Capítulo Nueve: Bienvenida a un Amanecer
Capítulo IX: Bienvenida a un Amanecer
KAYLA
Nos bajamos en el Walgreens más cercano para ir directo a la Caja Roja. Desde que me mudé a España, trato de ser la mujer más normal posible. Es cierto que tengo dinero para vivir el resto de mi vida sin necesidad de trabajar, pero nunca me he aferrado a los lujos en exceso, a la vida despampanante, a hacer las cosas que los demás ricos hacen. Solo soy una mujer de treinta años, ahora fotógrafa, que visita un Walgreens para alquilar un par de películas en Red Box.
Mirando la caja, me doy cuenta de que teníamos muchas opciones, pero yo siempre me inclino por lo terrorífico, morboso y el suspenso... Aunque teniendo a este hombre tan hermoso y sensual, dispuesto a "reconquistarme" de nuevo, aquí a mi lado, hace que me incline más por el lado romántico... Las películas de estreno no llaman mi atención. ¿En serio Rápido y Furioso 8? Dios mío, ¿qué les pasa? ¿Quieren que sea eterna? ¿Y por qué Harry Potter no fue así? Entre cierro los ojos y miro mal a la Caja Roja.
— ¿Qué rayos tienes en contra de la pobre caja?— Jonathan ríe a carcajadas.
— Que el mundo cinematográfico está loco. ¿Cómo hacer una octava parte de Rápido y Furioso? La última, excluyendo la parte sentimental en la que se despiden del fenecido Paul Walker, le comió los dulces a Disney. ¿Tú la viste?
— Claro que la vi.
— Todavía no supero la parte en la que Vin Diesel dice: "La calle siempre gana", y con su pierna hunde el concreto y mi novio Jason Staham se cae por ahí; lo más cabrón es que sobrevive a eso. No, ¿y la parte en la que The Rock rompe su yeso? Así con su musculatura. ¡Por el amor de Dios!
— Eres tan divertida. Te vives las cosas cuando las cuentas. Sí, esa película se exageró en lo fantasioso... Pero ya, ¿cuál eliges?
Miro la pantalla de nuevo...
— Sé que no te gusta lo morboso... ¡Mira aquí está The Notebook! Nunca la he visto, pero dicen que es hermosa. No puedo creer que aún no la haya visto...
— Uhmm tampoco la he visto, pues esa será.
— Espera, vamos a llevarnos otra. Deja ver. Una que no sea romántica... ¿"The Lazarus Effect" será buena?
— No sé, vamos a arriesgarnos...
— No, mira "The Conjuring", se ve buena y es de terror.
— Te gustan estas condenadas películas...— dice con cara de atormentado.
— Sí. ¿Te dan miedo?— Le pregunto divertida.
— Para nada...
Río a carcajadas cuando veo la cara de Jonathan... Sí, definitivamente es un cobarde para las películas de terror. Presiento que esta noche será divertida...
**************
Jonathan aprieta mi mano y se le nota tenso cuando aparece en la pantalla del televisor una mujer colgando de un árbol. Sí, luego de varias suplicas y chantajes que involucraron tetas, optamos por ver la de terror primero. Río cuando veo la expresión de Jonathan... Nos encontramos sentados en la cama, uno al lado del otro. Él tiene un brazo alrededor de mi hombro y su mano izquierda agarra la mía derecha. En estos momentos me siento plena. Tener a Jonathan así a mi lado, cerquita y sin tener contacto sexual, solo disfrutando una película, es magnífico.
— Kayla, quítala, no me gusta— dice tratando de sonar fuerte, pero sé que está muerto de miedo.
— ¿Qué? ¿En serio? Pero si está buenísima— le digo sin poder simular mi sonrisa divertida.
— No sé cómo te gustan esas cosas...— dice sacudiéndose el cuerpo como si tuviera escalofríos.
— Vaya, vaya, Jonathan Agosto resultó ser en efecto un...— río divertida, me paro de la cama y termino la oración—: un pendejo...
Lo digo de una manera rápida y cuando veo que Jonathan se va a aventar sobre mí, salgo corriendo como loca. Abro la puerta de la habitación y me disparo para la sala. Jonathan está detrás de mí corriendo también. No paro de reír mientras corro... Río tanto que me duele la barriga. Brinco por el sillón y me dirijo hacia el pasillo para tratar de llegar a una de las habitaciones...
