7||Michelle
Así que mi hermana trabaja para famosos, sale con un cantante y vive en un apartamento sumamente caro en Los Ángeles. Lindo, suena como la vida soñada.
Salvo que no lo es, porque ella perdió su sueño.
No sé porque me empeño tanto en pensar en eso, pero me duele saber que Elise ya no volverá a cantar. Duele todavía más pensar que me muero por escuchar su voz, ¿es egoísta sentir que es algo que en realidad necesito escucharla? Más allá de que la voz de mi hermana me traía calma, la necesidad de oírla tiene más que ver con la sensación rara en mi pecho que no me está dejando dormir. Se siente como si me faltara aire, pero lo tengo. Respiro, pero no es suficiente. Desde que desperté en el hospital estoy así y es incómodo. Quiero sentirme como antes, pero dudo que algo vuelva a ser igual a lo que recuerdo.
Doy una vuelta en la cama, sintiendo dolor en mis músculos una vez más. Mi cuerpo sigue sintiéndose tenso y, mientras más lo pienso, más sentido tiene que me duela tanto. Estoy más alta y hay cambios que...bueno, se notan. La última vez que me vi en el espejo, antes de acabar en esta especie de pesadilla, recuerdo que me enojé con Elise porque apareció tras de mi y me llamó enana tierna, por mi estatura y rostro de niña pequeña.
Ahora ella es tan solo unos absurdos centímetros más alta que yo.
Siempre he odiado que me traten como alguien chiquita. Mi hermana solo lo hacia para molestar, pero mucha gente en la escuela se burló de mi en su momento. Quizá por eso leo más de lo que lo hacen las chicas de mi edad, por eso prefiero estudiar que jugar, o hacer música antes que distraerme con alguna comiquita. Siempre quise ser mayor de lo que era...
Pero ahora no soy una niña, soy una adolescente y no sé muy bien como afrontar eso.
Es muy distinto ser una niña fingiendo ser mayor, que ser una niña atrapada en el aspecto de alguien más grande. Por eso no me he visto al espejo desde que desperté en el hospital y pensar en hacerlo solo aumenta la extraña cosa en mi pecho. No es que me duela esta sensación, es que me incomoda y me tiene intranquila. Trato de respirar para que se vaya, pero nada ¿Y si despierto a Elise para que me de algún jarabe? ¿Esto se quitará con jarabe? Pero entonces pienso en lo incómodo que es estar junto a mi hermana, lo extraño que resulta pararme a su lado y ver lo mucho que ha cambiado, y decido no pedirle alguna medicina.
Sigo amando a Elise, ¿cómo podría dejar de hacerlo? Pero ninguna de las dos es tonta, sabemos que estamos actuando como extrañas. Siento que no la conozco del todo porque, para empezar, la Eli que recuerdo hablaba. Sigue siendo terca y obstinada, pero le hace falta ese brillo seguro y especial que caracteriza a mi hermana. Me hace falta un abrazo de la Elise que ella dejó en Nevada, pero tal parece que la abandonó por esta nueva chica con una vida junto a celebridades.
No me gusta, prefiero a mi hermana adolescente y descontrolada que a esta mujer que no reconozco.
Decido ponerme de pie para buscar el jarabe yo sola. Es muy de noche, lo sé porque la habitación está a oscuras a excepción de la pequeña lamparilla que dejé encendida para no entrar en pánico. Mi dormitorio es lindo, amplio y sencillo, pero quisiera estar en la mío. La recuerdo por momentos, estaba lleno de mis muñecas que de seguro ahora están solas y sin nadie que cepille sus cabellos.
Sí, soy una niña madura, pero jugar con muñecas siempre me gustó. Eran como mis amigas, las ponía en fila para que me escucharan tocar la guitarra...así no me sentía tan sola.
Sacudo mi cabeza, no quiero extrañar algo ahora porque comenzaré a llorar, estoy harta de hacerlo. Con dificultad, me paro e intento buscar una posición en la que no me duela tanto caminar. Mamá me regañaría por andar encorvada, pero es la única forma en la que la espalda no me duele. Aún siento incomodidad, como si mis músculos estuvieran acostumbrados a no moverse, a estar estáticos.
Quizá estaban preparados para no moverse jamás, quizá mi propio cuerpo ni siquiera estaba listo para despertar.
