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II. El mundo de los corazones no tiene corazón.


Solo había una silla y la estaba usando ella así que yo me senté sobre un montón de madera que había en un rincón, cerca de las sombras. Phil se recargó contra la pared y se cruzó de brazos fingiendo que masticaba chicle como si no estuviésemos a su altura, Veinteno se ubicó al lado de 26J, tumbándose en las cortinas viejas, apreciando su dibujo y Dante permaneció petrificado en su posición, dispuesto a hacer reverencias a diestra y siniestra como un ninja de la paz.

Cuando comprobó que estábamos todos acomodados en un sitio comenzó:

—Nózaroc fue invadido cuando yo tenía solo nueve años. Recuerdo todo, las estampidas, las llamas y las naves. Descendieron del cielo como una lluvia de fuego. Asesinaron a la mayoría y nos sometieron como si fuéramos frágiles, nos cazaron al igual que a conejos. En parte fue nuestro error, vivíamos en armonía y paz, no conocíamos el peligro. Tuvimos que pagar por eso, por tener tanta felicidad y creer que nadie nos la arrebataría. Es que... nunca habíamos atravesado por lo que ustedes llaman... guerra.

Noté que 26J estaba arrugando la barbilla como si quisiera llorar, tal vez ella recordaba poco o nada de ese evento. Rogué que no llorara, no sabría qué hacer, siempre había sido malo en lo que implicaba sentimientos o sociabilización, solo era bueno memorizando palabras, películas o cómics.

—Al principio, luego de quemar todas las cabañas, valles y pueblos los soldados de Gartet reunieron a los únicos sobrevivientes de Nózaroc en las ruinas de sus antiguas viviendas. Nos dejaron descansar.

—Qué bueno de su parte —dijo Dante.

—¡Para empezar a torturarnos!

—No tan bueno de su parte —corrigió.

—Ahora somos veinte millones de almas viviendo, si es que se puede llamar a esto vida, en la Ciudad Blanca. Antes éramos más de trescientos. Imagina acumular a todo tu planeta en una sola área como, no sé, Florida.

Tragué saliva horrorizado. Todo menos Florida.

Que supiera de mi mundo sin ser una trotadora era un poco inquietante ¿De dónde había sacado esa información? Alguien se la había dado, o peor, ella la había arrebatado. A la fuerza. A trotadores. Hacía torturas, acumulaba velas aromáticas y corazones, esa chica estaba fuera de control.

—Primero nos gobernó una seguidora de Gartet llamada Comandante Tandra. Ella pidió que le entregáramos nuestros corazones si éramos mayores de trece años para trabajar. Les prometió a todos que no les dolería, se valió de su buena fe y su confianza... pero los engañó.

Movió la mandíbula como si masticara el rencor que le tenía o fingiera tener un chicle como Phil.

—Luego de atacarnos y quemar los valles, nos acumularon a todos en un campo de cenizas, fue antes de que construyeran la Ciudad Blanca en donde te infiltraste. Lo primero que hicieron fue destruir, después construyeron su propia civilización —Observó con añoranza la ventana negra—. Éramos mucha gente al comienzo así que se podrán imaginar el panorama...

Asentimos.

—Los corazones que recolectó los acumuló en el Banco. Aún permanecen allí. Es un lugar repleto de sarcófagos, cajas del tamaño de libros donde almacena los corazones de todos los adultos de Nózaroc. Verán, nosotros teníamos diferentes costumbres a su mundo, éramos devotos a las personas que amábamos; le entregábamos el control de nuestra vida a un individuo en especial porque nuestro afecto era tan fuerte que debíamos sellar el vínculo obsequiándole el motor de nuestra vida, el recipiente de nuestra alma: el corazón. A diferencia de ustedes, los trotadores, nuestra alma, todo el núcleo de nuestra conciencia y voluntad, se encuentra fragmenta en tres pedazos. El núcleo, la parte más poderosa está en el corazón. La segunda parte se extiende en el cuerpo, como un velo. Y la tercera... la tercera es caprichosa y se mueve a donde quiere.

