Capítulo Dos: Encontrado Una Vez Más
Capítulo II: Encontrado Una Vez Más
NATHAN
Pobre Ryan. Aún no creo que el diagnóstico fuera tan devastador. Coño, ¿cáncer terminal? Solo tiene 31 años; demasiado joven como para sufrir de esta manera, demasiado joven como para saber que tienes alta posibilidad de morir. Los médicos no dan ninguna esperanza. ¿Kayla sabrá la condición de su mejor amigo? De seguro lo sabe, pero ella no regresará, incluso si su amigo está grave. Ella asumió esa pose tan egoísta desde que se fue...Espera, ¿por qué mierdas estoy pensando en ella?
Ryan está muy grave en el hospital. La enfermedad lo está consumiendo de una manera rápida. Por tal razón, me siento en la obligación de ir a visitarlo; me ayudó muchísimo y me soportó las llamadas constantes que le hacía para preguntar por ella...
Le aviso a Alejandra que iré al hospital oncológico y me pongo en marcha. Llego hasta la habitación y ahí está Ryan, tan delgado, frágil, con ojeras y sin su cabello. A cualquiera se le parte el corazón verlo en estas condiciones. Aun así, cuando me ve, me sonríe y su sonrisa contiene la misma esencia de siempre.
- Nathan, ¿qué haces aquí? - su voz suena débil y agotada.
- Amigo, tenía que venir a verte. Tenía que visitar al hombre que soportó mis llamadas durante tanto tiempo- digo a son de broma.
- No me lo recuerdes, que estaba a punto de cambiar el número. Jodes con cojones.
- ¿Cómo te sientes? - sonrío antes de cambiando de tema.
- De la puta mierda.
- Me imagino. Yo sé que saldrás de esta- digo con mi voz llena de optimismo.
- No tengo esperanzas en ello- dice medio triste -, pero si me muero mañana, me alegra haber disfrutado mi vida... También haber follado lo suficiente- dice tratando de sonreír.
- Estás loco, hermano- digo riéndome y moviendo mi cabeza en negativa.
- Y en mi locura encontré mi libertad- cita en tono teatral y dramático.
- Muy profundo.
- Siempre me ha encantado lo profundo- dice en tono pícaro tirándome un guiño.
- No seas puerco- finjo una cara de asco.
- No sabes lo que te pierdes.
- No me interesa; no tiro para ese lado.
- Tienes miedo a que te guste y le cojas el gusto.
- Por favor- ruedo los ojos.
- Hey, me enteré de que te casas- el cambio abrupto de tema provoca que carraspee mi garganta antes de contestar.
- Así es... Me casaré con una mujer maravillosa- digo sincero.
- De eso no me cabe duda. Me avisas si quieres probar antes de casarte. No vaya a ser que eres homosexual y después terminas como los casos en los que el marido se las pega con otro hombre, teniendo así doble vida. Tienes que confirmarlo.
- ¿Qué carajos dices? Estás chiflado.
Reímos por largos segundos. Es increíble cómo a pesar del pronóstico, Ryan siga teniendo ese buen humor. Personas así no merecen esto.
Seguimos echando chistes cuando de repente se abre la puerta. Mi corazón acaba de detenerse ante la mirada de esos ojos marrones que acaban de encontrarme después de más de tres años.
KAYLA
Recojo mis maletas a la mayor brevedad posible; mañana saldrá nuestro vuelo rumbo a la isla. Tengo los nervios de punta. Pienso en Ryan y... ¡¿qué clase de mierda de amiga yo soy?! Le habían diagnosticado la enfermedad hace casi dos años y no sabía nada. No estuve con él en ningún momento. Lloro de coraje, no me había dado cuenta de lo egoísta que fui. Me largué y los dejé abandonados.
- Mi amor, cálmate, ya vas a ir a verlo.
- Fernando, es mi mejor amigo. ¿Sabes cuántas putas veces viajó hasta donde yo estaba para consolarme? ¿Y yo? Yo simplemente me fui y lo abandoné - como todo lo demás- Lo abandoné cuando más me necesitaba.
- No tienes la culpa, Kayla. Él no te había dicho nada.
- Tuve que estar pendiente, detectar en su voz, cuando me llamaba, que algo andaba mal. Tenía que haberlo visitado aunque fuera una sola vez en estos tres años y pico.
