06| Una herida abierta:Recuerdo doloroso
Aquí de nuevo, y por la misma razón del cap anterior (XD). Bueno con seriedad ya, este capítulo tendrá escenas fuertes y podrían disgustar le a algunos, ¡Pero! Es algo importante de la historia de Alex, así que los invito a leer. Disfruten el capítulo amigos, y quedan advertidos como la vez anterior (XD).
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La lluvia caía con intensidad sobre la calle y las casas de todo ese barrio, delante de una gran mansión había un auto negro estacionando, de el salió una mujer de rasgos asiáticos y cabello negro que caí como cascada, piel pálida, de figura envidiable y vistiendo un traje negro; está abrió una de las puertas traseras del auto y vio con atención al niño que estaba adentro.
-Vamos pequeño.-dijo con tono amable.
Del auto salió un niño de 10 años de cabello castaño algo corto y ojos avellana. El niño se acercó con la mujer asiática a la mansión y está tocó dos veces,del otro lado se escuchó de parte de una voz femenina "un momento". Cuando la puerta se abrió se pudo ver con claridad a una mujer madura, de 40 años, cabello rubio algo opaco, ojos marrones, piel algo bronceada, de buena figura, el rojo de sus labios resaltaba y su gran vestido negro era hermoso. La mujer vio con curiosidad al pequeño niño que yacía delante de ella y luego a la mujer asiática, para ese momento entendió el porque estaba aquí y se puso a su altura.
-¿Por qué no pasas pequeño? Hay varios juguetes y puedes jugar con las chicas.-hablo la mujer con un tono dulce viéndolo.
El pequeño solo asintió con su cabeza y paso a la casa sin darle importancia a más nada, ¿Por qué estaba aquí? No lo sabía... No quería aceptar el porque estaba aquí, pero tristemente sabía la verdad, y eso lo destruía un poco más cada segundo. Ambas mujeres se quedaron afuera de la casa mientras el pequeño entraba, ambas le sonreían para darle un poco de apoyo, pero apenas esté paso a la casa las mujeres se miraron con seriedad.
-Padres asesinados, sobrevivió porque estaba escondido, lo encontramos detrás de un fondo falso que tenía su clóset.-dijo la mujer asiática con cara de disgustos.
-Otro huérfano por circunstancias violentas.-comento la rubia con pena.
-No uno cualquiera, cuando hicimos el chequeo médico descubrimos que es un kustermen... Uno realmente sorprendente.-añadió la pelinegra más seria que antes.
-Así que por eso lo trajiste.-dijo la rubia ahora seria.
-Has criado a 10 kustermen aquí y son buenas personas, lo mismo puedes hacer con él.-dijo la pelinegra.-lo necesita.-añadió sintiendo pena por el pequeño.
-Je entiendo, Kuo, lo cuidare.-aseguró la rubia con unas sonrisa y eso tranquilizó a la pelinegra.-Y ¿Cómo se llama?.-pregunto está aún sonriente.
-Alexander Castell, aunque él prefiere que le digan Alex.-respondió la pelinegra con una pequeña sonrisa.
La mujer asiática se retiró en el auto no sin antes despedirse del pequeño Alex, este respondía la despedida pero su rostro se veía carente de emociones. La mujer rubia no aparto la mirada del pequeño ni por un momento, solo quería sacarle una sonrisa a ese pequeño, no quería verlo tan triste, tan vacío.
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El castaño yacía sentado sobre su cama viendo a la nada, solo estaba vistiendo su ropa interior, su mente divagaba un poco a los días que solo se sentaba con calma a jugar con sus piezas de Lego, como construía su vecindario "imperfecto" pero real, pensar que hace solo cuatro años todo era tranquilo, recordaba el momento que todo se fue a la mierda y fue muy inocente para notarlo, recordaba cuando aún su cuerpo no tenía estás horribles marcas que provocaba ese látigo... Recordaba su inocencia arrebatada.
-Que obediente.-dijo la mujer al entrar con burla y viendo al castaño.