—Oh, interesante —dije por decir algo.

Me parecía exagerado, amaba a mi familia, quería recuperar a mis hermanos, pero ni muerto dejaría que Narel tomara mis decisiones. Si le regalaba mi corazón a ella lo usaría para que dejara de ser un ñoño como ella solía creer. Narel era un poco caprichosa... o al menos la Narel que recordaba. Ahora debería tener casi dieciocho años... y los gemelos casi once.

—Es fácil, podemos vivir sin tener conectadas varias partes del cuerpo, en fin, si posees el corazón de alguien puedes controlarlo. Para que te obedezca le tienes que susurrar lo que deseas, no basta con pensarlo. Es por eso que el Banco es un lugar con cajas y parlantes. Así pueden dar órdenes masivas.

Asentí.

—Tandra, la comandante que supervisó la colonización de este mundo, logró meter en Banco todos los corazones, entonces con el sistema de parlantes les susurró tres órdenes a los sobrevivientes de la masacre —levantó su dedo medio y los que le seguían para recalcar el número—. Solo tres. A todos y al mismo tiempo. Luego de quemar nuestros hogares nos habían amontonado en el campo de cenizas a esperar indicaciones. Se tomó seis días para montar Banco y tener cada detalle listo. Recuerdo cuando susurró su primer decreto.

Rechinó los dientes y abrazó la botella como si fuera una vieja amiga.

—Ordenó que le fueran leales. Es así como logró callar al grupo de rebeldes que se estaba formando en el campo de refugiados, entre ellos, estaba mi hermano. Dormíamos bajo el cielo estrellado, arrojados sobre las cenizas. Esperando. Todas las noches escuchaba que mi hermano hablaba de fugarnos. Me daba alientos sumarme a sus planes, a sus fantasías. Yo le creía, se sentían muy reales... —Sonrió con pesar, pero lentamente su mueca se desdibujó como si los labios le pesaran mucho— pero repentinamente dejó de quejarse.

El silencio de la sala era sepulcral como si alguien hubiera dicho un chiste de mal gusto.

—Por Elvis bendito —susurró Phil, rompiendo el aura.

—Al siguiente minuto Tandra dio la segunda orden: les dijo que dejaran de sentir miedo, que dejaran de sentir todo lo que pudieran sentir y que permitieran que el vacío más insípido que tuvieran guardado en el interior los controlara —Bajó el segundo dedo, de modo que únicamente tenía el meñique erguido, como una dama inglesa—. Recuerdo ver cómo la vida en los ojos de mi hermano se fue apagando poco a poco. Todos los niños nos atemorizamos mucho, nuestros padres ya no actuaban ni se veían como nuestros padres, estaban... huecos. Eran como una pared cálida que tenía su cara.

Recordé la mirada del padre de Cam, en la Iglesia del Temple cuando habíamos estado en Europa, hace poco más de dos días. Él se veía vacío en todo momento, a excepción de un breve segundo en donde lo encontré triste.

Me había resultado escalofriante, costaba imaginar el terror que habrá sentido una niña de nueve años, en un campo de refugiados, viendo a su hermano en ese estado. No había peor tortura que estar tan vacío, solo repleto de aire, como un paquete de papas.

Yo podía estar repleto de miedo, pero al menos era el combustible que tenía para seguir adelante. Pero no sentir nada de nada, ni siquiera simpatía por mis seres queridos, como una camarera en su último turno, era horrible. Prefería... prefería... morir.

—De esa noche solo quedé yo —prosiguió—, en mi memoria tengo grabado el miedo de esos niños. Y cuando le suplicábamos a nuestros hermanos o padres que hicieran algo, que nos miraran a los ojos cuando les hablábamos, vino la tercera orden. Tandra susurró en los parlantes del Banco, que siempre cumplieran el itinerario y las actividades de la pantalla de letras rojas. En el cielo se proyectó la primera pantalla, la que ahora puedes ver en los Hogares de Comuna.

