Odiaba cuando evitaba mis preguntas pero él era así, siempre escapaba de los problemas, discusiones y hasta de la vida. Era horrible a veces, pero era mi mejor amigo y era mejor no quejarme de cómo era.

El día de la empanada, (lo sigo odiando un poco por eso), en la noche fui de nuevo a su casa, aprovechando para buscar a mi gato, que se había escapado de la casa esa tarde.

No se por qué pero me topé con mi mejor amigo y decidí saludarlo.

—Hola, Andrew...—dije en la oscuridad y me acerqué a donde estaba antes de recoger a mi gato en brazos.

—Oh, hola Jude. ¿Cómo estás?

—He estado mejor, la verdad—no era de mi incumbencia, pero quería saber si ya era novio de esta chica—, ¿te has seguido cortando o esta chica te está distrayendo más de lo que yo lo hacía antes?

Ahí la cagué. Le había mostrado sin filtro mis celos y no había vuelta atrás. Diablos, no había pensado lo que diría.

Suspiró ruidosa y exageradamente y rodó los ojos para después mirarme con expresión seria.

—No empieces con esto, Jude, ¡eres mi mejor amiga!

—¿Y ella?—me crucé de hombros mientras caía una lágrima.

—No voy a hablar de esto ahora, Jude, que te vaya bien...—cerró la puerta en mi cara y no pude evitar soltar más lágrimas. Ahí comencé a sembrar un sentimiento de rencor hacia él y eso no pude evitarlo ni quise hacerlo.

—Pero Andrew... pensé que yo sería tu primera opción...—sollocé mientras apretaba mis puños y el Señor Pelusa se acurrucaba en mi pecho.

Quizás Minty era una chismosa, estúpida, puta y muchísimas cosas más, pero a veces ella llegaba a tener la razón de algunas cosas, como lo que me dijo cuando me contó todo sobre Royal Green, mi próxima inseguridad que tendría mi vida desde ese minuto.

Marqué el número de Lily y me dirige a casa.

—¿Pu-puedes hablar?

—¿Estás..?—no terminó su pregunta porque ya sabía la respuesta—. Sí, sí, adelante; cuéntame qué te pasa Jude...

Suspiré y le conté lo que había ocurrido.

—Jude, no puedes llorar por eso—objetó. Al fin y al cabo creo que tenía algo de razón, últimamente estaba muy sensible sin razón aparente.

Agradecí después de una larga charla y colgué.

Comenzó a llover y miré en dirección a la casa del árbol. La destruiría la próxima semana cuando se secara la madera de esta y con ella haría otra cosa. Estaba pensando en algo y probablemente sería un acto... no lo sé, no habría vuelta atrás y como tenía la adrenalina a mil decidí intentarlo. ¿Qué podría pasar si lo hacía?

Me coloqué mi sudadera favorita, salí descalza a la calle y me acosté de espalda en el duro pavimento que congelaba mis piernas por estar en shorts.

Lloré, pensé, canté, maldije e hice todo lo necesario para sacar mi frustración. Era increíble todo lo que una persona podía experimentar por sentir algo por otra.

—Yo te necesito más que otra persona en el mundo, Andrew, pero eso te valió verga como todo en esta puta vida...—lamenté mientras me levantaba para entrar a la casa. Agradecí al cielo porque mis padres no estaban y no me podrían retar.