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Romeo y Julieta

El tiempo pasa de un modo terriblemente rápido. Cuando apenas me he querido dar cuenta, me he visto con que hoy es sábado y que en cuestión de tres días estaré partiendo con Ron hacia lo desconocido, hacia los juegos. ¡Me quedan por hacer tantísimas cosas antes de irme y apenas me queda tiempo que no puedo evitar estresarme!

Debo elaborar un calendario para Harry para que se reparta bien las horas de estudio entre las diferentes materias. Tengo que hablar con Ginny seriamente, pues debo advertirle de que sea cuidadosa cuando decida dar el "gran paso" con Harry, si su relación se prolonga en el tiempo, claro. También quiero ir a visitar una última vez la Sala de los Menesteres que fue el lugar donde comenzamos a prepararnos el Ejército de Dumbledore para plantarles cara a los mortífagos. Me gustaría poder visitar una vez más el Bosque Prohibido, aunque ya no esté la caseta de Hagrid... Hagrid... ¿Qué habrá sido de nuestro gigante amigo? Suspiro y aparto ese pensamiento de mi cabeza, pues sé que son de ese tipo de preguntas de las que no obtendré la respuesta de momento. Sigue repasando todas las cosas que debo hacer y recuerdo a los elfos domésticos. Me he planteado ir a dejarles unos cuantos sombreros y calcetines en recuerdo de lo que en su día fue la PEDDO. Bueno ¡y todo ello sin olvidar a la maravillosa señora Pince, a la que le debía mucho por todos aquellos años de silenciosa compañía en mi templo sagrado: la Biblioteca de Hogwarts! ¡Pensaba regalarle un ejemplar de un libro que en una de aquellas tardes ella misma me había recomendado y que no estaba en la Biblioteca de Hogwarts, por raro que parezca!

Oh, mi biblioteca... La Biblioteca de Hogwarts sería desde luego el lugar que más echaría de menos del mundo... Incluso más que mi hogar muggle, la Madriguera o el colegio en sí. Con sus altísimas estanterías repletas de libros, con la Sección Prohibida que tantas veces habíamos visitado, el lugar donde descubrimos pistas fundamentales para desentrañar hasta el más enredado lío, el sitio donde Viktor Krum me propuso acompañarlo al baile provocando algo así como celos en Ron.

Ron... ¿Por qué reaccionaste así aquella noche? ¿Por qué te enfadaste conmigo y te pusiste celoso de Viktor? ¿Te gustaba por aquel entonces? Si era así, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué ni siquiera me lo insinuaste a sabiendas de que yo estaba enamorada de ti? ¿Por qué me hiciste crearme ilusiones durante todo el quinto curso para después en sexto besarte con Lavender en mi propia cara? ¿Por qué me permitiste que te besara en plena batalla? ¿Por qué haces cómo si todo aquello nunca hubiera ocurrido? ¿Tan fácil le era ignorar que todo aquello no había pasado? ¿Tan poco había significado para él aquel beso? ¿Fue un mero impulso de la batalla?

Demasiadas preguntas. Preguntas que probablemente no hallarán nunca su respuesta.

- ¡Hermione! -dice mi amiga pelirroja chasqueando los dedos tratando de que salga de mi ensoñación sin conseguirlo-. ¡Oh, mira, ahí está Ron! -dice ella señalando detrás de mí. Al escuchar el nombre de Ron, me sobresalto y miro hacia atrás para mirarlo, pero no está. Es evidente que lo ha hecho para llamar mi atención y como lo ha conseguido, se está riendo a carcajadas.

- Maldita sea, Ginny, ¿qué quieres? -digo mirándola.

- Perdona que te diga, Herms, pero es patético que se te ilumine el rostro cuando oigas el nombre del patético de mi hermano -le miro con los ojos entrecerrados como rendijas.

- Ginevra, no me hagas hablar de la cara que pones tú cuando ves a Harry -digo un tanto cabreada. Me cuesta muchísimo reconocer cosas de ese tipo no solo ante Ron, sino también ante los demás-. Eso sí es patético... Muy patético -me defiendo.

- Vaya, parece que el mal humor de mi hermanito se te está pegando. Supongo que pasar tantas horas con él es lo que tiene... -dice ella sonriendo.

- En realidad no pasamos tantas horas juntos... -susurro.