26J suspiró y apoyó los brazos sobre sus rodillas.

—La pantalla les ordenaba que construyeran una ciudad enorme donde cupieran todos y ellos sin despedirse, con los ojos fijos en las letras del cielo, caminaron lejos de nosotros. Mi hermano me abandonó en ese campo de cenizas como si no me conociera. Planté mis pies frente a él, lo empujé, me esforcé por impedir que marchara a construir una absurda ciudad, pero él simplemente se ponía de pie y continuaba caminando. Al cabo de unas horas no tuve fuerzas para seguir reteniéndolo, tuve que soltarlo y él se fue.

—¿Y siguen obedeciendo a la pantalla?

—Sí, solo que ahora están en los edificios, la cambiaron de lugar. Murieron cientos de personas construyendo la ciudad y las fábricas, ellos no descansaban. Al menos no lo suficiente. Yo era pequeña así que no ayudé. Esperé en el campo de refugiados, rodeada de las cenizas de mi antiguo pueblo, ya no dormía escuchando a mi hermano hablar de libertad, lo hacía oyendo a los más pequeños llorar.

Tragué saliva. Su historia se oía como una verdadera pesadilla.

Me costaba imaginar que el mundo de praderas, animales felpudos, gente alegre en zancos, cascadas, sol, arcoíris y primavera acabara negro como el carbón con un pelotón de niños huérfanos llorando en las ruinas de su antiguo hogar, mientras sus padres zombis alzan la ciudad que será la prisión de todos.

Parecía irónico que cada mundo que visitaba Sobe era un mundo que después se colonizaba.

—Los soldados de Gartet trajeron esqueletos de metal, Palillos, máquinas. Esas cosas nos custodiaron mientras nuestros padres construían la Ciudad Blanca, creaban las represas y volvían todo más negro y blanco. Quedaron menos de la mitad de trotadores y soldados, ya no hacía falta, habían convertido a nuestro pueblo en marionetas de carne y trajeron títeres de metal para suprimirnos. Los demás se fueron a otro pasaje. Al principio éramos un millón de niños, al final de los seis meses que duró la construcción solo había cuatrocientos mil, los bebés fueron los primeros en morir. Algunos fallecieron de hambre, otros por enfermedades. Pero fue la minoría. En realidad, nos matamos entre nosotros. Los niños más grandes, los de doce u once dedujeron algo terrible.

—¿Qué cosa?

5M aferró con las manos los apoyabrazos de la silla, la madera crujió bajo su fuerza. Aunque se había quitado la capucha todavía tenía puesto el manto sobre el cuerpo, era de color cobre oscuro y se fundía con las tinieblas de la sala.

—Si Tandra había dado las tres órdenes oscuras a todos nuestros padres, tíos y abuelos significaba que no era necesario ser amado por el propietario del corazón. Dedujimos que podías robar el corazón, o tomarlo prestado y controlarlo sin importar si te amaba o no ¿Entiendes? No era necesario el amor en aquel acto. Y teníamos razón, para tomar un corazón no es necesario el amor, pero sí la edad.

—¿Cómo? —increpó Dante, atento a la nueva regla.

—Cuando le quitas a la fuerza el corazón a un niño que es menor de trece años, esa persona muere a las dos horas de habérselo quitado. Queríamos revelarnos y salvar a nuestros padres. Para eso era necesaria la cooperación de todos los niños, incluso los que tenían cinco, pero la mayoría eran pequeños y no soportarían una batalla. Sin embargo, se nos ocurrió que, si les ordenábamos que fueran valientes y lucharan ellos lo harían. Así tendrían el mismo valor que nosotros, los mayores. Fue una idea tonta —suspiró hondamente—. Perdimos muchos por ese error y lo peor de todo es que sus padres ni siquiera los velaron, esos niños fueron llorados por sus asesinos y por nadie más.

