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Capítulo 6


Antes de que Emma se dé cuenta, empiezan a llegar los primeros invitados. La mansión Laponte bulle de actividad. El personal de servicio está preparado para hacer que todo salga a la perfección y ponen todo su esfuerzo en que así suceda.

Emma se queda en la cocina, saliendo de vez en cuando al comedor de servicio, compartiendo risas, quejas y anécdotas con sus compañeros. Desde su posición, no puede ver la zona del jardín donde se desarrolla la fiesta y tiene que conformarse con los comentarios que dicen los camareros, que no paran de entrar y salir de la cocina, cargados con las bandejas.

—¡Madre mía! ¡Qué hombre más guapo! —exclama una camarera cuando llega a dejar una bandeja para coger otra.

—¿Roger? ¡¿Has visto a Roger Laponte?! —pregunta Emma emocionada.

—Lo he visto, sí. Pero no me refiero a él. Digo su hermano, creo que es mayor. Todavía no he averiguado cómo se llama.

—¿El que es modelo? —vuelve a preguntar Emma.

—¿¡Es modelo?! No me extraña, con lo guapo que es. Cuando se ha acercado a mí para decirme que me diera prisa en recoger el vino que se había derramado, ¡casi me da un infarto!

—Ese es el señor Fabio —interviene Fabrizio, quien supervisa todos los movimientos del personal de servicio.

—Fabio... —dice la camarera suspirando —:Hasta su nombre es bonito.

—Pues procura que no te dé el infarto mientras estás sirviendo las copas o te despedirá antes de llamar a una ambulancia —bromea Emma.

En ese momento, entra un joven camarero bastante acalorado, con la bandeja temblando sobre sus manos:

—¡La que se ha liado! —exclama nada más entrar en la cocina —: Una ex novia celosa ha montado un numerito.

Fabrizio sale rápidamente de la cocina, atendiendo la llamada que Fabio le hace en ese instante. 

—¿Qué ha pasado? —pregunta Emma expectante.

—Es una ex novia de Roger Laponte, que creo que se ha bebido hasta el vino que se ha caído antes al suelo. Se ha puesto a gritar como una loca, recorriendo todo el jardín dando empujones, preguntando "¿¡dónde está esa zorra!?"

—¿Qué zorra? ¿A quién buscaba?

—Creo que a la Johanson, la que dicen que está liada ahora con Roger.

—¡¿Ha venido la Johanson?! —exclama Emma.

—No —responde el camarero —:No ha venido, de hecho, he escuchado que ni siquiera salen juntos, que son rumores para promocionar su última película. Pero parece que la ex no lo sabe.

—¿Y qué ha pasado? 

—Nada. Han aparecido unos hombres de negro y se la han llevado en volandas. Y Roger también ha desaparecido. Dice Carl, el camarero inglés, que se le veía muy enfadado.

—¡Ay pobre! 

—¡Marcelo! Ve rápidamente al sector 5, recoge las bandejas vacías y llévate esas de ahí —le manda Fabrizio en cuanto vuelve a entrar en la cocina —:Señorita Emma, la señora Gina quiere que suba un momento a su habitación. ¡Deprisa!

—¡Enseguida!

Emma sale de la cocina y antes de encarar las escaleras para subir a la habitación, intenta asomarse discretamente a la zona ajardinada. No puede frenar su curiosidad por ver quiénes son los invitados a esa fiesta, cuántos personajes famosos conoce, cómo son de cerca esos impresionantes vestidos que siempre ha visto en la televisión. En ese momento, recibe una llamada de Leyla y Emma contesta en un susurro:

—¡Estoy viendo famosos de cerca! —le dice Emma emocionada, intentando contener su emoción.

—¿Famosos? ¿Qué famosos? ¿Dónde estás? ¿En la fiesta?

—No exactamente. He podido salir de mi escondite porque me llama la señora Gina. Pero antes de subir a su habitación, me he asomado un poco al jardín.

—¿Y quién está? ¿Has visto a Roger? ¿Está mi Roger? ¡Hazle una foto y mándamela, por favor!

—No puedo hacer eso, Leyla. Y no voy a dar un paso más, como me pille Fabio, se me cae el pelo. Estoy pisando zona prohibida —Emma sigue susurrando, mientras intenta ocupar una posición en la que poder ver a los invitados, sin ser vista.

—Si te pilla, le dices que estás haciendo un recado de su madre y punto. 

—Sí, ya, pero me ha dicho que suba a su habitación, no que me ponga a cotillear...