— Te voy a atrapar y vas a gritar de muchas maneras cuando lo haga— dice Jonathan en un tono de voz alto y a una distancia prudencial.
Río con más ganas. Jonathan no conoce mi apartamento tanto como yo; sé de un sitio que le dará trabajo para encontrarme... Aunque pensándolo bien, debería dejar que me atrape, así gritaré placenteramente. No, no puedo; esto es divertido. Me siento como una adolescente... Me siento viva... Me siento feliz... Corro hasta la cuarta puerta y me introduzco en ella. Está oscuro, pero no importa; me sé la habitación de memoria. Me trepo en el hueco que está en una de las ventanas que dan la vista completa de una parte del lugar en donde vivo y me coloco detrás de la cortina. Por suerte, son oscuras, o sea que si prende la luz, no notará mi silueta...
— Kayla, más vale que estés preparada, porque no tendré piedad— lo escucho anunciar lejos de donde estoy; está claro que no sabe dónde me metí. Esto me está partiendo de la risa.
Unos minutos más tarde, muy pocos, escucho cómo se abre la puerta. Tapo mi boca instintivamente para que no se escape el sonido de mi risa.
— Engendro del demonio, sé que estás aquí; ya busqué en todas las habitaciones. No te vas a librar... Más vale que aguantes el empuje... No quiero que te rindas y me pidas que pare, porque créeme no lo haré.
Escucho cómo abre el armario, cómo se dobla para verificar debajo de la cama... La imagen en mi mente de Jonathan doblado buscándome hizo que de mi boca saliera un sonido parecido al chirrido de un cerdo. Mierda, mierda, mierda... me encontró.
— Sabía que estabas aquí...
Nathan corre las cortinas de cantazo y su mirada salvaje se encuentra con la mía... Oh, oh; esto será una masacre sexual...
Jonathan me hala por el brazo y me pega hacia él posesivamente.
— ¿De verdad pensabas que no te encontraría?
— Tal vez esto era lo que deseaba desde un principio, solo quería que se alargara un poquito.
Jonathan ruge y sé exactamente lo que eso significa. Un cosquilleo llega directamente a mi entrepierna.
— Ven acá, traviesa.
Nos besamos desesperadamente. Le muerdo el labio inferior con todas mis fuerzas... Siento un poco de sangre en mi boca. Dios mío, ¿en qué me estoy transformando? Jonathan se separa de mis labios y se limpia una gota de sangre.
— ¿Conque así lo quieres? Espero que la ropa que tienes puesta no sea tu favorita...
— ¿Qué?
Abruptamente sin esperármelo, me rompe la camisa de una sola vez... Santo Padre, este juego será una guerra a muerte; cosa que me excita completamente. Ahora se queda observando mis senos por un segundo y sin más, coloca su boca sobre mi pezón... Succiona, lame, muerde... Jonathan me toma en sus brazos y yo envuelvo mis piernas en su cintura. Damos golpes contra la pared mientras nos besamos desesperadamente.
— Espero que estés preparada porque no pienso terminar hasta que ya no puedas ni sostenerte en pies...
— Cuidado, puede que no sea yo la que termine así...
— No. Tú no me harás nada; tú eres la que va a recibir la tortura.
El dios que tengo sujeto por la cintura, tumba los libros que están encima del escritorio y me coloca encima de este. Sin preguntarme y sin darme tiempo de reaccionar abre mis piernas. En un segundo ya su lengua está bailando en mi vagina... Hace mucho que no me ofrecían sexo oral... Es tan delicioso... Tomo su cabeza con mis manos, le halo los cabellos... El placer es enorme... Inclino mi cabeza hacia atrás y me dejo invadir por las sensaciones que su lengua poderosa me provoca. Gimo, grito... Quiero más. Comienzo a decir palabras obscenas, ¿quién soy yo ahora mismo? Soy la mujer que está siendo torturada con mucho placer... Soy la mujer que añoraba esa lengua que todo lo posee. Soy la mujer que ha encontrado la gloria gracias a Nathan... La danza lingüística paró, ¿eso es un término correcto? Yo no sé, ya no razono nada. Ahora sus dedos comienzan a danzar circularmente, la sensación es demasiado fuerte... Mi coño está hinchado. Cierro los ojos y sigo con la cabeza inclinada, sin esperármelo Jonathan introduce su enorme miembro en mí ¿cuándo se quitó el pantalón? Siento que voy a perder el conocimiento; esto es demasiado erótico, fuerte, espectacular... Demasiado delicioso, placentero... Sí... Jonathan dame más, mucho más... El primer orgasmo se avecina... Jonathan no se retira. Es demasiado intenso... No aguanto... Orgasmo número dos... Cuatro minuto más; orgasmo número tres... Me voy a desmayar; ya no aguanto más... Esto es una deliciosa agonía. Mis piernas tiemblan frenéticamente. Jonathan ya tuvo un orgasmo dentro de mí, pero sigue igual de erecto... Gracias a Dios que me inyecto como método anticonceptivo... Ya al quinto orgasmo, no puedo más...
