La cosecha
Abro los ojos y siento que un vórtice de sentimientos negativos asumen el completo control de mi cuerpo. Me tapo la cabeza con la almohada y me escondo bajo la colcha roja y dorada con la que me tapo cada noche. El cuerpo me tiembla, a pesar de que la manta proporciona una calor infinitamente superior a la que produciría cualquier calefactor muggle, pero bueno, hoy existen motivos de sobra para que todo Hogwarts tiemble. Es el día.
Me esfuerzo por bajarme de la cama y arrastro los pies hasta el cuarto de baño, donde me espera mi mejor túnica doblada sobre la encimera. Justo encima de la encimera, hay un gran espejo que ocupa la extensión de la pared entera. Me miro al espejo y suspiro. Mi cabellera enmarañada hoy está más indomable que nunca, aun así yo intento con un cepillo desenredarme el cabello, pero lo único que consigo es que el cabello se me enrede aún más. Contemplo las ojeras que hay bajo mis ojos, no podré hacer nada con ellas, así que dejo mi aspecto tal y como está. Ni siquiera me esfuerzo en maquillar un poco mi pálida piel blanca. Eso sí, me quito el pijama rojo y dorado también y me pongo la túnica para bajar inmediatamente al Gran Comedor.
En la Sala Común de Gryffindor, ya no hay nadie. De hecho, en los pasillos tampoco hay mucha gente. Solo aquellos, que como yo, se niegan a aceptar que deben entrar en el Gran Comedor para enfrentarse a la cosecha del primer año en el que se celebran los Juegos de Sangre.
Estos macabros juegos fueron inventados por los mortífagos, quienes asumieron el completo control del Ministerio en cuestión de meses, tras la caída de Voldemort. A pesar de que Harry había sobrevivido y Voldemort no, muy pocos aurores adultos habían sobrevivido, mientras que los mortífagos eran en su mayoría adultos, experimentados, a los que le bastó un solo levantamiento para asesinar a Kingsley y hacerse con el Ministerio de Magia. Después del levantamiento, fue Umbridge la que asumió el control de éste y, bajo la influencia de un Antonin Dolohov totalmente recuperado, ordenaron a todos los niños de entre 11 a 17 años su ingreso inmediato en Hogwarts, que en pocas semanas había recuperado su aspecto anterior. Pero para mí, Hermione Granger, Hogwarts ya no es más que un lugar vacío y detestable. No queda nada de lo que era antes... ¿Dónde están el resto de los profesores, qué ha sido de ellos? ¿Dónde está McGonagall, Flitwick y los poco más que sobrevivieron? ¿Cuál ha sido su destino? Nadie, a día de hoy, lo sabe.
El caso es que después de que Hogwarts fuera reconstruido y nosotros reenviados para acabar los cursos que no habíamos completado, mortífagos de todo el mundo, incluso algunos desconocidos para nosotros hasta entonces, se congregaron en el Ministerio de Magia de Londres y pactaron lo que a ellos les gusta llamar los Juegos de Sangre.
En ellos, un chico y una chica de cada una de las casas de Hogwarts se deben enfrentar a magos de colegios de todo el mundo. En Hogwarts se ofrecen como tributos, es decir, como participantes de los Juegos, a un total de ocho alumnos, mientras que en el resto de los colegios del mundo mágico sólo se ofrecen como tributos cuatro personas. Se supone que Hogwarts ha sido el mayor opositor al poder del Gran Señor Tenebroso, por lo que debemos presentar siempre el doble de tributos que el resto de colegios. El motivo por el que no somos los alumnos de Hogwarts los únicos tributos es que los mortífagos de otras partes del mundo quieren transmitir el mensaje fundamental que nos obligan a asumir nuestros nuevos profesores:
Aunque el Señor Tenebroso no esté vivo, su espíritu y su poder siempre estará entre nosotros, o al menos mientras los mortífagos lo mantengan vivo.
Los Juegos de Sangre... Incluso el nombre de los juegos ya induce a pensar lo que nos tienen preparado los mortífagos: un baño de sangre para aquellos que en su día destruimos a su máximo representante. Aunque bien es cierto que su nombre también puede referirse a que los juegos no hacen diferencia de sangre, porque lo cierto es que todos estamos expuestos. En los juegos, podemos salir seleccionados como tributos tanto sangre sucias, como yo, sangre mestizas, como Harry, o sangre limpias, como... como... Ron. Aunque si Ron saliera seleccionado, yo... yo... probablemente quedaría destruida, porque creo que he olvidado mencionar que de todos los tributos, sólo hay un superviviente... Y si Ron se tuviera que enfrentar a los Juegos y no ganara, eso significaría que Ron estaría...