- Ya, claro, Hermione. Desde que os vimos el otro día abrazados en el jardín, estáis todo el día juntos... -abro la boca para replicar, pero ella levanta un dedo que indica que aún no ha terminado su discurso-. ¡Y no trates de negarme que pasáis el día juntos, porque sois dos malditas lapas! -esboza una sonrisa pícara antes de decir-: ¿Ha pasado algo entre vosotros? ¿Algo más allá de vuestra extraña relación celosa-conflictiva-compulsiva? -me ruborizo, aunque no tengo motivos, pues realmente no ha pasado nada entre nosotros más allá de la relación que solemos tener.

Durante estos días hemos pasado mucho tiempo juntos buscando información sobre las peores torturas humanas posibles en el mundo mágico, pues queremos tener unas ideas mínimas de las cosas que podrán usar como arma en los juegos. Pero ésto no ha sido lo único que hemos hecho. También hemos paseado por los terrenos del colegio e incluso nos permitimos un día atravesar las fronteras de Hogwarts y caminar a través del Bosque Prohibido, mas nuestra salida no duró mucho pues nos pilló uno de nuestros "profesores", el famosísimo mortífago Thorfinn Rowle que en su día nos atacó en la cafetería y que participó en Batalla, y nos castigó prohibiéndonos salir del edificio escolar a menos que lo requiriera algún profesor para alguna de sus clases.

Tanto tiempo en compañía del otro, ha hecho que nos hayamos peleado una vez tras otra, pero ninguna ha sido una pelea seria ni importante. No han sido más que las típicas peleas entre nosotros, ésas que en cuestión de una hora solucionados. Pero las discusiones para mí no han sido nada en comparación con las risas y los buenos momentos que he pasado con Ron que, sólo Merlín sabe cómo, encontraba siempre actividades nuevas para compartir conmigo y hacerme olvidar durante unas horas que los juegos que cada vez están más cerca.

Ahora Ron no está conmigo, porque ha salido a montar en la escoba con Harry. A mí jamás se me ha dado bien montar en escoba por lo que rechacé rotundamente la proposición de Ron de ir a montar con ellos cuando me lo dijo esta mañana y decidí quedarme en la Sala Común releyendo mi libro muggle favorito: Romeo y Julieta. Bueno o al menos esas eran mis intenciones iniciales, intenciones que se han visto truncadas con la aparición de Ginny, quien sigue esperando una respuesta a la pregunta que hace unos minutos me ha formulado.

- No... No hay nada entre tu hermano y yo... -digo dejando escapar un suspiro.

- Aunque ya te gustaría, ¿eh? -boqueo tratando de encontrar palabras para negarme, como siempre he hecho, pero supongo que ya no tiene mucho sentido negar lo que siento por Ron, al menos después de que nos besáramos en la Batalla de Hogwarts por mucho que él se esforzara en ignorar este acontecimiento-. Pero no eres la única que está deseando que haya algo más entre vosotros, Hermione... Créeme, mi hermano está loco por ti -me asegura con una sonrisa, mientras que yo empiezo a temblar como un flan.

- No lo creo -digo muy tensa-. Si fuera así... me lo habría hecho saber, ¿no? -la voz se me quiebra del propio nerviosismo.

- ¡Por Merlín, Hermione! ¡Es mi hermano Ron! -bufa como si acabara de decir la mayor obviedad del mundo-. ¡Mi hermano, Hermione! ¡Ese estúpido cretino que sólo juega bien a quidditch cuando le hacemos creer que ha tomado una poción que atrae a la buena suerte! ¡El mismo idiota que no se atrevió a pedirte ir al baile, pero que luego se murió de celos al verte con Krum! Hermione, demonios, ¡es Ron! ¡El inseguro, tímido y celoso Ron! -exclama gesticulando mucho, tras zarandearme varias veces de la misma euforia.

- ¿Y qué quieres que haga, Ginevra? ¡No puedo hacer nada! ¡No puedo ir y soltarle que estoy enamorada de él cuando ni siquiera parece recordar que nos besamos en la Batalla! -digo casi a voz de grito. Me fijo en que todos los presentes en la Sala Común están ya pendientes de nuestra conversación, por lo que tanto Ginny como yo bajamos el tono de voz.