— Para.. Jonathan, para...
— ¿Cómo? ¿Qué es lo que oí?— Pregunta con la respiración entrecortada.
— Me vas a matar...— digo con un hilo de voz.
Jonathan retira su miembro y al instante me siento vacía... Estaba tan llena.
— Deja ver cómo está tu bello coño...
Me muerde el punto G y yo gimo... Está demasiado sensible e hinchado. Ambos estamos entripados de sudor y casi no podemos respirar. Nuestro pechos se mueven al compás agitadamente. Jonathan me levanta y me recuesta en la cama. Él se tumba a mi lado. Nunca había experimentado tal cosa; tuve orgasmos simultáneamente, uno detrás del otro... Estoy agotada, sudada y agitada...
— Kayla, nunca estoy saciado de ti... Me encantas de muchas maneras. No quisiera que solo giremos entorno al sexo, pero no puedo evitar desearte a todas horas... Es algo que no puedo controlar. Te quiero mía de todas las formas posibles. Esta, por supuesto, es una de las más que disfruto. La manera en que te provoco todo esto... Cómo te quiebras... Si vieras lo hermosa que te ves...
— Shuhh...
Y lo beso. No de una forma desesperada, sino de una manera tierna y delicada. Sé exactamente a lo que se refiere, porque es exactamente lo que él provoca en mí. Es el único que sabe cómo llevarme al paraíso de una manera única. Es el único que sabe cómo llevarme a la gloria salvajemente. Jonathan me fascina, y al igual que a él le pasa conmigo, nunca me saciaré de él; no sé por qué, pero estoy completamente segura de ello.
********
2:30 am y Nathan está a mi lado medio dormido. Hay un profundo silencio en la oscura habitación, pero muy lejos está de ser incómodo. Ambos estamos acostados uno al lado del otro muy cerca disfrutando de la dicha del momento. No sé si Nathan piensa lo mismo que yo; será la primera vez que dormiremos así... La primera vez que juntos le daremos la bienvenida a un amanecer. Es increíble todas las emociones que experimenté en tan solo unas horas con él. Somos insaciables... Somos una droga co-dependiente una de la otra... Es que no hay forma de describir todo esto. Nunca nos cansamos, siempre queremos más, mucho más...
Le beso la mandíbula, el cuello, le muerdo ligeramente la oreja. Absorbo su aroma. Juro que él es otra cosa.
— Kayla, ¿qué haces?
— Nada, solo embriagándome de ti...
— No respondo por lo que eso provocará en mí.- me dice adormilado.
— Puede que esa sea la idea.
Jonathan suspira.
— Eres una adicta sexual...
— No, solo adicta a ti.
— Sé exactamente a lo que te refieres.
Nos besamos tiernamente. Luego de eso nos quedamos dormidos...
He amanecido con varios hombres en mi vida... No es una lista larga, pero sí, lo he hecho. Ok, solo han sido Saúl, que en paz descanse, Ryan y Fernando. Excluyendo a Ryan, que es mi mejor amigo y es el único que no se ha metido entre mis piernas previo al amanecer, los demás no se comparan con esto. Ver a Nathan profundamente dormido a mi lado es como apreciar la más hermosa obra de arte. No, es más que eso; no creo que ningún pintor pueda acercarse a tanta perfección. Ahora mismo tiene un brazo en la almohada. Está acostado verticalmente y sus piernas están a punto de tocar las mías. Si no fuera porque la cama es enorme, creo que estaría enredado conmigo... Se ve tan dulce, tierno e inocente... Me levanto de la cama con sumo cuidado y voy hacia donde se encuentra mi Nikon. La tomo en las manos y llego de nuevo hasta donde el dios descansa. Comienzo a tomar varias fotografías. Sí, una fotografía es la única manera de plasmar la perfección que emana de él.