No puedo pensar en ello. Me niego a pensar en ello.
Simplemente me niego a pensar en cualquier cosa que signifique perder a Ron...
Bien es cierto que desde el beso en plena batalla no hemos aludido al tema, pero en cualquier caso yo me niego a aceptar que aquel beso para Ron no significó nada. Tal vez sí hubiera significado para él o quizás no, pero era algo casi imposible de adivinar, pues Ron era tan difícil de leer como un libro en braille.
De todos modos, no quiero que Ron salga seleccionado. No sabría qué hacer sin nuestras constantes peleas, sin nuestras maravillosas reconciliaciones, sin sonreír un día por la nueva estupidez que se le ha ocurrido, sin sus miradas inquisitivas, sin sus dudas, sin su inseguridad, sin su cabello pelirrojo... Me sería imposible vivir sin todo ello.
Dejo atrás mis ensoñaciones y atravieso la puerta del Gran Comedor donde, a pesar de que la comida mana por doquier de los platos, nadie come. Contemplo a nuestro maravilloso director: Antonin Dolohov, y cuando siento que su mirada se encuentra con la mía, le dedico una muestra de asco, pues aunque ellos tengan el control sobre el colegio, no lo tienen sobre mí. Localizo la cabeza zanahoria de Ron y a su lado, veo que también está sentada en frente de él nuestro mejor amigo, Harry, y su hermana, Ginny... Su hermana... Aunque también podría decir que era la mía... Llevábamos tantos años compartiendo confidencias, sonrisas y lágrimas que cualquiera de las dos podría asegurar con convicción que conocía a la otra incluso mejor que a sí misma. Con Harry tenía una relación muy similar a la de Ginny, la única diferencia que existía entre nosotros era la de nuestro género. Al ser él un chico y yo una chica, había cosas que prefería no compartir con él y que él también prefería contar a Ron. Aun así, la relación entre Harry y yo es exactamente igual a la que tienen dos hermanos cualesquiera.
Cuando me siento al lado de Ron, Ginny me dedica una triste sonrisa.
- Pues ya es el día -dice la pelirroja mientras tiembla. Harry trata de reconfortarla pasándole un brazo sobre los hombros.
- Eso parece -digo yo.
- Estoy asustada, Herms -me confía Ginny.
- Nada de miedo ni de preocupaciones. No vas a salir seleccionada, somos cientos de alumnos en Hogwarts, ¿por qué tendría que salir tu nombre de entre todos? Hay una sola probabilidad entre cientos, así que...
- No es por mí por lo que tengo miedo, Hermione. Imagínate que sales tú, Harry -el interpelado se sobresalta al oír su nombre en la conversación pues no estaba prestando atención- o Ron. Dime, Hermione, ¿cómo podría seguir viva si os pasara a alguno algo en los juegos? -empieza a lloriquear, cosa totalmente extraña en Ginny que jamás llora en público.
- Oh, vamos, Ginevra... ¡Nos hemos enfrentado a cosas peores! ¡No hay de qué tener miedo ni mucho menos! Si salimos elegidos, no pasará nada. Deja de llorar.
- Sí, deja de llorar ya, Ginny -le dice Harry mientras le pasa un brazo por los hombros-. No vas a salir seleccionada, ya verás -Ginny abre la boca para rechistar, seguramente para decir que a ella no le importa su seguridad, pero yo la interrumpo.
- Saldré yo, Ginny. Soy una sangre sucia con antecedentes. Además seguro que nos tienen una buena sorpresita preparada para los integrantes del Trío de Oro, alguna sorpresita acompañada de una buena cantidad de sangre -aseguro a mi mejor amiga mientras me obligo a componer una sonrisa, aunque lo cierto es que no puedo dejar de temblar.
