Capítulo 36
Tras disculparse con Fabrizio mil veces por su tardanza, Emma entra en el coche y de inmediato saca su móvil para enviarle un mensaje a Max.
-Hola! Soy Emma, la que acaba de irse corriendo de tu despacho 🏃♀️. Ya tienes mi número 😉
-Muy bien. Gracias 👍. Te guardaré como "Emma odiabogados" 😉
-Yo no odio a los abogados!! 😬
-Sólo a los que llevan palos metidos en el culo, no? Menos mal que hoy me lo he dejado en casa 🙄
-La verdad es que no tienes pinta de abogado 🤔. No serás el hijo de Felicia y es una broma que habéis preparado entre los dos???
-OMG! Como Felicia se entere de que has pensado que tiene un hijo de 30 años, le da un infarto! 😵
-30 años!! 😲 Pensaba que eras más joven. Te habría echado un par de años más que yo.
-😲😲😲 Un par de años más???!! Y cómo podría ser ya abogado? Sacándome la carrera en la escuela infantil???
-Oye! Que yo no soy tan joven! 🤨
-Cuántos? 18?
-No! 23
-23!! 😲😲😲
-Lo sé... Pensé que me cambiaría la cara de niña cuando fuera mayor de edad, pero eso nunca ocurrió. Quizás a los 24? 🤷♀️
-Espero que no. Tienes una cara de niña preciosa
-(Max abogado ha eliminado el mensaje)
- 😳
-Perdona! Escribí sin pensar... Y lo has leído antes de que lo eliminara 🙊 Perdóname!
-No pasa nada...
-Lo siento... Ya tengo tu número. Te mantendré informada
-Ok! Gracias!
Emma se queda mirando la pantalla, esperando un nuevo mensaje de Max, pero ya no recibe respuesta. Está muy contenta porque tiene todas sus esperanzas puestas en él. Le ha parecido un tipo encantador, muy alejado de la imagen que tenía de los abogados. Es simpático, divertido y muy atractivo, sí, tiene que reconocerlo.
Cuando llega a la casa, escucha unas voces procedentes del despacho de Fabio.
—¿Crees que no lo sé? ¿Que no me iba a enterar? Que finja que no me he dado cuenta, no significa que no lo sepa. Sabía que pasaría. Tú siempre has querido que pasara. ¡Lo que no imaginaba es que lo hicieras delante de mis narices!
Es la voz de Alessandro que ha ido subiendo el tono, cada vez más acalorado. Emma deduce que está hablando con su hermano Fabio y por lo que ha podido escuchar, juraría que le está reprochando que se haya acostado con Cindy.
—¡Te pasa por picha floja! —exclama Emma en voz alta y se dispone a subir las escaleras, en busca de la señora Gina.
—Ya has vuelto —dice Fabio detrás suyo —:¿Dónde estabas?
Emma se queda sorprendida al encontrar a Fabio allí, mira la puerta de su despacho y de nuevo vuelve a mirar al joven.
—Es Alessandro —aclara Fabio.
—Lo sé, he conocido su voz, pero pensé que estaba contigo.
—No. Está con Cindy.
—Ya...
—Emma, ha venido otra vez Santiago. Te estaba buscando. Le he dicho que estarías todo el día fuera y me ha pedido que te diga que lo llames.
—Ah, vale. Gracias —responde Emma y se gira para continuar subiendo por la escalera.
—Dice que es muy urgente.
—Vale —responde Emma sin dejar de subir.
—Emma —le llama Fabio y espera a que la joven se detenga y se gire hacia él —:Me ha dicho que te hizo una propuesta laboral para después del verano y que si no le das una respuesta en breve, tendrá que buscar una alternativa. Que tú ya sabes a lo que se refiere.
—Sí, le contestaré —dice Emma antes de reiniciar su ascenso por la escalera.
—Emma —insiste Fabio —:¿Qué propuesta te ha hecho?
—Mmm... Un trabajo en... otra familia, para cuando termine mi contrato aquí...
—No sabes cuándo termina tu contrato, Emma.
—Bueno, es para septiembre, creo...
—En septiembre todavía estamos aquí y espero que quieras seguir trabajando con nosotros. Le tendrás que decir que busque otra candidata.
—Sí, lo haré.
—¿Por qué no lo has hecho ya? —sigue preguntando Fabio, mientras empieza ascender los escalones hasta ponerse a la altura de Emma —:¿Es que estás pensando en irte otra vez?
—No. Es que... No me gusta hablar con él. Ya te lo dije, me cae mal. No encontraba el momento para decírselo...