- ¿Crees que no lo recuerda? -asiento con la cabeza-. ¡Oh, vamos, Herms! -farfulla ella mientras se lleva las manos a la cabeza, como si mi afirmación fuera un disparate-. Conozco a mi hermano mejor que a cualquier otra persona en el mundo y te puedo asegurar que ese beso es en todo lo que piensa, Hermione, cuando te ve e incluso cuando no te ve -soy incapaz de decir nada. Me quedo contemplando el fuego de la chimenea con la mirada pérdida, tratando de asimilar las palabras de Ginny que en este momento no parecen tener cavidad en la lógica-. ¿Me permites un consejo? -no espera a que asienta para continuar-. No esperes a que sea él quien mencione nada de ésto porque no lo hará. En cualquier caso, el tiempo está contado -lágrimas amenazan con comenzar a salir de sus ojos violentamente. Sorbe por al nariz y continúa-: y me gustaría que ese tiempo... lo aprovecharais juntos... ya que... por mi... culpa... -comienza a llorar desconsoladamente-: os habéis privado de un futuro maravilloso que de no haber sido por vuestros estúpidos actos impulsivos... compartiríais sin duda alguna...

- ¡Oh, cállate, Ginevra, por favor! ¡Deja de decir estupideces, en serio! -le reprendo mirándola intensamente-. Fue mi decisión... y la de Ron, así que nada de ésto es tu culpa -no le digo nada, a pesar de que sí que pienso que el acto de Ron fue estúpido e impulsivo-. Deja de preocuparte por mi futuro, ¿vale? Estoy pasando millones de horas con él y, aunque no pasemos todas esas horas besándonos ni abrazándonos puesto que no somos pareja, sí las pasamos entre risas, conversaciones, bromas, miradas, sonrisas, juegos, niñeces... cosa que me hace extremadamente feliz en el presente, que es lo único que realmente me importa ahora mismo. Soy feliz ahora mismo, pasando las horas que me quedan con él y me da igual lo que pase en un futuro, mientras lo tenga a mi lado en el presente ya sea como amigo o como novio o como hermano o como lo que sea. ¡Me da igual el futuro! ¡Estoy feliz por mi presente, así que deja de atormentarte a ti misma pensando qué podría ocurrir o haber ocurrido en un futuro y sé feliz, por favor! -digo abrazándome a mi mejor amiga pelirroja, a la persona por la que me presenté a los juegos para mantenerla con vida.

Pasamos más de quince minutos llorando en silencio, abrazadas bajo las miradas confusas de los individuos presentes en la Sala Común, pero a nosotras nos da igual. Nada nos afecta bajo aquella cúpula invisible de complicidad entre ambas. No necesitamos palabras reconfortantes después de nuestra conversación, pues nada nos resulta más tonificante que sentir los brazos de la otra alrededor. Cuando rompemos nuestro abrazo, nos miramos con una sonrisa triste. Sólo quedan tres días, me recuerdo. Entonces recuerdo también una de las tareas de mi lista...

- Ginny, prométeme que vas a ser feliz ocurra lo que ocurra en los juegos, por favor. Prométeme que serás feliz con Harry y que también harás feliz tanto a él como a tu familia cada uno de los segundos de tu vida -le pido.

- ¿De veras pretendes que viva feliz sabiendo que muchos de los segundos de mi vida te los robé a ti, Hermione? -y comienza a llorar una vez más. Niego con la cabeza, mientras le enjugo las lágrimas con la punta de mis dedos.

- Por favor, no vuelvas a decir eso -le digo casi a modo de ruego-. Yo he sido quien ha elegido todo ésto, ¿vale? Nada de ésto es por tu culpa.

- ¡Claro que es mi culpa, Mione! ¡Si mi nombre no hubiera salido en la fuente...!

- Hubiera salido el mío, Ginny -le digo yo.

- No... ¡Eso no lo sabes! -su voz está crispada por el dolor. Se siente culpable.

