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10|| Elise

No tengo palabras, ni señas, que describan como me siento en este instante. Es una clase de angustia mezclada con nervios y sazonada con miedo. Mucho miedo.

Me dolió cada cosa que dijo Michelle hace unas horas, me dolió escucharla gritar hasta que su voz se quebró y luego verla huir de nosotros como si esa fuese su única escapatoria. Sin embargo, las palabras que en verdad me atravesaron como cuchillas apuntando directamente a mi corazón, fueron algo tan simple como: Habla, Elise.

No pude hacerlo, no pude siquiera intentar pronunciar una pequeña palabra porque el temor a que me doliera me ganó. No merezco hablar cuando ella lo perdió todo, pero ahora parece que Mich necesita mi voz y no la encuentro. Ella quiere recuperar todo lo que perdió, regresar en el tiempo. Si pudiera, le diría que yo también lo deseo.

Daría todo lo que tengo por recuperar lo que perdimos.

—No está en el piso de arriba —me dice Caleb, igual de angustiado que yo.

—Ni entre las palmeras de afuera —suelta Lid, regresando con Easton y Tyler a la sala de estar. Todos estamos buscando a Michelle, quien se esfumó de la casa —. Lo siento, Eli.

Tomo una gran respiración e intento tranquilizarme, pero no puedo ¿Cómo creí que podría mantener la calma hoy, cuando es obvio que mis sentimientos están colapsando poco a poco con todo esto? Llevo mis manos a mi cabello y tengo que hacer un gran esfuerzo para no halar de él. Esto es mi culpa, no debí creer que traer a Michelle era una buena idea. Por mí, mi hermana ahora no aparece por ningún lado, está asustada y seguro me odia.

Estoy intentando que todo me salga bien, pero está resultando todo lo contrario.

Escucho unos pasos desde la escalera, podría ser cualquiera dado a que todos en la familia de Caleb me están ayudando a buscarla. Aún así, volteo con la esperanza de que sea ella. La encuentro, pero no de la manera en la que esperaba.

—¿Dónde la dejo? —pregunta Drew.

A lo que me refería con que encontré a mi hermana, pero no de la manera en la que esperaba, es que ahora ella está dormida y Drew la tiene en sus brazos. Me acerco a él, pero solo tengo ojos para ella. Sus mejillas están rojizas, sus labios un poco hinchados y duerme con una expresión que no me gusta en lo absoluto. Estuvo llorando. Es más, si estuviera despierta, lo seguiría haciendo.

—No hables como si fuera un saco de papas, Drew —le reclama Tyler, haciendo que D ruede sus ojos.

—Solo díganme en donde ponerla —exige —. No es que esté pesada, pero preferiría no cargarla.

Silene mueve los cojines del sillón y hace un espacio para ella. Su sobrino coloca a mi hermanita con sumo cuidado ahí, acomodando su cabeza bajo un cojín para que no esté incómoda. Ella se remueve un poco, pero sigue durmiendo. Me siento en el apoyabrazos del sofá para acariciar su cabello, calmarla aunque sea un poco. El pensamiento de que le era más útil cuando solo estaba dormida e inconsciente llega a mi mente y me aflige. No debería pensar en que todo era más fácil cuando ella estaba en coma, pero lo pienso.

Creo que me estoy convirtiendo en la peor hermana del mundo y no sé como mejorar.

—¿En dónde estaban, D? —le pregunta Silene, con delicadeza.

—En el techo —responde él, como si fuera la cosa más obvia del mundo —. Ella necesitaba llorar, no quería estar cerca de ustedes, así que la llevé hasta ahí.

—¿Y tú qué hacías en el techo antes, D? —le pregunta su Lilian, acercándose hasta él. Drew le sonríe y besa su mejilla antes de responder.

—Solo estaba pensando. Estoy bien, mami.

Lilian asiente y, aunque no está satisfecha con la respuesta, se conforma con ella por el momento. Yo observo a Michelle, hay un nudo en mi garganta que no desaparece. Me gustaría tanto ser útil, devolverle todo lo que ha perdido, pero me es imposible. Acaricio sus suaves mejillas, aún hay rastros de lágrimas en ellas. Es mi culpa que esté así, todo esto es mi culpa.

