4||Elise
—¡Elise!
No voy a creerme las palabras de Adam hasta que la vea. No voy a creer que está despierta hasta que lo confirme con mis propios ojos. Por eso corro por los pasillos del hospital con él siguiéndome. No me importa chocar con algumas personas, no me importa casi resbalar más de una vez. Lo único que me importa es Michelle.
Es como si todo mi mundo se hubiera resumido a ella.
Llego a su puerta y me doy cuenta de algo: estaba preparada para que Mich no despertara, no para que lo hiciera. Si, suena cruel y de hecho me duele que así sean mas cosas, pero han sido seis años en coma. Si en verdad despertó, ¿qué se supone que haga? ¡¿Qué sigue a partir de ahora?!
Me lo pregunto por unos segundos en los que Adam me alcanza, pero entonces me doy cuenta de que la respuesta no me importa. Quiero estar con mi hermana, quiero abrazarla y sentirla cerca porque hace años que la siento lejos. Lo que tenga preparado el futuro para nosotras es algo que en este momento no me preocupa.
Ahora solo me importa saber si Michelle está bien.
Mi mirada se junta por instantes con la de Adam. Veo en sus ojos azules la misma mezcla de preocupación, sorpresa y adrenalina que seguro debe de haber en los míos. Seis años...¡Joder, seis años para llegar a este momento! La primera vez que entramos juntos a esta habitación éramos totalmente diferentes y ahora aquí estamos, entrando una vez más. Ninguno de los dos está preparado, pero aún así abro la puerta sin poder creerme todavía sus palabras. No me las creo, no me las creo...
Hasta que escucho una voz que no había escuchado en años. Creo que mi corazón podría escapar de mi en cualquier momento.
—¿Qué pasó? ¿Dónde está mi familia? —es ella. Joder, es ella —. ¡¿Por qué no me responden?! ¡¿Por qué nadie me quiere explicar que sucede?! ¡Quiero ver a mi familia!
Me adentro en la habitación y la veo. Dios, creo que mi alma acaba de escapar de mi cuerpo y regresó en cuestión de segundos porque esto...esto es demasiado. Pasó muchísimo tiempo acostada en esa camilla, ahora está sentada y su cabello rubio cae hasta más abajo de su pecho. Sus ojos habían estado cerrados durante años, ahora están abiertos y yo siento que el mundo entero podría resumirse en ese color avellana identico al de nuestra madre. Hay rastros de verde y marrón en su mirada, es tan hermosa.
Y está despierta. Michelle está despierta.
Está asustada, lo sé por la forma en la que mira a las enfermeras que la rodean. Se ve perdida, aterrada, así me vi yo cuando desperté años atrás; al menos ella habla, ella puede gritar y exigir todo lo que yo no pude. Sus mejillas están muy rojas, lo que quiere decir que esta aguantando las ganas de llorar. Mamá siempre decía que Michelle era demasiado madura para su edad. No tenía amigas contemporáneas a ella porque todas le parecían infantiles, se enfocaba demasiado en sus estudios, daba consejos de alguien mayor y no le gustaba que la vieran llorar. Mich siempre fue una pequeña adulta atrapada en el cuerpo de una niña.
Ahora es una niña asustada atrapada en el cuerpo de una adolescente. Ese es el primer gran cambio que noto, aunque sé que ella no lo ha notado aún.
Finalmente, en medio de su ajetreo, sus ojos se encuentran con los mios. Siento que el mundo entero podría caerse sobre nosotras y aún así nos seguiríamos viendo tan fijamente como lo hacemos. Bien, el físico de mi hermana ha cambiado mucho estos años, igual que el mío, pero sus ojos siguen siendo los mismos. Verla despierta me transporta a Nevada, a nuestra casita a las afueras de la ciudad, a la sala con aquel piano de cola y las guitarras que ella no se cansaba de tocar. De repente, estoy de vuelta en ese pasado que extraño tanto y siento que puedo ver los lirios que se veían desde la ventana de mi cuarto...
Recuperé uno de mis lirios perdidos. Vuelvo a tenerla a ella...
—Elise...—su voz susurra mi nombre y entonces no se contiene, ella comienza a llorar.
