ensortijado, como las princesas de los libros medievales. Veintiuno la observaba impaciente, como si esperara que terminara su relato para discutir que él era el más listo de todo Nózaroc.

—Sí, antes de que vengan ustedes teníamos que planear una distracción para que un grupo fuera al Banco. Se nos ocurrió quemar la mitad de los Hogares de Comuna, con aserrín que encontramos en el basurero y el alcohol que usan en las fábricas para desinfectar. No este que bebemos, otro. Probamos cuántos materiales eran necesarios para que ardiera bien. Pero, el plan fallaba un poco, no teníamos suficientes personas para quemar la ciudad entera —volvió a enfocar sus ojos a los pies, frunció el ceño para concentrarse mejor y añadió—. En la ciudad hay millones de niños y solo unos miles formamos parte de la resistencia. Pero tenemos suerte que ninguno es un soplón, los que no forman parte de la resistencia le tienen miedo. Aunque nos llaman Deslealtad porque no somos leales a Logum. A mí me gusta el nombre.

—Pero hubo un momento en donde delataron a todos —explicó el niño rubio de seis años, 6M, que estaba recargado contra la pared—. No sé quién fue. Solo sobrevivió 5M.

Asentí y bebí hasta el final la copa de vino para evitar ser tan soplón como Phil.

Ellos no sabían que 5M era la única que sobrevivió porque fue quién delató a la vieja resistencia. Claro que lo hizo por error, cometió la imprudencia de contárselo a su hermano Colecla. Seguramente tampoco sabían que el corazón que tenía en su despacho no era de una persona cualquiera, era de él. Cuando nos contó la historia de su vida ahí había estado 26J así que era la única que conocía la vedad: 5M era la más antigua de la resistencia porque por su culpa habían muerto los demás.

Me resultó curioso que 5M nos enviaría al banco con 26J, la integrante de más confianza de toda la resistencia y 1E... el mejor cartógrafo. Seguramente esos niños eran las personas en las que más confiaba, los que deberían estar a su lado cuando diera un golpe ¿Por qué los elegiría para una misión tan arriesgada? ¿Acaso no confiaba en nosotros? ¿O...

Sentí un aplomo gélido en el corazón, como si me lo hubieran llenado de hielo.

¿O quería deshacerse de ellos?

No tenía sentido, había muchas niñas y niños de doce y trece años además de 26J, por ejemplo, la borracha con mejillas rubicundas que tenía a mi lado, que había tenido la idea de distraer con fuego. Si incendiaban los Hogares de la Comuna todos saldrían a las calles y el lío impediría que fueran a vigilar el Banco, seguro los Palillos irían a la frontera, creyendo que querían escaparse. Era un plan brillante y tal vez si nosotros no estábamos lo hubieran ejecutado. Pero no enviaba a esa niña para que nos vigilara.

Solo enviaba a 26J, la única que sabía que 5M había traicionado a toda la vieja resistencia y a 1E, el único que conocía la ciudad como la palma de su mano.

Me resultaba sospechoso, sentía que estaba frente a algo importante, pero no podía atar todos los cabos. Me reprendí porque estaba siendo demasiado maniático.

Meneé la cabeza. No debería concentrarme en eso, tenía problemas más importantes en los que pensar, como que en ese mismo instante había dos bestias diferentes atacando mi pasaje: Las Catástrofes y las Buscavispas.

—¿Quieren llevar la antorcha? —preguntó 1E ofreciéndome una bengala.

Él había dejado de afilar sus flechas y estaba empacando para el viaje que haría con nosotros hasta el Banco. Llevaríamos tres antorchas y las tres serían para dar señales.

Después de destruir los parlantes del Banco deberíamos encargarnos de apagar las pantallas y eso solo se lograba si apretabas tres botones en tres bases diferentes al mismo tiempo. Pensar en una sincronización tan perfecta me ponía los pelos de punta. Pero era necesario triunfar. Apagar los parlantes que le hablaban a los corazones y las pantallas que leían los adultos. De otro modo, los Salivantes seguirían obedeciendo las instrucciones de Logum y necesitábamos que lucharan a nuestro lado para liberar la ciudad... a su lado. El lado de los niños, no el mío. No era mi lado, no era mi batalla.

—Cuando logremos apagar los parlantes del Banco —continuó—, deberemos ir a la frontera de la ciudad y meternos en las ruinas rojas.

—Rojas por los hilos venenosos —explicó el niño 6M—. O sea, meterse en las antiguas casas de papá y mamá. Las que quemaron.

1E asintió con seriedad.

—Allí nos esperará una brigada de refuerzos —señaló con el mentón a 17N.

Si esa borracha era nuestro refuerzo estábamos perdidos antes de empezar, pero preferí no decirlo.

—Buscaremos la tercera sala de control de las pantallas y soltaremos la bengala —continuó explicando 1E como si hablara de una lección escolar que había aprendido de memoria—. Será la señal para que el resto de los grupos vuelque la información al mismo tiempo. Allí hay computadoras, por suerte 5M consiguió ese tipo de información.

Claro, se la quitó a su hermano, pero él no dijo eso.

—Yo llevaré una bengala —explicó 1E con una vocecita adorable, sin atreverse a mirar a nadie a los ojos—, pero si muero la bengala no puede irse conmigo, así que otros dos deberán llevarla.

Tragué saliva. Eso era pesimismo puro. Por tener once años hablaba de su muerte sin preocupaciones como si fuera un soldado o un gótico que se esfuerza para sonar depresivo.

17N hipó, nos observó un segundo con el labio chueco, se volteó a 26J que continuaba sentada junto a la bañera de metal, jugando a ser barman, y señaló la pared más próxima.

—Oye ¿Ya dejaron su marca?