Me resultaba aterradora la idea de un campo lleno de cuerpos de niños descorazonados, con los pechos abiertos hacia un cielo negro en el que se leían tres órdenes. Me toqué los labios para no vomitar en frente de la mujer.

—Es gracioso ¿entiendes?

—Creo... creo que tenemos diferentes definiciones de lo que es gracioso —respondí detrás de mis dedos.

—Es gracioso porque los conquistadores sabían eso y nosotros no.

—Ja, muero de la risa —dije.

—Los trotadores que nos encerraron en un campo de refugiados y se apoderaron de nuestros padres no les quitaron el corazón a los niños menores de trece porque sabían que fallecerían. Ellos no atacan mundos al azar, los investigan antes. Saben cómo invadirlos, no utilizan cualquier arma o técnica de esclavización —Juntó sus manos, formó un arco delante de su cara y enfatizó las palabras—, ellos saben cuáles son tus debilidades... y fortalezas. Es así como descubrieron que nosotros teníamos personas muy creativas e inteligentes, pero que no usaban sus dones. Científicos le dicen en tu mundo o superdotados ¿Verdad? Gente con un gran IQ, como ustedes.

Dudé, pero asentí, ella creía que éramos listos porque no nos había escuchado hablar por mucho tiempo.

—Los soldados de Gartet abrieron la Coalición de Innovación, eran algunas personas de Nózaroc que trabajaban a la par con esclavos de otros mundos. Juntos se compartían información, conocimientos y tecnología. Es así como crearon nuevas armas, los marcadores, por ejemplo, el que tiene tu amiga Berenice, no fue mérito de mi hermano, pero él ayudó a perfeccionarlos. Su cede está aquí.

Que usara el nombre de Berenice no me gustó para nada, sonaba al nombre que utilizaría en una herramienta. Rechiné los dientes preguntándome cuántas cosas le había confesado Phil.

Eso no pintaba nada bien, que estuviera Logum en ese mundo era una cosa pero que también estuvieran allí las personas que habían inventado los marcadores... Berenice querría vengarse de todos. Tal vez perdonaba a los miembros de la Coalición de Innovación porque eran esclavos como ella. Aunque, para ser sinceros, Berenice no había logrado sacarse el marcador de la piel, los reclutados para formar la Coalición deberían ser personas verdaderamente inteligentes. La máquina ya no le contaba las palabras ni la mataría si hablaba, pero, todavía no había logrado quitárselo, lo tenía clavado en la carne.

Sí, sin duda yo me enojaría con el cerebrito que tuvo la idea, por más obligado que hubiera estado a crearla.

—Tandra gobernó por muchos años, hace tres, fue suplantada por Logum. Tenía entendido que él fue destituido por una falla que cometió en Dadirucso y por eso lo pusieron a controlar este mundo.

Me observó con una mirada picara. Si sabía tantas cosas de otros mundos, del ejército de Gartet y hasta sabía que existía Florida, sin duda estaría al tanto de que nosotros intervenimos para que Logum fuera echado a patadas de su alto mando.

—Logum trajo nuevas reglas, muchos más estrictas que las de Tandra. Por ejemplo, cuando esa colonizadora gobernaba por aquí permitía que la gente que lo quisiera paseara por las calles. Ahora los niños no salen del Hogar de la Comuna a no ser que tengan trece años y vayan a las fábricas. La única regla que dejó Logum sin alterar fue permitir que los miembros de la Coalición de Innovación conservaran su corazón. Es decir, si ellos iban a tomar clases de física avanzada, magia o ciencia de otros mundos para ponerse a inventar armas deberían tener la mente despejada. Es por eso que solo a ellos les permitió liberarse de las tres reglas.