Salgo de la habitación y la oscuridad despierta en mi ese temor que nace desde lo más profundo de mi pecho; un miedo que reconozco. Siempre he odiado la noche, su silencio y su oscura presencia, así que hago lo que hacía en casa cuando me levantaba por las noches a buscar agua: corro a toda velocidad al lugar con más luz. Ese lugar resulta ser la sala de estar, en el que el enorme ventanal permite que la luz de la ciudad ilumine un poco el apartamento. Respiro con alivio, quedarme a oscuras es uno de mis más grandes miedos, además de los truenos.
—¿Michelle? —doy un brinco cuando escucho una voz que me llama. Dirijo mi mirada a la silueta que no había visto antes, ni siquiera había notado que Caleb estaba sentado en uno de los sillones con una guitarra en su mano —. Lo siento, no quise asustarte.
—Pues, lo hiciste —respondo, llevando una mano a mi pecho. Mi corazón late rapidísimo por el susto que me dio.
Mis ojos tardan en acostumbrarse a la poca claridad que hay en la habitación, ni siquiera las luces de la ciudad resultan ser suficientes para iluminar bien el lugar. No olvido que Silene, la chica rubia que resultó ser la prometida de mi primo y amiga de mi hermana, dijo que esta vista era como una galaxia en las noches. Me acerco más a la ventana y veo puntos de luz que le pertenecen a toda la ciudad. No me parece una galaxia, o un cielo estrellado, es algo completamente distinto y no sé decir si me gusta o no.
—Ella mintió —digo en voz alta porque sentir a Caleb callado solo me pone nerviosa. Necesito llenar el silencio con algo —. Esto no se ve como una galaxia.
—¿Cómo se ve? —me pregunta él. Caleb se esfuerza mucho en sacarme tema de conversación, yo diría que demasiado. Al menos sus intentos son menos patéticos que los de Adam.
—Se ve como una ciudad con muchos edificios.
Caleb ríe, deja la guitarra en su lugar, se pone de pie y camina hasta quedar a mi lado. No sé como sentirme con respecto a él. Es decir, al conocer personas, estas me pueden caer bien o mal, pero no tengo intermedio. Silene me cayó bien, Adam me cayó muy mal ¿Pero Caleb? No lo sé. Es el novio de mi hermana y creo que eso hace todo más incómodo. Elise no solía tener novios, ¿cómo se supone que actúe yo frente al primero que conozco?
—Es porque es una ciudad con muchos edificios, Michelle —me dice, mirando hacia la ventana —. La idea es ser un poco creativa. Puedes verla distinto y será otra cosa.
—No, seguirá siendo una ciudad con muchos edificios.
—O una noche con muchas luciérnagas.
Entrecierro mis ojos hacia él, no me parece una noche con luciérnagas. En respuesta a mi mirada, él asiente hacia la ventana y me hace ver hacia afuera de nuevo. Veo los mismos edificios, los mismos puntos de luz ¿Dónde ve las luciérnagas? Pero entonces noto que los puntitos luminosos de los edificios parecen volar en una oscuridad que los supera. Flotan en la nada y, aunque están estáticas, podrían ser una imagen de una noche llena de luciérnagas capturada en una simple toma. Soy consciente de que se me escapa una larga respiración, si resulta una vista bonita si la ves de esta forma.
—¿Ya lo viste? —me pregunta, yo asiento con la cabeza, pero no dejo de mirar hacia afuera.
—Es...
Todo lo que tengo planteado decir desaparece de mi mente en el instante en el que siento un vuelco en mi estómago y luego escucho a mis tripas quejarse. Llevo inmediatamente mis manos a mi barriga.
No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta ahora y me da cierta vergüenza que Caleb haya escuchado las consecuencias de no haber probado ni un solo bocado en todo el día. Él me observa y yo agradezco que la poca luz no deje que mis mejillas normalmente pálidas me delaten ante algún rubor. Que vergüenza.
—¿Tienes hambre? —me pregunta. Yo tardo un poco en asentir con la cabeza, pero al final lo hago —. Lo supuse, no has comido mucho desde que salimos del hospital. Solucionemos eso.
Se da la vuelta y yo lo sigo, ignorando a propósito el ramo de flores que mi hermana dejo en la mesita frente al sofá. Caleb me guía por el apartamento hasta llegar a un lugar más oscuro, pero no me da tiempo de entrar en pánico porque él enciende las luces. Se adentra en la cocina, que debo admitir que es tan hermosa como el resto del lugar. Las encimeras están hechas de una superficie blanca que refleja la luz; sé que tiene un nombre, pero no lo conozco. Hay sillas altas en la isla del medio y azulejos azules decorando la pared. Me siento en una de las sillas, mientras Caleb se dirige al refrigerador.