- Ginny, deja de culparte, por favor. ¡Tú no tienes la culpa de nada esto, por Merlín! ¡Y si me quisieras como una hermana, como yo te quiero a ti, dejarías de atormentarte y empezarías ya a cumplir la promesa de que vas a ser feliz! -vuelvo a decirle-. Porque vas a cumplir esa promesa, ¿verdad? -ella asiente, pues sabe que es la de las pocas cosas que me haría feliz si estuviera viva, mientras sorbe por la nariz y se frota los ojos-. Entonces, ¿me prometes que serás feliz con Harry, que tendrás cuidado cuando des el "gran paso" -Ginny esboza una triste sonrisa-, que te casarás, que tendrás unos maravillosos hijos con tu esposo, que poseerás un trabajo envidiable y un innumerable etcétera? -vuelve a asentir, mas su rostro sigue surcado por las lágrimas-. Genial. Ahora quiero que me prometas otra cosa... Quiero que me prometas que vivirás por ti y por mí y que, si consigo devolver a tu hermano del arena, también intentarás hacerlo a él feliz -Ginny comienza a llorar una vez más, aunque esta vez parece ser presa de un ataque de ansiedad, pues noto que de su pecho de vez en cuando brotan ligeros espasmos.

Yo también lloro cuando Ginny me estrecha fuertemente. Comienzo a acariciarle el pelo, justo cuando veo que Harry y Ron entran a través del cuadro de la Señora Gorda a la Sala Común llorando también, pero de un modo contrario al nuestro: lloran de la risa. Los contemplo feliz. Mis dos mejores amigos riendo sin tapujos, ajenos a todas nuestras preocupaciones, olvidando por completo los juegos... Parecen críos, como en primer y segundo curso cuando eran amigos inseparables que reían juntos cada vez que salían a montar con las escobas y la profesora Sprout les echaba la bronca por haber arrancado una planta de su pequeña cosecha.

Una sensación de nostalgia me invade y no dudo a la hora de levantarme del sofá dejando caer el libro en el suelo y de arrastrar a Ginny conmigo hasta el lugar donde Harry y Ron se han apoyado para recuperar las fuerzas que las risas les hacen perder para abalanzarme sobre ellos y abrazarlos con mucha fuerza. Como tenía agarrada a Ginny por la mano, ella también se ve involucrada en nuestro abrazo que pilla a los chicos desprevenidos, pero que acaba siendo correspondido por éstos y acaba convirtiéndose en un abrazo a cuatro bandas. Los quiero tanto a los tres que me planteo como alguna vez pude vivir en el mundo muggle sin conocerlos... No pienses en ese tipo de cosas, Hermione, que sólo te estás provocando ponerte peor. 

Ginny sigue convulsionándose y Harry, tan rápido como es consciente, rompe el abrazo para pasarle un brazo por los hombros tratando de deshacerse de aquellos temblores. Yo, en cambio, me quedo en pie frente a Ron, viendo como el moreno y la pelirroja salen por el hueco del cuadro. Tan pronto como se marchan por el cuadro, Ron parece olvidar el malestar de su hermana o sino parece restarle importancia pues tampoco es muy difícil imaginar por dónde van los tiros y decide enfocar la conversación hacia otro tema menos triste para todos.

- ¡Deberías haber venido, Hermione! -me recrimina el pelirrojo sin poder dejar de reírse-. Nos hemos divertido un montón...

- ¿De verás estás diciendo que debería haber ido? ¡Por Merlín, Ron! ¡Soy yo, Hermione! ¿Recuerdas? Las escobas y yo no somos muy buenas amigas -le digo con una sonrisa en el rostro, mientras él se ríe a carcajadas por mi comentario-. En cualquier caso, me alegro de que te lo hayas pasado bien con Harry, pero ¿a qué viene todo este ataque de risa? ¿Qué ha pasado que os resulta tan divertido? -pregunto intrigada.

- ¿Recuerdas que tú y yo estábamos castigados sin salir a los jardines? -asiento, aunque en realidad ya lo había olvidado por completo-. ¡Pues yo no! Por eso salí con Harry con las escobas, porque no me acordaba. Sobrevolamos todo Hogwarts y claro pues cuando Rowle me vio a través de la ventana de su despacho en escoba... Comenzó a gritarme cosas para que volviera de inmediato al interior del castillo por las ventanas del colegio, pero yo me hice el tonto y fingí no haberlo entiendo, así que después bajó hasta los jardines para recordarme mi castigo. Me dijo que nada de montar en escoba afuera, porque estaba castigado sin pisar los jardines de Hogwarts, ¿y sabes qué maravillosa idea se nos ocurrió a Harry y a mí? -disiento con la cabeza y él sonríe contándome para él parecía ser una de las mayores hazañas de su vida-. ¡Pasamos por su lado revolviendo su túnica y sin bajarnos de las escobas, entramos volando al Vestíbulo! ¡Montamos por los pasillos, mientras él trataba de alcanzarnos corriendo tras nosotros a pie! ¡Qué patético, si lo vieras! -vuelve a carcajearse-. Evidentemente no nos llegó a alcanzar, porque pasamos por delante de la Sala de los Menesteres pensando que necesitábamos una habitación para escondernos y se apareció al poco tiempo, lo cual nos permitió escondernos y fastidiar a Rowle -comienza a reírse otra vez-. ¡Deberías habernos visto volando delante de todo el colegio! ¡Hasta Malfoy nos miraba con envidia!

