Capítulo 65
A Emma le costó mucho conciliar el sueño pero, después de muchas horas de pensamientos intranquilos, suposiciones, ideas sobre cómo contactar con Fabio y qué decirle, cayó dormida.
Lo primero que hace cuando las primeras luces del alba la despiertan es comprobar su móvil. Sigue sin aparecer el doble check azul en los últimos WhatsApps que le envió. También comprueba que no tiene respuesta en el correo electrónico y se desespera. Tiene que hablar con él, necesita hacerlo y aclararlo todo.
En ese momento, recibe una notificación en el móvil y comprueba que es un WhatsApp de su amiga Leyla:
Leyla: Cómo está mi artista favorita? Voy preparando mi traje de gala para tu próxima exposición?
Emma: Puedo llamarte?
Leyla no contesta el WhatsApp y llama inmediatamente a su amiga.
—Ya te llamo yo. ¿Qué pasa? —dice Leyla en cuanto Emma descuelga su llamada.
—No te lo vas a creer, Leyla.
—Viniendo de ti, me creo cualquier cosa...
—Tú conoces la historia de mi abuela, ¿verdad?
—¿La madre de tu madre? Sí, que se enamoró de un español y dejó a su prometido italiano por él. ¡Una historia de película!
—Pues, ¿sabes quién era su prometido italiano?
—¿¡Quién!?
—El abuelo de Fabio.
—¿¡QUÉ!? ¿CÓMO LO SABES?
—Me lo dijo Roger ayer...
—¡Roger! No te creas nada de ese bocachanclas, Emma. Igual es el guion de la última película que va a protagonizar. ¿Fabio no te lo ha confirmado?
—Ese es el problema, Leyla. No consigo contactar con él. Y ayer me llamó Roger para decirme que Fabio se ha enterado, que ya sé cómo se toma él la traición, que si su hermano no puede enamorarse...
—¡Ays, Emma, ni lo escuches! Eso es lo que le gustaría a él, que su hermano no fuera capaz de enamorarse. Pero lo ha hecho, ¡y de ti! Así que, que lo asuma ya de una putavez, que se meta la lengua en el culo, que se compre un chicle y haga pompas cada vez que se tire un pedo. ¡Me tiene harta, de verdad te lo digo!
—Entonces, ¿por qué no contesta Fabio a mis mensajes ni mis llamadas? Entiendo que debe estar dolido porque ha descubierto que la mujer que le causó tanto sufrimiento a su abuelo y a su madre es precisamente mi abuela, pero...
—Pero ¡nada, Emma! No pienses, ni por un momento, que la historia de vuestros abuelos puede afectar en lo que siente por ti. Con lo que le costó reconocer y confesarte su amor, ¿tú crees que puede desaparecer de la noche a la mañana, sólo por algo que hicieron vuestros antepasados? ¡Ni de coña! No hagas caso al imbécil de Roger.
—Ya, tienes razón... ¿Sabes que mi abuela le contó a su prometido, al abuelo de Fabio, la aventura que tuvo en España, y que él la perdonó? Quiso volver con ella incluso sin saber si el hijo que mi abuela esperaba era suyo o de su amante...
—¡Un momento! —exclama Leyla de pronto —:¡¿Me estás diciendo que no sabes si tu madre es hija de tu abuelo o del abuelo de Fabio?!
—Sí, bueno...
—¿¡Tú sabes lo que significa eso, Emma!?
—No..., ¿qué signi...? ¡¡Ay, dios!! ¡Mi madre podría ser hija del abuelo de Fabio! Lo que quiere decir que mi madre y la señora Gina ¡serían hermanastras! Y entonces, ¡¿Fabio y yo seríamos primos?!
—¡No me lo puedo creer!
—¡Leyla, me he enamorado de mi primo! ¡No puede ser! Esto no me puede estar pasando...
—A ver, Emma, no dramaticemos. Espera un momento y pensemos. No seríais ni primos, ya no puede haber ningún lazo sanguíneo en los nietos de...
—Leyla, si mi madre es hija de su abuelo, hay lazos sanguíneos, ¡sin duda! No sé si seríamos primos segundos, tercero o cuartos pero...
—¡Pero nada, Emma! Ese no es ningún impedimento para que os queráis. Mira las casas reales, ¡los Borbones, por ejemplo! No recuerdo mucho de Historia, pero sí sé que los primos se casaban entre ellos, algunos siendo ¡primos hermanos!
Emma aguarda silencio, intentando asimilar toda la información, intentando encajar que Fabio y ella tuvieran algún vínculo familiar. Leyla tenía razón, el hecho de tener el mismo abuelo no influía en lo que ambos sentían el uno por el otro. Al menos, en ella no había cambiado nada, pero necesitaba saber cómo le había afectado a él esa noticia.
—Casi puedo escuchar los engranajes de tu cerebro mientras estás callada —dice Leyla.
—Estoy preocupada, Leyla. Tienes razón, no tiene por qué cambiar nada. Pero yo estoy segura de lo que siento yo, y no sé cómo se estará sintiendo él. ¡No me contesta!
—Bueno, tranquilízate. Vamos a hacer el ritual de "Fabiocontestadeunaputavez".
—¿Qué ritual es ese?
—Uno que me acabo de inventar. Presta atención: ponte de pie, deja el teléfono sobre la cama, pon el altavoz y empieza bailar alrededor, mientras cantas "Contesta Fabiooooo, Fabio contestaaaaa".
—¡Estás loca!
—Puede ser, pero tú hazme caso. Vamos a hacerlo a la vez. Ya he puesto el altavoz, ¿me escuchas?
—Sí.