Ron, que sigue a mi lado, parece haber estado pendiente de la conversación, pero no ha dado su opinión, porque probablemente no tiene opinión que dar. Sabe que saldré seleccionada, porque ambos sabemos que las probabilidades de que los intrigantes del Trío de Oro salgamos son extremadamente grandes. Somos los más corruptos de la escuela probablemente. Ron comienza a temblar a mi lado y pienso qué podría hacer para reconfortarlo. Me gustaría poder dejar caer mi cabeza sobre su hombro, acariciarle su pelo color fuego y susurrarle al oído: Tranquilo, todo saldrá bien. Pero nada de ello ocurre más allá de mi ociosa fantasía. Me limito a mirar hacia al frente con tanta frialdad como soy capaz. No quiero que nadie sepa que tengo miedo, miedo de quiénes puedan salir elegidos para los satánicos Juegos de Sangre.
Llevamos días hablando de las posibles personas que creemos que saldrán elegidas en la cosecha y la combinación más probable de Gryffindor es que salga yo elegida. Es totalmente lógico, ¿no? He desafiado a quienes ellos llaman a su Señor, siempre he estado en el clan enemigo, he sido perseguida por ellos, salí ilesa de la Gran Batalla de Hogwarts y además mi sangre no es pura... Sé que todo se supone que es al azar, pero... ¿por qué no nos han matado a ninguno de nosotros?
Es evidente de que quieren torturarnos a Harry, a Ron y a mí, ya sea o bien con la muerte propia o bien con la muerte del otro. El daño que crearán, al fin y al cabo, para mí que he compartido momentos épicos con ambos, será el mismo si soy yo la que muere como si son ellos los que se van, aunque incluso me decanto a pensar que me dolería mucho más si fuera uno de ellos quien tuviera que decir adiós para siempre...
- Hermione... -susurra Harry, que luce las facciones demacradas. Todos tenemos miedo, pero sólo yo me he atrevido a decir en voz alta lo que todos en realidad sabemos que pasará.
- No vuelvas a decir eso, Hermione. Te lo prohibo -dice Ron, que de repente parece furioso.
- ¿A decir qué, Ronald? -pregunto muy confundida. ¿Qué he dicho que no hayamos hablado ya antes? ¿Le ha molestado algo de lo que he dicho?
- No vuelvas a referirte a ti misma como sangre sucia. Ya creo que tienes suficiente con Malfoy... Sigue diciéndotelo a día de hoy y, tú como si no tuvieras suficiente con que te lo recuerde él cada día, te insultas a ti misma por tu estatus de sangre. Cualquier día cogeré a ese imbécil de Malfoy y... -comunica más como un pensamiento propio pronunciado en voz alta que como un comentario a compartir.
- ¿Creéis que saldrá elegido Malfoy? -inquiere ahora Harry, tratando de disuadir un probable comienzo de pelea entre Ron y yo.
- ¿Quién sabe? -le digo tras encogerme de hombros-. En realidad, es muy probable... Pensadlo bien. Antes era un mortífago, pero en plena batalla abandonó junto con Lucius y Narcissa. Es una grave traición a su "Oh, ¡Todo Poderoso!". Las probabilidades de que quieran torturar a sus padres, traidores a su Señor mandando a su único hijo a los juegos son considerables.
- Se lo tendría bien merecido si lo mandaran a esos asquerosos juegos. Probablemente moriría y así pagaría por todas las vidas que ha robado, el muy hijo de...
- ¡¿Pero cómo puedes decir eso, Ron?! -exclamo muy sorprendida, interrumpiendo a Ron-. ¡Estamos hablando de una vida humana!
- ¿Te refieres a esas mismas vidas que él robó sin compasión? Oh, vamos, Hermione, no puedo creerme que ahora lo estés defendiendo.
- No lo estoy defendiendo, Ron. Sólo digo que ni siquiera el asqueroso de Malfoy se merece que se le desee la muerte, y mucho menos, en estos estúpidos juegos.
- Ese desgraciado... debería pagar por... -continúa diciendo, aunque ya más bien para sí que para los demás.
- ¡Ron! -digo golpeándole el brazo, cuando oigo que vuelve a insinuar que Draco Malfoy debería morir en los Juegos de Sangre.
Vale, yo soy una de las personas que más derecho podría tener a la hora de hablar de odio hacia Draco Malfoy, pero hay límites... ¿Cómo voy a desearle la muerte a otra persona, aunque esta persona sea Draco Malfoy? Por mucho que el hurón me haya molestado año tras año, yo no puedo desearle la muerte ni a él ni a nadie.
