Capítulo 14
La sesión de fotos resulta mucho más divertida de lo que Emma esperaba. El estilista prueba en ella diferentes modelos de ropa y de peinados. Al final opta por un estilo informal y le hacen un peinado que simula que lleva el pelo corto. Cuando se mira en el espejo, casi no se reconoce ni ella misma.
Empiezan a probar diferentes posturas en distintos escenarios. Paolo es muy simpático y colabora para crear un ambiente distendido, gastando bromas y haciendo chistes que provocan la risa de todos.
Fabio observa toda la sesión desde la distancia, pegado a su tablet y a su móvil, no sólo para estar pendiente de cualquier asunto de negocios, sino también para captar alguna imagen del momento con su teléfono. Aunque en realidad, más que del momento, lo que Fabio quiere es captar alguna imagen de Emma.
Justo cuando está tomando una fotografía desde su teléfono, Roger aparece a su lado:
—¿Qué tal va todo?
—Muy bien —responde Fabio.
—¡Eh! ¡Qué foto más chula! —exclama Roger al ver la imagen capturada por Fabio —: Podrías haber hecho tú la sesión y nos ahorrábamos al fotógrafo.
Fabio acerca el zoom de su cámara y captura una nueva imagen de Emma. La ha pillado con la cabeza hacia atrás, mostrando una amplia sonrisa, provocada por algún comentario gracioso de Paolo. Fabio sigue lanzando fotos con cada uno de los movimientos de la joven. La última que hace, Emma está mirando a Paolo de reojo, con una pícara sonrisa y un tierno rubor en sus mejillas.
—Qué linda está —dice Roger mirando la pantalla del móvil de su hermano.
—Sí. Lo es —responde Fabio sin pensar.
—Es una chica fabulosa —continua hablando Roger —: Nunca había conocido a alguien como ella. Creo que voy a pasar más tiempo en casa, a partir de ahora...
Fabio gira su cabeza y mira a su hermano levantando una ceja.
—¿Qué? —pregunta Roger —¿Por qué me miras así?
—¿Qué pretendes, Roger?
—¿Yooo? Nada. ¿Qué pregunta es esa? Sólo he dicho que estaré más tiempo en casa.
—Sabes perfectamente lo que te estoy preguntando. Emma no es otra más de tus conquistas —le increpa Fabio.
—¡Oh, venga ya, hermano! ¿Crees que no lo sé? No es como las demás. Emma es especial. Además, ¿por quién me tomas?
—Vamos, Roger, que nos conocemos...
Los dos hermanos se quedan mirándose fijamente durante unos segundos, intentando leer el pensamiento del otro.
—¿Es que quieres protegerla de mí? —pregunta Roger con cierta burla.
—Sí. Eso es, justamente.
—¿Ah sí? ¿Y por qué, Fabio?
—Porque no me fío de ti —le dice Fabio, cada vez más serio —: Tú lo has dicho, Roger; Emma no es como las demás.
—Lo sé perfectamente, Fabio. Por eso me gusta tanto.
Fabio suspira profundamente y aprieta las mandíbulas. Conoce muy bien el currículum sentimental de su hermano, así como su encanto y habilidad para las conquistas, por lo que no puede evitar ponerse celoso, algo que Roger adivina de inmediato:
—¿Acaso te molesta que me guste Emma?
—No, Roger, me preocupa. Y me preocupa todavía más que le puedas hacer daño.
—¿Y por qué iba a tener que hacerle daño? Si me gusta y yo le gusto a ella, podríamos enamorarnos... —se defiende Roger.
—¿Enamoraros? Creo que hablas de amor con mucha ligereza, Roger.
—Al menos, yo sé de lo que hablo. Tú te has empeñado en apartar el amor de tu vida.
—Yo no lo aparté por voluntad propia, Roger.
—Te equivocas, hermano. Sufriste un duro golpe, sí. Un desengaño amoroso que te hizo mucho daño. Pero tú has decidido encerrarte en ese duro e infranqueable caparazón. Eso sí lo has hecho por voluntad propia.
Fabio sabe que su hermano tiene razón, pero el miedo a volver a enamorarse es más fuerte que la verdad. No está dispuesto a correr el riesgo, ni siquiera siendo consciente de que lo que Emma le provoca le resulta cada vez más difícil de controlar.
En ese momento, el fotógrafo pide hacer un pequeño descanso y Roger aprovecha para acercarles unos refrescos a Emma y a Paolo.
Fabio se queda observando desde la distancia y ve cómo Roger empieza a dar rienda suelta a todo su encanto. También observa con atención la reacción de Emma, quien responde a las palabras de su hermano con muestras de complicidad. Se pregunta si la naturalidad con la que actúa la joven podría esconder algún sentimiento más profundo y, aunque es incapaz de adivinar lo que pasa por la mente de Emma, sabe que no es nada difícil que ella pueda sentirse atraída por Roger.
Paolo se acerca hasta la posición de Fabio, todavía riéndose por la última ocurrencia de su nueva "novia":
—¡Esta chica es genial! —exclama Paolo cuando está junto a su hermano —: Está consiguiendo que incluso me guste toda esta farsa. Sigo sin entender por qué tenemos que hacer todo esto, pero al menos ya no me siento tan mal por hacerlo.
—Lo haces por tu contrato con el club, Paolo —responde Fabio.
—Sí, lo sé. Pero sigo sin entenderlo. Si me contratan será por cómo juego al fútbol, ¿no? ¿Qué tiene eso que ver con mi orientación sexual?
—Yo no marco las reglas. Pero después de que salieran ciertos rumores, al club le faltó tiempo para telefonearme y preguntar. Si quieres jugar en ese equipo, es lo que hay. ¿O acaso crees que eres el único futbolista homosexual?
—No, claro.
—Pues ya está, el fútbol es así, ¿no?
—¡Un deporte de hombres! —exclama Paolo soltando una carcajada —: Oye, ¿crees que con estas fotos se calmarán los rumores?
—Sí, espero.
—Si no es suficiente, me puedo casar con Emma. Si una sesión de fotos está siendo tan divertida, imagino cómo puede ser organizar todo un bodorrio, ja, ja, ja —bromea Paolo.
Fabio mira hacia Emma, quien sigue charlando con Roger. Cuando ve cómo su hermano le retira un mechón del cabello del rostro y cómo ella se ruboriza, decide marcharse de allí.
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