Voy a comenzar por cómo conocí a Andrew.

Era un... ¿Miércoles? No, era un Jueves. Bien, era un Jueves por la mañana, el día estaba soleado y yo era una pequeña ignorante de cinco o seis años que estaba jugando con su gato, el Señor Pelusa. (Gran nombre para un gato, por cierto...)

En eso, mi mamá había dejado la manguera abierta para regar las plantas y yo la tomé para comenzar a "bañar" al gato pero una risita de un chico hizo que dejara mi labor.

—¿Quién eres?—pregunté cuando vi a una cabeza asomarse por la reja que dividía nuestras casas.

—Andrew—contestó mientras me inspeccionaba de arriba abajo para agregar—. Estás toda mojada.

—Ya lo sé—respondí secamente mientras miraba mi vestido verde.

—¿Cómo te llamas?

—Juliette.

—Ese nombre es de bebita torpe y enamorada—se burló.

Yo estaba indignada. Debía de responderle algo o quedaría como una tonta, pero creo que no salió como esperé.

—¿Ah, sí? Pues tú eres un bobo—le mostré mi lengua y luego resbalé por una poza de agua y caí de trasero en ella.

Andrew comenzó a reír y saltó hasta donde yo estaba para cogerme la mano y ayudarme.

—Ese fue mi amigo, el karma—comentó mientras me levantaba.

—Pues dile que se joda, entonces...

Negó con la cabeza y trepó la reja hasta llegar a su casa, de nuevo.

—Se dice gracias, cerda mal agradecida—murmuró de mala gana mientras le brillaban los ojos.

Entré a mi casa sin decirle nada y bueno, mi mamá me retó y me cambió de ropa.

Creo que esta situación se volvió a repetir unas cuantas veces y nuestras madres se dieron cuenta de esto, por lo que decidieron hacer un gran almuerzo, donde participaríamos las dos familias.

Hasta unos años más él fue hijo único, pero yo tenía una hermana mayor llamada Lily. Yo amaba a mi hermana, pero un día regresó a casa con un chico... terminaron casándose al ser mayores de edad y fueron a vivir a las afueras de la ciudad y me dejó sola, creo que desde ese momento dejé que quererla. Es complicado y no me gusta explicarlo pero yo esperaba que fuéramos inseparables hasta los noventa...

En fin, pasaron los años y cumplimos los trece. Ambos maduramos (solo yo, el seguía medio estúpido y pendejo), su cabello lo había conservado un poco largo y yo en cambio lo había cortado hasta los hombros. Pero algo cambió en nuestra amistad... cada vez que lo veía comenzaba a sentir extrañas sensaciones en mi estómago, que desaparecían solo si bebía algo, como agua.

¿Acaso me estaba enamorando de mi mejor amigo? No podía ser, no debía hacerlo. Él tenía sus propios problemas y ligues en la escuela, no podría ser yo una opción para él.

Últimamente sus padres peleaban mucho y él se la pasaba en mi casa casi todo el día. No me molestaba, en lo absoluto, pero me ponía nerviosa. Era extraño, pero al fin y al cabo eso era lo que sentía por él en esa edad. Más adelante se intensificó, pero... él nunca se interesó demasiado en mí.

Andrew era mi único amigo allí. Aunque casi nunca me notara en la escuela, yo siempre trataba de estar junto a él, pero siempre terminaba sola en la biblioteca....