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Capítulo 59


Emma mira el rostro impasible de Fabio y, sin decir nada, sale de la casa y se pone a andar por los alrededores de la finca, primero a paso acelerado, intentado huir de la rabia y la indignación; luego más calmada, sumida en la desilusión. 

Quizás Roger tenga razón y Fabio no sea capaz de enamorarse. Quizás su corazón no pueda querer más, bloqueado por esa sombra de duda que siempre vuela sobre su cabeza, sobre su recuerdo y su pasado. Empieza a pensar en qué ha podido provocar que él pensara que había mandado unas fotografías. Al haberse quedado tan impactada por su pregunta, no había hecho caso de lo que Fabio le mostraba en su teléfono. Algo tenía que haber visto y, obviamente, era algo que ella no había enviado, por lo que otra persona se había encargado de hacerlo. Pero, ¿quién? Había salido tan rápido de la casa que se había olvidado de recuperar su móvil. Tenía que hablar con Leyla, preguntarle qué imágenes había recibido y a qué hora. Quizás eso podría aclararlo todo. 

Aunque eso no evitaba que se sintiera dolida por el hecho de que Fabio hubiera dudado de ella. Ni que ese dolor hubiera aumentado por la actitud que el joven había demostrado ante su intención de irse de la casa. Ella había respondido a Max sin pensar, dejándose llevar por la ira y ni siquiera había valorado la propuesta que el abogado le había hecho. Sólo había visto una vía de escape para la incómoda situación en la que se encontraba, y la había aceptado sin pensar en las consecuencias. Lo que no imaginaba es que Fabio iba a aceptar su marcha con esa indiferencia. 

Mientras va paseando por la finca, ve el coche de la señora Gina, conducido por Fabrizio. No se ve con fuerzas de enfrentarse a ella y explicarle los últimos acontecimientos, así que decide cambiar su rumbo y dirigirse hacia la glorieta acristalada.

En la casa, Max se ha reunido con Fabio y, antes de tratar los asuntos legales, el abogado le dice:

—Sólo quería que Emma me diera referencias de otra babysitter que conociera. No pensaba que ella misma...

—Lo sé Max.

—¿Y no piensas hacer nada?

—¿Qué quieres que haga? 

—Como abogado, te diré que el contrato que Emma firmó tiene algunas cláusulas que debe cumplir, como la de permanecer al servicio de la familia hasta que se encuentre a alguien que la sustituya. En caso contrario, debe pagar una alta indemnización...

—No voy a aplicar esa cláusula, Max.

—Ya... Sabes que soy tu amigo antes que tu abogado, ¿verdad?

—Sí, lo sé.

—Entonces, como amigo te diré que no la dejes marchar, Fabio. Esa chica es muy especial, no hace falta que te lo diga, porque me consta que lo sabes, y también hay algo muy especial entre vosotros. No lo eches a perder.

—No voy a obligarla a que se quede.

—No te digo que la obligues, te digo que la convenzas —insiste Max ante el gesto preocupado de Fabio —:No sé lo que habrá pasado entre vosotros, pero seguro que tiene solución. Esa chica te ha cambiado, Fabio, te ha hecho mucho bien. Ha hecho que vuelvas a ser el que eras, el que yo conocí en la univer...

—No creo que pueda volver a ser el mismo, Max —dice Fabio apesadumbrado —:Me he vuelto una persona insegura, cobarde, huraña... Creo que ya no sé amar. Porque a ella la quiero, quiero a Emma como nunca he querido a nadie, y siento que no soy capaz de hacerle feliz. 

—¡No digas tonterías! —responde Max enfadado —:Si te digo la verdad, pensaba que después de lo que pasó con Carola y lo mucho que sufriste, no serías capaz de volver a confiar en una mujer, que no conseguirías volver a abrir tu corazón a nadie. Pero cuando conocí a Emma, supe que ella había conseguido llegar hasta ti,  hasta lo más profundo de tu ser. Te has enamorado, Fabio, hasta la médula, así que no digas que no sabes amar porque...

—Fabio, caro, ¿qué está pasando? —dice Gina al entrar en el despacho —:Me ha dicho Lia que Emma se va a trabajar con otra familia, ¿es eso cierto?

—Hola, señora Gina —interviene Max —:No está confirmado, puede que se trate de un malentendido, ¿verdad Fabio?

—¿Qué quieres decir, Max? —insiste Gina.

—Le pregunté a Emma si tenía referencias de alguna babysitter, porque un cliente mío está buscando a alguien para cuidar a su bebé...

—Ah,  Lia lo habrá entendido mal. Entonces,  Emma no se va...

—Ella se ofreció —la interrumpe Fabio sin levantar la vista de su mesa. 

—Pero tiene un contrato firmado con esta familia —sigue diciendo Max.

—No la obligaremos a quedarse si no quiere —sentencia Fabio.

Gina observa el gesto abatido de su hijo y le pide a Max que los deje solos. Cuando el abogado se ha marchado, le dice:

—¿Qué ha pasado, hijo? ¿Emma ha dicho que quiere irse? 

—Ya te lo he dicho. Ella se ofreció cuando Max le habló del otro trabajo.

—¿Pero, por qué?

Fabio se levanta y se pone a caminar por la sala, con las manos en los bolsillos. 

Mientras tanto, Emma está sentada en uno de los bancos de hierro del cenador, observando pensativa el paisaje a través de los cristales. Empieza a arrepentirse de todo lo que ha dicho y ha hecho. Quizás se ha precipitado en su decisión. A pesar de todo, no puede soportar estar alejada de Fabio, aunque por un lado piensa que tal vez sea la mejor opción.  También lamenta haberse dejado llevar por la indignación. Tal vez, todo se habría resuelto si hubiera negado que envió esas fotografías, hubiera visto el móvil y se hubiera dedicado a averiguar el motivo de todo ese conflicto. Pero por otro lado, las palabras de Roger se repiten sin cesar en su cabeza: "Fabio no es capaz de enamorarse". ¿Y si se estaba empeñando en creer en un amor imposible? Ella no estaba dispuesta a querer a medias, a dejar que la duda estuviera siempre al acecho, dispuesta a estropear su confianza, a impedir que su amor creciera y se hiciera cada vez más fuerte. 

No sabe qué hacer. Duda si volver a la casa para hablar con Fabio, pedirle disculpas por su desproporcionada reacción y aclarar todo el tema de las fotografías, o bien seguir adelante con su decisión y poner distancia entre ellos. Si apareciera Fabio y le pidiera que se quedara, tendría más claro hacia dónde inclinar su decisión. Pero Fabio sólo había dicho que podría rescindir el  contrato ahora mismo, y el que aparece en la glorieta no es él, sino Roger.

—¡Emma, estás aquí! Te estaba buscando... ¿Es cierto que te vas? —le pregunta, sentándose a su lado. 

—No lo sé...

—No te vayas, por favor. Te necesitamos aquí. Yo te necesito, baby. 

Emma lo mira con ternura y se pregunta por qué no puede enamorarse de él. Sería mucho más fácil, ¿no? Es Roger Laponte, un joven muy atractivo, famoso, una estrella de cine y no puede creerse que le esté diciendo que la necesita, le ha confesado que se ha enamorado de ella, y aunque se siente muy halagada, incluso emocionada, sabe que lo que siente por él no es amor. Lo mira fijamente, observando el color miel de sus ojos, las ondas de su pelo, ese atractivo hoyuelo en su barbilla, esos labios carnosos y sensuales,  y piensa que sería muy fácil enamorarse de él. 

Lo observa en silencio y se dibuja una cándida sonrisa en su rostro. ¿De verdad la necesitaba? ¿Sería capaz de quedarse por Roger? Él se acerca y pone las manos de Emma entre las suyas

—No sé qué habrá hecho que quieras marcharte. Imagino que tiene que ver con Fabio y supongo que intentas alejarte de él. Pero no es justo que por su culpa también te alejes de mí. Te alejes de nosotros. Mi madre está encantada contigo y se pondrá muy triste si te vas. Desde que llegaste está más contenta, más feliz. Es algo que provocas sólo tú. Eres un ángel, baby, y no es justo que por culpa de una persona, el único que parece no saber valorar cuánto vales, te quieras ir. 

—Eres muy amable, Roger.

—No soy amable, soy sincero, baby. Y no soporto verte tan triste —le dice Roger acercándola a su pecho para abrazarla con fuerza.

Mientras, en la casa, Gina habla con Fabio:

—No dejes que el orgullo estropee tu vida, caro Fabio.

—No es orgullo, mamá. Es más bien...

—El orgullo es una de las máscaras del miedo, hijo —le interrumpe su madre —:A veces es la excusa que utilizan los cobardes.

Fabio mira a su madre y baja la cabeza. Gina se sienta en el sofá y le pide a su hijo que se siente junto a ella. 

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¿Qué os parecería poder ver la adaptación a serie televisiva de esta historia? 🙄

Espero poder contaros algunas novedades muy pronto...

De momento, a ver si Gina, con la sabiduría de la experiencia y la intuición de madre, consigue darle la confianza que Fabio necesita.

¡Gracias por seguirme! 😉

Cavaliere Piacere - Unjovenromantico


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