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Raphael.

Me encuentro tan molesto, frustrado y cansado, solo queda pocas horas para terminar el primer día en los calabozos y no lo estoy pasando bien, estos Nephilim se han aprovechado de golpearme, de dejarme sin alimentación, de ensuciar la celda para que mi vestimenta se arruine y todo el mal olor se impregne en mi cuerpo, y se aprovechen de decirme que harán todo lo posible para que se me acuse como culpable y se me coloque el peor castigo, por un lado para hacer sufrir a Magnus por meterse con un Nephilim y por otro para que yo aprenda la lección y no me acerque más a mi pareja, como si no entendieran que no es por voluntad nuestra enamoramientos. 

También Muriel, esa mujer horrible, logro quitarme la pequeña caja que Simón me dio, que me confió, no pude detenerla y menos cuando dentro de ella estaba la cadena con el símbolo familiar de los Lewis. Recibí golpes más temprano por eso, la mujer parecía fuera de sí, acusándome de muchas cosas cuando realmente nada de eso era cierto, pero no me dolió los golpes o sus palabras, sino que perdí lo que mi pareja me dio, lo más importante de su vida, no lo pude cuidar, no pude reclamarlo, me siento tan decepcionado de mi. No sé qué le diré a Simón, ni me atrevo a contarle sobre todo este asunto que está pasando acá.

— ¿Raphael? ¿Dónde estás?

Sorprendido y saliendo de mis pensamientos miro hacia las rejas, es que me pareció haber escuchado la voz de Simón, pero ¿Cómo? Si Simón no podría ser capaz de llegar a Alacante tan rápido, aunque quisiera el no sabe de estos mundos, o puede que sí, pero no venir acá ¿Cómo? ¿Fue Magnus? ¿O solo es una alucinación de mi parte? Escuchar su voz cuando lo extraño tanto puede ser común, he estado pensando muchas horas en Simón últimamente, puede que solo sea eso.

— ¡Raphael!

— ¿Simón?

Mi voz sale ronca porque esta media rasposa por pasar hambre y sed, pero suena tan alta como para escuchar como los pasos se vuelven rápidos y después como un chico con lentes y pelo revuelto se aferra a las rejas mirándome. Sus ojos están brillantes por las lagrimas contenidas, de seguro que la sangre seca en mi cabeza y ropa no da buen aspecto, y mi ropa sucia tampoco, pero no puedo evitar sonreír porque no es mentira, lo estoy viendo, él vino por mí, soy un hombre feliz en este momento. 

Me acerco un poco hacia la rejas, evito tocarlas porque están preparadas para quemar si me arrimo a ellas, y con cuidado todo la mano de Simón que se aferra con fuerza, relajándome al poder tocarlo.

— Raphael, cuando Magnus me dijo que estabas acá y no te han podido ver en todo el día me preocupe mucho, hasta vine corriendo —balbuceo—, dicen que no te podré ver hasta pasado mañana al anochecer para el juicio, pero no puedo verte así, te están maltratando.

— ¿Cómo fue que llegaste?

— Dije que vendría por ti, yo no rompo mi palabra—sonríe con orgullo de si— y te extrañaba.

— También te extrañe bebé, te extrañe tanto—confieso creyendo que no podría decírselo de nuevo— por eso debo decirte de algo...

— Lo sé todo, se de Muriel y todo, te explicaré en el juicio, voy a hablar porque también estoy implicado— me interrumpe—, he estado ocultando cosas, pero este no es el lugar adecuado para hablar, así que no hagas suposiciones y te molestes conmigo ¿Si? Solo surgieron cosas.

Entonces Simón si sabía de algunos temas de nuestros mundos, sabía lo que yo era y yo nunca me di cuenta porque lo oculto muy bien. Pero no puedo reclamarle nada, tengo que escucharlo, no puedo suponer nada ahora hasta escucharlo como lo pidió, no puedo molestarme porque está aquí, por mi, y ni siquiera sé que hizo para llegar hasta acá. No quiero pelear porque eso servirá para que esa mujer Nephilim lo tome como ventaja, acaricio su mano con cuidado de no tocar las rejas.

— Muriel me quitó el regalo que me diste, es objeto que te dio tu padre, lo lamento mucho por no luchar por ello—digo de repente—, solo que dijeron que es propiedad de los Nephilim Lewis. Soy un mal novio.