— ¿Qué estás haciendo mujer?— Pregunta medio dormido aún.
— Nada, hombre, nada— río y le saco la lengua.
— ¿Me estabas tomando fotos sin mi autorización? Te puedo demandar.
— Demándame, no me importa. Las fotos que tomé lo valen todo.
— ¿Ah, fueron varias?
— Sí.
— Eres tremenda. Anda ven, túmbate aquí— me dice palmeando la cama.
— Ni pensarlo, de seguro vas a besarme y me apesta la boca. Deja que vaya al baño.
Jonathan ríe.
— Qué ridícula eres.
Entrecierro los ojos.
— Anda vamos los dos y nos la lavamos juntos; a mí también me apesta— me dice Nathan divertido.
Luego de cepillarnos los dientes, juntos preparamos el desayuno. ¿Es necesario informar que estamos desnudos en mi cocina? Pues sí, preparamos revoltillo, tocineta y pan tostado, desnudos. Jonathan bate los huevos y yo corto el pan. Esto es demasiado hermoso. Nathan está a espaldas de mí batiendo de una manera divertida. Tengo que tomar una foto de ese perfecto trasero, de esa ancha espalda... Lo hago.
— Hey, ¿qué carajo haces?— Pregunta sin molestia alguna.
— Sacando fotos del paisaje.
— Más te vale que no las publiques en Facebook o la envíes por WhatsApp.
Jonathan ríe.
— Jamás haría algo así, estas fotos son solo para mí. Ni loca publico estas fotos tan perfectas, provocaría que las mujeres se mojaran, y la idea no me gusta en lo absoluto.
Nathan sigue sin voltearse, pero sé que tiene en su rostro una sonrisa pícara.
— Qué exagerada eres. Mi culo no debe ser tan lindo... Al menos no como el tuyo.
— ¿Por qué no me miras?
— Porque si lo hago tendría que hacértelo en plena cocina, y realmente tengo un hambre salvaje.
— Eso no es mala idea.
Jonathan deja de batir y se voltea hacia mí. Está completamente erecto, y a mí se me seca la boca al verlo. Lo rastreo con la mirada; es que él es bello y está como Dios manda. Antes de que se reduzca la distancia entre los dos tomo par de fotos, y coloco la cámara en la barra. Sé lo que significa esa mirada. En cinco segundos Jonathan me toma por la cintura y me besa apasionadamente. Corrección: nos besamos apasionadamente. La calidez de sus labios me enciende de una manera inexplicable. Jonathan me arrastra hasta la isla de la cocina y sin comer cuento, se hunde en mí. Sí, claro que estoy lista para recibirlo. Sus embestidas son como me gustan; fuertes y agresivas. Con mis piernas, que envuelven su cintura, lo empujo más hondo. Mientras Jonathan me penetra sin pena, este besa el hueco entre mis senos, pasa su lengua por toda esa área hasta llegar al ombligo. Él introduce su lengua en este... ¿Qué? ¿De verdad me gusta cómo se siente eso? Mis sentidos se agudizan, y yo pierdo el control; grito, araño, digo disparates... Sí, lo siento cerca... Le pido a Jonathan que me de más duro... Sí... Más, quiero más... Mi ser se vacía en un perfecto y feroz orgasmo. Jonathan sigue dos minutos más, y también le pasa lo mismo.
— El mejor desayuno que he probado en años— dice Jonathan en un jadeo.
Me limito a reír y a besarlo nuevamente... Al encontrarme con esos hermosos ojos a mi mente llega una sola pregunta: ¿algún día me cansaré de él? No tengo la respuesta, pero definitivamente ese día no es hoy, y de seguro mañana tampoco.
Nos encontramos desayunando en la mesa y Jonathan me mira de una manera como si estuviera reflexionando acerca de algo.
— ¿Qué te pasa?
— Esto era justo lo que deseaba tener contigo desde el principio; amanecer junto a ti, preparar el desayuno y compartir la mesa... Verte así como estás ahora, me hace experimentar la mejor de las dichas. Debo confesar que el sueño se esté realizando y que estés desnuda mientras comes, lo hace mejor todavía.
Sus palabras me ponen nerviosa. No sé qué decir.
— Lo lamento mucho. Lamento haberte dejado y complicar esta historia— digo honestamente.