Supe que eso no traía nada bueno, después de todo su hermano era uno de los listillos que fue seleccionado para tener su corazón de regreso una vez que construyeron la ciudad. Y algo me decía que no lo había tenido mucho tiempo en su poder porque ahora latía en ese camarote, en un frasco de higiene dudosa.

—Cuando me enteré que mi hermano, por pertenecer a la Coalición de Innovación, tenía su corazón y había recuperado el rumbo de sus pensamientos y sentimientos, ideé alguna manera de verlo. No lo veía hace cuatro años y estaba desesperada porque hace unos días yo había cumplido trece. La Extirpación de Lealtad se hace una vez al mes y todos los niños que en ese rango hayan cumplido trece deben entregar su corazón. Si no estás listo te prorrogan seis meses para que lo pienses y recapacites, prefieren que lo entregues voluntariamente, sin embargo, si pasó medio año y todavía no le diste ese órgano a Logum él te lo quita a la fuerza. Todos prefieren entregarlo antes de que se lo quiten, porque... no es agradable que te lo arrebaten forzosamente, como yo hice con mi hermano Colecla.

Vaya, pobre Colega.

Hizo una pausa y siguió.

—Me escapé de la guardería fingiendo dolor de cabeza, cuando estuve en la enfermería me aconsejaron que durmiera. Desde que en la fábrica construyen armas o latas o lo que sea que el ejército necesite en el momento, muchos presentan dolores de cualquier tipo. El aire no es el mismo y la comida tampoco, no se necesita mucho para perder el bienestar. La enfermería está saturada. Siempre. Además, yo pertenecía a la resistencia y todos teníamos vigiladas las cámaras de seguridad, conocíamos los puntos ciegos y escapar de aquí para allá era fácil.

5M royó el apoyabrazos forrado de tela de la silla y con las uñas, alzó su mirada rasgada hasta mí y luego a Dante.

—¿Saben lo primero que me preguntó después de cuatro años?

—¿Cómo estás? —traté.

Ella meneó con la cabeza. Me dio curiosidad saber cuál era su nombre real, si su hermano solía llamarse Colecla y luego 7A, esa chica también debería tener un nombre real y no 5M.

El nombre con el que la habían bautizado sus padres antes del Pulso.

—Él me preguntó por la resistencia, si me había unido, qué planeaban hacer, si íbamos a dar un golpe —suspiró, agotada de la historia—. Yo le conté todo, creí que sus sentimientos revolucionarios, los que Tandra había suprimido aquella noche en el campo de cenizas, habían regresado porque ahora tenía un corazón. Pero me equivoqué. Al día de nuestro encuentro colocaron los pilares, los hilos y el cielo de basura. Verán, antes era muy fácil escaparse de la Ciudad Blanca, estaba repleta de un basural. No había nada más, los niños, si así quisieran, podían escaparse en manada por la noche. Era nuestro plan. Mi plan. Correr lejos de la ciudad y saltar por una de esas puertas en la que habían llegado los invasores. Pero cometí el error de contárselo. Desde ese día trajeron aquellas piedras magnéticas e hicieron que toda la basura suspendiera sobre nosotros. Despejaron los viejos pueblos y entre los pilares y los lindes de la antigua civilización construyeron su telar rojo. Ahora nadie puede salir a no ser que quiera caer en esa telaraña.

—¿No pueden crear una ruta segura entre los hilos? —pregunté.

—Claro que podemos —rugió y propinó un golpe bruco a los apoyabrazos, en un repentino pero justificado arranque de cólera—, lo estamos intentando, pero es como un laberinto —suspiró para encontrar tranquilidad, pero no la encontró—. Si nos adentramos en un camino esquivando los hilos de pronto nos encontramos en un callejón sin salida. Puedes caminar un momento en las ruinas de la vieja civilización, pero nunca escapar ni salir. Mi hermano nos traicionó, al principio traté de pensar que era una horrible coincidencia, pero al día siguiente faltaban todos los miembros de la resistencia que fueran mayores de ocho años. Solo quedaba yo ¡Solo yo!