- ¡Oh, vamos, Hermione! No sé cómo le puedes tener compasión a ese desgraciado. ¡Él mismo nos dijo a Harry y a mí cuando nos hicimos pasar por sus amiguitos que deseaba que la siguiente en morir a manos del basilisco fueras tú! -me recuerda Ron.
- Dios mío, Ronald, ¡eso fue en segundo! O sea, ¡hace casi seis años! Ambos sabemos que Draco Malfoy no es la misma persona desde sexto curso. En cualquier caso, no creo que Malfoy ahora mismo me desee la muerte ni mucho menos, pues cabe recordar que nosotros se la salvamos en la Gran Batalla hace pocos meses -le discuto al pelirrojo.
- ¿Acaso crees que Draco Malfoy guarda algún tipo de afección hacia nosotros porque lo salvamos en la Batalla? No hace falta que me respondas. Yo mismo te puedo asegurar que no, así como te puedo asegurar, y seguro que no me equivoco, que si cualquiera de nosotros participara en los juegos y tuviera que matarnos para mantenerse con vida, lo haría sin titubear.
- ¿Acaso crees que cualquier otra persona no lo haría? ¿Piensas que si Pansy Parkinson, Luna Lovegood, Seamus Finnigan o incluso Neville tuviera que hacerlo, no lo haría? ¡No hay otra opción, Ronald! Es tu vida o la suya, y la gente en líneas generales suele elegir la propia, no la del otro. Nadie dejaría que lo mataran para salvar a otra persona -vuelvo a contradecir a Ron, quien parece haberse quedado sin palabras y empieza a ponerse muy rojo, no sé si por la ira contenida o por vergüenza de no tener argumentos para rebatirme.
- ¡No generalices, Hermione! No todos somos así... Yo daría mi vida por... -un vuelco al corazón. ¿Por quién darías tu vida, Ron? Sé que no acabará esa frase, pero la esperanza se mantiene viva en mi pecho. ¿Y si dijera que daría su vida por mí? Probablemente lo besaría delante de toda la escuela, que de repente parece haber dejado de prestar atención a nuestra pelea y tiene centrada toda su atención en la mesa, o estrado como yo lo llamaba ahora, en el que se hallaban los mortífagos que decían ser nuestros profesores.
Es el momento.
Dolohov se pone en pie y dirige una mirada a todos los alumnos, tras esbozar una repugnante sonrisa. Parece feliz de que por fin se vaya a poner en práctica sus tan ansiados juegos y se vayan a cobrar las vidas que, según ellos, deberíamos pagar por la muerte de su Señor. Ron me mira fugazmente y veo que toda su furia se ha desvanecido y con ella, las intenciones de decir aquello que ahora sé que ya jamás dirá. Me gustaría poder agarrarlo de la mano, para sentirme más reconfortada, mientras dicen nuestros nombres, porque una parte de mí sabe con casi toda certeza que yo soy la que va a salir seleccionada para representar a Gryffindor.
- Alumnos, alumnas. Bienvenidos, bienvenidas -aunque nadie del Gran Comedor parece sentirse bienvenido. Todos recelan que salgan ya los nombres de los desafortunados y esos nombres no sean los de ellos y así poder marcharse tranquilamente hasta el año que viene-. Ha llegado el momento de seleccionar los tributos que representarán a Hogwarts en los Juegos de Sangre.
Miro a Ron y veo que tiene los ojos cerrados, a pesar de que mueve la boca susurrando palabras ininteligibles. Ignoro el resto del discurso de Dolohov, pues sé todo de lo que está hablando: nosotros desafiando a Voldemort, ellos volviendo al poder y creando los juegos para demostrar el poder que el Señor Tenebroso tiene incluso después de su muerte... En algún momento, Ron parece ser consciente de que lo llevo observando durante todo el discurso, porque levanta la mirada y fuerza un encuentro entre ambas miradas, que rápidamente se disuelve pues recuerdos no tan lejanos afloran en mí y me siento incapaz de soportar sus ojos verdes fijos en mí como aquel día... El beso... Jamás podré deshacerme de ese recuerdo...
Mi pelirrojo se remueve inquieto. La cosecha ha comenzado.
- Comencemos por... Hufflepuff -dice Dolohov, mientras todos los alumnos de Hufflepuff se levantan de la mesa y se ubican frente al estrado de los profesores formando una fila. Muchos van agarrados de las manos.