En la mirada de Alex era claro el miedo y asco que sentía ante esta mujer, quería tirarse le encima y matarla a golpes, hacerla pagar por todas las noches que no lo dejo dormir porque quería "jugar", hacerla pagar por cada maldita lágrima que había caído de sus ojos; pero no podía... Dejaría a la deriva a sus "hermanos" y ellos no podían sufrir lo mismo que él, ese abandono, no podía dejar que ellos también pasarán por esto o se quedarán solos, debía ser fuerte y aguantar, solo aguantar. El castaño cerró sus puños y vio con atención a la mujer que estaba delante de él, María, esa rubia con la que fue dejado para ser cuidado, ahora vestía un traje de cuero negro y sostenía su látigo en la mano.
-¿Quieres decirme algo?.-le pregunto la mujer con un tono algo amenazante.
-N-no.-respondió a secas él.
-¿No qué?.-le gritó la mujer.
-No mami.-contesto con un poco de asco.
Desde que el castaño intento terminar con su vida con las tijeras hace dos años todo empeoró,el poco cariño que la mujer le demostraba desapareció, ya para ella no era un niño o una persona, era un simple objeto. Cada día Alex se preguntaba porque, ¿Por qué ella llegó antes de que pudiera terminar con su miserable existencia? ¿Qué detuvo el trayecto de las tijeras a su cuello?. Antes de que Alex pudiera seguir recordando ese día sintió un ardor en su pecho, un latigazo que lo saco de sus pensamientos.
-¿Qué tanto piensas mi pequeño?.-pregunto la mujer sin apartarle la vista.
-Na-nada.-contesto aún sintiendo el ardor y asco por esta mujer.-Mami.-añadió duplicando el asco que sentía.
-Ya sabes lo que quiero.-le dijo a secas la rubia y golpeó con su látigo sus rodillas.
El ardor obligó al castaño arrodillarse, enserio odiaba esto; la mujer dio pasos cortos hasta quedar delante de este y le dio la espalda, Alex no se movía, no quería hacerlo, se negaba a hacerlo; la rubia algo molesta estiró sus manos hacia atrás y jalando lo del cabello pego su rostro contra su trasero, tomándolo con una de sus manos hundía el rostro del chico en su trasero, este se resignó, no podía hacer más, así que empezó a lamer y morder un poco el trasero de la mujer, sentía asco de tener que hacer esto, lo odiaba; pero la mujer disfrutaba de verlo sufrir, le generaba éxtasis, así que decidió dar un paso más adelante, aparto un poco el rostro de Alex y con su otra mano se apartó parte de su traje del trasero, dejando a la vista su ano.
-Chupalo, lame lo, como a mí me gusta.-ordenó la mujer viéndolo de reojo.
¿Qué podía sentir además de asco?. Sin importar las veces que ya lo había hecho aún odiaba su sabor y olor, pero no podía negarse a hacerlo, sería peor, siempre era peor. El joven castaño estaba chupando el ano de la rubia, y está era la que tenía el control, lo hundía en su trasero y separaba abruptamente, le encantaba sentir como la lengua de su pequeño entraba en lo más profundo de su ano y se movía; en cambio el castaño solo sentía asco, asco de saber dónde estaba su lengua y que debía moverla, le repugnaba como su rostro era hundido y chocaba contra el trasero de la rubia, y así siguieron por un buen rato, hasta que la mujer se aburrió de solo sentir una lengua en su ano, necesitaba más, mucho más, la mujer separó abruptamente al castaño de su trasero y se dio la vuelta, volvió a tomarlo de su cabello sin perder el tiempo y está vez lo pegó contra su vagina. Esta vez no hizo falta una orden directa, ya sabía lo que debía hacer si no quería ser castigado y que todo pasará a peor; el chico lamió toda la vagina de la rubia y metió su lengua hasta dentro para moverla, la mujer solo gemía mientras jalaba el cabello del chico, le encantaba sentirla adentro, era un verdadero deleite sentir como una lengua joven se movía en su interior, y sin aguantar un segundo más la mujer eyaculó dentro de la boca del chico. Este de ahogó y tosió un poco al sentir como todos los fluidos bajaban por su garganta, odiaba con todo su ser ese sabor, pero antes de que pudiera decir algo recibió una fuerte cachetada.