Descubro que yo también lloro, las lágrimas se escapan de mi como si tuviera un manantial desbordandose en mi interior solo por ella. Corro hacia la camilla, aparto a las enfermeras inservibles que me estorban y la abrazo. Todo se siente realmente bien cuando la tengo entre mis brazos. Mi hermanita, mi cerebrito musical, finalmente puede abrazarme de vuelta. Ella llora en mi hombro, llora con desesperación porque no entiende nada, pero con cierto alivio porque yo estoy para ella.
Siempre voy a estar para ella.
Acaricio su cabello, sin poder creerme todo esto. Soy vagamente consciente de que Adam le pide a las enfermeras que salgan para que nos den espacio. Ellas salen, pero él se queda. Es entonces cuando me doy cuenta de que no se va porque él es el único que le puede explicar a Michelle lo que ocurrió. Tengo tantas ganas de decirle a mi hermanita que la amo, que la extrañé, y aún así no puedo. Duele, duele mucho, así que lloro todavía más.
Imaginé este momento como algo demasiado feliz, pero terminó por ser más agridulce de lo que esperé.
—Elise, ¿qué pasó? —me pregunta, hipando. No me suelta —. ¿Por qué no estamos en tu audición? ¿Dónde están mamá y papá? ¿Dónde estamos y por qué no entiendo nada?
La abrazo con más fuerza. Le van a doler mucho cada una de esas respuestas.
—¿Y por qué siento que estoy muy tensa? —ella me suelta un poco y hace una mueca de dolor al intentar estirarse. Sus músculos deben estar tensos por el deshuso —. Mis brazos duelen, igual mis piernas.
—Yo te lo explicaré todo, Michelle —dice Adam, atrayendo su atención. Tal y como hace seis años, él toma una silla y la arrastra hasta quedar al lado de la camilla. Se sienta e intenta darle una sonrisa tranquilizadora a mi hermana. Ella lo mira con desconfianza, no sabe quien es —. Soy Adam, tu primo ¿Te acuerdas de mi?
Michelle entrecierra sus ojos hacia él y se afianza mucho más hacia mi. Por instantes, me siento mal por mi primo. Es decir, él ha pasado seis años de su vida visitando a Mich y aún así ella lo ve como un extraño. Sin embargo, no es culpa se mi hermana y él lo sabe. Es por eso que no deja de esbozar esa pequeña sonrisa comprensiva. No se rinde en que ella lo reconozca.
Al final, Michelle parpadea un par de veces y abre un poco su boca, con sorpresa. Creo que recordó que, de hecho, si tenemos un primo y él está sentado justo a su lado.
—Tú...tú eras más delgado —es lo que dice —, y calvo. Estabas enfermo, eras un niño la última vez que te vi, antes de que...
—Mis padres se pelearan con los suyos —completó Adam. Eso pasó hace muchísimo tiempo, pero Mich debe sentir que eso fue hace tan solo ayer —. Han pasado un par de cosas desde entonces, empezando por el hecho de que ya no estoy enfermo y no soy un niño.
—Pues, eso ya lo noté...
Ella deja de mirarlo, se nota que le cuesta tenerlo cerca, confiar en él. En lugar de ver a Adam, me ve a mi, busca respuestas en mi mirada. Anhelé tanto que despertara que se siente irreal que ahora este sucediendo. Beso su frente por un rato largo, intentando entrar en esta. Esta aquí. Mi niñita, mi hermanita, está aquí.
—¿Dónde están mamá y papá? —me pregunta con seriedad. Creo que comienza a molestarle que no le demos respuestas; Mich siempre quiso entenderlo todo, ahora no entiende nada —. ¿Qué nos pasó?
—Yo te explicaré eso —le responde Adam —. Pero necesito que no te alterés con las respuestas, ¿si? Sé que será difícil, pero debes mantener la calma.
—Eso es lo que le dicen a alguien que está a punto de perder la calma. Lo que me dirás no me gustará y no te puedo prometer que me quedaré tranquila.
Adam sonríe aún más, como si esa respuesta le hubiese gustado. Luego me ve y no sé si es para tranquilizarme, o para tranquilizarse a sí mismo.
—Elise me habia dicho que eras lista, Michelle —le dice —. Ahora veo que no me mintió. Eres astuta y es cierto lo que piensas, no te gustará lo que diré. Lamento ser quien te de estas noticias, pero prefiero que lo sepas ahora a que te enteres de una forma mucho más dolorosa.