—Elise —Drew me llama y me observa con una seriedad que no suelo ver mucho en él —. Con todo el respeto que te tengo, te diré que creo que apuraste un poco las cosas. Ella no estaba lista para conocer a tantas personas.

—Quizá Drew tiene razón, Eli —me dice Sanne, quien ha estado al pendiente de la situación desde que Michelle salió corriendo —. Michelle si necesita compañía y nosotros podemos dársela sin problema. Pero, creo que más que nada, necesita cerrar ciclos. Está confundida y aturdida, lo estará hasta que comprenda que no puede recuperar lo que perdió.

—¿Has pensado en llevarla con un psicólogo? —me pregunta Lilian, acercándose a mi —. Drew va y lo ayuda mucho. Quizá ella solo necesita eso, desahogarse con alguien.

Comienza a molestarme el hecho de que todos parecen saber qué hacer, menos yo. Empiezan a llover las sugerencias. Terapia, doctores, escucho mil y un recomendaciones de qué debería hacer ¿Cómo es que estas personas saben como ayudar a Michelle y yo no? Soy su hermana mayor, debería saberlo. Debería tener el control de esta situación, pero no la tengo.

Aprecio la ayuda de todas estas personas, en serio lo hago. Sin embargo, en este momento, se siente como si me estuvieran atacando. Sé que no lo hacen adrede, pero con cada recomendación que me dan yo siento que mis decisiones son una grandísima mierda. Ellos hacen que esto se vea tan fácil, pero para mi resulta demasiado difícil. Paso de tener un nudo en la garganta a sentir que mi pecho arde ante los celos. Quiero ser tan buena en esto como ellos, quiero saber qué hacer en lugar de siempre meter la pata.

Busco a Adam con la mirada, está junto a Caleb así que ambos me observan gesticular que me quiero ir. No puedo seguir aquí, escuchando como todos tienen opiniones distintas sobre lo que debería o no hacer. Eso solo me va a enloquecer.

—No tienes porqué ir a tu casa, musa —se apresura a decir Leb —. Michelle está dormida, pueden quedarse en una de las habitaciones de huéspedes. Pueden quedarse.

Niego con la cabeza de inmediato, yo no quiero quedarme. Voy hacia el recibidor con ánimos de recoger mis cosas. Tomo mi bolso y vuelvo a hacer las mismas señas hacia Adam. Mi primo suspira, pero asiente con la cabeza.

—Está bien, nos vamos —dice finalmente. Sabe que debe llevarme a casa porque él me trajo. Saca sus llaves del auto de su bolsillo y se las entrega a Silene —. Hoy conduces tú, princesa.

—Okey...—dice ella. Me ve un tanto dudosa, como si no creyera que me quiero marchar. Está equivocada, yo solo me quiero ir.

—¿Quieres que vaya contigo? —me pregunta Caleb, tomando mi brazo.

Niego con la cabeza una vez más. Sé que necesito a alguien que traduzca lo que digo una vez Michelle despierte, pero no quiero su compañía. En este momento, quiero estar completamente sola. Sus ojos de distintos colores se ven un tanto tristes ante mi negación, pero termina por aceptarla. Suelta un suspiro que me cuesta ignorar, pero finjo hacerlo y me enfoco en Adam, que ahora carga a mi hermana en sus brazos para llevarla al auto.

—Sabes que cualquier cosa que necesites, estamos para ti —me dice mi cuñada, colocándose junto a su hermano —. Eli, tú nos importas. No estás sola en esto.

Le sonrió a Rubí, pero en el fondo no sé si sus palabras me bastan. Sé que ellos están presentes, que estás personas son una especie de familia que logré obtener, pero eso no quita el hecho de que me siento sola en esto. Ninguno de ellos entiende lo que estoy sintiendo ahora, por lo que su ayuda solo me está aturdiendo. Es mucho para procesar, escuchar más voces de las necesarias solo me está saturando.

Me despido de todos con algo tan simple como mover mi mano. Caleb dice que nos acompañará hasta la puerta, aunque no lo necesitamos. No olvido que él me pidió no alejarlo en esta situación, pero tenerlo sobre mi a cada instante no me está ayudando en lo absoluto. Quiero estar a solas con mi hermana aunque sea por una noche, fingir que estamos en casa y no en esta extraña situación. Así que dejo un beso corto en los labios de mi novio para que sepa que no se trata de alejarlo, sino que no puedo tenerlo cerca justo ahora.