Actúa con total normalidad, encuentra las cosas con facilidad y se mueve como si estuviera familiarizado con el lugar. Eso hace que me pregunte si él vive aquí, porque en realidad es una posibilidad que mi hermana esté en una relación tan seria como para compartir techo. Mamá y papá la tuvieron a ella a los veinticuatro, Elise ahora tiene esa edad y es...extraño. Yo ni siquiera sé cuales son los planes que tiene con su novio, o lo que planea él con mi hermana.
Podría preguntarle, pero mi problema es que jamás he sido buena hablando con extraños. Mi comunicación con las personas que he visto desde que desperté se ha basado en oraciones cortas y sin emoción, además de preguntas bruscas y capaz un poco maleducadas. No es personal, es solo la forma en la que actuó hasta definir si alguien me cae bien o mal. No quiero preguntarle sobre su relación con su hermana, pero vaya que quiero saber.
—Elise me dijo que eres vegana —comenta y yo asiento con la cabeza —. Bien, en ese caso, espero que te guste la ensalada que prepararé. No soy tan bueno cocinando, espero que al menos quede comestible.
Lo observo lavar la lechuga, picar los tomates, preparar lo que supongo es el aliño, todo en silencio. Esto es demasiado incómodo y despierta en mí esa sensación molesta en mi pecho una vez más. Empeora cada vez que analizó la situación, pues se vuelve más incómodo: estoy a solas con el novio de mi hermana, quien conoce mejor a Elise de lo que yo lo hago ahora ¿Debería sentir desconfianza? ¿Celos porque ahora él es la persona más importante en la vida de Elise? ¿Gratitud porque la hace feliz? Creo que siento las tres cosas al mismo tiempo, no lo creía posible. Muerdo la uña de mi dedo índice por un buen tiempo, ni siquiera sé porque lo hago.
Podría pedirle un jarabe a Caleb para que el dolor de pecho se vaya, pero en serio no quiero hablarle.
—Y voila —dice, colocando frente a mi el plato de ensalada. Ladeo mi cabeza cuando veo que hizo una carita feliz con los tomates y las almendras, él ríe —. Lo siento si es ridículo, pero a mi hermana le gustaba que le hiciera cosas así cada vez que se sentía mal cuando era más pequeña. Pensé en probarlo contigo, pero si no te gusta ignóralo.
Lo hago y siento mi estómago crujir una vez más. No sé si esta ensalada me llene, pero es comida y tengo demasiada hambre como para pensar en alguna queja. Incluso cuando pruebo un trozo de lechuga y un tomate que formaba parte del ojo derecho de la cara feliz, ignoro el hecho de que el aliño no sabe a nada más que aceite. Me conformo con esto, aunque le falte sal y capaz más ingredientes.
Él decide calentar un pedazo de pizza para sí mismo. Un "capricho de media noche" lo llama. Mientras comemos, volvemos a quedar en silencio. No me gusta esto, en serio lo odio, pero no siento que pueda evitarlo. Como está sentado a mi lado, dos sillas más allá, debe ladear su cabeza para verme. Lo hace y estira sus labios en una sonrisa amable que me descoloca por instantes.
—Bien, dispara tus preguntas —dice, antes de dar otro mordisco a su pizza.
—¿Eh? —pregunto, sin comprender.
—Vamos, Michelle, sé que debes tener muchas dudas. Es decir, sé lo rara que es esta situación. Si despertara un día y de repente mi hermanita apareciera con un novio al que no conozco de nada, yo dudaría hasta de su nombre. Entiendo que eso puede estar sucediendo, así que pregúntame lo que deseas saber sin vergüenza alguna. Responderé lo que sea.
No es que dude de su nombre, porque no lo hago, pero si desconfío un poco en él. No me puedo culpar por sentirme así, no cuando él es un desconocido que abraza y toma la mano de Elise en público. Es extraño y él tiene razón, tengo muchas preguntas.
Lo veo, aún me sonríe y noto que una de sus cejas se alza un poco, esperando a que hable. Los ojos de Caleb son muy llamativos, es increíble ver dos colores en una misma mirada. Uno es azul y frío, otro es marrón con motas naranjas y se ve más cálido. A pesar de que son tonos distintos, ambos muestran calma y seguridad.
Caleb es confiado, eso lo noto hasta yo que solo soy una niña.