Ella toma una larga respiración y se aferra más a mi. Parece que se lo piensa, que no está segura de querer escuchar a Adam. Pero ya se ha demostrado lo lista que es mi hermana, por supuesto que sabe que debe enterarse de esta forma a esperar. Asiente con la cabeza y esa es la señal de mi primo para comenzar a hablar. Él pasa una mano por su barba de días, veo que le cuesta empezar. Ahora yo busco su mirada...
Y no sé si es para tranquilizarlo, o para tranquilizarme a mi misma.
—Bien, esto es...difícil, Michelle —suspira Adam. Pasa de verme, a verla a ella —. No te mentí cuando dije que habían sucedido muchas cosas estos últimos años. No solo me curé de cáncer, sino que Elise, tus padres y tú sufrieron un accidente automovilístico camino a California.
—¿Qué? —ella luce sorprendida. Parpadea varias veces, intentando ubicarse en tiempo y espacio —. Pero...¿qué pasó?
—Llovía y chocaron contra algo, no sé decirte qué porque jamás se aclaró. Solo sé que el auto rodó por un acantilado y hubo daños graves.
—Dios...—ella traga en seco y se queda en silencio por unos segundos. Luego, me sorprende cuando retira la sábana que cubre sus piernas. Parece buscar algo, no lo encuentra. Después me mira a mi, tampoco encuentra lo que busca —. Con un choque así, deberíamos estar heridas ¿Por qué no tengo nada roto? ¿Por qué te ves tan bien, Elise? Deberíamos estar golpeadas, pero estamos bien.
Suspiro. Joder, Mich en serio es demasiado inteligente para ser alguien que es una niña de diez años en su mente.
—Una vez más, eres muy lista —le sonríe Adam, aunque su sonrisa es más pequeña de lo habitual —. Si te fracturaste algunas cosas, igual que Elise. De hecho, recuerdo que tu hermana se veía mucho peor que tú. Estaba destrozada, con un brazo y varias costillas rotas...
—Pero ya no está destrozada... —nota ella —. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Semanas? ¿Meses?
Adam suspira y niega con la cabeza. Aquí va...
—No, prima. Llevas aquí años...seis años, para ser exacto.
Ella jadea ante la sorpresa, incapaz de creer que en realidad ha pasado ese tiempo. Me ve, esperando que confirme o niegue esa nueva información. Aunque pudiera hablar, dudo que le habría contestado. Sigo en shock por verla con los ojos abiertos, por ver que despertó.
¿Puedo estar soñando? Quizá lo estoy haciendo...Quizá esto es mentira...pero resulta una mentira un tanto dolorosa porque me destruye verla tan confundida.
Al ver que no le respondo, ella busca la manera de comprobar que las palabras de Adam son ciertas. Lo primero que hace es llevar sus manos hasta su cabello rubio, mira las hebras doradas con impresión porque sabe que no estaban tan largas la última vez que las vio. Palpa sus brazos, estira sus piernas, toca su pecho...Se está dando cuenta de que ya no es una niña, que creció sin darse cuenta.
Comienza a respirar con dificultad, el monitor que muestra sus latidos comienza a sonar con más rapidez. Esto no me gusta, se está alterando más de lo que quisiera y sé que eso se debe a un miedo que no puedo calmar. Tomo su mano, pero ella no me devuelve el agarre. Solo mira sus piernas, buscando aire entre respiraciones desesperadas.
—Seis años...—suelta, llevando una mano a su pecho. Creo que le duele, pero está ignorando el dolor físico para enfocarse en otra cosa.
—Lo sé, lo sé, suena descabellado y es difícil de aceptar —Adam deja la silla y se sienta al otro lado de la camilla. La mira directo a los ojos, intentando calmarla —, pero necesito que te mantengas tranquila. Te harás daño como sigas respirando de esa forma. Inhala y luego exhala con más calma, ¿si?
—¡¿Dónde están mis padres?! —exije saber. De repente, está molesta y puedo adivinar que eso se debe a que esta asustada y nada en esta situación la hace sentir segura, ni siquiera mi compañía. Necesita a mamá y a papá porque ellos le daban seguridad —. ¡¿Por qué tú me estás dando esta noticia y no ellos?! ¡Quiero ver a mis padres!
Adam suspira y me ve por instantes, sé que estoy llorando aunque no siento las lágrimas. Revelar el paradero de mis padres resulta incluso más dificil que decirle a Michelle lo que vivió estos años. Sé que, por más complicado que sea, él se lo dirá porque es lo correcto y ya no hay más nada que hacer. Cierro los ojos con fuerza, no quiero ver la cara de mi hermanita cuando sepa la verdad...