El silencio impera en la sala, cuando Dolohov hace aparecer lo que reconocemos como cuatro fuentes similares al cáliz de fuego de cuarto curso, sólo que esta vez contiene el nombre de todos los alumnos y además posee los colores de la casa que representan.
- Las damas primero, pues.
Las chicas se adelantan un paso y la fuente de Hufflepuff proyecta en el techo de Hogwarts el nombre de la desafortunada elegida: Heidi Macaboy. Recuerdo vagamente haberla visto por los pasillos caminar. ¡Ah, sí, también era una de los cazadores del equipo de Quidditch! La chica no puede evitarlo y rompe a llorar delante de todo el colegio. Ha sido la primera elegida...Pero después vienen el resto de las elecciones. El chico que representará a Hufflepuff es Ernie Macmillan, quien fundó con nosotros el Ejército de Dumbledore... Éste no llora, pero sí comienza a palidecer hasta el punto de que casi se lo puede confundir con la camisa blanca del uniforme.
Los siguientes en enfrentarse a la cosecha son los Ravenclaw's. Se repite el mismo proceso: todos forman filas y las chicas se adelantan por petición de Dolohov. El cáliz proyecta el nombre de la chica que sale elegida en el cielo y... me niego a aceptar que ese sea el nombre de la elegida: Luna Lovegood.
- ¡No! -grita Neville desde la mesa de Gryffindor. Se pone en pie y la chica se gira, mirándolo con lo que encasillamos como la primera sonrisa triste que Luna Lovegood esboza.
Dolohov sonríe. Todo sale como él desea. Los juegos aún no han empezado, pero ya hay gente que empieza a sufrir, como Neville, quien parece sentir algo muy especial por Luna desde que se conocieron en quinto curso... Pobrecito. Entiendo cómo se siente. Me levanto y sin pensarlo, por compasión o por miedo de atravesar la misma situación, abrazo a Neville, que empieza a llorar desconsoladamente tan rápido como es consciente de que la chica, de la que, sin duda, está enamorado, podría morir. Yo también comienzo a llorar.
- Neville... -deja escapar Luna Lovegood. Ella no llora. De hecho, ni siquiera parece apenada. No parece ser consciente de lo que conlleva tener que participar en los juegos, pero Neville sí que lo sabe, o al menos se lo imagina, pues realmente ninguno sabemos con certeza qué es lo que nos aguardan los juegos salvo mucha sangre.
El chico de Ravenclaw que es proyectado por la fuente es Michael Corner, que hace años fue novio de Ginny. Busco con la mirada a mi pelirroja, pero veo que ni siquiera está prestando atención al estrado. Parece muy concentrada en recitar una oración que libre a Harry de salir elegido en los Juegos de Sangre...
Todos los Ravenclaw vuelven a su sitio y entonces llega el momento de que se escojan los tributos de Slytherin. La mayoría se arrastran con arrogancia, a pesar de las circunstancias. Draco Malfoy, en cambio, me parece que está destrozado. Probablemente se imagina, al igual que nosotros, que saldrá elegido en los juegos... Ron está mordiéndose las uñas. Cada vez nuestra elección está más cerca, pero él parece más interesado que nadie en saber si Draco Malfoy saldrá elegido como tributo. La fuente deja ver el nombre de la chica que hará de tributo de Slytherin: Astoria Greengrass... Busco a la chica con la mirada, pero no la encuentro. De repente se oye un ruido sordo y comprendo que es el cuerpo de Astoria, que se ha desplomado en el suelo.
- ¡Astoria! -grita su hermana, Daphne, que ahora está inclinada a su lado intentando hacerle recuperar el conocimiento-. ¡Astoria, dime algo! ¡Por favor!
Astoria, en un principio, parece no responder y Daphne no hace más que agitarla. Dolohov pronuncia un hechizo y Astoria abre los ojos. Tan rápido como sus párpados están abiertos, unas largas cataratas de lágrimas surgen de sus ojos. Daphne la ayuda a levantarse y le pasa un brazo por la cintura, pues su hermana parece realmente frágil.
- ¿Qué puedo hacer por ella? ¡No quiero que vaya a los juegos! ¡Es demasiado joven! -le dice Daphne a Dolohov-. Lléveme a mí por ella, se lo suplico. ¡Me ofrezco como tributo!