Me lo pienso un poco, no sé si hablar o no. Sin embargo, si no lo hago, volverá el silencio que tanto estoy odiando. Vuelvo a morder mi uña, sintiendo la sensación en mi pecho ¿Si hablo, este raro sentimiento se irá?
—¿Cómo conociste a Elise? —pregunto, apartando la mirada de inmediato. Me fijo en la ensalada en lugar de él. Hablar no funcionó, sigo sintiendo eso en el pecho.
—Ella comenzó a trabajar como mi publicista hace unos años, cuando decidí concentrar mi carrera en Los Ángeles —responde —. Me gustaría decirte que fue amor a primera vista, pero la verdad es que no. Digo, me pareció hermosa desde el primer momento, pero para ese entonces Silene y yo éramos pareja y no estaba buscando enamorarme de alguien más.
—¿Silene? —pregunto y no escondo mi sorpresa —. ¿La novia de mi primo?
—La misma. Fue mi novia por siete largos años y ambos sabemos que fue una relación patética. Ahora es mi mejor amiga y adora a Elise.
—¿Cómo fue que comenzaste a salir con mi hermana, entonces?
—No estaba buscando enamorarme de alguien más, pero pasó. Tu hermana con sus sonrisas, siendo la descarada que es y con su actitud tan única, me conquistó. Fue algo tan repentino que ni siquiera pude escapar de ello. Con decirte que un día estaba convenciéndome de lo que sentía por ella era solo atracción o interés y al otro ya me tenía escribiendo una canción sobre lo mucho que la quería. Eso debe darte una idea de lo fuerte que caí por Elise.
>> Empezar nuestra relación no fue fácil. Yo tuve que madurar y obtener la seguridad que me faltaba, todo eso mientras descubría todos las sorpresas que guardaba tu hermana y cada cosa que encontraba solo hacía que me gustara todavía más. Así, tras meses de conocerla, la invité a salir por primera vez e iniciamos una relación formal. Para ese entonces, yo había terminado con Silene y ella comenzó a salir con Adam. Todo quedó tranquilo entre los cuatro.
Bien, Caleb es un chico tierno, o eso noto por la forma en la que describe a mi hermana. Sonríe mucho más cuando habla de ella y el hecho de que la describa como "descarada" me da a entender que sí conoce a Elise y que mi hermana no ha perdido eso que papá llamaba "su chispa". Si me parece un poco raro que haya salido con Silene antes, pero yo no sé nada de parejas y mi opinión ahí sobra. Muerdo mi labio en busca de más preguntas, ahora quiero saber qué enamoró a Eli, pero me da vergüenza soltar esa pregunta así como así.
Supongo que tendré que hacer un esfuerzo y usar la técnica de Elise para averiguar algo: indagar de más.
—Tu acento...—voy a decir, pues he notado que habla algo raro. Él entiende y responde sin que yo pregunte.
—Es británico, o algo así. Nací en Detroit, pero a los siete años me mudé a Londres porque necesitaban tratar una enfermedad genética que tengo —señala su oído, veo que tiene un aparato extraño —. Sin esto, solo escucho un pitido molesto. Es parte de las consecuencias de la enfermedad, así como el mechón en mi cabello y los colores distintos en mis ojos. En fin, por eso crecí en Inglaterra y adquirí el acento, aunque leve. A mi hermana si se le nota más.
—¿Solo tienes una hermana?
—Sí, menor que yo. Tiene veinte.
—¿Cuántos años tienes tú?
—Veintisiete, soy mayor que Elise.
—¿Eres muy famoso?
—Mhm, bueno, he ganado premios y lanzado tres álbumes —dice, rascando su mentón con incomodidad —. Sé que tengo fanáticos y aprecio que amen lo que hago, pero jamás me escucharás diciendo: "soy famoso". No lo sé, suena extraño. La única verdad es que soy músico y que adoro serlo, con o sin fama.
—Bien, hasta ahora sé que eres confiado, tierno, modesto y que hablas bastante —digo, a lo que él sonríe —. Solo quiero saber algo más.
—Lo que quieras.
—¿Amas a mi hermana?
Su sonrisa se extiende y noto que se ruboriza un poco. Deja la pizza en el plato y parece pensar su respuesta, pero creo que me la dejó clara con su reacción. Se ve como los chicos de las películas que ve Elise, no sabía que alguien de la vida real podía enamorarse tanto.
—Antes de tu hermana, yo no escribía canciones —habla —. Ella apareció y de repente se convirtió en mi musa, en música para mis oídos. Amo a Elise como no he amado a otra chica en mi vida ¿Y cómo no hacerlo? Tu hermana me sorprende cada día, me enamora cada vez más y, aunque me saca de quicio en ocaciones, ella siempre será todo lo que jamás esperé encontrar, pero lo que siempre necesité.