Veo como se queda serio y mira hacia su costado por unos minutos para volver la mirada a mí, de seguro hay alguien cerca, un Nephilim que lo debe estar vigilando mientras esta acá. Lo veo como empieza a sonreír de una manera que me había olvidado que hacía, había podido observarlo cuando nos conocimos pero después desapareció de a poco, su sonrisa al coquetear.

— ¿Novio? — Pregunta divertido después de unos minutos de silencio— ¿No deberías decirme novio después de que me lo pidas?

— Dijiste que nuestra relación iba fluyendo a su ritmo ¿Tengo necesidad de hacer la pregunta cuando sabemos que tu y yo estamos en algo?

— Solo quiero dejarle en claro a mi "abuela" —remarca la última palabra con molestia— lo que nosotros dos somos.

— ¿Qué...?

Y es cierto, se escuchan unos pasos aproximarse y aparecen en el campo de visión esa mujer que dice ser la abuela de Simón, mirándome de tal manera que podría asesinarme aquí mismo si no fuera porque debo estar presente en un juicio y ella es la encargada de que yo esté bien hasta que suceda. Miro a Simón que parece divertido con lo que está pasando y ni siquiera sé que está cruzando por su cabeza.

— Dilo Raphael— ánima Simón— quiero escucharlo.

— Vampiro, no hagas algo que te arrepentirás— amenaza la mujer— ustedes dos no pueden estar juntos...

Estoy en aprietos en estos momentos, en medio de una pelea familiar, una mujer que puede hacer mis dos días restante en un infierno en este lugar o mi pareja, la persona a la que amo negarle sentirse satisfecho de demostrarle a esa mujer que le mintió por mucho tiempo que está haciendo su vida solo y no necesita que haga esto ahora. Es difícil saber qué hacer, pero soy un tonto enamorado y los tontos enamorados como yo solo nos guiamos por nuestro impulso para hacer feliz a nuestra pareja a pesar de las consecuencias.

— Simón ¿Quieres ser mi pareja?

Una pequeña risa de Simón y sus labios ensanchados hacia arriba en una sonrisa me hacen sentir mucho mejor en este mal lugar, este chico frente a mis ojos nunca podría ser un Nephilim, no es apto, con esa sonrisa, con ese encanto y brillo que lo rodea, el es perfecto para seguir con su vida mundana, haciendo lo que le gusta, tocando con sus amigos en una cochera de una casa, trabajando y viniendo al hotel para estar juntos.

— Sabes que si, además ¿A quién mas podrías decírselo? —Pregunta con un tinte de felicidad— Si la marca que tienes en tu pecho es señal de que eres mío y algún día yo seré tuyo.

Me quedo perplejo al escucharlo, tratando de procesar todo lo que ha dicho y no pensar que ha sido imaginación mía, primeramente acepto ser mi pareja, mi novio, algo formal que antes, y segundo porque sabe de la marca de mi pecho, su origen, porque está ahí, que fue por él, además de todo eso estoy tratando de entender lo último, de que el algún día será mío ¿Significa que está pensando en que yo lo marque? Mi vida parece descender a un nuevo nivel de felicidad a pesar del lugar en el que estoy, porque hoy he sido correspondido para una relación y también porque me dio un posible consentimiento de lo que podría suceder con nuestra relación más adelante.

— ¡Fuera de aquí Simón Lewis! —Grita la mujer— ¡Tu padre debe estar revolcándose en su tumba al escuchar estas cosas! ¡Los Nephilim Lewis estamos tan decepcionado de ti!

— Yo no soy un Nephilim, tampoco pienso serlo, espero que haya quedado claro que después del juicio volveré a Brooklyn— murmura molesto Simón— debo irme cariño ¿Debería decirte te amo?

La mujer Nephilim está a punto de explotar en estos momentos frente a nosotros a los comentarios descarados que está diciendo Simón, a pesar de que ella dejo en claro que no estaba de acuerdo.

— Te amo, bebé— susurro con una suave sonrisa.

Entonces lo veo ser empujado por la mujer hacia los pasillos, fuera de mi vista, quedándome una vez mas solo en este lugar, pero ya no me siento tan mal como antes, porque la aparición de Simón hizo que todo volviera a mejorar por lo menos un poco. 

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