Capítulo 50
Emma suelta los pomos sobresaltada, cuando siente que la puerta se abre de repente. El rostro de Fabio refleja la sorpresa de encontrarla justo al otro lado y rápidamente se dibuja una amplia sonrisa. Ella se queda parada, sin saber cómo reaccionar, y siente cómo se encienden sus mejillas.
—Yo... —empieza a decir Emma avergonzada, mientras, instintivamente da un paso hacia atrás.
—¿Querías algo? —pregunta Fabio avanzando hacia ella al mismo ritmo.
—Iba a preguntarte... Quería asegurarme...
—¿De que la puerta estaba cerrada? —pregunta Fabio levantando una ceja, mientras sigue dirigiendo sus pasos hacia Emma.
—Sí, eso es.
—Pues, ya has visto que no lo estaba.
—Sí, ya lo he visto... —los pies de Emma se topan con el borde de la cama a su espalda que le impide seguir retrocediendo, y Fabio se acerca más a ella.
—Me temo que ya no puedes retroceder, Emma.
—Lo sé —responde Emma mordiéndose el labio inferior.
Fabio se inclina sobre ella y empieza a besar su cuello, haciendo que la piel de Emma se erice instantáneamente. Pone las manos sobre sus hombros y desciende con suavidad los tirantes de su vestido, sin dejar de cubrir su piel con pequeños y sensuales besos.
Emma se deja llevar por la creciente excitación que recorre todo su cuerpo. Lleva las manos hasta la camisa de Fabio y empieza a desabotonarla, mientras él deshace el lazo del escote de su vestido, haciendo que se resbale por el cuerpo de la chica hasta sus pies. Él se desprende de su camisa y Emma comprueba que los marcados pectorales de Fabio son mucho más sugerentes de lo que había imaginado.
Sus bocas se buscan, desesperadas y, mientras juegan con sus lenguas se desprenden de toda la ropa, dejándose caer desnudos sobre la cama.
Ella siente la erección de Fabio sobre su cuerpo y su deseo aumenta a cada caricia suya. Ambos contienen su pasión para intentar disfrutar al máximo de ese momento, ese anhelado encuentro, ese contacto intenso de piel contra piel. No dejan de mirarse a los ojos, para que ese recuerdo quede grabado para siempre en sus retinas. Se observan, se acarician y se sienten despacio, pero a la vez con impaciencia. Rápida, pero acompasadamente. Con dulzura, pero también con lujuria.
Fabio se aparta ligeramente y se queda al lado de Emma, mientras recorre con los ojos su cuerpo desnudo, que permanece tumbado boca arriba. Ella se siente algo avergonzada al ser consciente de su propia desnudez, pero esa sensación pronto se ve empujada por el deseo que le provocan los dedos de Fabio, cuando empieza a recorrer su cuerpo desde el cuello. Desciende la mano lentamente, dibujando pequeños círculos por su piel, rodeando sus senos, acariciando sus pezones, bordeando su ombligo para seguir hasta bajando lentamente. Emma gime de placer cuando se detiene en su sexo y acerca la boca hasta sus senos.
Arquea su espalda y Fabio levanta la cabeza para observar el gesto de placer que refleja su rostro, lo que aumenta todavía más su excitación.
La besa con pasión, con ternura, con una explosión de emociones que no había sentido nunca. Ambos quieren que el tiempo se detenga, que no termine nunca ese momento, y exprimen al máximo todas esas emociones que se desatan con el roce de sus cuerpos.
Extenuados, acaban tumbados boca arriba sobre la cama, dejando que sus latidos recuperen la calma. Fabio cierra los ojos y Emma observa su perfil, dibujado entre la penumbra. Se apoya sobre su pecho y él la rodea con un brazo. Antes de que le venza el sueño y pensando que Fabio ya se ha dormido le dice:
—Te quiero.
Él lo escucha y sonríe levemente. "Y yo", piensa, pero sus palabras no logran salir de su garganta.