—¿Aún cuando no puede hablar?
—Ella tiene sus formas de expresarse, de decir lo que desea sin abrir la boca. La entiendo tan bien como ella me entiende a mí y sé que me ama aunque me lo diga con señas. Su limitación no me afecta, solo me hace quererla más porque es parte de ella.
—Yo siento que es extraño no es escucharla...—confieso, removiendo mi ensalada.
—Ahora lo crees así porque es el principio de esta nueva etapa y ambas están confundidas sobre como deben actuar con la otra, pero irás acostumbrándote. No sé como era tu hermana antes del accidente, pero te juro que la Elise que conozco es alguien que se hace escuchar, incluso cuando no puede hablar.
Suena imposible, lo que dice es una locura, pero me alivia un poco porque esa suena como la hermana que recuerdo. Esa es la chica que me canta para dormir, la que pelea con mamá y papá cuando quiere salir a alguna fiesta, la que me defiende de bravucones, la que dice lo que piensa porque no nació para quedarse callada. Espero que exista y que no sea una ilusión del Caleb enamorado.
Pero, sobre todo, espero que en algún momento Elise me permita conocerla.
—¿Esas son todas tus preguntas? —cuestiona, tomando su plato vacío para ponerlo en el fregadero. A mi me falta poco para terminar y ya no siento tanta hambre.
—Sí —digo, asintiendo al mismo tiempo en el que hablo —. Papá dice...decía...que a Elise solo le gustan chicos idiotas.
—Oh, pues...
—Pero tú no eres idiota —le digo, con sinceridad —. Capaz habrías sido el primero en caerle bien.
—¿Y a ti te caigo bien?
—Pues, no creo que seas idiota.
—Es un inicio —me sonríe, satisfecho —. Cualquier cosa que necesites, incluso si quieres hablar o desahogarte, estoy a la orden. Elise forma parte de mi vida, por lo que tú también formas parte de ella ahora.
Asiento, a modo de darle las gracias. Creo que ya sé lo que le gusta a Elise de este chico, además del hecho de que es atractivo y no es desagradable. Quizá es el modo en el que se preocupa por ella, como le importa de una forma tan pura y tan honesta, lo que la conquistó en verdad y lo que hace a Caleb el único no idiota con el que ha salido mi hermana. Es un hombre dulce y se ve leal. No puedo decir que después de esta conversación vaya a hablarle con soltura, pero al menos ya determiné que me cae bien.
Creo que apruebo al novio de mi hermana, aunque alguien debería enseñarle a hacer una buena ensalada.
Cuando termino de cenar, él toma mi plato y lo coloca en el fregadero. Me dice algo sobre Elise queriendo que me integre más y que me invita a conocer a su familia. Eso despierta de nuevo la sensación en mi pecho, esa que se siente como falta de aire pero no lo es en verdad. Muerdo mi uña, mi corazón está latiendo excesivamente rápido. No sé que me pasa y me asusta. Quiero detener esto.
Necesito detenerlo.
—¿Caleb? —lo llamo, él se da la vuelta y me da su atención aunque sigue lavando los platos —. ¿Puedes darme algún jarabe, o una pastilla? Me siento rara.
—¿Rara? ¿Cómo así? —me pregunta. Deja los platos como están y viene hacia mi mientras seca sus manos a su pantalón de pijama.
—Me siento...¿mal? No sé, es extraño.
—Describe como te sientes.
—Mhm, mi pecho se siente como...como si estuviera desinflandose. Mi corazón late muy rápido y...em...respiro bien, pero se siente que me falta aire. Empeora cuando pienso cosas.
—¿Qué cosas?
—Mis padres, mi hogar, el verme en un espejo, lo que hay en la oscuridad, que Elise no cante, que no recuerdo el choque...
No recuerdo el accidente...
Decirlo en voz alta solo aumenta los latidos de mi corazón y la sensación en mi pecho. No recuerdo nada, absolutamente nada, del viaje en auto ¡Eso es lo que me falta! Llevo todos estos días sintiendo que hay algo que no comprendo y es eso, es que no puedo recordar el choque. Pienso, intento traerlo a mi mente, pero la sensación se hace más fuerte y creo que hasta duele un poco. No sé porque muerdo mi uña, pero me calma. No sé que tengo, pero creo que tiene algo que ver con lo que no puedo recordar.