26J se mordió el labio inferior, arrojó el cucharon al vino y meneó la cabeza. Juré que sus orejas se pusieron enhiestas.

—No, es cierto. Deben dejar su marca ¡Philco! —gritó ahuecando sus manos—. ¡Philco!

El coro de niños que seguía asombrándose con las maniobras de Phil estaba igual de agitado, rodeando a una figura extraña que se veía como una vena enorme y morada, del tamaño de una mesa de café. Las transformaciones de Phil siempre dejaban piel, plumaje, pelo y sangre en el suelo, eran rápidas pero desagradables, sin embargo, viniendo de niños que se podían arrancar su propio corazón, los fluidos corporales no les molestaban para nada.

Phil abandonó su grupo de admiradores y avanzó riéndose torpemente hasta 26J, los pequeños fans lo siguieron. Varios pares de ojos curiosos la miraron con atención, ella sonrió con la mirada rígida de un adulto.

—Tienen que dejar su marca. Cada persona que pasa por la guarida debe que dibujar algo en la pared así, si algún día entrega su corazón y deja de ser quien es, al menos, habrá una marca en el cielo que atestigüe quién fue. Tiene que ser algo que les guste o los describa bien. Que los defina. Esa marca deben ser ustedes.

—¡Yo haré un zapato! —decretó Veintiuno alzando la mano—. Porque inventé un código de habla. La resistencia se llama Las Botanitas y la libertad es Zapato Cósmico y...

—Bieeeennn, creo —lo interrumpió 26J—. Buscaré a sus amigos.

Antes de que pudiera reaccionar 17N, 1E y la marea de niños que voceaban, silbaban, tocaban flautas, cantaban o hacían alboroto nos empujaron a Phil, Veintiuno, Dante y a mí fuera de la bodega. Nos dirigieron al pasillo de los camarotes donde había velas en el suelo y dibujos en las paredes. Pensar que los creadores de esas imágenes, al menos la mayoría, ya estaban muertos, era un poco deprimente, tan deprimente como jugar al bingo un sábado a la mañana.

Nos dejaron frente a un lienzo de madera que no estaba pintado, solo había alrededor algunas nubes que alguien había dibujado hace tiempo y una persona con tres cabezas.

—¡El tinte! ¡Traigan la sangre! ¡Primero Philco! ¡Sí, Philco!

A Phil se le encendió la cara como si hubiera recibido el mejor alago del mundo. Noté que hace al menos una hora no tenía ningún episodio, tal vez su enfermedad empeoraba cuando se sentía solo o bajo peligro. O estaba esforzándose.

De la muchedumbre expectante salieron Petra, Sobe y Berenice, 5M se quedó al final del grupo, dejó que los pequeños disfrutaran del rito de iniciación.

—Ese es mío —17N se estiró en toda su altura, sin soltar el tarro, se tambaleó y señaló el dibujo de la persona de tres cabezas—. Representa la leyenda que solía contarme mi tía, una que dice que el alma de alguien está dividida en tres partes...

—17N no arruines su momento —sugirió 5M con amabilidad.

—Yo haré un autorretrato —notificó Sobe.

—Nadie quiere un troll en su pared —se mofó Petra puliendo sus brazaletes.

Los niños fueron pasándose ceremoniosamente un cuenco de arcilla con pintura roja, dios quisiera. 26J fue la encargada de dárselo a Phil. Noté que Phil tenía los ojos húmedos y brillosos como si viera al mismísimo Elvis Presley cantando en un escenario, no cabía de orgullo.

Todos esos niños le estaban haciendo sentir que él era lo suficientemente memorable como para quedar inmortalizado en la pared de su hogar. Me sentí feliz por él, merecía sentirse acogido al menos una vez.

El silencio era sepulcral.

Él empapó su mano de la pintura roja y espesa. El líquido chorreó un poco en su muñeca y al suelo. Phil colocó en la pared sus pulgares para dibujar ojos, luego una nariz y sí... retrató a un hombre con micrófono y copete, cantando. Era Elvis. Primoroso.

Veintiuno, como había prometido, dibujó un zapato, Sobe hizo a Petra, con unas cejotas enormes y enojadas, diciendo: «Tú no creaste eso». Dante dibujó al signo de pi ya que era bueno en matemáticas sobre la cabeza de uno de sus trolls de colección, Berenice un pedazo de pentagrama que había aprendido en el piano, creo que era una pieza de Beethoven. Petra por su lado dibujó una torre con un niño mirando por la ventana, esperando a alguien, se la veía triste cuando lo hizo y no explicó por qué.

Tal vez era Nisán, él se había criado encerrado en una habitación.

Yo por mi parte, pinté un ave, el mismo pájaro que había visto dibujar al nativo de Dadirucso en un sueño, el que tenía un departamento anaranjado y le hablaba a Beatriz, una mujer que jamás conocí.

Él ya no estaba vivo, ni Beatriz, ni el niño inocente que yo había sido cuando lo vi.









Triple actualización por ser el cumpleaños de 

¡Espero que vos y tu hermana la hayan pasado genial! ¡Comido algo rico o divertido con amigos! Es la primera vez que subo un capítulo de cumpleaños y no es una parte turbia XD ¡Encima el capítulo trata de una fiesta en barco, así que queda perfecto!

¡Gracias por leer a todos! ¡Me alegra mucho que sigan la historia de Jonás y eso que ya va por el tercer volumen! A este libro le quedan alrededor de 110 páginas para terminar (paso el dato, así como les paso otro dato: los gatos duermen más del 70% de sus vidas :v ).

Me fui por las ramas jajajaja en resumen, 

¡Feliz cumpleaños Villow! ¡Muchos abrazos! ¡Y feliz fin de semana a todos! ¡Nos vemos el siguiente viernes! ¡Besos!


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