- Tú dejaste eso atrás y te sentías bien; no puedes culparte por mirar por ti y buscar tu felicidad. Apuesto que ese tío así lo pensaba, por eso no quería afligirte con su diagnóstico. Él sabía que eras feliz aquí y no quería arruinaos la felicidad. Por favor, calmaos, mi cielo.
- Tenía que ser menos egoísta. Él pensó muchas veces en mí, incluso cuando era feliz en el lugar que fuera- digo con apenas un hilo de voz.
- Ostras, trata de entender un poco- me molesta la falta de comprensión y tacto que tiene en estos instantes mi novio.
- No hay nada que entender, aquí está muy claro que soy la peor mejor amiga del mundo.
Llegamos en la madrugada a suelo boricua. El viaje fue largo y yo estoy muerta del cansancio. Vamos hacia mi apartamento; el único que no he vendido. No sé por qué no quise hacerlo, supongo que muy en el fondo tenía la intención de volver. Cómo me duele que sea en estas circunstancias. Abro la puerta del apartamento y las emociones me destrozan. El azote de recuerdos me ha dejado sin aire. Está limpio, pues un ama de llaves viene a limpiarlo semanalmente. Las cosas están tal y como las dejé hace poco más de tres años atrás. Dios, estas paredes fueron testigo de tantas lágrimas. Nathan pasa por mi mente en este momento; fue aquí en donde pasamos la mayor parte del tiempo en el que estuvimos juntos. ¿Qué será de la vida de él? Nunca le pregunté a Ryan por él, y mi amigo actuaba como si no existiera y le agradecía por ello. ¿Seguirá viviendo en Puerto Rico? Veo los retratos colgados de los lugares que había visitado por vacaciones... Nunca tomaba muchas fotos: siempre que tomaba una cámara en mis manos recordaba lo que quería ser y nunca era. Fernando me mira extrañado.
- ¿Estás bien? Estás embobada.
- Sí, es que hace mucho no venía y...
-Es hermoso y espacioso. ¿Vivías sola aquí? - me interrumpe antes de terminar, como si en realidad no le importara qué me pasa.
- No, mis guardaespaldas se quedaban en la habitación de al final del pasillo.
- ¿Tenías guardaespaldas? ¿Por qué? - pregunta curioso y extrañado.
- Digamos que aquí los medios exageraban mi poder y mi importancia en el mundo de la publicidad y tenía admiradores... Acosadores. Tuve que recurrir a ello - digo encogiéndome de hombros.
- No me extraña el que alguien se obsesionara contigo, yo lo estoy. Estoy completamente enamorado de ti y no te saco ni un solo momento de mi mente. Eso es una obsesión.
- Una obsesión que disfruto; una que me encanta.
Nos besamos apasionadamente. Una vez instalados, dormimos un par de horas. Nos levantamos, nos preparamos una rica comida y nos ponemos en marcha hacia el hospital. Estoy muy mal de los nervios. No sé cómo voy a reaccionar al ver a Ryan. Su hermano me contó que estaba muy deteriorado físicamente y que me prepara mentalmente, pues el Ryan de ahora se alejaba por mucho a lo que era antes.
Nos aparcamos, nos identificamos, Fernando se queda en la sala del hospital y yo subo por el ascensor... Estoy temblando. El regalo que traigo en las manos amenaza con caerse de mis manos. Llego frente a la habitación, pienso y respiro durante un minuto, hasta que me decido abrir la puerta. El alma se me va a los pies cuando mis ojos se encuentran con unos verdes...
El aire me falta, debo estar pálida, estoy a punto de un colapso...
-Na..than...- tartamudeo y me odio por eso.
Él no dice nada, solo sigue observándome sin ninguna emoción en su rostro u ojos.
- ¡Kayla!, ¿qué puñeta haces aquí?- grita Ryan.
-Yo...- mis ojos se posan en Ryan. Dios mío, hubiese pegado un grito si no fuera porque aún estoy en shock. Mi mejor amigo está pálido, sin pelo, con bolsas en los ojos... Él en vez de alegrarse por mi visita parece consternado.
- ¿Yo qué? ¿Quién te dijo que yo estaba aquí? - dice con molestia.
- Tu hermano... - Nathan sigue mirándome de manera acosadora.
- Ese cabrón... ¿y tú qué? ¿Te piensas quedar ahí parada? No nos hemos visto en más de tres años, ¿y ni un beso ni un abrazo?
¿De dónde sacaba fuerzas para hablar? Su sonrisa sigue siendo hermosa y radiante.