—Lo lamento —se disculpó Dante.

—Lo lamento también —añadió Phil—. Si hay algo que pueda hacer, lo que sea, ten por sabido que no lo haré.

5M azotó el aire con su mano, ignorándolos, como si ya supiera que Phil no decía muchas cosas coherentes y que la lástima de Dante no le servía de nada.

—Fui a confrontarlo y descubrí algo terrible.

¿Había más cosas terribles en su historia? Rayos, mis problemas adolescentes de no tener barba se oían como una bobería.

—Él había recuperado su corazón, pero con él había recuperado también su miedo y su cobardía. Todos somos valientes, pero lo somos porque en parte también somos cobardes. Un valiente no es más que alguien que puede controlar su miedo, y él ya no podía. Cada individuo, no importa del mundo que venga, tiene extremos: felicidad y tristeza, agonía y placer, coraje y miedo. Mi hermano había perdido sus matices, era solo oscuridad y pavor.

Me recordaba al sanctus cuando hablaba de sentimientos. El año pasado aquel espíritu fanático del miedo había hecho que recolectara el mayor temor del rey Nisán de Babilon, para luego tomarme el pelo y no revelarme ninguna información útil. El espíritu me había dicho que sufriría y que mi vida terminaría mal. Ahora estaba sufriendo, la historia de 5M no solo era horrible, era interminable. Ahora solo tenía que esperar el terrible final.

—Me admitió que él había delatado a la resistencia pero que por amor no había dicho mi nombre —se rio—. Amor —pronunció esa palabra con su voz rasposa, atragantándose con el rencor—. Cómo si él supiera de eso. Le dije que era un monstruo, que me resultaba despreciable. Me respondió que los despreciables habíamos sido nosotros por vivir como campesinos cuando teníamos recursos, habilidades e inteligencia desmedida «No sabes lo que pude crear, hermana querida, aprendo más rápido que el resto, pero nuestro pueblo ignorante no investigaba en ningún aspecto. Soy creativo. Ahora veo todo con claridad. Se me abrieron los ojos. Necesitamos a Gartet» Yo no sabía quién era Gartet, no para entonces, en la resistencia solo conocíamos a Tandra y teníamos una vaga idea de dónde había salido.

Se incorporó en la silla, descorchó la botella de cerveza, le dio un ligero trago como para humedecer los labios, la boca, la garganta y prácticamente inundar todo su cuerpo. Parecía querer ganar un concurso de feria de quién traga más.

Respiró hondamente, se secó el mentón con el manto y me miró encorvada:

—«Necesitamos a Gartet» repitió. Fueron las peores palabras que escuché en mi vida. Quise arrancarme los oídos. Le dije que lo que en realidad no necesitaba era su corazón. Metí mi mano en su pecho y se lo arrebaté. Fue rápido. Él quiso recuperarlo. Ay, si hubieran visto el miedo en sus ojos. Brilló como un ópalo. Tenía razón, era inteligente, adivinó todo lo que haría con él. Pero retrocedí dos pasos y le susurré que se detuviera. Después le ordené que dejara de sentir y eso hizo. Le susurré que me encontrara un escondite para mí y que fuera un lugar donde podría fundar una nueva resistencia. Ya que por él habían muertos mis camaradas entonces tendría que volver a empezar. Así que me contó que los pilares hacían levitar la basura pero que, si roías un poco y te robabas un pedacito, por pequeño que fuera, podías levitar también. Fue así como terminé aquí con su corazón.

—¿Hiciste que él te contara todo? —pregunté.

5M alzó las cejas.