-¿Cómo te atreves a dejar que caiga en el piso?.-le gritó la mujer viéndolo.-¡Limpialo ahora mismo con tu lengua!.-ordenó con cierta molestia.
El castaño se puso en cuatro y se dirigió a lamer el piso aún con el ardor latente en su mejilla, lo odiaba, lo odiaba tanto, las lágrimas ya se deslizaban por sus mejillas y caían al piso, lágrimas de odio; la mujer solo mostró una sonrisa sádica y con su látigo golpeó la espalda y el trasero del joven repetidamente mientras le gritaba "¡Se hombre!", disfrutaba cada gemido de dolor que salía de la boca de su castaño, le encantaba verlo así.
-Boca arriba ¡Ya!.-le ordenó la mujer después de un último latigazo en su espalda.
El castaño sin decir más solo obedeció esa orden, se acostó boca arriba viendo como la rubia se acercaba a un pequeño refrigerador que tenía en el cuarto, saco unos cubos de hielo y volvió junto al joven que seguía inmóvil. La rubia solo puso ambos cubos de hielo abajo de los genitales de Alex, este se sobresalto y quiso huir pero antes de poder moverse la mujer se sentó sobre su miembro y pellizco sus pezones, los quejidos de "placer" que la mujer podría oír por toda su vida ahí estaban, provenían de un pequeño castaño roto que metía y sacaba su miembro con velocidad de su vagina; Alex ya solo estaba en blanco, el frío que sentía en sus genitales era horrible y el ardor en sus pezones no ayudaba, solo quería huir, pero tenía todo el peso de María encima, quien se movía rápido y de manera brusca sobre su miembros, para su suerte sentía como estaba a punta de acabar.
-¡Oh!.-exclamó la mujer y se sacó por completo el miembro del castaño.-¿No creerías que eso sería todo no?.-le pregunto poniendo otros dos cubos de hielo sobre su miembro y pezones.
El chico solo cerró sus ojos mientras aguantaba el frío, era realmente incómodo sentir ese frío contra su piel desnuda y sobre su miembro, pero lo sabía, después de esto solo sería tener sexo y todo terminaría, debía aguantar solo un poco más.
-Te tengo una sorpresa ya que dentro de unas horas será un día especial.-dijo la mujer con un tono de lujuria alto.
El castaño sintió como la rubia lo dejo en cuatro, esto era raro, muy raro, así que sin perder el tiempo volteo a verla ya con sus ojos abiertos... Demasiado tarde. María estaba usando un arnés que tenía un consolador de goma y ya la punta estaba entrando por el ano del chico, este solo grito, dolía, dolía demasiado, entre gritos le pedía a la rubia que se detuviera pero esta lo ignoraba, hasta que al fin entro por completo, el castaño grito, grito como nunca lo había hecho en su vida y lloraba por el dolor, le pedía a alguna fuerza superior que se detuviera pero era ignorado, pedía piedad a la mujer pero está también lo ignoraba, solo seguía moviéndose con brusquedad y rapidez, las lágrimas eran de dolor y odio, la odiaba, odiaba esto, odiaba su vida... La rubia embestía con fuerza a su pequeño castaño, esos gritos de dolor la prendían tanto, le encantaban, simplemente le encantaban, ver cómo las lágrimas caían al piso, oír sus súplicas, cada gemido de dolor solo le recordaba lo mucho que le encantaba; mientras seguía embistiendo a su pequeño lo masturbaba, estaba mojada por verlo así, por ver cómo su pequeño se corría y manchaba todo el piso, disfrutaría hacérselo así por mucho tiempo.