—Creo que lo que describes es ansiedad—me dice Caleb, haciendo una mueca con los labios —. Es como un miedo constante mezclado con un estrés molesto.
—Sí, se siente así. Como tener miedo siempre.
—Eso no te lo quitará un jarabe. Te prepararé un té y luego debes intentar dormir. Debes estar agotada, Michelle. La ansiedad también surge del cansancio.
—Mis músculos duelen cuando intento dormir.
—Entonces también te daré un relajante muscular ¿Ves como no es tan difícil comunicarme lo que quieres?
Me sonríe y comienza a preparar el té mientras que yo intento lidiar con la "ansiedad". Respiro profundo varias veces porque él me dice que eso ayuda. De hecho, si lo hace, pero a medida en la que va calmándose mi ritmo cardiaco, siento el conocido nudo en mi garganta que me amenaza con que comenzaré a llorar ¿Por qué? ¿Por qué lágrimas ahora? No me gusta llorar, no me gusta sentirme así.
No me gusta que nadie me abrace cuando no puedo evitar soltar lágrimas.
Controlo el llanto, lo hago por tanto tiempo como puedo. Así me sentí al ver los lirios en el hospital: primero asustada y ansiosa, después triste sin razón aparente. Pero se trata de una tristeza más fuerte que una tristeza normal. Esta me duele, se apodera de mi con rudeza y altera mis sentimientos de una manera que no comprendo ¿Por qué me pasa esto? ¿Es acaso una consecuencia de perderlo todo?
No lloro cuando Caleb me da la pastilla que relajará mis músculos, ni cuando me ofrece el té. Continúo aguantando incluso cuando me acompaña a mi habitación y me da las buenas noches. Es cuando cierra la puerta y yo me acuesto en el colchón de la cama cuando todo sucede.
Me quiebro.
Las lágrimas salen de mi sin la necesidad de que yo solloce, o haga ruido al llorar. Duelen, duelen mientras salen de mis ojos como una inundación que no controlo. No sé exactamente porque lloro, solo sé que esto me supera. Quiero desaparecer, volver a ser pequeña, y aunque mis músculos duelen me hago una pequeña bola junto con las cobijas. No paro de llorar, no puedo parar.
Necesito tanto que alguien que amo me abrace.
—Los extraño, mamá y papá —digo en un pequeño susurro que provoca más lágrimas —. Aún no me creo que no estén. Los necesito tanto...
Necesito que alguien me diga que esta bien llorar, pero ese alguien no puede ser Caleb, o Silene, mucho menos Adam. Anhelo que sea una de las personas que más amo en la vida...dos de ellos no están y una no habla. Lloro, lloro sin poder controlarlo. Todo duele y no sé que es peor, esto o la ansiedad. Quiero que se detenga, que todo vuelva a la normalidad ¿Estaba mejor en el coma?
Mi temblor por el llanto se va haciendo más y más leve. No se cuando, pero el cansancio me gana y termino soñando con ciudades que se convierten en luciérnagas, estas van volando hacia lirios naranjas ¿Podría no despertar jamás? Dormida no siento ansiedad, ni ganas de llorar, ni dolor en los huesos. Dormida puedo fingir que estoy bien.
Además, en los sueños nunca hay oscuridad total.
En cierto punto de la noche, o quizá ya es madrugada, me despierto. No he podido dormir corrido desde que desperté del coma, así que no me sorprende que mi sueño se haya interrumpido. Lo que me sorprende es que hay un par de brazos rodeándome y que no estoy durmiendo sola. Ladeo mi cabeza y encuentro a Elise a mi lado, durmiendo con la boca entreabierta y su cabello esparcido por toda la almohada.
Esto me recuerda a cuando solía pasarme a su cuarto porque la noche era muy oscura, o por si escuchaba algún trueno. Se siente igual de cálido, me siento igual de acompañada y querida. La ansiedad no aparece, no cuando estoy a su lado, y me hace pensar que, aún sin hablar, mi hermana quiso hacerme saber que está a mi lado.
Caleb dijo que ella sabia expresarse sin abrir la boca, ¿se refería a esto? ¿Acaso está aquí para decirme algo?
Lo que sea, me hace sonreír. Por primera vez desde que desperté, siento que reconozco a mi hermana. Me acurruco más a su lado, sintiéndome la niña que soy. Esto me hace pensar que ella y yo podremos con todo esto. Juntas, podremos con lo que sigue en esta historia.
Solo espero sentirme así de cercana a ella toda la vida.
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