—Sí, pero aun así era un esclavo de Gartet. A dos años hice que él me ayudara a secuestrar a un soldado de Gartet. Uno de alto rango. Era una mujer. Fue el primer monstruo de otro mundo que vi. Se llamaba Seico Cuatres, tenía dos cabezas, una al frente y otra en la nuca, además de que le creían flores en la barbilla. Criatura extraña. Ella sí me contó todo lo que sabía de Gartet, de los mundos que conocía que estaban colonizados como el mío, hice que me dibujara mapas, me contara lo que eran los trotadores y hasta me habló de ti y tus amigos, Jonás Brown, William Payne también llamado Sobe, el Creador y el extraño trotamundos que nadie sabe bien lo que hace a excepción de Gartet. Los admiraba.

—¿Ya no?

Arrugó la nariz.

—Fueron sometidos demasiado rápido. La verdad que cogimos a Phil porque cada algunos años secuestramos a transversus de Gartet para conseguir información.

Señaló el baúl que rebosaba de mapas y pergaminos. Un cementerio de colonizadores.

—Cuando tu amigo Phil me contó que estaba con Jonás Brown y sus amigos, tardé en creérmelo. Ni siquiera tuve que torturarlo, solo le mostré un portafolio donde tenía armas y tembló cuando metí la llave en la cerradura. Es obvio que está loco, así que no le creí.

—¡Oye! —se quejó Phil—. No estoy loco.

—Y por eso mandé a 26J de regreso. No me creía que los más buscados de todos los mundos acabaran aquí y fueran capturados con tanta facilidad.

Abrí las manos y me encogí de hombros.

—La vida está llena de sorpresas.

—¿Y nos querías aquí solo para decirnos que te decepcionamos? —preguntó Dante con cautela.

5M meneó la cabeza.

—No. Ahora viene mi propuesta. Sé dónde están las coordenadas del lugar que buscan.

Las manos me temblaron. Estábamos cerca de la Cura del Tiempo. Por fin, sabría qué fue de mis hermanos, el sanctus me había dicho que Dracma Malgor me llevaría a ellos, pero que cuando encontrara lo que buscaba ya no lo querría. No me importaba. De verdad ansiaba verlos una última vez. Con una me conformaba.

5M miró con un dejo de ternura a 26J.

—26J es una de las últimas personas que nacieron en el viejo mundo, ella era una bebé cuando todos estábamos en el campo de cenizas. Pero en menos de dos días tendrá que entregar su corazón en la Extirpación de Lealtad y entonces ellos habrán ganado. No quedará nadie del viejo Nózaroc, solo yo.

Veintiuno se cubrió con una cortina vieja como si quisiera desaparecer, él había nacido en ese mundo y para él todo ese paraje desolador era tan normal como una vaca diciendo «Mu». Creía que los de la resistencia, los pocos que quedaban, estaban dementes. Aunque por su incomodidad supe que jamás había tenido la otra versión de la historia.

Seguramente su cabeza estaba haciendo cortocircuito.

—No pienso que 26J amanezca este lunes sin corazón y vaya a trabajar a una fábrica hasta morir, es por eso que tengo un plan en el que ustedes podrían ayudar. Si sale bien todo regresará a la normalidad... si sale mal acabará con la resistencia para siempre y este mundo pertenecerá enteramente a Gartet... y les juro que prefiero quemarlo hasta los cimientos antes de que sea de Gartet un año más.

—Bien. Sin presión —admití.

—A mí me parece un buen plan —asumió Phil, cómo no, ya lo había oído antes.

Me hubiese gustado tomar más en serio su amenaza.









En este capítulo hablan de guerra y no es tan pintoresco como los demás. Lo siento. Si te he fallado, te pido perdón de la única forma que sé, abriendo las puertas de mi corazón, para cuando decidas volver. Porque nunca habrá nadie que pueda llenar, el vacío que dejaste en mí, has cambiado mi vida, me has hecho crecer, es que no soy el mismo de ayer.

 XD

 ¡Buen viernes y feliz fin de semana a todos!

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