—Elise, aguarda —escucho la voz de Drew cuando estoy a punto de salir por la puerta, detrás de Silene y Adam. Los tres nos detenemos, el chico camina hasta alcanzarnos —. Hay algo que Michelle estaba susurrando mientras lloraba, algo que quizá tu entiendas mejor que yo y que creo que deberías saber.

Tiene sus manos en los bolsillos de su pantalón, se ve bastante serio sobre este asunto. Hoy Drew no fue mi persona favorita, pero me detengo a escucharlo porque sé que este niño es de pocas palabras y si dice que debo oír lo que tiene para decir, seguro es algo importante.

—Ella decía que le faltaban recuerdos —habla, pero mira a mi hermanita en los brazos de Adam —. Que no recordaba y que lo único que quedaba era la canción.

No entiendo lo que dice por un buen tiempo, pero entonces recuerdo que se alteró al escuchar la canción que le puso su nombre...la canción que estábamos cantando en el momento del accidente.

—¿Le preguntaste a qué se refería, D? —cuestiona Adam, pues es claro que no entiende. Drew niega con la cabeza.

—No me habría respondido —dice, encogiéndose de hombros —. En primer lugar, porque para ella soy un niño tonto al que no le interesa la respuesta. Y, en segundo lugar...porque creo que ni siquiera ella estaba muy clara de lo que quería decir.

—Gracias de todos modos, D —dice Silene, acercándose a él para besar su mejilla. Luego, nos observa a Adam y a mi —. Quizá podríamos preguntarle por eso cuando despierte.

—Sí, claro —responde mi primo.

Drew se despide de nosotros y comenzamos a caminar hacia el auto. No creo que necesite preguntarle a Michelle lo que quería decir con la canción porque estoy casi segura de saber a lo que se refiere. Si no me equivoco, entonces no sé si quiero responderle. No quiero recordar el choque porque eso suele destrozarme.

Y no quiero responderle del todo porque no quiero que ella viva con los recuerdos que yo tengo.

Así que quizá no le confiese jamás los recuerdos que le faltan, capaz la deje vivir en la ignorancia. Acaricio su cabello mientras duerme en mis piernas, vamos rumbo a mi apartamento aunque desearía que nuestro destino fuera otro ¿Estoy haciendo esto bien, o estoy metiendo la pata de nuevo?

Suspiro. Honestamente, no estoy segura de nada y eso me está enloqueciendo. Cierro los ojos junto a ella, quizá ninguna de las dos debió despertar en primer lugar.

...

—Elise...

Soy vagamente consciente de que alguien susurra mi nombre, pero estoy tan dormida que intento ignorarlo. Adam y Silene nos dejaron en mi apartamento hace tiempo. Acosté a Mich en mi cama y me quedé dormida junto a ella, sintiéndome tan derrotada como en los últimos días. Ahora debe ser de madrugada. La verdad, me gustaría seguir durmiendo e ignorando todo lo que está sucediendo.

—Eli —escucho de nuevo la voz. Descubro que se trata de la voz de mi hermana —. Eli despierta, por favor.

Lo hago solo porque me lo pide. Al principio, estoy asustada porque algo le pase, o sienta dolor. La observo con preocupación, pero ella solo está sentada a mi lado, observándome mientras muerde su labio y juega con un mechón de su cabello. La poca luz que proviene de la ventana me permite ver que sus ojos siguen hinchados. Ha llorado demasiado, pero no la culpo por eso.

—Tranquila, estoy bien —me dice. Debe notar la preocupación en mi rostro —. Yo solo quería...em...disculparme.

Ladeo mi rostro, ¿por qué tendría que disculparse? Me siento en la cama, apoyándome de la cabecera de esta. Ella sigue jugando con su cabello y suelta un suspiro que me quiebra un poco. Odio escucharla así de triste.

—Lamento haberte gritado en la fogata —dice, bajando la mirada —. Y lamento haberle gritado a los otros. Es solo que estoy tan...asustada. No me acostumbro a esto, extraño nuestro hogar y me cuesta aceptar que ahora esto es lo que tenemos.