Con las primeras luces del alba, Fabio se despierta y observa a Emma tumbada boca abajo a su lado, con el pelo enmarañado y la espalda descubierta. Escucha el sonido de una notificación que llega desde la otra habitación, donde se dejó su móvil. Le da un beso en el hombro y se levanta.
Lee un mensaje de Max que le cita urgentemente en la oficina para tratar un asunto importante. Se va a su habitación, se da una ducha y se viste rápidamente. Antes de salir, coge un papel y le escribe una nota a Emma.
"Buenos días, dolcezza. Tengo que ir al despacho de Max con urgencia. Me habría gustado desayunar contigo. Lo de anoche fue muy bonito. Fabio".
Deja el trozo de papel sobre la mesita y se marcha. Al abrir la puerta de la habitación, se produce una pequeña corriente de aire, que hace que su nota salga volando y aterrice en el suelo, metiéndose debajo de la cama.
Cuando Emma se despierta, busca a Fabio a su lado. Al comprobar que no está, se levanta, se pone un camiseta y se asoma al baño. Luego va hasta la otra habitación y comprueba que no hay rastro de él. Vuelve de nuevo y se sienta sobre la cama. Le habría gustado despertarse a su lado, darle los buenos días, ver su rostro junto a ella. Pero no está, y su ausencia le provoca una extraña sensación. Alguien le había dicho una vez que si un hombre que pasa la noche contigo, al día siguiente desaparece sin dejar rastro, es que no quiere volver a saber nada de ti. ¿Quién le dijo eso? ¡Leyla! De inmediato, coge el teléfono y marca el número de su amiga:
—¿Qué significa que el hombre con el que has pasado la noche no esté cuando te despiertas? —le pregunta directamente.
—¿¡QUÉ!? ¿¡CÓMO!? ¿¡QUIÉN!?
—Fabio.
—¡FABIO! ¿¡Has pasado la noche con Fabio!? ¡Ay madre, ay madre! ¿Y te has levantado y no está?
—No.
—¡Joder, joder, joder! Y ahora estoy en la cafetería y no puedo hablar, joder!
—Tú me dijiste una vez que si un hombre no quería saber nada de ti, después de haber pasado la noche con él, al día siguiente se habría ido cuando despertaras, ¿no?
—Bueno, eso lo dice mi prima, que sabe bastante más que yo de hombres. Pero, además de que creo que es una teoría suya, poco contrastada, me parece que sólo es válida para los hombres que conoces de una noche. Espera un momento, que ha venido a desayunar aquí. Te la paso y que te cuente, que yo tengo que atender.
—¿Qué pasa Emma, bonita? —dice Tatiana, la prima de Leyla, cuando coge su teléfono después de que esta le haya adelantado parte de la conversación —:Dice mi prima que te has acostado con un tío y no estaba cuando te has levantado, ¿no?
—Sí...
—¿Qué tal fue el sexo?
—Pues, muy bien, la verdad. Ha sido el mejor sexo que he tenido en mi vida. Fue..., muy bonito, muy especial y...
—¡Ay nena, que me parece que para ti no fue un polvo y punto! ¿Me equivoco?
—Pues no. Yo estoy... Bueno, quiero decir que... Fue especial.
—A ver, ¿es el italiano ese buenorro que me ha contado mi prima que te tenía loca?
—Sí, bueno... No sé lo que te ha contado Leya sobre...
—¡Suficiente! Mira, bonita, cuando tienes una noche de sexo con un desconocido, y desaparece a la mañana, sin dejar ni una nota ni nada, eso significa claramente que no quiere volver a saber nada de ti. Puede que se arrepienta porque tiene novia o está casado, o bien porque no se lo ha pasado bien y no quiere repetir.
—Pero a Fabio ya lo conocía y...
—Vale, en tu caso es distinto, porque no es un desconocido. Y, por lo que sé, hay química entre vosotros y ya habíais tenido algún que otro acercamiento pre coital, ¿no?
—Sí, bueno..., algo así.