—Vena, pues haz tú lo mismo. Y empieza: "Contesta Fabiooooo, Fabio contestaaaaa. Contesta Fabioooooo, Fabio contestaaaaaa..."
—¿De verdad estás haciendo lo que has dicho? —pregunta Emma mientras escucha los cánticos de su amiga desde el otro lado.
—¡Por supuesto! Y haz el favor de ponerte a hacer el ritual tú también, así seguro que funciona.
—Está bien... "Contesta Fabiooooooo, Fabio contestaaaaaa..."
Las dos chicas siguen cantando la improvisada melodía, acompañada de un baile tribal alrededor del móvil. Emma no cree que eso funcione, pero una vez más, su amiga Leyla ha conseguido sacarle una sonrisa y hacer que sus preocupaciones se esfumen por la ventana.
En medio del ritual, la pantalla del móvil de Emma se ilumina y ella para en seco. Acaba de entrar un WhatsApp de Fabio.
—¡LEYLA, HA FUNCIONADO! —exclama emocionada.
—¿Qué?
—Acabo de recibir un WhatsApp de Fabio, ¡ja, ja, ja!
—¡¿En serio?!¡Ja, ja, ja! Pues venga, tú contesta que yo me voy a patentar mi ritual, ¡ja, ja, ja! Ya me cuentas...
—Gracias, Leyla. No sé qué haría sin ti. ¡Te quiero!
—¡Y yo, loquita!
Emma abre la conversación de WhatsApp en cuanto cuelga la llamada de Leyla y el mensaje que lee hace que respire profundamente.
Fabio: Hola Emma. Estoy a punto de subir al avión para volver a casa, desde Nueva York. Te llamaré en cuanto aterrice. He estado muy liado estos días. Sé que no es excusa pero te pido que me perdones. Ya te contaré. Te quiero. 😘
Emma: ¡Hola! Me tenías muy preocupada. No sé si llegarás a ver mi mensaje antes de embarcar, pero al menos cuando aterrices podrás leer que yo también te quiero. Estaré esperando tu llamada. 😘
Empieza a escribirle un mensaje contándole que sabe la historia de sus abuelos, diciéndole que ella también se quedó en shock, pero que lo que sentía por él era mucho más fuerte que cualquier broma macabra del destino. Que lamentaba mucho lo que le pasó a su abuelo, lo que sufrieron su abuela y su madre, y que entendía que pudiera estar furioso con las personas que provocaron todo ese sufrimiento. Pero que ella no tenía la culpa de los actos de sus antepasados. También llegó a escribir que si las cosas no hubieran sucedido como sucedieron entonces, quizás ella no habría nacido nunca, o no habría sentido ningún interés por aprender el idioma de su abuela materna, y por tanto, nunca se habría apuntado a la agencia de babysitter que ofrecía trabajos en Italia, y en ese caso nunca se hubieran conocido. Le escribió que ni siquiera le importaba que hubiera una posibilidad de que fueran parientes lejanos, pues estaba completamente enamorada de él y que el hecho de que pudieran tener genes en común, sólo implicaba que tendrían unos hijos muy guapos.
Pero, después de escribir todo ese mensaje, decidió borrarlo y esperar a recibir la llamada de Fabio para decírselo directamente.
Aunque durante toda la jornada, Emma está muy ocupada dando rienda suelta a toda su creatividad, que parece haber sido disparada por las emociones de los últimos acontecimientos vividos, consulta su teléfono a cada instante, esperando el doble check azul de su mensaje a Fabio, lo que le indicaría que por fin está operativo.
Sin embargo, cuando llega la noche, sigue sin tener noticias suyas. Quizás su vuelo llegue en la madrugada y no reciba esa esperada llamada hasta la mañana siguiente.
Cuando se dispone a retirarse a su habitación, alguien llama a su puerta. El señor Díaz de Farlosio está al otro lado:
—Perdona que te moleste a estas horas —le dice cuando la joven le abre la puerta —, pero no he tenido tiempo de hablar contigo todo el día y quería comentarte una cosa.
—¿Qué ocurre?
—Dentro de un par de semanas, viajamos a Italia. Me han invitado a una exposición y me gustaría que vinieras conmigo. Quiero presentarte algunas personas relacionadas con el arte. Espero que no tengas ningún inconveniente.
—¿A Italia? ¡Sí! Quiero decir, no, no tengo ningún inconveniente. ¡Me encantaría!
—Genial. Pues no hagas otros planes. Hasta mañana.
—Disculpe, una pregunta, ¿sabe a qué parte de Italia vamos?
—Todavía no lo sé. Te mantendré informada.
—¡Gracias!
—Ah, por cierto —dice el señor Farlosio antes de salir de su habitación —, estás haciendo un gran trabajo, Emma. Estoy encantado contigo, tus cuadros son fantásticos. Creo que tienes mucho talento.
—¡Muchas gracias! De verdad, por todo.
Emma se acuesta con una extraña sensación en el estómago. La idea de viajar a Italia para asistir a una exposición, donde será presentada a otros artistas y personas relacionadas con el arte, le hace muchísima ilusión. Aunque sabe que esa ilusión también está motivada por la probabilidad de poder quedar con Fabio. Ni siquiera el hecho de no haber recibido todavía su llamada, ni de que su mensaje aún no haya sido leído, hace que se deshaga esa particular emoción que se aloja en su interior.
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¿Será esa la oportunidad para que Fabio y Emma se encuentren? ¿Podrán hablar antes sobre la historia de sus abuelos? ¿Habrá cambiado algo entre ellos?
Os lo cuento en el próximo capítulo.
¡Y muchas gracias por seguirme! Unjovenromantico
Cavaliere Piacere
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