—Emma, sabes que sé que me estás mintiendo, ¿verdad?
Emma piensa sus palabras detenidamente. Sí, lo sabe. Y sabe cuánto odia Fabio la mentira. Pero lo que él no sabe es cuánto odia ella tener que mentirle, pero no encuentra otra opción, y más cuando quiere creer que se arreglará pronto y podrá explicárselo todo. Aunque ahora se enfade con ella, piensa que cuando sepa lo ocurrido la perdonará y la comprenderá. Para ella no está siendo nada fácil esa situación y, en algún momento se le pasa por la cabeza que lo mejor es contárselo todo. Pero quizás tendría que haberlo hecho desde el principio y ahora ya es demasiado tarde, ya está demasiado enredada en el engaño, y ahora que cuenta con la ayuda de Max, decide que lo mejor es esperar un poco más de tiempo.
Mientras todos esos pensamientos van cruzándose por su mente y decide por fin que le va a pedir a Fabio un poco de tiempo, Cindy sale del despacho con gesto serio, dando un portazo tras de sí. Cuando ve a Fabio y a Emma en mitad de la escalera, frena su paso, cambia su gesto y dice:
—Fabio, querido, ¿podrías explicarle a tu hermano que puedo hacer con mi vida lo que me da la gana? Conseguir el divorcio es un mero trámite administrativo, pero ya no tenemos nada en común.
—Tenéis un hijo —responde Fabio impasible.
—Y es de lo único que tiene derecho a hablar conmigo; de Cindy como madre. De Cindy como mujer, él ya no pinta nada.
Fabio se da la vuelta hacia Emma cuando comprueba que esta empieza a subir la escalera, y sigue sus pasos:
—¡Fabio! —le llama Cindy —:Quiero que tú tramites mi divorcio.
—¿¡QUÉ!? —exclama Fabio, deteniéndose.
—Eres abogado, ¿no?
—Sí, lo soy —contesta Fabio, bajando un par de peldaños —:Pero no sé cómo te atreves a pedirme algo así. Primero; yo no llevo casos de divorcio. Segundo; nunca llevo temas familiares. Y tercero; si llevara casos de divorcio y temas familiares, y aceptara, actuaría como abogado de mi hermano.
Y tras decir eso, se dirige de nuevo hacia el piso superior con la intención de seguir hablando con Emma, pero esta ya se ha ido en busca de la señora Gina y se conforma con la esperanza de poder hablar con ella más tarde.
Después de comer, Emma decide conectar un momento el teléfono antiguo y se encuentra con cientos de mensajes sin respuesta, la mayoría de ellos procedentes del número de Santiago. Responde rápidamente a los de amigos, a quienes facilita su nueva línea, y tiene la tentación de contestar también al último de Santiago, donde le da un ultimátum: o empieza a mandarle información esa semana o el viernes salen las primeras fotografías hacia la madre de Leyla.
Finalmente decide que es mejor no decir nada, al menos sin consultarlo antes con Max. Así que vuelve a apagar el teléfono y sigue con las tareas encomendadas por Gina, relacionadas con la fiesta de cumpleaños para Paolo que tendrá lugar el próximo jueves.
Al día siguiente, mientras está desayunando con Fabrizio en la cocina, escucha que un coche se acerca por la entrada principal. Pensando que pueda tratarse de Santiago, Emma le pide a Fabrizio que le diga que ella va a estar todo el día en el pueblo.
—Sea lo que sea lo que le hace huir del señor Santiago, le recomiendo que lo afronte lo antes posible —:le dice Fabrizio antes de salir al hall —:Esta familia lleva más de 20 años intentando huir de él, y no lo consigue.
—Gracias, Fabrizio. Ya cuento con alguien que me ayudará a hacerle frente.
—No hará falta que le diga que también puede contar conmigo, ¿verdad?
—No, Fabrizio, no hace falta. Muchas gracias.
Al momento, entra de nuevo el mayordomo, acompañado de Max.
—La dejo en buenas manos —dice Fabrizio guiñándole un ojo a Emma, antes de salir de la cocina.
—¡Hola señor letrado! —saluda Emma con entusiasmo —:¿Me traes buenas noticias?
—Hola Emma. Bastante buenas, aunque todavía no he avanzado mucho. Ya he hablado con tu amiga Leyla y su amigo el hacker —le informa Max.
—Sí, anoche hablé con Leyla un rato. Creo que has conseguido tranquilizarla y, conociéndola, tienes mucho mérito.