Corro y me abalanzo sobre él y lloro. Lloro a caudales... Ohh Ryan, está tan delgado.
- Nena, no llores. ¿Ves? Por eso no quería decirte nada. No quiero arruinar tu felicidad.
- ¿Y qué querías? ¿Que tu hermano me llamara cuando ya estuvieras en un tumba? Eso es egoísta de tu parte.
Nathan resopla. Me volteo para observarlo detenidamente. Dios, sigue igual de hermoso. Lleva barba y eso lo hace muy guapo, más de lo que ya era. Mi cuerpo entero comienza a temblar cuando sus ojos, una vez más, se encuentran con los míos. Nos quedamos así, ¿cuánto? ¿Tres minutos? hasta que Ryan nos interrumpe.
- Nathan, no quiero botarte de la habitación, pero necesito un rato con mi amiga...
- Claro, claro les dejo su espacio. Nos vemos Ryan, te veo otro día. Kayla, me alegra volver a verte y saber que estás bien- su voz suena seca, fría, distante...
No digo nada porque no me salen las palabras; simplemente lo veo marcharse de la habitación. Mi corazón late frenético contra mi caja torácica.
- Kayla, ¿estás bien?
- Sí - contesto dubitativamente.
- A mí no me engañas, nena. Puede que hayan pasado tres años, pero te conozco a la perfección. Te impresionó volver a verlo, ¿verdad?
- Es obvio... Ha pasado tanto tiempo...
- Kayla, él se va a casar.
Por muy estúpida que parezca mi situación, siento como si me arrojaran un balde de agua fría en la cara.
- ¿Se va a casar?- pregunto de sonar casual y neutral.
- Sí, ¿qué hay de malo con eso? ¿Hace falta recordarte que lo abandonaste? ¿Que lo de ustedes no duró más por tu culpa? No te juzgo mi nena, necesitabas un cambio, pero él se quedó aquí, es lógico que quisiera intentarlo de nuevo.
- Sí, tienes razón- digo no tan convencida- No me sorprende ni lo encuentro mal.
- ¿Que no qué? Si hubieras visto tu cara...
- Nathan ya está superado- digo firme.
- Eso crees- suelta con ironía.
- De eso estoy segura. Estoy con Fernando, lo sabes.
- ¿Y?
- ¿Cómo que "y"?
- Nena, ¿en qué mundo vives? ¿Sabes cuántas parejas existen y estas aman y desean a otras?
- Estás equivocado; ni amo ni deseo a Nathan.
-Dímelo otra vez y puede que te crea.
-Hablo en serio. Pero cambiemos de tema. Ryan...
- ¿Qué? No me mires con esa lástima porque llamo por este "fututo" para que te saquen de la habitación.
- ¿Por qué no me dijiste?
- Cariño, ya tenías tu vida en España. Además, sabía lo que habías dejado aquí, no era justo que volvieras por mí.
- Carajo, Ryan, soy tu mejor amiga. ¿Sabes cuántas veces viniste para acompañarme? ¿Por qué no querías que hiciera lo mismo? No, no te perdono el que no me hayas dicho tu situación.
- Ya lo harás. Pero no hablemos de mí; háblame de Fernando. ¿Cómo llevan su relación?
- Es un buen hombre y me consta que me quiere.
- ¿Y tú le quieres?
- Mucho, mucho más de lo que puedo.
- Es bueno escuchar eso.
Estuve como una hora más hablando con Ryan de todo. Reímos y lloramos con las anécdotas y los recuerdos hermosos que hemos pasado juntos. Me hubiese quedado más tiempo, pero Ryan estaba exhausto. Lo volveré a ver cuando le den de alta, que es muy pronto me dijo. Verlo así me hizo pensar: me quedaré con él el tiempo necesario.
Camino hacia los elevadores echa una bola emocional. Mi Ryan, no es justo que le pase esto. Él es tan bueno, alegre... Maldita enfermedad. Estoy envuelta en mis pensamientos y de repente siento una mano que me sujeta antes de llegar al elevador. Miro hacia la persona que me ha interrumpido. Sus ojos verdes me abrazan.
- Kayla...- dice sonando atormentado.
- Jonathan...
Es un momento sumamente incómodo; ni yo digo nada ni él dice nada. De momento él toma la palabra.
- Kayla, ¿cómo has estado? - rompe por fin el silencio.
- Bien. Mejor de lo que creía podía estar.