- ¡Por Merlín, Ron, estáis locos! Ahora sin duda alguna os castigarán... -digo yo con el ceño fruncido, reprobando su comportamiento. Una cosa era que Hogwarts ya no fuera lo mismo para ninguno de nosotros, pero otra muy diferente era desafiar a mortífagos adultos y experimentados...

- Ya lo sé, pero ¿y qué? -me pregunta él encogiéndose de hombros con indiferencia-. ¿Con qué más pueden castigarme? ¡No me pueden privar de nada más, Hermione! No podemos salir afuera y ésa es la única diversión actual en Hogwarts -se ríe con sarcasmo.

- Tienes razón... -suspiro.

Ron se encamina hacia el sofá en el que yo estaba sentada antes de que llegaran mis amigos y me abalanzara junto con Ginny a sus brazos. Coge el libro de Romeo y Julieta que se cayó antes accidentalmente de mi regazo al levantarme. Lo hojea con indiferencia, mientras con una mano golpea el hueco del sofá que ha quedado a su lado invitándome a sentarme junto a él. Me dejo caer sobre el espacio y le doy un empujón para que se eche hacia al lado, pues apenas me ha dejado espacio. Él se ríe y se mueve un poco, mientras señala la portada del libro.

- ¿Y tú qué actividad de riesgo has hecho hoy? ¡Espera que lo adivine! Mmmm... ¿Leer? -formula a modo de pregunta retórica.

Yo sonrío y trato de arrebatarle el libro de las manos muy colorada, pues es uno de los libros más cursis que nunca he leído... Y sin embargo, se trata de uno de mis libros favoritos del mundo muggle. Sigo intentando quitarle el ejemplar, pero él se levanta del sofá, haciéndome caer en los cojines, y carraspea ruidosamente.

¿Por ventura amó hasta ahora mi corazón? ¡Ojos, desmentidlo! ¡Porque hasta la noche presente jamás conocí la verdadera hermosura! -recita llevándose una mano al pecho, de un modo exageradamente teatral. Yo lo contemplo con las mejillas encendidas. Acto seguido, me lanza el libro y comienza a reírse-. ¡Vaya libro más cursi! Una frase al azar que leo y una frase con la que casi vomito -me dice esbozando una sonrisa.

- Es un libro precioso... Una joya del mundo muggle -me defiendo yo, llevándome el libro al pecho-. Es uno de mis libros favoritos...

- ¿Y de qué va? ¿Muere alguien? -pregunta él, dando por hecho que es el típico libro en el que nadie muere que culmina con un subrealista final feliz.

- Pues sí -parece ser que no era la respuesta que esperaba-. Aunque no lo creas, mueren los dos protagonistas... Tanto Romeo como Julieta. Ambos pertenecen a familias enemigas y a pesar de ello, cuando se conocen, se enamoran ciegamente el uno del otro, llegando incluso a casarse en secreto pues sabían que sus familias no aceptarían la boda. De hecho, el padre de Julieta la compromete en contra de su voluntad con Paris, ajeno a su boda con Romeo. Julieta responde tomándose un sedante para fingir estar muerta para que no la casen con él y luego huir del país, pero Romeo cree que está muerta de verdad y se suicida tomándose un veneno. Cuando el efecto del sedante se pasa y Julieta se levanta, ve a su esposo muerto y toma su daga y se la clava en el pecho -le cuento ruborizándome. La sangre parece haberse quedado agolpada en mis mejillas.

- ¡Pues vaya estupidez! -dice resoplando-. Dos muertes totalmente innecesarias. Podrían haberse marchado sin más, sin necesidad de tener que fingir estar muerta -comenta él, encogiéndose de hombros.