—Es otra de las asignaturas de la carrera; "tranquilogía" —bromea Max —:No puedo decirte que haya avanzado mucho con el caso, pero sí te puedo adelantar que el trabajo que ha hecho el hacker es impecable. De momento, cualquier cosa que quiera hacer Santiago a través de su móvil, estará totalmente controlado y copado, lo que nos da más tiempo de acción. Si te amenaza con enviar las imágenes, imprimirlas o descargarlas, no podrá hacerlo, así que tranquila. ¿Has vuelto a tener noticias de él?
—No. Bueno, sí. Tenía un centenar de mensajes suyos en mi móvil antiguo, pero no he contestado ninguno.
—Bien. Pero podrías contactar con él para que no se ponga nervioso. Decirle que estás recavando información, que te dé algo más de tiempo. Que crea que sigues participando en su juego. Tenemos que asegurarnos de que no tiene más información en otros dispositivos y, en unos días, podremos entrar en acción.
—¡Qué bien! Sólo pienso en el día que pueda deshacerme de él —responde Emma entusiasmada —:No habrás venido sólo para decirme eso, ¿verdad?
—No, he quedado con Fabio para traerle una documentación. ¡Ah! Se me olvidaba; se te cayó esto en mi despacho —dice entregándole la pulsera.
—¡Anda, gracias! Pensé que la había perdido.
En ese momento, Fabio entra en la cocina y rápidamente, Emma retira su mano, haciendo que la pulsera caiga al suelo. Ella y Max se agachan a la vez para recogerla, haciendo que sus cabezas se choquen. Ambos se llevan una mano a sus respectivas frentes y sueltan una nerviosa risa.
—No lesiones a nuestro abogado —dice Fabio en tono de broma —:Ya me odiará por hacerle trabajar estando de vacaciones.
—¿Estás de vacaciones? —pregunta Emma frotándose todavía la frente.
—Sí, un poco.
—Veo que ya os conocéis —comenta Fabio.
—Emma vino a verme ayer para pedirme consejo. Le estaba devolviendo una pulsera que se la cayó en mi despacho.
—Espero que puedas ayudarla.
—Lo haré —responde Max dedicándole una amplia sonrisa a Emma —:Te he traído los documentos, ¿vamos a tu despacho y los comentamos?
—Sí, vamos.
Los dos hombres salen de la cocina y se dirigen al despacho de Fabio.
—Es una chica encantadora —dice Max en cuanto cierran la puerta.
—Sí, lo es —responde Fabio —:Confío en que sabrás encontrar la solución a su problema. Y no te preocupes por la minuta, yo me hago cargo.
—Creo que Emma no va a querer. Ya me dijo que quería pagar mis honorarios. Y me amenazó con buscarse a otro abogado si se lo impedíamos.
—¡Es muy terca! Pero, por la amistad que nos une, espero que me hagas más caso a mí.
—No sé, Fabio... Sinceramente, prefiero negociar con ella que contigo —bromea Max.
—Conmigo nunca negocias tus honorarios, Max.
—Contigo no me lo paso tan bien trabajando en un caso. Y tú eres menos gracioso, menos simpático y mucho menos atractivo que ella.
—¿Te ha contado lo de Santiago? —pregunta Fabio directamente.
—Sí. Ese hombre no tiene límites. Es increíble lo que es capaz de hacer. Cada vez me sorprende más su nivel de obsesión con esta familia.
—¿Qué le está haciendo a Emma?
—¡Mierda! —exclama Max al darse cuenta de cómo ha caído en la trampa de Fabio —:¡No sabes nada! ¡Qué cabrón! ¡Cómo me has hecho picar! Me olvidaba de lo buen estratega que eres...
—Estoy preocupado por ella, Max. No, no sé nada, pero sí sé que el impresentable de Santiago tiene algo que ver. Emma no quiere contarme nada y no sé por qué. Yo sólo quiero ayudarla, pero parece que no confía en mí —dice Fabio abatido —:Por favor, dime qué le pasa. No le diré nada, no haré nada. Sólo intentaré ayudar en todo lo que pueda.
—No puedo contártelo, Fabio, entiéndelo. Estaría traicionando su confianza. Es mi clienta y me ha pedido que no te lo cuente.
—¿Eso te ha dicho? ¿Te ha pedido que no me lo cuentes? ¿Que no me lo cuentes a mí?
—A ti ni a nadie. No puedo hacerlo. Es un asunto personal, si ella quiere, te lo contará, pero yo no puedo hacerlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro