Capítulo 18
—Creo que mamá no tendría que haber presentado a Emma como la novia de Paolo —dice Fabio cuando se queda a solas con su hermano.
—¿Y por qué no? Si Santiago tenía alguna duda sobre el rumor de la homosexualidad de Paolo, creo que lo mejor es que conozca a su novia.
—Te olvidas de que Emma no es su novia.
—Por supuesto que no me olvido, hermanito. Es algo que tengo muy presente —le dice Roger con una pícara sonrisa —:Nunca me atrevería a acercarme a la novia de un hermano mío.
Fabio le sostiene la mirada, intentando adivinar hasta qué punto puede haber dicho Roger esa afirmación en serio. De niños habían tenido disputas por alguna chica, donde también se había visto involucrado Alessandro, el hermano mayor. Pero nunca había sido nada serio. De hecho, cuando Fabio empezó a mostrar un interés más profundo por Asun, la chica que llegó a ser su prometida, Roger se mantuvo a un lado, a pesar de que al principio la joven parecía mostrar cierto interés por él. Desde entonces, Roger no había vuelto a considerar a Fabio como un rival para sus conquistas. Sin embargo, con Emma parecía que se había vuelto a dejar constancia de que ambos tenían gustos parecidos respecto a las mujeres.
—Creo que tenemos que ir con cuidado. Estoy convencido de que Santiago trama algo. No puede enterarse de que todo es un montaje —dice Fabio seriamente, intentando disimular el verdadero mensaje que esconde tras esas palabras, que no es otro que pedirle a su hermano que se aleje de Emma.
—Por supuesto. Yo siempre actúo con mucho cuidado —contesta Roger volviendo a dibujar esa pícara sonrisa en su cara.
—Creo que no me estás entendiendo.
—Te entiendo perfectamente, Fabio. No quieres que me acerque a Emma y utilizas la excusa de Santiago para impedírmelo. Pero ya te digo que sé perfectamente cómo usar mis cartas.
—¡Esto no es un juego, Roger!
—Lo sé. No pretendo jugar —le contesta Roger poniéndose más serio —:Esa chica me gusta. Me gusta de verdad.
—¿Y qué quieres conseguir? ¿Que se enamore de ti? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Un mes? ¿Durante el verano? ¡¿Y luego qué?! —Fabio se muestra cada vez más furioso.
—Relájate, hermano. ¿Qué te pasa? Cualquiera pensaría que estás celoso...
—Sólo quiero protegerla.
—¿De quién? ¿De mí? —pregunta Roger en tono ofendido —:Me duele que mi propio hermano piense así de mí.
—Te conozco, Roger, y he conocido otras relaciones tuyas. Sé cuánto te dura el enamoramiento.
—Pero esta vez es diferente. Emma es diferente. Es especial...
—Sí, pero tú sigues siendo el mismo —le increpa Fabio.
—O quizás no. Sólo déjame descubrir lo que siento y comprobar si es algo que me hace cambiar. No había sentido algo así antes —le confiesa Roger.
—¿Y qué hay de lo que sienta ella?
—Déjala que lo descubra también.
Se crea un incómodo silencio entre ambos mientras mantienen el cruce de miradas. Sin decir nada más, Fabio cabecea levemente y se dispone a marcharse. Cuando da los primeros pasos, Roger le dice:
—Y de paso, déjate a ti mismo descubrir tus propios sentimientos.
Fabio se para, se gira y mira a su hermano desde cierta distancia. Va a decirle algo, pero prefiere guardar silencio, momento que Roger aprovecha para añadir:
—¿O es que no vas a reconocer lo que sientes?
—Siento que frivolices así con los sentimientos, Roger.
Mientras tanto, Santiago no ha abandonado todavía la mansión de los Laponte. Antes de irse, entabla una desenfada conversación con el conserje, que le aporta la información suficiente para poder seguir investigando algo más sobre su situación personal, económica y familiar.
De momento ha conseguido averiguar que no lleva mucho tiempo trabajando allí, ocupando el puesto del anterior conserje, que llevaba casi dos décadas al servicio de la familia. Eso se convertía en una ventaja, según criterio de Santiago, ya que suponía que no tendría el mismo compromiso fiel e infranqueable con la familia Laponte, como lo tenía su predecesor y la mayoría de empleados que trabajaban en la casa.
Sólo necesitaba encontrar alguien a quien una ayuda económica le resultara más valiosa que la lealtad. Con ello, tendría a un confidente cercano a la familia, que pudiera facilitarle la información que necesitaba para llevar a cabo sus planes. Y el principal objetivo de Santiago era que por fin lo aceptaran como un Laponte más, aunque para ello tuviera que recurrir al soborno y el chantaje.
Con sólo un par de llamadas podía obtener toda la información necesaria sobre el conserje, y decidir si era un buen candidato para ofrecerle el trabajo extra de espiar a la familia. Y mientras investigaba sobre él, también tenía pensado indagar un poco más sobre la joven que le habían presentado como novia de Paolo. Quizás pudiera averiguar que tenía un pasado oscuro, que era una caza fortunas o que, tal vez, podía ser candidata para ser su confidente.
Cualquier ayuda es buena y cualquier persona es objeto de ser manipulada, si se tienen los datos y las herramientas necesarias. La información es poder y Santiago ansiaba el poder.
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