- Se nota que lo estás... Te ves hermosa.
- Gracias- fue lo único que pudo salir de mi garganta.
Un calor llega hasta mis mejillas. ¿Por qué tiene que halagarme?
- ¿Te encontraste a ti misma?
- Afortunadamente, sí.
- Pues todo valió la pena.
- Así es. Nathan, lamento no poder seguir hablando contigo, pero abajo me esperan.
- Ok, no hay problema. ¿Te molesta si tomo el ascensor contigo? También tengo que bajar.
- No me molesta.
Nos adentramos al ascensor. Estoy temblando de pies a cabeza. Dios, espero que no lo note. En el elevador no entraotra persona. ¡Qué bien! Siento el espacio demasiado pequeño, me falta el aire... Su olor me está mareando... Estamos sosteniendo nuestras miradas. Es demasiado fuerte, siento que me quema. De seguro tiene demasiadas preguntas, pero no habla. Carajos, ¿no puede ir más rápido el ascensor?
- ¿Por qué Kayla? ¿Por qué fuiste tan egoista?- escupió de momento.
- Jonathan, no es el momento.
- ¿Y cuándo es el momento?
- Ya no hay nada que hablar. Pasó lo que pasó, no hay marcha atrás. Todo está superado. Por favor, no invoques algo que ya pasó.
- Te esperé durante tanto tiempo- dice, ignorando mis ruegos para que no siga- ¿Cómo pudiste irte y dejarme? ¿Cómo pudiste elegir por los dos? Maldición, te quería... De verdad lo hacía. Estaba dispuesto a sanar tu "alma dañada."
- Ya lo has dicho, "me querías", "estaba". PASADO. Ya nos hemos superado uno al otro. Tú estás próximo a casarte y yo tengo pareja. Lo que una vez pudo ser, nunca será.
- Creía haberte superado...
- Sí lo hiciste; no es momento de dudar. Te vas a casar, Jonathan.
Mi corazón late a millón. Maldita sea, ¿por qué el ascensor no se abre? Él está mirándome de una manera que pone mi vello de punta.
- Nathan, el ascensor no abre.
Presiono todos los botones. De momento se escucha un chirrido acompañado de un fuerte golpe. Las luces del ascensor comienzan a parpadear. El miedo se apodera de mí.
- Kayla, estamos encerrados...- me informa Nathan.
Creo que me voy a desmayar. Estar encerrada en un elevador es un hecho alarmante, pero estar encerrada con Nathan, en un ascensor, hace la situación mucho peor de lo que ya es.
NATHAN
Estamos encerrados en este maldito ascensor ¿o debo decir bendito? ¿Qué mierda estoy diciendo? Tal parece como si el tiempo se hubiera detenido y que estos casi tres años nunca hubiesen pasado. Como si ella no se hubiera ido... Se ve espectacularmente hermosa. Ya no lleva el pelo largo, ahora el pelo le roza el cuello y es color marrón oscuro; ha echado unas cuantas libras, lo que la hace ver mucho más hermosa. Los jeans ajustados junto con la camisa de manga larga azul turquesa, la cual no disimula que sus senos han aumentado de tamaño, le hacen lucir elegante y perfecta. Esta mujer sigue siendo una diosa...
Aparto mis pensamientos carnales. Debería estar alterado, pues estoy encerrado en un maldito/bendito ascensor con la mujer que me cambió la vida y luego me abandonó, pero, irónicamente estoy calmado. Presiono el botón de emergencia.
- Kayla, pronto nos vendrán a rescatar.
- Eso espero. Fernando debe estar preocupado. Ya ha esperado demasiado- toma su celular en la manos.
- ¿Fernando? - pregunto curioso.
- Mierda, no hay señal... Sí, Fernando, mi novio.
Increíblemente el coraje se instaló en mí. ¿Celos?
- ¿Eres feliz?
- Mucho.
- ¿Qué ha pasado en tu vida estos últimos años? Oh vamos, no me mires así- le digo porque me mira desencajada y aterrorizada-, estamos encerrados, si no nos hablamos podríamos morir de angustia y aburrimiento. Además, hablar te ayudará con los nervios.
- Soy fotógrafa. Viajé a muchos países. Conocí a un gran hombre hace como dos años y llevamos uno de novios. Soy feliz cómo nunca lo había sido. ¿Ya?
- Es un buen resumen. Qué fácil es para ti...
- No fue fácil al principio...
- Me voy a casar...
- Eso ya lo sé.
- Me voy a casar con Alejandra Mendoza, ¿la recuerdas?
- Tu asistente...- cuando dice esa palabra su semblante se nubla. La entiendo perfectamente, creo que esa palabra debe ser difícil para ella.
- Sí. Ella es magnífica y me ha ayudado mucho- digo porque es verdad, pero algo dentro de mí, tal vez mi ego y orgullo lastimado, quiere darle celos.
- No tengo dudas. También es muy guapa.
- Sí, lo es.
Kayla se muerde el labio inferior. Eso hace que mi corazón se detenga. Si supiera lo hermosa que se ve haciendo ese simple gesto. Siento el impulso de acercarme. Lo hago, pero ella esquiva mi mirada.
- Jonathan, por favor, aléjate- pide tratando de sonar firme.
- Kayla, me has hecho tanta falta. ¿Por qué te fuiste? Hubiéramos salido adelante...
- Jonathan deja el pasado de una maldita vez...
- Ok, vivamos el presente.
Y la beso, la beso como si mi vida dependiera de ello... Me he vuelto a encontrar en sus labios. Siento que somos aquellos en aquella discoteca encontrándonos por primera vez... ¿Lo mejor? Lo mejor es que ella me corresponde. El tiempo se detuvo... El universo es nuestro en este instante... Aquí van tres años de ausencia. En este beso están todas las veces que la extrañé, las veces que añoré sus labios... De repente me aparta.
- Nathan, basta... Para- me dice en un susurro tembloroso.
No sé si es una bienvenida u otra despedida, pero sin importarme lo que dijo, la beso de nuevo como si no hubiese mañana.
- Kayla, en tus labios me he encontrado una vez más...
KAYLA
No hay oxígeno en el elevador. Tengo la leve sospecha que no es solo porque no entra el aire. Jonathan me besa y yo le correspondo. ¿Qué me pasa? El calor recorre mi cuerpo y no es porque no hay ventilación, es porque sus besos logran encenderme. ¿A caso mi cuerpo no entiende que esto no puede ser? Nos despegamos y ambos tenemos los pechos agitados. Respiramos con dificultad.
- Nathan, por favor, basta- le ordeno por segunda vez.
- Han pasado tres años y todavía la pasión sigue intacta...
- Cállate...- digo sin ocultar mi nerviosismo y alteración.
- ¿Me extrañaste?
- Qué pregunta haces. Sí y mucho, pero llegué a un punto en donde tenía que aceptar que solo serías un recuerdo- decido sincerarme.
- Cuando te fuiste... Durante meses tuve la esperanza de recibir una llamada tuya diciéndome que te arrepentías y que volverías...
- Pero no lo hice- termino por él su punto.
- No, no lo hiciste- afirma ― Entonces, Alejandra llegó y puso amor en donde tu dejaste dolor.
- Es lo menos que te merecías. Eres un gran hombre- digo aunque sus palabras me hayan quemado.
- De nada sirvió dejar todo lo que yo era por ti.
- No lo hiciste por mí, fue por ti. Te sentiste mejor en el momento en el que te liberaste de todo eso, ¿cierto? Y no creo que yo haya sido la única responsable, si tú realmente no lo hubieses querido, nunca habrías dejado tus mandamientos.
De momento se escuchó otro ruido. ¡Al fin se abrirían las puertas!
- Kayla...
- No sigas- digo tratando de sonar firme- Espero que en el momento en el que se abran las puertas, tú tomes tu camino y yo el mío. Sé feliz con Alejandra.
Se abren las puertas; los bomberos habían hecho bien su trabajo. Visualizo a Fernando y corro hacia donde él. Lloro con ganas. No es por el hecho de haberme quedado encerrada, sino porque una vez más me despido de Jonathan...
NATHAN
Verla en los brazos de... ese tipo, hizo que las venas del cuello me brotaran. Jonathan tienes que calmarte. ¿Por qué no aceptas que ella no te eligió a ti? Te vas a casar, y con alguien que te quiere en su vida, digo en mi mente. Maldición, ¿qué carajo me pasa con Kayla? Tiene la capacidad de enloquecerme... Y yo que pensaba que todo estaba superado. ¿Cómo se supera a la mujer que te hizo cambiar? ¿Cómo superas a la única mujer que no se ha sometido a tu voluntad? A la única que has llegado amar.
Suspiro, la miro por última vez y me volteo.
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