— No lo lamentes.
— Tienes que saber que en ese entonces no encontraba otra salida. La culpa y el miedo se apoderaron de mí y yo...— mi labio comienza a temblar y el nudo que tengo en la garganta no puedo aguantarlo por más tiempo— lo lamento, Nathan... De verdad lo lamento.
— Shuhh— Jonathan se levanta y se posiciona frente a mí. Ahora me besa en la cabeza. Tal acto lo hizo con mucha ternura.
Me levanto y lo abrazo. Estuvimos así no sé por cuánto tiempo, pero ahora él se separa y me estudia con la mirada.
— Kayla, tengo que ir a la empresa, pero si no quieres que me vaya, no lo hago.
Claro que no quiero, pero tampoco quiero interrumpir su trabajo. Además iré con Ryan; deseo verlo y también ponerlo al tanto de toda esta locura.
— No. Ve a tu trabajo... Ya fue suficiente sexo salvaje; vas a acabar conmigo si te quedas unas horas más. Además, como de seguro ya sabes, voy a estar con Ryan un rato.
Jonathan ríe y con las pupilas dilatadas me dice:
— Te equivocas Micawell, nunca es ni será suficiente.
Muevo la cabeza en negativa; este hombre es una máquina sexual. Aunque tratándose de él, y de hacerlo con él, yo no me alejo mucho de ese hecho.
Una hora después me encuentro cuestionándole a Jonathan qué carajos se pondrá para irse a trabajar.
— Traje ropa.
Entrecierro los ojos.
— ¿Cómo sabías que te ibas a quedar?
— Digamos que había un cincuenta porciento de probabilidad; tuve que tomar el riesgo. Aunque para ser sincero el porciento de probabilidad aumentó en cuanto abrí la puerta con la pizza en la mano. Por poco te desmayas y juro que estabas babeando.
Me da una enorme sonrisa y me tira un guiño. Le tiro con la almohada.
— Por favor. Ya había olvida lo egocéntrico que eres.
— ¿Yo? ¡Jamás!— Me dice en un tono de alarma fingido.
Reímos. Jonathan va a buscar la ropa en su auto, así que decido empezar a vestirme. Una camisa de manguitos azul claro, un mahón skinny oscuro y unas sandalias blancas y doradas serán mi vestimenta de hoy. Nathan regresa para cuando me estoy arreglando el cabello. No tengo que hacer mucho ya que lo tengo corto.
— Me encanta como te queda ese corte.
— ¿De verdad? Me lo corté en un arrebato, cuando decidí vivir en España. Grandes cambios se avecinaban, y las mujeres siempre comenzamos por el cabello.
— Oye, es cierto, he notado eso. Todas cuando pasan por el proceso de cambio y toman decisiones drásticas se hacen algo en el pelo. Eso es una locura.
Río. Su observación es cierta; siempre nos desquitamos con el pelo.
— Sí.
— Bueno, me iré a bañar.
— Ok.
Antes de adentrarse al baño me da un beso rápido en la boca. Lo miro caminar hasta allá a través del espejo. Doy un profundo suspiro. Mientras me maquillo de manera sencilla suena mi móvil. Este se encuentra en la mesa de noche. Me dirijo a contestar con temor. Sí, me aterra ver el nombre de él en la pantalla. En efecto, había justificación para sentirme así; cuando lo tomé en mis manos en la pantalla estaba el nombre de Fernando. La realidad me dio una gran bofetada en la cara. Estaba tan sumergida en la fantasía con Nathan que no me detuve un solo segundo a pensar en el que se supone aún es mi novio. Dudo si contestar o no, pero para ser sincera quería saber cómo estaba y si había resuelto algo del problema.
— Bu...Bueno— mi voz tiembla.
— Mi cielo— su voz suena cálida y cariñosa— lamento haberme ido así tan... molesto. No sabes cómo me has hecho falta.
— ¿Cómo estás Fer?— trato de sonar normal, pero creo que estoy fallando. Miro nerviosa la puerta del baño; Nathan no tardará en salir.
— ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? Sé que me comporté como un auténtico gilipollas y...
— No pasa nada Fernando. No te preocupes... Tenías razón y motivo para haber reaccionado así.
— No, no la tenía. Es solo que... Me aterra la idea de perderte. Es que te he sentido tan distante y nunca habíamos estado así.