—¿Y qué hace aquí? —la pregunta de Fabio hace que a Emma se le vuelva a caer el teléfono al suelo.

—Emmm, yo... Sólo quería ver quién había venido... Y los vestidos...

—¿Es su amiga? —pregunta Fabio señalando con la mirada el teléfono de Emma que sigue en el suelo.

—Sí, es la segunda vez que se cae en el mismo día. Al final se hará daño, jeje.

Emma pone su mejor sonrisa para intentar despertar otra en el rostro de Fabio, pero no lo consigue. Se acerca a Emma lentamente, baja la voz y le dice casi al oído:

—No le diga ni una palabra del incidente. ¿Entendido?

—Sí, por supuesto.

—Mi madre la espera en su habitación.

Fabio se da la vuelta y vuelve a salir al jardín. Emma recoge el teléfono del suelo y se dirige rápidamente hacia la habitación de la señora Gina.

—¿Accidente? ¿Ha dicho accidente?

—¡¿Lo has oído?! —pregunta Emma sorprendida —: ¡Pero si me lo ha dicho al oído!

—Pero, ¿qué ha pasado? ¿Qué accidente?

—No ha dicho accidente, sino incidente —le aclara Emma —: Y no puedo contarte nada. Ha dicho que ni se me ocurra decirte nada sobre el incidente.

—¡Ay, Emma, soy yo! ¿Cómo no me lo vas a contar a mí? ¿A tu amiga del alma? ¿A tu casi hermana?

—Luego te llamo, que acabo de llegar a la habitación de la señora Gina. ¡Adiós!

—¡Llámame! —le dice Leyla antes de cortar la llamada.

Emma da unos golpes con los nudillos en la puerta de la habitación de la señora Gina, y esta le responde invitándola a pasar. 

—Escúchame, bonita, necesito que me hagas un favor.

—Por supuesto, señora Gina. Dígame.

—Necesito que vayas al jardín trasero, el que lleva a los garajes, y busques un broche.

—¿Un broche? —pregunta Emma extrañada.

—Sí, un broche. Es dorado, con forma de hoja y lleva una piedra verde justo en el centro. Creo que debe estar tirado por ahí.

—Ah... ¿Y quiere que vaya ahora? —vuelve a preguntar Emma sin entender muy bien el propósito de la señora.

—Verás, estoy convencida de que esa loca de Svetnia, la ex de mi hijo Roger, me lo robó  y que hoy lo llevaba puesto. Cuando les he pedido a los de seguridad que lo comprobaran, me han dicho que no llevaba nada, así que lo más probable es que se le haya caído antes de que la sacaran de mi casa. 

—Ah, entiendo. Está bien, no se preocupe. Ahora mismo me pongo a registrar todo el jardín. 

—Procura que no te vea nadie, por favor.

—Tranquila, la discreción es mi especialidad —bromea Emma.

—Voy a volver a la fiesta. Si lo encuentras, dáselo a Fabrizio, ¿de acuerdo? 

—De acuerdo.

—Gracias, bonita.

Emma baja las escaleras detrás de la señora Gina y se dirige directamente hacia el jardín trasero. Utiliza la luz de su móvil para alumbrar el suelo y se adentra en el jardín, iniciando su búsqueda arrastrándose a cuatro patas. 

—Creo que pondré esto en mi currículum —va diciendo Emma en voz alta, mientras busca con esmero entre los arbustos —: Babysitter con experiencia en el cuidado de niños, también en la atención de señoras famosas, en meter la pata con hijos de señora famosa serios y estúpidos, y en buscar broches robados. ¡A ver quién cojones es capaz de superar un currículum tan completito! ¡Me cagoenla...

—¿Se te ha perdido algo? —le pregunta una voz masculina que proviene de la silueta que encuentra parada de pie, justo delante de sus manos.

—¡Los meniscos! —responde Emma sin pensar. 

Levanta la vista lentamente, siguiendo la silueta de aquel hombre que permanece de pie, sin moverse, con las manos en los bolsillos, dibujando una divertida sonrisa en su rostro. Emma intenta levantarse rápidamente, se le cae el móvil, intenta recuperarlo mientras se sigue levantando, pierde el equilibrio y el joven la sujeta por los brazos, provocando que sus rostros queden muy juntos durante un breve instante.

Gracias a que el jardín está poco iluminado, Emma ha podido disimular el intenso rubor que se instala en sus mejillas. 



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