Pobre, Daphne. Debe ser duro salir elegida, pero debe ser aún más duro tener que presentarte como tributo voluntariamente. Por primera vez, siento compasión por un Slytherin...
- De acuerdo. ¡Daphne Greengrass es nuestra tributo de Slytherin! ¿Algún tributo más quiere presentarse como voluntario? -Dolohov ríe. Sabe perfectamente que nadie más se presentará como tributo voluntario.
Astoria y Daphne se marchan agarradas de la mano a la puerta del Gran Comedor, olvidando incluso que aún les queda por escuchar la selección masculina de Slytherin y la de ambos de Gryffindor. Se puede escuchar perfectamente como Astoria se recrimina a sí misma su debilidad y cómo Daphne intenta tranquilizarla... Ha elegido dar su vida por la de su hermana.
Llega el momento de la elección masculina. Ron me mira por un instante y entonces se oye el ruido característico de la proyección del nombre y... bingo. El nombre que se proyecta es el de Draco Malfoy, quien ni siquiera parece sorprendido. Hermione siente un escalofrío, ahora más que nunca es evidente que las elecciones no son por azar ni mucho menos. Una de sus predicciones se ha cumplido... ¿Se cumplirían el resto?
Los Slytherin's vuelven a su mesa en fila y en silencio. Todas las mesas guardan un silencio sepulcral. Es evidente que ha llegado la hora de la selección más esperada: la de Gryffindor, la de los mayores traidores al Señor Tenebroso. Dolohov pide a la multitud gryffindoriana que se desplace hasta la posición que habían ocupado el resto de las casas. Parece ser que está deseando decir los nombres de los de esta casa. Nosotros, los de Gryffindor, hemos sido siempre los máximos opositores a Voldemort, y es evidente que ahora somos aquellos cuya muerte más se ansia.
Al levantarme de la mesa, tropiezo con Ron y éste me agarra para evitar que caiga. Para mi sorpresa, no me suelta, sino que acomoda su mano sobre la mía y entrelaza nuestros dedos. Miro nuestras manos unidas estupefacta y él me dedica una mirada que denota dolor y miedo. Ambos tenemos miedo de que sea el nombre del otro el que salga por "azar" de la fuente. Mis ojos se encuentran con los de Dolohov y veo que éste dirige una ligera mirada hacia la unión de nuestras manos, para después volver a mirarme y dedicarme una sonrisa de suficiencia.
- Chicas adelante -dice volviendo a mirar nuestras manos enlazadas, impaciente por ver cómo se desenlazan.
- No saldrás elegida, Hermione -susurra Ron.
Me da un ligero apretón de manos y finalmente suelta nuestras manos. Sigo estando sorprendida por el cariño y la delicadez con la que Ron me ha tratado, incluso después de nuestra pequeña pelea por los valores morales de Draco Malfoy. Veo la cabellera pelirroja de Ginny una fila delante mía. Me dirijo hasta su lado y le agarro de la mano.
- No saldrás elegida, Hermione -me dice también Ginny, esbozando una sonrisa.
Y tiene razón.
Suena el estrepitoso ruido ocasionado por la proyección del nombre y el nombre que se refleja en el techo no es el mío, pero sí es peor que si fuera el mío... Tengo que leerlo varias veces para asegurarme de que las letras que forman ese nombre están en el correcto orden. No puede ser... No quiero que sea así. Vuelvo a leer el nombre y siento que el lazo entre nuestras manos se disuelve, para trasladar su mano hasta mi hombro, como si buscara soporte. Ginny acaba de perder el equilibrio al leer el nombre, al leer su nombre... Porque el nombre que se refleja en el techo es claramente el de Ginny Weasley, mi mejor amiga, casi mi hermana, la hermana de la persona que estoy enamorada, la novia de mi mejor amigo...
Siento que las náuseas se apoderan de mí, pero aun así hallo las fuerzas para decirlo. Para cambiar las cosas, para hacer que todo sea justo, para evitar que Molly pierda un hijo más, para no permitir que Ron pierda a su hermana, para tratar de que Harry no se quede sin novia, para pronunciar palabras con una fuerza mucho mayor de la que tengo...
- Me presento como tributo -consigo decir mientras doy un paso adelante y desafío con la mirada a todos los mortífagos del estrado, esperando una respuesta que, en realidad, jamás hubiera esperado.
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