—Entonces, me temo que se ha arrepentido, nena. Si sabes que no está casado ni tiene novia, tal vez sólo sea porque se trata del típico conquistador italiano. Ya sabes, esos que se pasan el verano en las costas españolas, dando rienda suelta a sus dotes de seductores de las que tienen fama. Con los italianos son con los que más se cumple eso de "prometer hasta meter, pero una vez metido, se acabó lo prometido".
—Pero...
—Siento ser así de directa, nena, pero es lo que hay. A tu italiano no le ha hecho falta venir a España para demostrar sus dotes de conquista, porque se ha encontrado a la española en su casa.
Emma aguarda silencio al otro lado de la línea, negándose a creer todo lo que la prima de Leyla le dice, aunque sea una mujer con mucha más experiencia con los hombres que ella.
—Mira, Emma, no le des más vueltas. Pasa página y punto. Quédate con haber disfrutado de un sexo brutal, que de eso también tienen fama los italianos; de ser muy buenos amantes. Pero olvídate, cariño, o lo pasarás mal. Si me dices que encima te conoce, sabe cómo eres, habéis tenido un tiempo de cortejo y después de follar, se va sin decirte nada, mucho me temo que ya ha conseguido su objetivo y no quiere nada más.
—Ya...
—Haz una cosa; acuéstate con el hermano. ¿Es el actor, no? No seas tonta y ¡disfruta el momento, nena! Oye, te dejo que me tengo que ir a trabajar. Dice Leyla que en cuanto tenga un rato te llama, que tiene la cafetería hasta arriba de gente.
—Sí, vale. Hasta luego.
No puede ser. No puede creer que Fabio sea así. La prima de Leyla puede saber mucho sobre los hombres, pero no conoce su historia, no sabe cómo él la miraba, no ha podido sentir todo lo que ella ha sentido con sus caricias y sus besos. No, Fabio no es así. ¿Verdad? Pero, entonces, ¿por qué se ha ido sin despertarla, sin decirle nada, sin escribirle una nota, sin mandarle un mensaje?
Mientras tanto, Fabio se encuentra reunido con Max en su despacho, intentando calmar su ira al recibir la noticia que le ha dado su abogado. Parece que habían conseguido acallar a Santiago durante un tiempo, pero estaba claro que no iba a darse por vencido. Seguramente, había descubierto que él había tenido algo que ver en la investigación a la que estaban sometiendo a sus empresas en España, pero no imaginaba que guardara un as en la manga y que con él, fuera a poner en peligro la tranquila vida de su familia. Al parecer, una de las empresas implicadas en algún caso de corrupción, fue fundada por su padre, antes de que este empezara su relación con Gina Laponte. Pero Santiago se había encargado de hacer los trámites necesarios para que los actos delictivos que él mismo había llevado a cabo, salpicaran también al apellido de su padre y, por consiguiente, pudiera llegar también a ensuciar el apellido Laponte.
Fabio tiene que actuar rápido y decide coger el próximo vuelo con destino a Madrid. Allí, el bufete de Max tiene una oficina desde la que están siguiendo todo el caso de Santiago. Cree que es mejor trabajar sobre el terreno y antes de mediodía, él y su abogado están pisando suelo español.
Está muy molesto de no poder haber disfrutado del despertar junto a Emma, y odia profundamente que además sea por un problema ocasionado por Santiago. Cuando al rato de llegar a Madrid, recibe un mensaje de Emma, preguntándole si todavía seguía en pie el recorrido turístico por Milán que le propuso anoche, todavía se siente más furioso. Como está a punto de entrar a una reunión, lo único que le da tiempo a escribir es:
-He tenido que salir de Milán urgentemente. Lo siento mucho. En cuanto pueda, te llamo.
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¿Cómo creéis que se lo va a tomar Emma? ¿Tendrá suficiente confianza en Fabio o creerá lo que dice la prima de Leyla sobre los italianos? Y, en cualquier caso, ¿qué creéis que debería hacer Emma?
Yo creo que ya sé lo que va a pasar... De momento, Emma tiene que quedarse un día más en Milán, y alguien tendrá que ir a recogerlas a ella y a la señora Gina 🙄
¡Os espero al otro lado!
Cavaliere Piacere Unjovenromantico
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