Sus ojos se empañan y yo la atraigo hacia mi. Ella se acurruca a mi lado mientras acaricio su brazo, su respiración es calmada aunque es interrumpida por unos cuantos hipidos por el llanto. Entiendo que está abrumada, yo también lo estoy en cierta medida.

—Sé que no es tu culpa no poder hablar, fui una tonta por decirte eso —continua —. Estás haciendo todo lo que puedes y lo aprecio. Prometo ser mejor a partir de ahora.

La forma en la que reaccionó fue natural, no tiene porqué disculparse. Sí, me dolió y me asustó que comenzara a gritar, pero fue muy tonto de mi parte esperar que no lo hiciera cuando todo es nuevo y le da miedo. Beso su frente a modo de hacerle entender que está bien, que acepto parte de la culpa por esto y que la ayudaré en esta promesa que acaba de hacerme.

Ella suspira con cierto alivio y ambas quedamos frente a frente, acostadas tan solo mirándonos. La luz que nos ilumina proviene de la ventana, de modo que es muy poco lo que puedo verla. Aún así, sus ojitos están brillosos. Intenta sonreírme, pero su intento se quiebra.

—Hay algo que no entiendo —me susurra y muerde su labio para evitar que tiemble —. Elise, no recuerdo nada del accidente. Yo ni siquiera recuerdo el camino a California, solo recuerdo montarnos en el auto y dejar la casa. El resto está en blanco.

Trago en seco al escucharla. No es que yo tenga muy claro el accidente, pero si recuerdo la lluvia, los gritos, la radio apagándose, las ambulancias llegando...Por un momento, agradezco que Michelle no recuerde nada de eso. Luego, veo sus ojos cristalizarse aún más y no sé si sentirme bien es lo correcto.

Parece que sufre por esos recuerdos que le faltan, pero creo que sufriría más si los tuviera.

—No recuerdo nada, pero cuando escuché mi canción...—ella suspira y cierra los ojos por un momento —. Fue como si pudiera sentir el instante del choque. No lo recuerdo, pero lo siento ¿Es raro?

Yo niego con la cabeza. Por supuesto que no es raro que la canción le haga sentir todo eso. Quizá es el subconsciente de Michelle gritándole que se acuerde, que esa es la canción que estabamos escuchando al momento del choque. La melodía y el accidente están conectados, pero ella no lo sabe.

La duda es, ¿quiero que lo sepa?

Recordar el momento del choque es una tortura para mi, pero recordar que cantábamos la misma canción que yo había elegido para mi audición al momento en el que todo ocurrió, solo me hace sentir peor. Todo fue mi culpa. Si yo no hubiese sugerido ir todos a la estúpida audición en Hollywood, lo que ocurrió jamás hubiese pasado. Seriamos felices, una familia completa.

Mamá y papá seguirían con vida.

Michelle no estaría aterrada.

Yo tendría voz.

La conclusión es simple: yo hice que perdiéramos todo, nuestros lirios incluidos. Debí ir sola, o ni siquiera ir. Mi sueño se ve tan absurdo ahora que lo perdí todo. Yo quería ser cantante, pero eso no tiene valor comparado con mi familia y todo lo que sufrimos.

—¿Tienes alguna idea de por qué me siento así? —pregunta ella, con un hilo de voz —. Es mi canción, Elise. Mi canción se siente mal, no debería ser así.

La abrazo y permito que esconda su cabeza en mi cuello, así no me ve llorar. Yo hice esto, esto es mi culpa y no habrá un día en el que no me sienta culpable por ello. Debería decirle, mostrarle el video de su cámara para que vea todo lo que yo ocasioné, pero me da tanto miedo.

Así que yo solo niego con la cabeza y la abrazo hasta que nos quedamos dormidas. Michelle prometió mejorar, poner de su parte ¿Y cómo se la pago yo? Escondiendo cosas.

No soy la mejor hermana del mundo, ni la mejor persona, pero ahora todo se siente mucho más grande que yo. No puedo controlar nada, solo puedo dormir y esperar a que mañana sea un poco mejor que hoy...

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