- ¡A mí no me parece ninguna estupidez! -le contradigo poniéndome más roja. Definitivamente si me sigue agolpándose la sangre de esta manera, probablemente acabarán por reventarme las mejillas-. Si fingía estar muerta, no haría daño a sus padres ni a Paris y no tendría necesidad de volver. Además, lo hizo por amor, ¡por estar con Romeo! -digo yo cabreada.

Detesto que Ron sea tan insensible. Vale, una cosa es que no se dé (o no se quiera dar) cuenta de que estoy enamorada de él, pero otra cosa era aquella... ¿Cómo puede cuestionarse un acto tan romántico? Que tal vez él no lo hiciera, no significa otra persona no realizara cosas así por amor... Mas, ¿acaso no es algo parecido lo que pretendo hacer yo? ¿Acaso no quiero yo quitarme la vida para dársela a él? ¡Todo voy a hacerlo por amor, aunque Ron sea tan insensible como para no darse cuenta!

- Vale, lo que tú digas -dice él -. Me da igual si muere tanto Romeo como Julieta -lanza el libro al suelo y yo lo recojo indignada, pero sin decir nada.

Ambos nos quedamos muy callados, mientras Ron vuelve a sentirse a mi lado. Nos quedamos mirándonos él los zapatos y yo las uñas, fingiendo estar interesados en lo que estamos haciendo, aunque lo cierto es que cada uno está más pendiente de lo que está haciendo el otro que de sí mismo. Suspiro y empiezo a mirarme las puntas del pelo, Ron levanta la mirada y veo de reojo como boquea intentando encontrar un tema de conversación del que hablar, cuando comprende que estoy enfadada con él por su comentario. Sabe que detesto que critique los libros que leo y aún más si figura entre mi lista de libros favoritos.

- Hermione... -me llama, pero yo lo ignoro-. Hermione -vuelve a decir-. ¡Hermione, no me ignores, joder! -dice exasperado, pero yo sigo ignorándolo.

Empieza a llamarme punzándome el brazo con su dedo índice, pero yo finjo estar demasiado interesada por los tirabuzones de mi cabello enmarañado. Vuelve a llamarme, codeándome ahora. Por último, me agita los hombros.

- ¡¿Qué diantres quieres, Ronald Weasley?! -grito exasperada.

- Pues como querer, la verdad es que quiero muchas cosas, pero ahora mismo lo que más quiero es saber por qué demonios te has enfadado esta vez conmigo -dice él.

- No estoy enfadada -miento, en un tono borde y cortante.

- ¿Que no estás enfadada, dices? ¡No me mientas, Hermione! Cada vez que me llamas por mi nombre completo significa que estás enfadada. Además tu tono de voz no deja mucho que adivinar -me dice él, comenzando a cabrearse.

- ¡Vale sí, estoy enfadada! -exclamo llevándome las manos al pecho.

- No me puedo creer que te hayas cabreado conmigo, por criticar el libro ese -dice él poniendo los ojos como platos.

- ¿Y quién te ha dicho a ti que me he enfadado porque has criticado el libro? -le pregunto yo haciendo una mueca. No tenía nada que ver con que hubiera criticado el libro, sino con su insensibilidad.

- Ah... ¿No es por eso? -inquiere Ron muy confundido.

- No, no es por eso.

- ¿Ha sido por tirarlo al suelo, entonces? -me pregunta él desesperadamente. Disiento con la cabeza y dibuja una expresión que equivale a una mezcla de ira y de confusión-. ¡¿Entonces por qué demonios te has cabreado, Hermione?!

- ¡Por tu insensibilidad! -suelto mientras él me mira con una mueca de confusión en su rostro, a la espera de que le aclare qué me pasa-. ¡Me da igual si no te gusta Romeo y Julieta! ¡Me da igual que critiques el libro, pero me da coraje que digas que el acto de amor que Julieta hace por Romeo es una estupidez, considerando que...! -pero me callo.

No le voy a confesar una vez más que pienso dar mi vida por él. Ya se lo dije el otro día en el jardín y él se cabreó. Ahora es aún menos probable que se lo recuerde, pues en el contexto de la situación en la que nos hallamos, hablando de Romeo y Julieta, de un acto de amor, conllevaría claramente una declaración de amor por mi parte para la que ahora mismo no estoy preparada.

Realmente no es que no esté preparada para decirle que estoy enamorada de él desde cuarto o quinto curso, es para su rechazo para lo que no estoy preparada.

- ¿Considerando qué? -pregunta él con el rostro encendido.

- Nada, Ron. Da igual. Si no lo sabes, yo no te lo voy a explicar -digo tratando de levantarme de el sofá, pero él me retiene.

- Esas palabras son exactamente las mismas que te dije yo en cuarto curso cuando me puse... -se corrige- cuando pasó lo de Vicky. ¿Te acuerdas? -parece tratar de cambiar de tema de conversación ahora que sabe que no voy a decir nada, pero ese tema es el equivocado. Hablar de Viktor Krum con él es como tratar de atravesar un campo de minas... ¡O como tratar de hablar conmigo de Lavender! Evidentemente Krum y Lavender eran para nosotros temas tabú, temas que era mejor no tratar para mantener la paz mundial o al menos por mantener la paz en Hogwarts.

- Como para no recordarlo... -digo yo ensimismada, pensando lo mal que lo pasé por culpa de aquel ataque de celos de Ron y por mis propios sentimientos.

Aquella noche fue la primera en la que recuerdo que me reconocí a mí misma que me estaba pasando algo raro con Ron... Después de besar a Krum, me sentía como si hubiera traicionado a mi mejor amigo al no haber ido al baile con él, como si realmente estuviera confraternizando con el enemigo... Sin motivo alguno, sentí que nada de aquello era correcto. Pero cuando realmente me comencé a sentir mal fue durante mi primer beso con Viktor... porque durante todo el beso estuve deseando que Ron estuviera en el lugar de Viktor. Ahí fue cuando me di cuenta que tal vez lo que sentía por Ron iba más allá de lo que la amistad supone...

Por ello, jamás olvidaré aquella noche. Jamás podré no recordarla. Fue la primera noche que me convencí de que Ron me gustaba como algo más que un amigo.

- ¿Tan maravilloso te fue todo con Vicky como para no olvidarlo? -dice él frunciendo el ceño. Evidentemente él lo ha malinterpretado, ha pensado que yo no he podido aún olvidar a Viktor, cuando realmente el motivo por el que recuerdo aquella noche es totalmente diferente...

- Además de insensible, estúpido -mascullo en un tono extremadamente bajo, para que él no se entere de nada-. Realmente no me refería a eso con lo de que era imposible no recordar aquella noche, pero bueno... -suspiro-. Está claro que tú siempre le vas a buscar el sentido más enrevesado y más rebuscado a todo lo que digo, así que ni siquiera me voy a esforzar en explicártelo -le digo yo arrastrando las palabras, en tono monocorde.

- ¿Pero qué diablos...? -sus orejas arden de furia y su voz lo corrobora-. ¡Joder, Hermione, ya estoy harto! ¿Me puedes decir de una jodida vez qué es lo que he hecho? ¡Es que, de verdad, estoy harto de tratar de saber qué hago mal contigo sin jamás llegar a saberlo! -trata de calmarse y baja el tono de voz progresivamente, pues se da cuenta de que todos los presentes en la Sala Común nos están contemplando. Una nueva pelea de Ron y Hermione. Tan típico que ya debería resultarles hasta aburrido, pero qué va, ahí siguen escuchando.

- ¡Lo malinterpretas todo, Ronald! ¡Ése es tu problema! Digo que me es imposible olvidar aquella noche y ya das por hecho que se debe a Viktor... ¿Sabes por qué jamás podré olvidar esa noche? ¿Por qué siempre la tengo presente? ¿Por qué no me la puedo quitar de la cabeza ningún día? -él se encoge de hombros demostrando indiferencia.

- ¿Por qué? -pregunta fingiendo estar poco interesado.

- Pues como bien te he dicho antes... Si no lo sabes, yo no te lo voy a explicar -digo con un doble sentido rezando porque lo entienda en algún momento de lucidez mental y me dirijo a las escaleras de la torre femenina.

Rezo porque lo entienda, porque comprenda que he usado una frase que él mismo usó aquella noche porque él es el verdadero motivo por el que jamás podré quitarme la noche del Baile de Navidad de la cabeza.

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