— Lo sé Fernando. No sigas disculpándote cuando soy yo la que debería hacerlo.
— No tienes que hacedlo. Sé que lo de tu amigo te tiene así. Debí ser más comprensivo, Kay.
Las lágrimas me bajan si poder evitarlo.
— No llores, mi cielo.
Jonathan sale del baño.
— Kayla, me puedes buscar el...
Le hago un ademán para que no hable.
— ¿Quién es ese tío?— Pregunta Fernando desde la otra línea.
— Bernabé, el hermano de Ryan. Es que estoy en su casa. Quiero decir en en ca casa de Ryan— tartamudeo sin poder evitarlo.
— Ok.
— Te llamo cuando salga de aquí para que me digas qué pudiste resolver.
— Vale. ¿Kayla?
— ¿Sí?
— Te quiero mucho.
— Lo sé.
Cuelgo sintiéndome la peor de las mujeres. Sí, lo soy.
— ¿Era él?
— Sí...
Muerdo mi labio y de nuevo las lágrimas brotan. Me odio a mi misma por ser tan... estúpida, tan... hipócrita... Tan mentirosa...
Minutos después Jonathan se despide de mí diciéndome que todo irá bien... Y yo me quedo tras la puerta pensando todo lo contrario.
*****
— Tienes que tener eso ahí abajo gastado.
Río a carcajadas. Ryan siempre es tan... tan él.
— Ya en serio, ¿verdad que soy un desastre?
— No, solo eres humana, Kay. Ya verás que al finalizar esta semana tendrás las ideas más claras. Aunque ya yo sé el camino que elegirás.
— ¿Cuál?
— Eso es algo que lo descubrirás tú misma. No se te hará fácil, porque claramente los quieres a los dos.
— Y mucho... ¿Sabes que es lo que me inquieta?
— No tienes que decírmelo, lo veo en tus ojos. Te aterra la idea de que con Nathan sea solo sexo y nada más... Que al fin de cuentas no lo conoces del todo y puede que no lleguen lejos. Con Fernando es todo lo contrario y lo conoces de rabo a cabo, y ciertamente te sientes en paz y cómoda con su relación.
— ¿Estás en mi mente?
— Kayla, pero caramba, soy tu mejor amigo; hemos pasado tanto juntos que descifrarte no es un desafío.
— Es cierto.
Ryan me da una auténtica sonrisa de complicidad.
— Ah, antes de que se me olvide...— añado- ¿Por qué...?
— ¿Le doy información tuya a Nathan?
Entrecierro los ojos.
— Sí...
— Porque es una auténtica patada en el culo. No sabes lo persistente que es... Además de que acercándolo podrías decidirte de una vez y por todas. Estoy de acuerdo con él; estos días a su lado te harán pensar en si realmente le quieres o no en tu vida. So...
— ¿Han hablado de eso?— Pregunto tratando de ocultar mi evidente curiosidad.
— Como no tienes idea. Y no se te ocurra preguntar más, porque no revelaré más de nuestras conversaciones.
Lo miro atravesado.
— Qué clase de mejor amigo me gasto— digo con ironía.
— Sí, soy el mejor.
Cuando llego a mi apartamento decido virar la casa patas arriba y recogerla yo misma. Cambio de lugar los muebles de la sala y luego comienzo en mi cuarto. Barro, mapeo, ordeno... Es la mejor manera de liberar el estrés, distraerme y evitar pensar en el caos que es mi vida ahora mismo. Cojo unos libros que Fernando dejó encima del buró y me dispongo a guardarlos en la mesa de noche. Iba a lanzarlos así sin más, pero una curiosa hoja de papel escrita llama mi atención. Coloco los libros en la cama y tomo la hoja en mis manos. La caligrafía es perfecta...
"En blanco, así me dejaste, en la nada. Mi vida está en blanco, pues tú te fuiste y te lo llevaste todo... -J"
¿J? ¿Cómo llegó esto hasta aquí? ¿J? ¿J de Jonathan? ¿Es posible que él me haya escrito esto? ¿Pero cuándo? Si este fue su mensaje para mí, yo... Yo fui tan egoísta... ¿Cómo se tuvo que sentir él cuando lo abandoné? Él sigue a mi lado, luchando por mí porque... me ama. ¿Y yo lo amo a él? Con esa pregunta rondando mi cabeza sigo poniendo en orden mi cuarto, al menos, esto sí puedo ordenarlo...
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