Cuando sepa que nuestros padres murieron por mi culpa.
—¡¿Dónde están mis padres?! —exije saber una vez más. Su voz se quiebra, suena como si tuviera un nudo en la garganta del que no se puede librar.
Siento el dolor atravezarme mucho antes de que mi primo pueda decir lo que yo ya sé...
—El accidente fue...fue muy grave —habla él —. Fue casi un milagro que Elise y tú salieran con vida...pero ese milagro se resume a ustedes dos.
Ella lo mira, sin querer comprender al inicio. Luego, siento su mano tensarse contra la mia y vuelvo a observarla. El dolor comienza a innundar su mirada y creo que ya no podrá contener las lágrimas. Michelle es muy lista, sabe de lo que habla Adam. Sin embargo, hay veces que nos negamos a saber lo que sabemos porque resulta demasiado para nuestros corazones.
Eso le está pasando a mi hermana.
—¿Quieres decir que...? —su labio tiembla, recuerdo que el mio tembló igual cuando me enteré de la misma noticia —. ¿Que ellos no lo lograron?
Adam suspira y asiente con lentitud. No debe ser facil para él dar esta noticia una vez más, menos cuando la reacción de Michelle es negar continuamente y señalarlo con rabia. No le cree.
—¡Mientes! ¡No puede ser! —lágrimas comienzan a brotar de sus ojitos y caen por sus mejillas sonrojadas —. ¡Ellos no pudieron haber muerto! ¡Mientes!
—Lo siento, Michelle —dice él, con el mayor tacto posible —, pero no miento.
—¡No te creo! Oh, Dios...No, no, no puede ser...¡Yo ni siquiera te conozco! ¡¿Cómo te voy a creer esa mentira?!
—Somos familia y yo jamás te mentiría con algo como esto.
—¡Pues yo no te creo! —ella se gira para verme tras gritarle. Hay tantos sentimientos en su mirada que me intimidan. Hay dolor, hay desesperación, hay negación...todo esto me está partiendo el corazón —. Elise, dime que él está mintiendo.
Pero no lo hace.
—¡Elise! ¡Dime que mamá y papá están con vida!
Pero no lo están.
—¡Elise! ¡Elise, di algo! ¡¿Por qué no me respondes?!
Porque no puedo.
Llevo una mano a mi pecho porque el dolor es genuino, siento que la estoy decepcionando y eso me quiebra más que cualquier otra cosa. Ella me observa sin comprender porque no le respondo y sigue gritando. De repente, sus exigencias pasan a estar acompañadas por batuqueos de su parte. Se remueve, patalea, se queja y grita tanto exigiendo una respuesta que eso llama la atención de las enfermeras que vuelven al cuarto.
Quiero abrazarla, necesito calmarla, pero ella está pataleando y llorando con tanta fuerza que me veo incapaz de hacer algo. Una enfermera me aparta y quiero quejarme, pero recuerdo que no puedo. No puedo hacerlo.
Lloro con fuerza mientras veo como le inyectan lo que supongo son calmantes. Adam me abraza desde atrás y ambos vemos como mi hermana se va calmando de a poco, pero me observa en su proceso de quedarse dormida y siento que me juzga...Me juzga porque no le he dirigido la palabra, porque no fui yo la que le dijo la verdad.
Sus ojos avellana comienzan a hacerse una pequeña rendija mientras se van cerrando y no puedo evitar sentir miedo de que no vuelva a despertar. Sé que lo hará, sé que volverá, pero no sé si despetará gritando, o odiando a su propia hermana. Michelle me sigue observando, esta al borde de quedarse dormida y usa sus últimos segundos de consciencia para decirme algo que hace que cada parte de mi tiemble:
—¿Por qué no me hablas?
Y, entonces, cae en un sueño profundo. Jadeo ante el llanto que me invade y no pongo resistencia cuando Adam me atrae a su pecho para calmarme. Esto es demasiado fuerte, demasiado para afrontar. Mi hermanita despertó, yo soy lo único que le queda de la vida que perdió, pero ni siquiera estoy entera. No le puedo hablar, no la puedo calmar, no le puedo decir que la amo.
Extraño toda la seguridad que solia tener hace seis años, pero resulta que también la perdí.
La perdí junto a mi voz y, justo ahora, necesito esas dos cosas que me arrebató el pasado.
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