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Las horas pasaron y su sorpresa había terminado, pero no significaba que su diversión había acabado aún. El castaño estaba amarrado a uno de los soportes de su cama, de pie y con las manos hacia atrás; mientras que María estaba en cuatro delante de él y moviéndose con brusquedad contra su miembro ¿Cuántas veces había eyaculado? No estaba seguro, solo recordaba que eran las nueve de la noche cuando todo empezó,y ahora era media noche, el piso estaba todo manchado y después de unos de sus movimientos Alex eyaculó dentro de la vagina de María y está también lo hizo, los fluidos y el semen cayó al piso y la mujer se apartó de Alex.
-Yo se que te encantó.-dijo la mujer para chupar su miembro y luego morderlo provocando un gruñido del chico.-Feliz cumpleaños mi pequeño,espero hayas disfrutado tanto como yo.-le dijo con lujuria y corto el nudo de la soga que lo retenía.-Volveré cuando salga el sol y seguiremos, estaremos solos todo el día.-añadió y salió caminando del cuarto mientras el semen y fluidos chorreaba por sus piernas.-¡Y limpia el piso con tu lengua!.-le gritó la mujer ya fuera del cuarto.
En blanco, la mente de Alex estaba totalmente en blanco, no había ni un solo sonido en su habitación, ni afuera, estaba ahí solo, en un ahora sitio lúgubre. En menos de un segundo lanzó otro grito al aire y de la nada todas las cosas en su habitación desaparecieron, sus ojos estaban totalmente blancos mientras más lágrimas bajaban por sus mejillas, la odiaba, la odiaba ¡La odiaba!. Ya no mas, no jugaría a ser el héroe de sus hermanos, no seguiría sufriendo por ellos... Ahora estaban solos; el castaño volvió en sí y vio su habitación vacía, solo unas cuantas de sus ropas estaban tiradas en el piso, no necesitaba más... No se llevaría nada de lo que le dio esa mujer, solo la ropa. Después de unos segundos estaba listo, vistiendo un suéter completo naranja, unos pantalones deportivos negros y unos zapatos del mismo color deportivos; sin perder el tiempo abrió con cuidado la ventana de su cuarto, era una larga caída, pero tenía que soportarla, debía soportarla, sin pensarlo más el chico se lanzó, y podía jurar como piso varias cosas hasta llegar al suelo, estaba intacto, todo estaba como si nada... No dormir le estaba pasando factura, pero no tenía tiempo para pensar en eso. Corrió, corrió lo más rápido que pudo y por todo el tiempo que pudo, estaba perdido pero solo seguía corriendo, era libre, después de tanto tiempo se sentía realmente libre, mientras corría una de sus piernas fallo y cayó al piso, hasta ahí había llegado su impulso de adrenalina, estaba en un cera solitaria y oscura de un sitio desconocido... Pero no lo suficientemente lejos, debía seguir, o si no.
-¿He? ¿Hola?.-dijo una voz tímida.
-Déjalo, parece un ebrio.-contesto otra voz de manera cortante.
Ambas voces provenían delante del castaño, este solo alzó la mirada para ver de quién se trataba. Una chica de piel clara cabello rizado y castaño y ojos avellana como los suyos; y otra chica de cabello rojizo y largo de piel pálida y ojos peculiares, iris de color rojo como su cabello y pupilas amarillentas. Los tres chicos se vieron con atención, había algo en la chica de cabello rizado que le traía paz al castaño, algo dentro de él le decía que podía confiar en ella... Y también había una voz que sentía pena de él, la voz de esa chica que oí directamente en su cabeza.
-Ayuda.-fue lo único que pronunció el chico mientras las veía.
Ese día fue el decisivo, el día que se retrasó lo inevitable, el día que su tortura termino, y un pequeño rayo de esperanza apareció... El último día junto a la rubia.
Continuará
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¡Otro capítulo! Ahora sí lo puedo decir, pobre Alex (:'v) , todos los que sientan lastima por él dejen su "F" aquí, ya saben, una estrellita y compartir ayuda mucho chicos, y sin más que decir, nos vemos en otra ocasión amigos de Wattpad.
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